martes, 30 de julio de 2019

EL PUEBLO DE LAS SOMBRAS o CREPÚSCULO PARISINO, Por Susana Peñalva para Vagos y Derecho (Taller Literario)




Dorothea Lange, "Migrant   Mother", Nipomo, California, 1936 © The Dorothea Lange Collection, the Oakland Museum of California, City of Oakland.





El pueblo de las sombras o Crepúsculo parisino

por Susana Peñalva* 

                                                                                 "Sufro el duro retorno de torturas sufridas..."

William Shakespeare, “Soneto XXX”


Como manchas gris-rosa en un mar rosicler…
mas de suave salmón y de acero templado,
había visto esas nubes en el etéreo azul,
cual siluetas efímeras de rara nitidez.

Eran como el llamado de un verso de Césaire  
–doble azar, Saint-Lazare me lo iba a revelar.
Nunca descubriría en el cielo encendido
ícono tan perfecto… de ocaso parisino.

Y de esa visión plástica que operaba sin más
habría plasmado en verso su aura intemporal…
Pude abarcarla entonces de un vistazo postrero,
despedirme del día contra mi voluntad.

Luego le seguí el paso a un haz de transeúntes 
que apretaba la vuelta en transporte en común.
Metiéndome en la boca del “metropolitano”,
recordé a mis amigos que allí no bajan más…

Si consienten a hacerlo en Londres o en New York,
aquí van espantados ante lo que se ve…
No ya un métro más lindo, muros resplandecientes:
jóvenes errabundos y mendigos sin paz.

El alma desolada por esta noche bárbara:
naranjas sobre fritas… miseria de olor agrio.
Hoy muchos ciudadanos no lo toleran más:
viajan en automóvil o prefieren el bus

Ya la tierra natal se hunde bajo sus pies,
ya el pueblo de las sombras evoca un cauchemar
¿Qué porvenir de todos habrá que imaginar
en esta duermevela subterránea final?


Buenos Aires, 23 de julio de 2019 

* Socióloga y traductora; autora de diversos poemarios escritos en castellano y en francés. Este poema, auto-traducido –es decir reescrito en su lengua materna– por la autora, pertenece a su poemario Parmi les tiges ondulant [Entre los tallos que ondean] (2017, inédito).            

lunes, 22 de julio de 2019

ENTRE MATE Y MATE("), Por Javier Azzali(") para Vagos y Derecho (Taller Literario)


Una de las cosas que más le gustaban en la vida a Lorenzo era tomar mate. Para él casi no había nada más gustoso que un mate recién cebado rebosante de yerba espumosa. Él mismo se encargaba de calentar el agua para controlar que en el fuego alcanzara la temperatura exacta, un poco antes del primer hervor. Era muy respetuoso, casi militante se diría, de las reglas del correcto cebado: llenar el mate que, de preferencia tiene que ser de calabaza, con yerba de una cooperativa llamada ¡Monte a la Rosa!, hasta las tres cuartas partes. Después, agitarlo con energía criolla, por supuesto que dado vuelta para evitar pérdidas innecesarias de yerba y, ya otra vez en la posición normal, echar el agua caliente en un costado. Importante: la bombilla se hunde en la yerba húmeda, mientras la otra mitad debe mantenerse, lo más que se pueda, seca. 


- La bebida de los pobres, les decía a sus compañeros de oficina, mientras cebaba para quien quisiera acercarse y tomar con él. Los expedientes del trabajo se amontonaban en un costado del escritorio, pero él insistía que el atraso tenía causa en el gran cúmulo de tareas que pesaba sobre toda la repartición, y no en la más maravillosa infusión que el pueblo lleva en su paladar. La cosa es que de ese modo Lorenzo tenía un rato de felicidad y podía, pese a todo, sobrellevar su jornada laboral con cierta liviandad. 

