martes, 8 de noviembre de 2016

ALGUNAS REFLEXIONES EN TORNO A LUTERO Y SUS 95 TESIS, Por Sebastián Chavarría (#), para Vagos y Derecho



Algunas reflexiones en torno a Lutero y sus 95 tesis

Por: Sebastián Chavarría, para Vagos y Derecho

 
Martín Lutero, el gran reformador
Recientemente, el editor del Blog  vagosyderechos[1], Claudio Javier Castelli, redactó una nota muy interesante sobre Martín Lutero a razón de los 499 años de la reforma protestante, en remembranza a las tesis clavadas en las puertas de la catedral de Wittenberg, pese a cierto revisionismo histórico que considera que esto tiene más de leyenda que de realidad. En todo caso, eso me resulta marginal. Lo verdaderamente relevante es que Lutero en efecto, nos legó toda una serie de ideas que hoy se siguen haciendo sentir.
 
Sebastián Chavarría

Quiero resaltar dos puntos propuestos por el autor citado:

1) Propone un nuevo Lutero para la América Latina; y

2) Un replanteo de la Teología Luterana, que apueste a responder a los flagelos de nuestra realidad.


Antes que nada, vendría bien aclarar que no soy luterano. Y que más bien confieso que no tengo una creencia específica, religiosamente hablando, aunque  fui muy católico. En este sentido, les comparto que me siento más en casa dentro la tradición Católica-Romana. Sin embargo, más allá de etiquetas y demás, prefiero reconocerme como un cristiano cultural como se reconoce en el ámbito académico y en este sentido quisiera referirme. En todo caso, Lutero es legado para toda la humanidad, ha trascendido la esfera de lo religioso. Por tanto mis comentarios vienen del mundo secular.


Es importante resaltar este aspecto de la secularización que el autor Castelli reconoce  (aunque con atenuantes), pues considera la influencia de Lutero en cuanto a que la libertad de los cristianos se extendió a una libertad mucho más amplia, hasta la misma libertad religiosa, que incluso la Iglesia Católica ha reconocido en documentos como Dignitatis humanae, con su impronta particular, vale aclarar.

Debemos abordar el tema de la libertad. ¿Hacia dónde queremos ir como pueblo? ¿Qué contenido debería encerrarse en esa palabra?


Podemos decir que América Latina ha estado trazada en dos líneas: la revolucionaria y la conservadora. La guerra fría estuvo marcada por esta impronta revolucionaria, sobre todo con el comienzo de la revolución cubana. Luego, aparecen otros grupos: en el Perú, movimientos particulares en Sudamérica; qué decir de Centroamérica con el triunfo de la revolución Sandinista en Nicaragua, además de los movimientos en El Salvador y Guatemala. La Teología de la Liberación, como una muestra teórica y pastoral basada precisamente en esta necesidad de entender el evangelio a la luz del hermano que sufre: una comprensión del mismo, que no se queda en  mera cita bíblica de algún Lázaro citado por Jesús en una parábola, sino, de un ser que nos es real, que está en relación directa con nuestra experiencia. 


Hoy, estamos envueltos en un conservadurismo de corte neoliberal que está muy lejos de siquiera remover un poco las columnas con las que se constituye y afirma  nuestra situación de injusticia social. 


Viene a bien traer algunas ideas de Lutero para confrontarnos. 


Hace un tiempo me he preguntado qué sería más conveniente, si una reforma, o una revolución. Lo que tengo claro es que las cosas no pueden seguir igual. Pienso que en efecto a los cristianos (aun los culturales) nos viene bien volver a alguna de las tesis de Martín Lutero. 


No quiero acá sujetarme a una hermenéutica de los textos de Lutero en el sentido histórico-crítico, sino más bien me tomaré muchas libertades.


Podemos ver que hay cuatro sujetos (en sentido lógico de la palabra) que se confluyen en estas tesis: Dios, el Papa, el pueblo y las indulgencias Estos sujetos aparecen de diferentes maneras y confrontados de diversas formas, a lo largo de las 95 tesis.


