G.W.F. HEGEL |
(Trabajo realizado para una materia de la maestría en filosofía del derecho, de la Facultad de Derecho de la UBA)
Siempre se ha dicho
popularmente que los filósofos alemanes no saben escribir, y entre ellos Hegel,
el más destacado. Me pregunto si también se refieren al Prólogo de la
“Fenomenología del Espíritu”, las cuarenta páginas más lúcidas de la historia
de la filosofía.
-“El
lenguaje de Hegel viola las reglas de la gramática sencillamente porque tiene
cosas inauditas que decir, cosas para las que, la gramática anterior a él no
brinda asidero” (Bloch, pág. 21).
-Un discípulo de Hegel, el jurista Sietze, expresó esto bastante bien,
aunque de un modo un tanto psicologista y, en conjunto, exagerado (Rosenkranz,
“Hegel Leben” –Vida de Hegel-, 1844, pág. 361, citado por Bloch, pág. 21/22)
“Yo sólo puedo explicarme las innegables dificultades del lenguaje de Hegel del
siguiente modo: este pensaba, hasta cierto punto, en forma de sustantivos, de
tal modo que, al examinar un objeto, los nombres se le aparecían así, como figuras
que actuasen las unas con respecto a las otras y cuyos actos no habían sino
traducir a palabras. No porque le faltasen las reglas, ni mucho menos, sino
porque traducía el contenido de sus pensamientos, lo que hacía que toda lengua,
cualquiera que ella fuese, se le antojaba extranjera” (Cit. Por Bloch, pág.
21/22).
Ernst Bloch |
Es decir Hegel se movía en la
“sustancia”, que a su vez consideraba como el inicio del filosofar;
“sustancia”, que era todo el universo inteligible, “sustancia” que él llevo a
sujeto.
En ese cosmos todo tenía vida
intelectual. El “nous” de Anaxágoras era el principio de todo, y adonde todo
vuelve, convertido en “Idea”. El “nous” tiene mucho de aproximación con el
logos judeo-cristiano, del capítulo 1, del Evangelio de Juan.
Todo se relaciona con todo,
todo es sujeto, aun los objetos, todo exige su derecho a estar en el tiempo
cronológico, y el tiempo eterno, “el kairos”, la eternidad, dónde, como en Jakob
Bohme, Giordano Bruno y San Francisco de Asís: “todo forma parte de Dios”.
Nos lleva la pregunta: ¿Es
Hegel panteísta?; él se defiende de esa acusación, en el parágrafo 573, de la
“Enciclopedia de las Ciencias filosóficas en compendio” (Alianza editorial,
Madrid 1997, traducción Ramón Valls Plana. Pág. 592/602). Nosotros lo
consideramos “paneteísta”, “el panenteísmo es una palabra compuesta de tres
palabras griegas: “pan”, que significa todo, “en”, que significa en, y “theos”,
que significa Dios, y está dirigida a transmitir precisamente lo que Hegel quería
decir: que DIOS ES INMANENTE AL MUNDO, PERO ES MÁS QUE LA SUMA DE LAS PARTES
DEL MUNDO” (Raymond Plant, pág.65).
Acusación parecida sufrió
Spinoza, pero Hegel, dice de él, que era “acosmismo”, todo es Dios, no hay
mundo; podría aplicarse también al propio Hegel, ese término, aunque en él, hay
un más allá de la revelación, siendo lo revelado, lo manifiesto, lo asequible,
lo bíblicamente expuesto, la encarnación
de Cristo y todo lo que él nos mostró: lo revelado; pero hay un más allá.
Pareciera que esta posición es
difícil de sostener con el Hegel, que no acepta desconocer el “noumeno”
kantiano, la “cosa en sí”; para Hegel no hay nada más fácil que conocer la
“cosa en sí”, sólo basta pensarla. De la misma manera sostener el panenteísmo,
Dios y el mundo, y más allá, no implica que no pueda pensarse ese más allá, ese
más allá inteligible.
-“La
palabra da al pensamiento su existencia más verdadera y más digna. Y así como
el pensamiento verdadero es la cosa, también lo es la palabra cuando un
verdadero pensador la emplea” (Hegel, Enciclopedia, parágrafo 462, adición,
citado por Bloch, pág.22).