Cada tanto el jefe pasaba por su despacho para controlar. Pero Lorenzo no le dejaba ni tiempo para que encontrara algún retraso digno de reproche, y de a poco lo convencía, con amistosa actitud, de los beneficios de un buen matecito. 

- Sin el mate la vida de los trabajadores sería mucho más infelíz, explicaba Lorenzo cuando alguno le criticaba su uso constante. 

Finalmente, un día el jefe terminó aceptando el convite, y desde entonces pasaba temprano en las mañanas a saludarlo, como nunca antes lo había hecho, con la ya no tan secreta intención de unas cebaditas. 

En una de esas mañanas, entre mate y mate, charlando, mitad de trabajo y mitad no, el jefe le hizo saber que había tomado una decisión de gran importancia: se iba de la oficina. Pero no para ocupar un cargo superior en alguna otra oficina, sino para presentarse como candidato a diputado por el partido del gobierno. La novedad no terminaba ahí: el jefe lo invitaba a Lorenzo para que sea su primer asistente. 

- No sabe usted, Lorenzo, ¡lo importante que para mi son sus mates! 

A los pocos días la oficina jerárquica superior le aceptó el pedido de licencia por tiempo indeterminado, sin goce de sueldo, y se puso a trabajar en la campaña electoral de su jefe. En verdad, toda su tarea consistía en cebar mate. Iba de un lado a otro, de barrio en barrio, de acto en acto, de la televisión a la radio, siempre con el termo lleno y el mate listo para cebar. Tras una campaña muy intensa, los candidatos oficialistas ganaron, y a las semanas Lorenzo se encontró siendo asesor del flamante diputado de la nación. 

Su tarea en el Congreso no le era difícil: tenía que cebarle mate entre sesión y sesión. Al principio, era visto con cierta rareza por los otros diputados, pero les era indiferente, hasta que una vuelta, el jefe de Lorenzo interrumpió su discurso a la espera de que le sea cebado un mate. La cuestión era que Lorenzo todavía estaba en la cocina calentando el agua. En ese lapso, tuvo un altercado con un legislador trotskista. 

- ¡El mate es reaccionario! Sin el mate ¡ya habría habido revolución!, le increpó con cierta vehemencia incomprensible. 

- Faltaba más, ahora venir a echarle la culpa al mate, le contestó el diputado, una vez superada la perplejidad. 

¡El mate es socialista! gritó uno desde el fondo ¡El mate es peronista!, le contestaron varios a coro. Cuando la situación parecía descontrolarse y amenazaba el escándalo, el mismísimo presidente de la cámara de diputados intervino: ¡El mate es el símbolo de la unidad nacional y latinoamericana! ¡Patria y mate sí, colonia y güisqui no! Bien bajito alguien que no se identificó aclaró que en verdad esto no era contra el güisqui, pero calló rápidamente, cuando desde el bloque del partido liberal empezaron a pedir enojados la palabra para, en nombre de la libertad y la democracia defender al güisqui. Pero solo lograron ganarse el mote de anti patria y, de paso, borrachos. Ya era tarde, por mayoría absoluta se aprobó la moción de declarar el mate como infusión nacional y popular obligatoria para todos los legisladores. Finalmente, cuando llegó Lorenzo con uno bien cebado, la cámara en pleno y con todos de pie, lo recibió con un aplauso interminable y con una lluvia de loas. 

Al otro día los diarios informaban desde las primeras planas lo ocurrido. Un gran hecho político que catapultó a la fama al señor diputado que, después de ser nombrado como jefe de bancada por la capacidad expeditiva de su asesor para cebar mate, ya era vistos por los eruditos analista de nuestro país como presidenciable para las próximas elecciones. A los meses, triunfaba con holgura y asumía como nuevo presidente de los argentinos. 

