Michel Onfray, filósofo francés |
Discrepando con Onfray, Cuando los ateos y escépticos
nos dicen cómo debe ser el mundo, por Sebastián Chavarría, para Vagos y Derecho.
(Sobre el capítulo de la razón en su antimanual de filosofía[1]. Apartado: ¿Está inscrito en
los astros vuestro éxito en Bachillerato?)
Michel Onfray es un
filósofo francés que ha
sido conocido por sus diversos trabajos, de los que una buena parte del mismo podría
entrar en el catálogo de divulgación. También tiene ensayos y muchas otras
obras. En lo personal, he tenido la oportunidad de leer el “Antimanual de filosofía”
y “El crepúsculo de un ídolo”, donde lanza toda su batería contra Freud y el
psicoanálisis.
Me parece
que es un escritor que tiene ideas interesantes. La manera en que expone los
temas en su Antimanual de Filosofía me parece creativa. Es abiertamente ateo,
lo que de ninguna manera menciono para resaltar un problema; estoy lejos de eso,
aun menos pienso que sea un defecto, ya que cada quien es libre de asumir la
creencia que mejor le viene. En eso, trato de ser coherente. Sin embargo, hay
actitudes que me parecen inapropiadas o cuanto mucho, fuera de lógica.
En este
sentido, traigo entonces un comentario sobre el acápite “¿Está inscrito en los astros vuestro éxito en el bachillerato?” en
el capítulo de “La razón” en su Antimanual de
filosofía.
En el
mismo, dice cosas con las que estoy fácilmente de acuerdo, como las siguientes:
“Ni vuestro éxito ni vuestro fracaso; ni en las
estrellas, ni en otra parte. Los resultados dependen de vosotros y de vuestra
voluntad, nada más entra en juego, ni mucho menos la influencia de los astros o
la conjunción de los planetas […] Vuestra historia no está inscrita en ninguna
parte (¿dónde lo estaría?, ¿en el cielo?, ¿en un lugar accesible sólo a los
médium vía las líneas de la mano o la tirada de cartas?).
En efecto, es una idea que desde hace ratos
hice mía. La incentivo en quienes me piden alguna sugerencias en sus vidas. Sin
embargo, mi discrepancia viene en lo que se avecina en su texto.
De pronto,
cambia el tono y empieza con su batería de sarcasmo e ironía:
“Quizás hoy más que nunca, donde, en Occidente
al menos la razón puede funcionar libremente
sin temer a la prisión o la hoguera […], los hombres y las mujeres se han
entregado a la creencia en lo irracional
en toda sus variantes: videncia y numerología, tarot y horóscopo, carta astral,
posos del café y mesas giratorias, espíritus que se comunican y vida tras la muerte,
fantasmas y espectros, extraterrestres y platillos volantes a lo que se añaden
apariciones de la virgen, […]. Por lo demás, la mayor parte de vosotros cree seguramente en una u otra de esas
opciones, incluso en todas… ¿No?”
Una
aclaratoria previa antes de entrar en mi crítica: ninguna de esas creencias las
asumo, como tampoco las incentivo. Tampoco quiero entrar en la discusión
ontológica[2] de todo
lo que menciona; eso es asunto para otro almuerzo. Dicho esto, ahora paso a la
manera en que discrepo con Onfray.
Sebastián Chavarría |
Al abordar
el problema de esta manera, Onfray no nos propone algo que de verdad vaya más allá
de lo mismo que siempre nos han propuesto los racionalistas-iluministas: encontrar
en la razón o en la verdad de la ciencia el fundamento para asentar nuestra
moral o nuestro estilo de vida. Siendo éstas unidas la madre de nuestras
soluciones: incluso para aquellas que representan nuestra parte “irracional”.
Pero,
Onfray… ¿por qué tendría que ser así? Ahí has pasado de enunciar algo que podemos discutir sobre
hechos (como si existen o no los ovnis por ejemplo), a una discusión sobre lo bueno
o malo (que debamos creer en los ovnis o no). Deberías darte cuenta que si es
en Europa precisamente donde ocurre esto, donde lo racional dicen que abunda
(es decir, la educación, los altos estándares de vida, el orden), es porque
algo falla. Y ahí es donde pienso que debemos hacer un abordaje diferente.