Aquí hay un punto que quisiera
detenerme. Lenguaje y pensamiento. ¿Hay pensamiento más allá del lenguaje? ¿Hay
lenguaje más allá del pensamiento? Claro que sí, en los dos casos: el mismo
Hegel lo atestigua. La mística también lo atestigua, en el advenimiento de Dios
al sujeto, se quiebra toda expresión literaria o inteligible, dimensión sin
nombre ni pensamiento, dimensión del espíritu, ya no en sentido hegeliano, sino
neotestamentario, de neuma, de hálito finísimo. Es la raíz de la creación, el
alfa y omega, el principio y el fin.
-“Sin
embargo Hegel no pensaba, ni tenía la conciencia de traducirse a sí mismo de un mundo de pensamientos
carente de lenguaje” (Bloch, pág. 22). “Hay en el lenguaje de Hegel médula y un
vigor único; es como una herencia sudalemana, como un árbol ñudoso y tosco que,
a veces, florece, convertido en un jardín gótico encantando y revelándonos en
ocasiones la figuras del universo en el detalle más insignificante” (Bloch,
pág. 22).
Ocurre con el lenguaje de Hegel
como ocurre con todos los grandes pensadores, que de continuo se leen sin
entender, por lo abstruso de su construcción, y en un determinado momento de la
lectura se alcanza el “el Aleph” borgiano, el punto en que se ilumina toda la
obra, desde donde, con clarividencia se entiende todo, todas sus proyecciones,
el descomunal intríngulis de sus presagios y presentimientos. Sólo hay que
saber esperar el momento con trabajo y perseverancia.
“Lo
que hay de verdad en ello es lo siguiente: Hegel rompe con la sintaxis de las
palabras allí donde este no cuadra con la única sintaxis que puede dar la pauta
deseada el punto de vista filosófico: la sintaxis lógico dialéctica” (Bloch,
pág. 22).
Esta frase es una
interpretación muy lineal de Bloch, aunque parece una verdad de Perogrullo. No
es imposible que la estructura ontológica dialéctica de la realidad, tal como
el la veía, dislocaba la lógica formal del lenguaje, o la idea de lógica
abstracta y formal que tenemos de él.
La lógica formal no admite
contradicciones; el lenguaje hegeliano encierra las contradicciones como
diferentes aspectos de un solo haz; encierra las paradojas y las
contradicciones como estructura íntima de la realidad.
Es decir no es algo extrínseco a la cosa, es el “alma propia del
contenido”, es la vida misma del concepto, que se dá su propio proceso, y que
también es resultado, punto que unifica y diferencia la finitud y la infinitud.
Lo finito es infinito. Lo infinito es también finito. (“La teoría de la pena en
Hegel, y Kant según Hegel”,Trabajo del autor
de este ensayo, publicado en “Derecho de Ejecución Penal”, Zulita Fellini,
dirección, Hammurabi, 2006, pag.59/76).
“Hegel se propone reconciliar la razón subjetiva moderna con la razón
objetiva entendida como estructura misma de la realidad. Tal reconciliación se
produce cuando se reconoce en ambos lados la misma forma de racionalidad, el
concepto” (Nota de Ramón Valls Plana,
nro. 88, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, G.W.F. Hegel, Alianza
Universidad, traducción del nombrado, Madrid, 1997).
Esta afirmación menta, a
una exageración de esta idea, que proviene de Marx, el “materialismo
dialéctico”, y su extrema presentación en “La ideología Alemana” (de Marx y
Engels) y también en el “Anti-dhuring”, (de Engels, de 1878), este último: el
catecismo marxista diagramado en el Siglo XIX. Después de ese libro todo el
marxismo se resumió, en los frágiles esquemas para que entiendan todos. De
alguna manera toda ciencia, conocimiento y saber, se mercantiliza, se cosifica,
se reifica, en algo asible y a disposición de todo el mundo.