Como Lorenzo fue nombrado primer asesor presidencial, ahora tenía un nuevo despacho en la Casa Rosada, contiguo al de su jefe. Su función era la misma de siempre: cebar mate. No había ministros al que no le cayera simpático o reclamara su presencia antes del inicio de las reuniones de gabinete. De este modo, empezó a interiorizarse de los diferentes decretos que el presidente tenía, diariamente, que firmar. A diferencia de su tarea en el Congreso, ahora su jefe sí tenía que trabajar en los asuntos de gobierno, y, a fuerza de silencios entre las cebadas, Lorenzo se metió en las decisiones. Primero, propuso, muy tímidamente, que el gobierno diera prioridad a la cultura nacional: hay que financiar a los músicos, escritores y pintores de los pueblos del interior. Hay que cambiar los planes de historia y de la educación de los colegios para que los chicos sepan qué pasó en nuestra patria. 

Luego, aunque todavía sin perder del todo la vergüenza, sugirió un aumento de sueldo para los empleados públicos. ¡Se lo merecen, jefe!, le dijo al recordar a sus ex compañeros. Entusiasmado por el éxito propuso un subsidio para los desocupados, y le pasó por debajo de la mesa, mientras distraía al ministro de economía con un mate, una lista de precios máximos para productos de primera necesidad. Gran sorpresa de aquél cuando se enteró por los diarios de la nueva noticia, pero su enojo con Lorenzo fue compensado con la simpatía del resto del gabinete que, a su vez, odiaban al ministro. A los pocos días, la sorpresa fue del ministro de interior, amigo y socio comercial de los dueños europeos de la empresa del agua, cuando a pedido de Lorenzo el presidente le revocó la concesión del servicio público. Pronto, de la sorpresa pasaron al odio, y no hubo ministro o secretario o legislador oficialista u opositor, o gobernador de provincia, que no hiciera saber su molestia por los consejos del cebador de mate presidencial. Pero el colmo fue cuando Lorenzo, una tardecita, impulsado por la fuerza rebelde de estrenar un mate de alpaca, especialmente confeccionado por una cooperativa jujeña, sugirió una reforma agraria que significaría el fin del latifundio. Mientras cebaba el primer mate nuevo a viva voz, sin importarle la presencia de los dinosaurios enfurecidos, habló de la necesidad de repartir las fabulosas ganancias del campo y subvencionar a los talleres y las industrias del país. Estaba eufórico por el maravilloso plan de acción que, por fin, traería felicidad para el pueblo. Más aún: ya se había puesto a trabajar en un plan para no pagar la deuda externa, nacionalizar los bancos y el comercio exterior, y otro para crear los Estados Unidos de América Latina, y tantas cosas más que ya ni siquiera le alcanzaba el tiempo para pensarlas. Se podría formar una alianza matera con los presidentes de Brasil, Paraguay y, por supuesto, Uruguay. Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia le podrían sumar las hojas de coca y así con cada uno del resto de los países. ¡Una poderosa confederación! 

A la mañana siguiente, excitado por todas esas ideas, Lorenzo llegó primero y, como siempre, calentó el agua. Cuando estaba preparando la yerba en el mate, en la cocina de la casa rosada, se le presentaron dos grandotes de saco y corbata, acompañados por un granadero. Sin perder la elegancia lo levantaron, cada uno de un brazo, y salieron a la calle. Al llegar a la placita del bajo, ahí donde están las paradas de los colectivos y, con mucho cuidado de no lastimarlo, lo dejaron en una fila, junto a una estatua de Mafalda. Le dejaron, para que lea en el viaje a la oficina, un ejemplar del boletín oficial del día de la fecha, con el decreto, muy breve por cierto, en el que, muy temprano, el señor presidente había dispuesto su cesantía y el inmediato levantamiento de la licencia de su empleo anterior. 

Cuando, con cierta resignación, y ya de regreso en su antiguo escritorio, se preparó para cebar el primero de los mates, la ahora su nueva jefa emergió como si lo hubiera estado espiando y le mostró la última y más reciente reglamentación: tomar mate está prohibido en toda la administración pública y, de paso, le dijo que sería considerado como justa causal de despido en el trabajo privado. Con la arrogancia típica de la autoridad le hizo saber que, muy a su pesar, sería sumariado. 