En nuestro mundo secularizado (o aparentemente, pues en América Latina la secularización es un tema cuestionable, o cuanto menos, relativo) uno puede plantearse cuestiones derivadas de las tesis de Lutero. No sólo para el luterano, no sólo para el católico, sino para nuestro ámbito común. Cuando Lutero propuso estas tesis, el cristianismo era todo, atravesaba todas las esferas de la vida de los individuos; era un aspecto totalizante de esa sociedad.


Hoy, ese ámbito, mal que bien, lo encontramos en nuestra maltratada política. Nos guste o no, es el ámbito en el que nuestra voz se puede hacer sentir para que los cambios ocurran. Por eso es tan importante que maduremos en ese aspecto. Aclaro, política en el sentido más amplio, como gobierno de la polis.


Martín Lutero clavando las 95 tesis 
Luego tenemos la figura de Dios, un Dios que este mundo aún no sabe cómo abordar. Luego me explicitaré, cuando trate de cuestionar esta lógica revolucionario contra conservador. En cualquier caso, hasta qué nivel podemos tolerar una vida haciendo caso omiso a nuestro sentimiento interno, de mayor exaltación, de la mejor visión de nuestro ser; de la concepción más grande para nuestra sociedad. Al fin y al cabo, el concepto de Dios que tenían, si bien muy en el acento del antiguo testamente, dejaba claro que la imagen de Dios estaba puesta sobre quienes Cristo entregó su vida. ¿Puede haber una idea de sí mismo, del ser humano, más grande que esta? La idea de Dios puesta en los mismos hombres, es una idea no menor.


Este concepto, me parece que es no justo que sea patrimonio exclusivo de los cristianos, ni que se nos entregue el mismo como un enlatado con respuestas acabadas. Eso lo vuelve dogmático y pierde su fuerza de emancipación, pues nos vuelve en sujetos pasivos. Debe ser un encuentro, (o como mínimo) una construcción conjunta con la cual nuestros pueblos busquen mejores caminos.


Por otro lado, debemos retomar también el propio legado que los cristianos de hoy nos quieren compartir. En un artículo en el que discrepaba con Michel Onfray[2] en el que llamaba o catalogaba de irracionales a quienes sostienen algún concepto de Dios, o alguna idea trascendente. A este tipo de actitud, es a la que me refiero como iluminista. Me parece que debemos recoger lo que tanto cristianos de hoy, como la tradición nos dejan de positivo, pues la riqueza de esa tradición no es menor. Hay que acentuar y recordar que las 95 tesis, en última instancia, se refieren a una obra profundamente religiosa y aun en esa tónica, a quienes somos del ámbito secular, nos mueve y conmueve esa libertad. Así que me parece que no hay necesidad de mantenerse en esta lógica dual entre el cristianismo más tradicional, intransigente, con una moral única confrontada a una iluministas, excluyente y que caricaturiza la experiencia religiosa. 


Me parece que Lutero da algún indicio de que esto no debe ser así. Podemos después revisar en la historia que en efecto hubo muchas luchas y guerras. Nadie negaría este dato que no es menor. Sin embargo considero que es posible sostener la importancia de todo ese legado de amor y utopía que nos mueva hacia mejores horizontes. 


No es fortuito que ciertas naciones que tomaron rutas de libertad, comenzadas por la línea luterana, alcanzaron resolver problemas sociales que aun nosotros estamos muy lejos de lograr. Aun y cuando se puede hacer una crítica de sus sistemas económicos es importante resaltar la fuerza que está en el ser humano en las ideas, la potencia de sus ideas con las cuales trasforma el mundo. El cristianismo es prueba de ello.


El pueblo, el pueblo al que se refiere Lutero, es el mismo al que se le puede dirigir hoy. De los cuatro sujetos involucrados en las tesis, es el único que no requiere actualización: siguen siendo muchos que siguen sufriendo los mismos flagelos de pobreza, injusticia, analfabetismo, etc.