Claudio Javier Castelli |
-“Nadie puede esperar de la potencia de semejante pensador
que escriba tan confortablemente como un Locke; para poner un ejemplo más alto
que sea tan brillante en todas sus quejas, tan urbano en todos sus amarguras
como Schopenhauer” (Boch, pág. 23).
Este último tenía sus
clases, con pocos alumnos, en el mismo horario que Hegel, quien tenía 500
alumnos aproximadamente, según cuenta él mismo en sus cartas.
-“Hay que tener presente que lo oscuro, expresado
exactamente como tal, es algo completamente distinto de lo claro expresado en
términos de oscuridad, lo primero viene a ser el Grecco o la borrasca, lo
segundo la chapucería” (Boch, pág. 23).
Hay mucho de filosofía
escrito en difícil; no es una acusación que se puede hacer a Hegel; ahí, hay lo
troncal de la complejidad filosófica apresada con el esfuerzo más agonístico
del lenguaje.
Siempre existe el
argumento fácil de la dificultad, para desembarazarse de Hegel.
La “ampulosidad y el
diletantismo” no es clave que pueda aplicarse a Hegel; aunque algunos
seguidores "tienen predilección del Hegel de los parrafitos” (Croce), y un
leguaje entramado en su propia artificiosidad.
-“En un pensador se halla más justificado –objetivamente
justificado- que en un poeta la oscuridad impuesta por razones de exactitud”
(Bloch, pág. 23).
Pienso en un poeta
difícil de descifrar como Paul Celán (de origen Rumano, judío, de habla
alemana); la verdad nos fascina este poeta, y la extrañeza de su universo
poético, es el camino hacia lo numinoso.
Sin embargo en Hegel,
esa complejidad del lenguaje marcha irremediablemente hacia el concepto. Es
imprescindible para entender a Hegel, descifrar su clave conceptual (Valls
Plana).
-Hegel decía en una famosa carta a J. H. Voss, traductor de
Homero al alemán: “Lutero ha hecho hablar alemán a la Biblia, usted a Homero,
el mayor de los regalos que nuestro pueblo puede ofrecerse (…) Olvídese de
estos dos ejemplos, y le diré, hablando de mis aspiraciones, que estoy empeñado
en la obra de hacer hablar alemán a la filosofía” (Jena, 1805, Boch, pág. 23).
Vaya si lo consiguió. ¿Me
pregunto se ya se ha hecho hablar castellano a la filosofía? ¿Ortega y Gasset?
¿Xavier Zubiri? ¿Carlos Astrada? ¿Rodolfo Kusch? ¿Alejandro Korn?
Podría decir, que,
acaso, Horacio González ha hecho hablar castellano (¿del Río de la Plata?) a
las ciencias sociales. Campo este, muy relacionado con la ontología hegeliana.
-“Los términos inventados por Hegel en alemán sonaron
durante mucho tiempo como algo verdaderamente desacostumbrado; es del caso de
expresiones como del “ser en sí”, el “ser fuera de sí”, y el “ser en y para
sí”, que son fundamentales en Hegel” (Boch, pág. 26).
Es verdaderamente
difícil entender la real dimensión de los términos inventados por Hegel. Tienen
todos un ansia de totalidad, de absoluto; pero no un absoluto abstracto, ni
como unidad exterior y vacía, sino como Idea (unión de concepto y realidad).
Hay que leer varios
textos en que son utilizados los términos, para asir su real dimensión, pues en
los lugares que explica, de manera casi escolar esos términos (Enciclopedia,
Filosofía del derecho) no pueden comprenderse con toda su profundidad.
Sin embargo, las
fórmulas más difíciles, frases más enigmáticas se encuentran en la filosofía de
la naturaleza, que está en la segunda parte de la Enciclopedia de Ciencias
Filosóficas.
Nosotros con esta parte
de la filosofía de Hegel, encontramos grandilocuentes desazones, en largas
madrugadas de lectura, al no poder desentrañar el sentido de tan megalómanos
conceptos. Tal vez, en la filosofía de la naturaleza, está lo más abstruso de
su interpretación, quizás fallida, de un pensar abrazador, que se vuelve
exangüe, ante la ciega naturaleza, que resiste el esfuerzo conceptual
hegeliano.