Después de deambular por las calles de su barrio, pensativo y cabizbajo, desilusionado, Lorenzo terminó en el banco de una plaza. Los chicos jugaban en el arenero, reían con las hamacas y la calesita. A su lado, se sentó, muy tranquila, una mujer que, seguro, cuidaría a alguno de los chiquitos. Ahí mismo fue cuando Lorenzo pensó que no había nada perdido para siempre y tuvo una gran iluminación: 

- La vida es eso que pasa entre mate y mate, sólo hay que volver a cebar una y otra vez. 

Con nuevos aires de alegría le explicó su idea a la mujer, y se explayó en detalles. Mientras se le arrimaba, le preguntó: 

- ¿Tomamos unos mates? 

Fin 

(") 

-"Un mañana a ganar y otros cuentos", 2016, Cooperativa Gráfica del Pueblo, Bs. As.".

"Los cuentos que siguen fueron escritos en otro tiempo, en otros lugares y con un lenguaje diferente al que hoy usamos. En ellos, el extravío social por momentos es el protagonista, como me dijo alguien acertadamente, y hasta uno roza la anti política, en un intento por dar expresión literaria al clima regresivo y asfixiante de lo que fue para los argentinos la segunda década infame. Si bien no reniego de ellos, hoy tampoco los volvería a escribir: cierta ingenuidad inevitable impone ahora una distancia definitiva. Hubo un cambio de época pero también cambiamos nosotros, como en esa canción de Litto Nebbia. Aun así, o tal vez será por eso, los cuentos, en esa distancia, aparecen con voz y forma propias. Estas ficciones fueron pensadas y escritas fuera de cualquier criterio escolar –aunque esto último, en sí, no es malo-, en la búsqueda de andar un camino cuyas vueltas finalmente nos lleven al encuentro con los otros, los trabajadores, los hacedores de la patria, los que están abajo en todas las historias, a quienes, en definitiva, en la lucha por una identidad colectiva y nacional autónoma y autóctona, no les sirve pensar como europeos en el exilio. La escritura por ser una tarea individual debe preocuparse por no ser una actividad solitaria ni estéril, según una expresión utilizada por un antiguo y lúcido ensayista, y expresar, de alguna manera estética posible, la realidad colectiva, los problemas sociales y sus raíces históricas. Por eso, corresponde mi sincero agradecimiento con quienes a lo largo de estos años he compartido experiencias de organización colectiva y han hecho su aporte –¡involuntario por cierto!- para que esto ocurra. También va dedicado a los trabajadores del estado que, víctimas de la mentira mediática, han sido despedidos en forma injusta y antidemocrática en los últimos meses." J.A.

(") Abogado (UBA). Diplomado en Antropología Jurídica (INAH-UNAM, México) y en Derechos Humanos y grupos vulnerables (UAM-A, México). Autor de "Constitución de 1949" (Punto de Encuentro, 2014, segunda edición, 2019).











martes, 16 de julio de 2019

LA TIERRA SIN MAL (Coplitas para un dolor de siglos), Por Horacio "Chino" Martínez(") para Vagos y Derecho (Taller Literario)



"La Tierra sin Mal", Mary Barolín




LA TIERRA SIN MAL (Coplitas para un dolor de siglos)


Un zorzalito costero

dueño de ceibos y talas,

sacó una flor de la tierra

para dejarla en el agua.



Por estas tierras -me dijo-

anduvieron los chanáes,

ellos miraban el río

mientras el río pasaba.



Dueños de toda la tierra,

todo coraje y templanza,

eran frescura de río

esos hermanos del alma.



Y si hoy buscas en las islas

en los cerros de resaca,

a poco tocar el suelo

salen huesos que descansan.



