viernes, 2 de febrero de 2018

ZIZEK, HEGEL, LACAN: COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS, Por Jorge Alemán

Obertura del Editor: 

Anoche después de regresar del Taller literario de los jueves –se pide perdón por el ocio creativo, pero es la forma de resistir y sobrevivir a los crápulas macristas que gobiernan- se leyó el artículo de Jorge Alemán, en el suplemento de psicología de Página12, sobre Zizek, Hegel, y Lacán, que se publica aquí. El artículo es extremadamente complejo y erudito. Denota un combate entre "almas puras" por la propia pureza de la interpretación, lacaniana de Zizek, lacaniana de Alemán. Es un poco mucho. En el medio está el "amor puro": Georg Wilhelm Friedrich Hegel, a quién panlogizan y totalizan como sistema cerrado. ¡Ay, Dios, lo que hay que escuchar! Dice el editor que algo de eso hay pero no le gusta que lo digan. Sólo lo puede evaluar con la propia almohada. Él también tiene su "amor puro": la metafísica hegeliana; pero el "amor puro" es traicionero, no nos devuelve el filósofo que pensamos sino al que apenas llegamos a interpretar. Lo mismo da para Alemán y Zizek, y hay que dejar en este terreno: el círculo, la línea, el fragmento, el balbuceo como lecturas posibles. Pareciera que Alemán no quiere esa forma finita de interpretar sino la pureza de interpretación y acude a un anti filósofo, Kierkegaard, para provocar un salto a lo alógico, a la fe, a lo que no tiene mediación, a lo no sistemático. Para el editor era posible hacerlo con Hegel, entonces la lectura de Zizek no aparece errada sino una interpretación posible. Amor puro es a Dios, a sí mismo, y a los hijos cuando no hay conflicto de intereses. Se dejan entrever conflictos de intereses entre los intérpretes, incluido el editor quién aprovecha esta obertura para sugerir una alegoría: se han derrumbado todos los mitos (¿se han derrumbado todos los mitos?) inclusive el conceptual hegeliano. Éste puso en el lugar de Dios la especulación dialéctica conceptual, pero al menos receptaba todo el legado greco-latino y medieval, era una historia viviente al decir de Jacques D’Hondt. Desde Kierkegaard, Nietzsche, y Heidegger, el "amor puro" es la vivencia estética. El problema que esa vivencia estética degeneró en “emoción primitiva colonizada” por influjo de los medios de comunicación dominantes. Tanto la historia viviente, la especulación del concepto, la vivencia estética eran y son blasones para resistir el neoliberalismo inclusive para construir otro mundo en su lugar. La “emoción primitiva colonizada” apenas si puede jugar con el capricho inmediato y nada puede decirnos de otro mundo más justo.

Ahora sí el excelente artículo de Jorge Alemán. 

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1. El amigo Zizek últimamente ha realizado excelentes puntuaciones sobre su Hegel absolutamente pasado por la criba lacaniana. Pero presenta un error de lectura con respecto a Lacan, afirma que Lacan confunde la figura hegeliana del “alma bella” con la de “la ley del corazón”. Precisamente en un antiguo texto mío, Lacan en el debate posmoderno, me ocupé de esa diferencia entre las figuras hegelianas siguiendo las estrictas observaciones de Lacan. El alma bella critica al mundo desentendiéndose de la implicación que ella misma tiene con aquello que denuncia. Su crítica finalmente sostiene al mundo que pretende denunciar. Lacan ilustra con esta figura la posición de la histeria y se podría añadir de algunos sectores de la izquierda. En cambio, en la Ley del corazón se trata de una certeza particular en la locura del rebelde, que le hace captar al mundo como prosaico y fallido y por tanto merecedor de su destrucción. La ley del corazón intenta que su certeza inmediata y particular se vuelva sin mediación alguna ley universal. De allí que Lacan la emplee para la figura del loco que al querer imponer su Ley recibe los “contragolpes del mundo”. Aquí se trataría de la certeza del “loco” y del rebelde distinto del revolucionario. Zizek le imputa a Lacan una confusión entre ambas figuras que el texto lacaniano no confirma.

Pero a raíz de esta diferencia con Zizek surje una cuestión que encuentro acertada en la lógica política lacaniana. Y es la siguiente paradoja: un proceso de emancipación y su momento liberador exigen siempre la presencia de un Amo. El Amo no es un opresor, no es Hitler, Franco o Stalin. La figura del Amo es la referencia que le permite al sujeto ir más allá con su propio deseo. El Amo no es el que sabe lo que el pueblo quiere, más bien es el que apuesta por lo que el mismo quiere y permite la emergencia de una libertad que siempre lo excede. Por ello, en los procesos transformadores donde surgió un Amo, el pueblo fue más lejos en sus prácticas emancipatorias que su propio líder.


2. Kierkegaard: un antecedente de la antifilosofía de Jacques Lacan. Ahora Zizek ha “lacanizado” a Hegel para salvarlo del panlogicismo totalizante y ha resuelto que es en Hegel donde toma forma el verdadero “materialismo dialéctico. Para Zizek el resto no dialectizable, el hueso hegeliano, se metamorfosea en el objeto a lacaniano. A su vez, Badiou ha “platonizado” a Lacan para volverlo un Sistema, donde la ontología matemática del “múltiple puro” se hace cargo de la verdad del sujeto en un proyecto filosófico de índole arquitectónico.

Por esta vertiente, nos parece sugerente recuperar la tradición “antifilosófica” que tiene en Kierkegaard un exponente mayor. Entendemos por Antifilosofía, en el sentido de Lacan, aquellos autores que atravesados por la filosofía la desbordan con sus certezas imposibles de ser capturadas por el concepto. Por ejemplo, en Kierkegaard la irreductibilidad del sujeto en su constitución singular, única y apasionada. Lo que constituyó su rebeldía frente al sistema hegeliano. Y entonces sí, pasar de allí a la construcción materialista de esa singularidad en Lacan. La “fidelidad” en Badiou o la “negatividad inmanente” en Zizek, no se entienden sin ese punto de partida: la locura grandísima y antifilosófica de Kierkegaard. 

* Psicoanalista.


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