Ese intento estaba
resumido en la frase schellinguiana: “pensar la naturaleza es crear la
naturaleza”.
-“Si lo blanco se torna negro o lo negro blanco, no es nunca
por las artes del prestidigitador, pues éste se atiene a lo fijo, cuando hace
que se sustituyan las cosas sin cambiarlos, trocándolos, como cartas de las
barajas. No aquí, es la cosa misma la que gira en su curso, y no a las diversas
gentes que la miran, sino a las diversas épocas, puede un búho parecer tan
pronto un búho como un ruiseñor” (…) “Los trucos de los abogados, a los que se
da falsamente el nombre de trucos dialéctico, son realidad, lo contrario de
eso, pues permanecen estables” (Bloch, págs. 28 y 29).
Hegel llamaba
“Rasonnement. Con este galicismo Hegel alude despectivamente al modo de razonar
errante y rapsódico de la filosofía de la ilustración. El traductor (Valls
Plana) prefiere “raciocinio” a “razonamiento” en memoria de la “distinctio
rationis ratiocinantis” que la escolástica entendía como distinción meramente
verbal sin fundamento en la cosa misma, en oposición a la “distinctio rationis
ratioccinatae que la razón hace con fundamento objetivo. Esta opción del
traductor (de la Enciclopedia) intenta por tanto, preservar el sentido
peyorativo que Hegel da la palabra, a saber, una manera débil y superficial de
enhebrar seudorrazones”(Valls Plana, nota 12, pág. 64, Enciclopedia, de Hegel).
Esta nota de Valls
Plana, que hemos reproducido es absolutamente aplicable al modo de “raciocinar”
de los abogados, y a sus distinciones puramente verbales, acaso sea la causa,
de la tan poca importancia que han tenido los “Principios de la Filosofía del
Derecho”, de Hegel, que tanta influjo tuvo sobre los filósofos. Obra
estructuralmente racional.
Conclusión:
Intentamos pensar con
Hegel y con Bloch, tal vez, porque nos hicimos carne de la idea de Hegel, que
él restaura de San Anselmo, que para aprender a nadar hay que tirarse al agua.
De la misma manera, la filosofía se aprende en el agua, nadando, en el agua, de
la “sustancia”; pero el lenguaje hegeliano vivifica, complejiza, y abre a
pluralidad de sentidos su propia ontología, que se transforma en Metafísica,
que, a su vez, se transforma en Lógica Dialéctica, pero no deja de ser palabra.
Claudio Javier Castelli
Diciembre de 2015
Bibliografía
-Bloch, Ernst, “Sujeto-Objeto, El pensamiento de Hegel”, Fondo de
Cultura Económica, México, segunda Edición 1983, traductor Wenceslao Roces
(edición original), José María Ripalda (capítulo VI), Guillermo Hirata y Justo
Perez del Corral (adiciones de 1951 y 1962).
-Borges, Jorge Luis, “El Aleph”, Emecé, Buenos Aires, varias
ediciones.
-Croce, Bendedetto, “Lo vivo y lo muerto de la Filosofía de Hegel”,
Ediciones Imán, Buenos Aires, 1943, traductor Francisco González Ríos.
-Hegel,
G.W. F., “Enciclopedia de las ciencias filosóficas”, Alianza Universidad,
Edición, introducción y notas de Ramón
Valls Plana, Madrid, 1997.
-Hegel, G.W.F., “Fenomenología del Espíritu”, Fondo de Cultura
Económica, México, Octava reimpresión 1991, traducción de Wenceslao Roces con
la colaboración de Ricardo Guerra.
-Hegel, G.W.F., “Principios de la Filosofía del Derecho”, Los libros
de Sísifo, edhasa, segunda edición, 1999, Barcelona, traductor y prólogo de
Juan Luis Vermal.
-Plant, Raymond, “Hegel, Sobre Religión y filosofía”, Grupo
editorial Norma, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1998, traducción Magdalena
Holguín.
-Schelling, Federico, “Sobre la esencia de la libertad humana”,
Juarez Editor, Buenos Aires, 1969, traducción de Arturo Altman, estudio
preliminar sobre la filosofía de Schelling, de Carlos Astrada
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