Sus amores eran eco

en el canto de calandrias,

ceibo olvidado su sangre,

emoción de tierra y agua.



Su destino andar el monte

entre lomada y cuchillas,

dejando sus esperanzas

cual pedacitos de astillas.



Y un poco del monte arisco

y la corriente del agua,

la lucha, la subsistencia,

les iba templando el alma.



Cuando vino la conquista

-tropel de cruces y lanzas-,

se quedó sin tierra y río,

le quebraron la esperanza.



No es para orgullo contarlo

y menos para la alabanza,

llora la tierra entrerriana,

fueron cayendo las lanzas.



Y dicen que desde entonces

llora un crespín en las ramas,

y sin cantar, muy tristona,

se ha dormido una calandria.



Son recuerdos de una historia

que no cierra, que aún sangra,

y a pesar de tantos siglos

el viento llorando anda.





Vuelve a cantar la calandria

y hay huesos que se levantan,

sangre en la flor de los ceibos

por los hermanos del alma.



Penita que lleva el río,

pena que el suelo reclama

el chaná de mi destino

en mis coplas se levanta.



Hoy hay un ceibo costero

donde los huesos descansan,

y en las noches llora el eco

del crespín entre sus ramas.



Coplitas para una historia,

historia que aún se desangra,

sigue clamando la tierra

por los hermanos del alma.



Horacio/”Contorno de agua”/Poesías.


     

(") Luis Horacio Martínez, nació en la ciudad de La Paz, pro-vincia de Entre Ríos, ciudad del místico Linares Cardozo. El prólogo de su primer libro de poesías “Luces florecidas en el canto”, fue escrito, precisamente por Linares, su amigo y maestro. 

Su actividad cultural: 

Es ganador del: “Festival del Amigo” (Gualeguay), Certamen de la “Canción inédita” (Villaguay), Certamen de la “Canción Navideña” (Buenos Aires), 2do. Y 3er. Premio en el Certamen de la “Chamarrita” (Santa Elena), 1er. Premio Certamen Navideño (La Paz). En el año 2007, obtiene el 3er. Premio en el Certamen Nacional de la Canción organizado por el Con- Federal de Inversiones, con su tema” “Gurí de la calle”, un aire de chamarrita. 

Libros: 

En 1995 edita “Luces florecidas en el canto”, con prólogo de don Linares Cardozo. En 1998 edita: “Poemas de río y cielo” y “De trinos y bandadas”. Este último trabajo, se transforma en el año 2008, a través del Proyecto “Identidad Entrerriana”, y auspiciado por el Consejo Federal de Inversiones, en una Enciclopedia Interactiva de aves. En el año 2005 edita “Pinceladas”. En el 2014, “Contorno de agua”. Tiene terminados para editar: “El camino de la nostalgia” y “Coplas del río”. 

En 1.997 gana el concurso del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales “Hacia nuevas miradas en la televisión cultural”. En la década del 2000, realiza varios documentales cortos sobre personajes e historias de Entre Ríos. 

Desde el año 2007 hasta el 2015 se desempeñó como Di-rector de Cultura de la Municipalidad de La Paz, provincia de Entre Ríos. 

Integró el Proyecto Identidad Entrerriana formando parte del “Vagón Cultural” que recorrió la provincia de Entre Ríos durante ocho años. 

En el año 2017, la Editorial de Entre Ríos, le edita: “Linares Cardozo, El Cacique”, un Ensayo Biográfico dedicado a su maestro y amigo. Este libro, fue declarado de Interés Cultural por la Cámara de Diputados de la provincia de Entre Ríos.

miércoles, 10 de julio de 2019

LA EMBOSCADA(") (Milonga), Por Horacio Enrique Blanc(") para Vagos y Derecho (Taller Literario)


LA  EMBOSCADA (Milonga)





Por la senda enmarañada

que en los cerros serpentea,

bajan cuatro combatientes

de la lucha en la montaña.