Y acerca de las indulgencias, estamos ante un problema complejo, pues hoy no se trata de papelitos vendidos por el Papa con los cuales se busca vender la salvación, o garantías con las cuales se sacará un par de ánimas del purgatorio. ¿Cuáles son las indulgencias del neoliberalismo y en general de nuestro mundo que todo lo ha convertido en mercancía? Además, hay que acentuar la lamentable situación en la que algunas iglesias protestantes que se han asentado en nuestros medios con los cuales, diezmos, compra de aceites, entre otros, para obrar milagros. No lo digo para descartar o burlar creencias. Lejos de eso. Pienso que cada quien es libre. Pero no veo tampoco fuera de contexto contrastarlo con lo propio que predicó Lutero. 



Y es que detrás de una indulgencia hay una inseguridad y a la vez  una necesidad inconsciente de comprarlo todo por lo fácil. 


Cuando hablamos de indulgencia, de alguna manera queremos hacernos de un contrato de seguro. Creo que eso eran las indulgencias, un contrato de seguro de la época. Como cuando hoy, tenemos conciudadanos que quieren adelgazar con pastillas, aprender idiomas en cinco días, resolver nuestros conflictos con nuestros familiares con un de par comprimidos… Así hay cientos de ejemplo, esos, parecen nimios porque de alguna manera afectan únicamente a la cotidianidad, y la cotidianidad, a pesar de que nos pega directo, de ella desviamos la mirada. Después, le pedimos al Estado indulgencias (nosotros le criticamos), y el Estado nos pide indulgencias a nosotros (él nos burla de tantas maneras que ni vale la pena enunciar). Es la de nunca acabar. 


La vida humana es sumamente compleja y además que nos exige mucho valor. El cristianismo de la época de Lutero requería de gente valiente. En este sentido vale entonces retomar la idea de que las indulgencias no tienen la forma de un Papa que las ofrece mediante una compraventa, aunque como dije antes, podría haber algo de esto en algunas iglesias y sectas. Pero en el ciudadano común hay que tener cuidado con cualquier cuestión que se nos asome fácil, empaquetado, comprimido o sintetizado. Es necesario ir más allá.


Me daré también la oportunidad de discrepar con Lutero. No considero tampoco que la salvación sea algo que deviene en sí misma como gracia, por la fe. Pienso, a razón de un replanteamiento, que América Latina requiere de una lógica más de la acción, más operativa. No hay una salvación que vendrá por sí misma. Si América Latina no despierta, continuaremos siendo las víctimas de un otro que nos sojuzga. La victimización, a mi manera de leer la tradición legada por el cristianismo, no es una virtud divina. Creo que en esto, hay una reminiscencia una teología del colonizar.


familia de Martín Lutero
A Lutero, en este sentido, lo sigo  más en su acción que en su teoría. Si bien fue un hombre de fe, fue un hombre de acción. Si se hubiese quedado en la  sola fide (o por lo menos como algunos suelen interpretar este principio), el proyecto de reforma hubiese fallecido; habría quedado como un capítulo curioso de la historia que sólo unos cuantos eruditos conocerían y con el cual llamarían la atención de un par de incautos. No sería esa fuerza que liberó, no sólo a muchos cristianos, sino a gran parte de quienes amamos la libertad, de quienes sabemos que si bien creemos que necesitamos del otro para alcanzar la plenitud de nuestras vidas, sin embargo, tenemos certeza de que no es necesario abandonar nuestro ser a intermediarios que nos sujeten a prescripciones que cercenan nuestro derecho a ser los protagonistas de nuestras existencias. Y pienso, que América Latina, requiere ser protagonista de su propia historia.  Eso es libertad.









[1] Puede leerse la nota, bastante amena y  de extensión corta, en: http://vagosyderecho.blogspot.com.ar/2016/10/lutero-casi-500-anos-de-la-reforma.html


[2] Puede atenderse al artículo: http://vagosyderecho.blogspot.com.ar/2016/08/discrepando-con-onfray-cuando-los-ateos.html
#Abogado, UNITEC, Honduras, Maestrando de Filosofía del Derecho, de la Facultad de Derecho de la UBA.

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