Algún día le pregunté a mi padre: ¿para qué servimos los abogados? Mi padre me
dio una respuesta muy sabia que todavía me resuelve muchos intríngulis:
“Cuando veo actuar a los demás me doy cuenta para que servimos los abogados”.
Exacto; si no hubiera tantos conflictos individuales, vecinales, colectivos; exabruptos, rompimientos, incumplimientos; además de intereses por proteger, y la forma utilizada por los legos para resolverlos: no
habría tantos abogados. Entre paréntesis: No conozco ninguno que se muera de hambre.
El tema de esta nota tiene que ver con abogados y más propiamente con el
derecho sobre todo el derecho penal. Todo el sistema del derecho penal puede
ser entendido como una formidable estructura para evitar la irracionalidad de
la venganza privada.
Hay una larga historia desde la venganza tribal de sangre donde el castigo al
ofensor se extendía contra toda su familia después La Biblia trató de poner un límite
legislando sobre el talión: “ojo por ojo, diente por diente” como popularmente
se conoce, y el cristianismo ante las venganzas de las turbas creó el
refugio del infractor en las iglesias dando lugar a lo que después se conoció como Derecho de Asilo.
La constitución de 1853 prohibía la pena de muerte por causas políticas precisamente por las únicas causas que fue utilizada institucionalmente basta recordar: los
fusilamientos de la Revolución Libertadora o los crímenes de la dictadura
militar. Hoy con la Constitución de 1994 que le da rango constitucional a los
Pactos Internacionales como el de San José de Costa Rica sería imposible
imponer la pena de Muerte después de un proceso penal.
Estoy seguro que si se le preguntara a la sociedad en consulta popular
–inadmisible constitucionalmente por la temática- sobre su aplicación o no, esta le contestaría
en su mayoría que sí.
Estados admirados por gran parte de la población acomodada del país como los
EE.UU en muchos estados federales la tienen y la aplican de una manera
escandalosa: desde el Fiscal hasta los familiares de las víctimas se
regodean detrás de un ventanal para ver al criminal en el patíbulo agonizante.
Curiosamente un país donde los cultos religiosos son extendidos olvida uno de
los principales mandamientos dados por Dios a los hombres: “NO MATARAS”(Exodo
20:13).
Frecuentemente quienes propician mano dura para la inseguridad acusan a
quienes piden racionalidad: de que creen que la inseguridad es una "sensación" y no escuchan la voz del pueblo.
Hay un punto en común entre el genocidio y las venganzas privadas recientes: el gusto por la sangre, la masacre, la muerte previa tortura –en Rosario les apagaron cigarrillos prendidos a la víctima-. Víctima que convengamos había intentado robar una cartera es decir había infringido el respeto a la propiedad privada de una manera mínima.
Los medios de comunicación concentrados, en su salsa, exageran con lujos de
detalles los hechos violentos es que saben que la consigna es: “MIEDO Y
CONSUMO, MIEDO Y CONSUMO, MIEDO Y CONSUMO".
Además una persona de clase media asustada es
un fascista en potencia y en acto proclive a los voraces por comer votos
fáciles que proponen mano dura, para los “negritos de la villa” y mano blanda
para el delincuente financiero.
Mano dura contra "quienes conspiran contra
nuestro estilo de vida" decía una socióloga hoy en "Pag12", faltaría agregarle: “Occidental y Cristiano” como decían los militares: "que los "subversivos" venían
a quebrantar". Los padres de los que lincharon y de los que trataron de linchar
en Rosario y en Charcas y Coronel Díaz, seguramente decían: “Algo habrán
hecho”, para justificar la desaparición de 30.000 ciudadanos entre el 76 y el
83.
Lamentablemente tendríamos que afirmar que la inseguridad, les guste o no la
gente, vino para quedarse desde hace mucho tiempo pues Buenos Aires y el
Conurbano son casi 14 millones de habitantes y es un problema común en
todas las grandes ciudades como en Rosario de casi 1 millón de habitantes. No
quiero justificar nada, solo señalar un problema raigal junto con la de
grandes bolsones de excluidos que en gran medida pusieron de moda las
políticas neoliberales instaladas en el país desde Martínez de Hoz pasando por Menem siguiendo con Macri, y a las
cuales persistentemente se pretende regresar para lanzar más excluidos y esperarlos con
policías mano dura después.
La mano dura es una pena de muerte impuesta por la policía en
supuestos "enfrentamientos". El delito no podría evitarse aunque se ponga un
policía en todas las esquinas de todas las ciudades del país.
¿Charcas y Coronel Díaz a una cuadra del FALANSTERIO DE BARATIJAS, símbolo del
consumo desmedido como son los Shopping Center, es un "lugar inseguro" para
intentar ajusticiar a un delincuente de poca monta? Tanto que le gusta a la
clase media acomodada la división Sarmientina de: “Civilización o Barbarie”,
poniéndose siempre del lado, por supuesto, como dudarlo: de la "Civilización": irrumpe
enloquecida para ajusticiar a un delincuente. Tiene dos nombres: BARBARIE, y
delito penal de intento de asesinato con alevosía, y el concurso premeditado
de dos o más personas (Art. 80, inc.2 y 6 del Código Penal). Y en Rosario es el
mismo tipo penal pero consumado.
Discutamos todo lo queramos sobre la seguridad o inseguridad pero hay un límite
infranqueable que el Estado Argentino no puede quebrantar: es la Ley
Constitucional y Penal: sobre todo: los DERECHOS HUMANOS, que fueron sancionados después del genocidio de la Segunda Guerra Mundial por la ONU.
Cuando veo o leo sobre estas "TURBAS ASESINAS" me doy cuenta no solo para que servimos los Abogados sino también para qué sirve el derecho penal: evitar la venganza privada y racionalizar la justicia punitiva.
2015-2021
Bravo chuni
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