Se respira un aire extraño

de sudores y presagios.



En dispersa retirada

de regreso van al valle.

El sendero los vomita

con su última mirada.

Tan inmenso es el silencio

que amortigua hasta los miedos.



Y pensar que ayer subieron

devorándose las nubes.

Con las armas relucientes

y los dientes apretados,

entonando la canción

de una patria liberada



Han perdido en la refriega

a sus viejos camaradas.

Cortos pasos que retumban

por los duros pedregales,

van marcando las penurias

de sus sueños e ideales.



No se entregan sin luchar

aunque fueren fusilados.

Van cayendo uno en uno

en la tierra ensangrentada.

Postrer grito ¡Por la Patria!

epitafia la jornada.



Victorioso el pelotón

que acechaba en la hondonada,

va cantando su canción

de tahúres y rufianes,

que graznan los caranchos

sepultando los cadáveres.



De esos cuatro combatientes

ya no quedan ni señales.

Hoy los hijos de sus hijos

al cruzar por la emboscada,

han plantado la bandera

de una patria liberada.



Y desde las nubes hacia el valle,

bajan ecos de los gritos

que dormían en los cerros.






(") Ex Abogado, ex empleado, funcionario y magistrado judicial, hoy jubilado. Escritor y compositor, según el ánimo. Nacido un 3 de Diciembre de 1948, en la entrañable La Paz de mí Entre Ríos. 




(")Entre los años 67/68, vivíamos en una casa de pensión de Santa Fé. Era una mezcla de estudiantes de Abogacía, Ingeniería, Letras y Artes, provenientes de distintas provincias (Entre Ríos, Mendoza, Córdoba y Salta). La mayoría adheríamos a la Juventud Universitaria Peronista, una rama de la “Gloriosa JP”. Los había también socialistas, nacionalistas de los líricos y algún conserva de la UCD. Era una casa rectangular, amplia, antigua, con varios cuartos enfrentados, una cocina, un solo baño donde hacíamos cola para la ducha y otro menester, con un amplio patio central con parral. Los findes a la tardecita, nos reuníamos a matear, leer y discutir de política, escuchar por grabaciones apócrifas a Yupanqui, Zitarrosa, Los Olimareños, Manuel J. Castilla o al “Cuchi” Leguizamón (a este lo hice un Réquiem el día de su muerte, que alguna vez te pasaré), o discurríamos sobre la nostalgia al terruño y un pueblerino amor. Había siempre un tiempo para la música y la creación. Uno de los pensionistas, estudiante salteño de Cine, eximio guitarrista y mejor cantor, grandote, extrovertido y buen bebedor, era ferviente simpatizante del Che y la guerrilla rural. Con sencilla lógica, sostenía que si los milicos habían tomado con las armas el poder, la sociedad debía responder de la misma forma. Nosotros le respondíamos, citando como loros, los mensajes grabados que el General mandaba desde su ostracismo español. Un día cualquiera, “El Salteño” desapareció sin avisar. Hasta la mayoría de sus cosas quedaron en el cuarto. Luego la casa se vendió, y cada cual tomó su rumbo. Yo fui a vivir a otra casa con gente de Gualeguay, a los que luego sucedieran amigos de La Paz. Pasado un tiempo, no recuerdo cuantos años, nos enteramos que el “Salteño”, había muerto en el monte tucumano en un enfrentamiento con la policía rural, junto a otros tres integrantes de un pelotón guerrillero. Poco podía indagarse en esos tiempos, salvo algunas datas elementales, pasadas con el mayor sigilo, de voz en voz. Recordando ese hecho, hice la milonga cuya letra te paso. Pero, como te dijera, eran otros momentos, otros lugares, en fin…otro país.






viernes, 5 de julio de 2019

BARRACAS, Por Omar López para Vagos y Derecho (Taller Literario)


Poema del libro Cazador de sueños
Al otro lado del puente

Autor Omar López

Barracas *



El cielo se estrujó sobre Barracas

las calles mojadas corren al riachuelo

su boca de animal prehistórico se traga

en la orilla la ciudad revuelta.