Continuar
con esta crítica moralizante sobre la supremacía de la razón y sobre la
imposición de la idea no viene a más. Además de eso, y entrando en el ámbito de
la libertad, ¿no te das cuenta que si la gente accede a ello, es por algo? Para
contrarrestar estas creencias, tendrías entonces una moral censuradora, que
supongo que esa moral que se impondría, tendría que ser la tuya, ¿o no? Y en
cualquier caso, ¿por qué tendría que ser la tuya? La tuya[3] se impuso
en muchos países, basada en el ateísmo y en la censura de las creencias
individuales; y esto, no parece que haya tenido mucho éxito, al menos en cuanto
a suprimir a los dioses. Ni en la URSS, ni en Asia, y ni siquiera en Cuba eso
fue un proyecto con muchos éxitos. Ni en tu Francia pareciera que fue tan
exitoso donde lo anticlerical fue tan fuerte.
Ante el
cuestionamiento o la advertencia de la aparente naturalidad de lo irracional
del ser humano, manifestada en las formas que él menciona, asegura que la misma
estriba en el miedo al vacío intelectual o de la incapacidad de los hombres a
asumir su ignorancia. Según Onfray, es con estas irracionalidades como los
mitos y demás que logra amortiguar la angustia de sus límites. Me parece una
salida fácil. Y en cualquier caso, si fuese el así, ¿qué nos ofrece? Lo que nos
ofrece es que nos atengamos a lo que parece
obvio: nuestros límites, que la vida es corta, etc… En cualquier caso, censurar
nuestra parte “irracional” puede tener como mínimo, el desconectarnos con el
otro, el ser incapaces de comprender al otro “irracional”.
Volvemos a
lo mismo: si quieres asumirlo así Onfray, puedes hacerlo, es tu problema. Pero
no por ello tienen que asumirlo todos. No tengo por qué asumirlo yo. No veo
ninguna verdad objetiva que me muestre que tu postura es la verdadera y además,
la más conveniente; y aún más grave, ni siquiera encuentro razones persuasivas
para asumir tu propuesta. Es demasiado caricaturesca tu manera de describir las
infinitas razones por las que los seres humanos se acercan a todo esto. Si lo
hacen, no es de manera fortuita y es ahí donde deberías mostrar respeto para
estos “irracionales”.
Así,
pienso que más que hacer una
contradicción entre racional e irracional, descalificando la una de la otra
(que aclaro, bien puede ser, y que de hecho muchas veces ha sido más bien que
lo irracional censura a lo racional) habría que buscar otra forma de
entendernos en este mundo. Esta lógica, si en Europa es inviable no sólo
teóricamente, sino también en la práctica según por el escenario que nos describe
Onfray, me parece que lo es mucho menos en América Latina donde la cantidad de
creyentes es bastante grande.
En este
punto quiero poner un dedo sobre la llaga en muchos de nuestros intelectuales
latinoamericanos que se embriagan del intelectualismo europeo: buscar
soluciones para nuestro contexto, entonces debe ser lo que debe primar en
nuestras reflexiones. Pensando a partir
de estas ideas del tipo Onfray puede resultar un problema y que por tanto, no
veo ni quiera necesario arriesgarse por esa vía, por las razones que he dado:
ni lógicas, ni persuasivas; ni la historia parece probar que ha funcionado.
Pienso que debemos recoger nuestra situación y ver qué lógica podemos crear
para convivir.
Necesitamos
en este sentido, pensadores y gente creativa que proponga abordar esta situación de manera más sensata
y no con estas típicas reacciones ya obsoletas. Como digo, en la ilustración
tenía su razón de ser. Ya hoy, me parecen aburridoras.
[1] Para esta nota, parto
de la traducción de Irache Ganuza Fernández, Editorial EDAF, S.L. 2005 por
acuerdo con Éditions Breal.
[2] Con ontológico quiero
decir simplemente si estas cosas existe o no.
[3] Con tuya, quiero
decir la parte en que se refiere a que tenga que ser obligatoria la supresión
de cualquier creencia mística.
#Abogado, UNITEC, Honduras, Maestrando de Filosofía del Derecho, de la Facultad de Derecho de la UBA.
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