Lluvia ácida que abre los poros adoquinados

mansa furia sobre la pobreza de conventillos

y galpones huérfanos.

Hay un grito en esta noche

y en la oscuridad se remacha la figura de los últimos caminantes

en la ribera duermen los viejos ultramarinos

sobre el puente Avellaneda una mujer corre desnuda

sube al mástil y se lanza en picada al agua embetunada

un relámpago azota sus piernas

no es noche para morirse sobre las gotas dulces del cielo

cuando la loca soledad no se advierte.

Barracas es un caserío mojado

al borde de la ciudad de neón

donde los autos escupen bocinas

y los hombres se acorralan como bestias hipnóticas.

Un perro desolado espera que la luna asome entre las nubes

mi padre se suicidó en el riacho de Quinquela

yo camino por su costa mosquito

el hambre de los ex hombres se moja junto al olvido

un marinero llora sobre el puente fantasma del último barco carbonero

en la fonda de Patricios y Pedro de Mendoza un viejo capataz

emborracha a sus recuerdos

llueve y los niños de la pobreza tiritan de frío

en mi barrio muerto de futuro.

Del museo de cera escapa el último guapo

y en la Vuelta de Rocha un ciruja duerme insolente bajo las estrellas llorosas.

Yo tomo tu mano al borde del abismo

desprendo tu blusa

muerdo tu corazón y me derrumbo

acribillado por la última gota de la esperanza.

Cuando el mundo se despide de la noche

Barracas bosteza

sobre mi humanidad de marinero sin barco

en mi seca cama sin orillas.



*Omar Guillermo López, comunicador, creador y conductor del ciclo periodístico Mate amargo. Sábado 9 a 11 AM 1030 Del Plata. Conduce ciclo de entrevistas en Cara y Ceca, en Mateve [YouTube]. En el ejercicio periodístico desde hace 40 años. Correo: lopezomarguillermo@gmail.com



martes, 2 de julio de 2019

PLEGARIA.ORACIÓN. TRISTEZA. REVOLUCIÓN, Por Roberto Sutil para Vagos y Derecho, Taller Literario.



Plegaria. Oración. Tristeza. Revolución


El lodo atrapa tus pies,

de ausencia se cubre tu cuerpo,

tu billetera vacía anuncia tu extremo,

inmediato presente de urgente moneda,

que adquiera el hidrato, que llene la panza,

que colme, siquiera, un momento en esperanza.

En el camino al almacén, en busca de fideos de oferta,

te preguntas: ¿por qué?;

no encuentras razón, tampoco respuesta.

Sientes que el hambre te aprieta;

que el estómago duele, que reprochan las tripas.

Los pibes te miran, te tiembla hasta el alma.

El frío no cesa, la chapa gotea;

el piso de tierra se ha humedecido;

si hasta el sagrado corazón de la estampa

ha sufrido destrucción.

Regresas apurado, ajustas el parche,

el bombo acumula ruidos históricos,

de luchas pasadas que se tornan memoria

y otorgan sentido a la energía que expande tu ser.

Golpeas las manos de tu compañero vecino,

coordinan horario, hay un mañana,

en la calle espera, la revolución




Roberto J. Sutil

Abogado, autor de varios poemas inéditos, que en su origen se remontan hasta su infancia donde su participación en el grupo de teatro G.I.D.I. de la ciudad de Lincoln, de donde es oriundo, lo condujo a transitar por la escritura para poner en palabras el anónimo aroma de los sin voces. Junto a su búsqueda teatral en aquel grupo  como sus cursos en teatro Rambla de La Plata, ciudad en la que reside, lo literario fue movilizando cada uno de los actos del devenir histórico.