Algunas
reflexiones en torno a Lutero y sus 95 tesis
Por: Sebastián Chavarría, para Vagos y Derecho
Recientemente,
el editor del Blog vagosyderechos[1],
Claudio Javier Castelli, redactó una nota muy interesante sobre Martín Lutero a
razón de los 499 años de la reforma protestante, en remembranza a las tesis
clavadas en las puertas de la catedral de Wittenberg, pese a cierto
revisionismo histórico que considera que esto tiene más de leyenda que de
realidad. En todo caso, eso me resulta marginal. Lo verdaderamente relevante es
que Lutero en efecto, nos legó toda una serie de ideas que hoy se siguen haciendo
sentir.
Quiero
resaltar dos puntos propuestos por el autor citado:
1)
Propone un nuevo Lutero para la América Latina; y
2)
Un replanteo de la Teología Luterana, que apueste a responder a los flagelos de
nuestra realidad.
Antes
que nada, vendría bien aclarar que no soy luterano. Y que más bien confieso que
no tengo una creencia específica, religiosamente hablando, aunque fui muy católico. En este sentido, les
comparto que me siento más en casa dentro la tradición Católica-Romana. Sin
embargo, más allá de etiquetas y demás, prefiero reconocerme como un cristiano
cultural como se reconoce en el ámbito académico y en este sentido quisiera
referirme. En todo caso, Lutero es legado para toda la humanidad, ha trascendido
la esfera de lo religioso. Por tanto mis comentarios vienen del mundo secular.
Es
importante resaltar este aspecto de la secularización que el autor Castelli
reconoce (aunque con atenuantes), pues
considera la influencia de Lutero en cuanto a que la libertad de los cristianos
se extendió a una libertad mucho más amplia, hasta la misma libertad religiosa,
que incluso la Iglesia Católica ha reconocido en documentos como Dignitatis humanae, con su impronta
particular, vale aclarar.
Debemos
abordar el tema de la libertad. ¿Hacia dónde queremos ir como pueblo? ¿Qué
contenido debería encerrarse en esa palabra?
Podemos
decir que América Latina ha estado trazada en dos líneas: la revolucionaria y
la conservadora. La guerra fría estuvo marcada por esta impronta revolucionaria,
sobre todo con el comienzo de la revolución cubana. Luego, aparecen otros
grupos: en el Perú, movimientos particulares en Sudamérica; qué decir de
Centroamérica con el triunfo de la revolución Sandinista en Nicaragua, además
de los movimientos en El Salvador y Guatemala. La Teología de la Liberación,
como una muestra teórica y pastoral basada precisamente en esta necesidad de
entender el evangelio a la luz del hermano que sufre: una comprensión del mismo,
que no se queda en mera cita bíblica de algún
Lázaro citado por Jesús en una parábola, sino, de un ser que nos es real, que está
en relación directa con nuestra experiencia.
Hoy,
estamos envueltos en un conservadurismo de corte neoliberal que está muy lejos
de siquiera remover un poco las columnas con las que se constituye y afirma nuestra situación de injusticia social.
Viene
a bien traer algunas ideas de Lutero para confrontarnos.
Hace
un tiempo me he preguntado qué sería más conveniente, si una reforma, o una
revolución. Lo que tengo claro es que las cosas no pueden seguir igual. Pienso
que en efecto a los cristianos (aun los culturales) nos viene bien volver a
alguna de las tesis de Martín Lutero.
No
quiero acá sujetarme a una hermenéutica de los textos de Lutero en el sentido histórico-crítico,
sino más bien me tomaré muchas libertades.
Podemos
ver que hay cuatro sujetos (en sentido lógico de la palabra) que se confluyen en
estas tesis: Dios, el Papa, el pueblo y las indulgencias Estos sujetos aparecen
de diferentes maneras y confrontados de diversas formas, a lo largo de las 95
tesis.
En
nuestro mundo secularizado (o aparentemente, pues en América Latina la
secularización es un tema cuestionable, o cuanto menos, relativo) uno puede
plantearse cuestiones derivadas de las tesis de Lutero. No sólo para el
luterano, no sólo para el católico, sino para nuestro ámbito común. Cuando
Lutero propuso estas tesis, el cristianismo era todo, atravesaba todas las
esferas de la vida de los individuos; era un aspecto totalizante de esa
sociedad.
Hoy,
ese ámbito, mal que bien, lo encontramos en nuestra maltratada política. Nos
guste o no, es el ámbito en el que nuestra voz se puede hacer sentir para que
los cambios ocurran. Por eso es tan importante que maduremos en ese aspecto. Aclaro,
política en el sentido más amplio, como gobierno de la polis.
Martín Lutero clavando las 95 tesis |
Este
concepto, me parece que es no justo que sea patrimonio exclusivo de los
cristianos, ni que se nos entregue el mismo como un enlatado con respuestas acabadas.
Eso lo vuelve dogmático y pierde su fuerza de emancipación, pues nos vuelve en
sujetos pasivos. Debe ser un encuentro, (o como mínimo) una construcción
conjunta con la cual nuestros pueblos busquen mejores caminos.
Por
otro lado, debemos retomar también el propio legado que los cristianos de hoy
nos quieren compartir. En un artículo en el que discrepaba con Michel Onfray[2] en el
que llamaba o catalogaba de irracionales a quienes sostienen algún concepto de
Dios, o alguna idea trascendente. A este tipo de actitud, es a la que me
refiero como iluminista. Me parece que debemos recoger lo que tanto cristianos
de hoy, como la tradición nos dejan de positivo, pues la riqueza de esa
tradición no es menor. Hay que acentuar y recordar que las 95 tesis, en última
instancia, se refieren a una obra profundamente religiosa y aun en esa tónica,
a quienes somos del ámbito secular, nos mueve y conmueve esa libertad. Así que
me parece que no hay necesidad de mantenerse en esta lógica dual entre el
cristianismo más tradicional, intransigente, con una moral única confrontada a
una iluministas, excluyente y que caricaturiza la experiencia religiosa.
Me
parece que Lutero da algún indicio de que esto no debe ser así. Podemos después
revisar en la historia que en efecto hubo muchas luchas y guerras. Nadie
negaría este dato que no es menor. Sin embargo considero que es posible
sostener la importancia de todo ese legado de amor y utopía que nos mueva hacia
mejores horizontes.
No
es fortuito que ciertas naciones que tomaron rutas de libertad, comenzadas por
la línea luterana, alcanzaron resolver problemas sociales que aun nosotros
estamos muy lejos de lograr. Aun y cuando se puede hacer una crítica de sus
sistemas económicos es importante resaltar la fuerza que está en el ser humano
en las ideas, la potencia de sus ideas con las cuales trasforma el mundo. El
cristianismo es prueba de ello.
El
pueblo, el pueblo al que se refiere Lutero, es el mismo al que se le puede
dirigir hoy. De los cuatro sujetos involucrados en las tesis, es el único que
no requiere actualización: siguen siendo muchos que siguen sufriendo los mismos
flagelos de pobreza, injusticia, analfabetismo, etc.
Y
acerca de las indulgencias, estamos ante un problema complejo, pues hoy no se
trata de papelitos vendidos por el Papa con los cuales se busca vender la
salvación, o garantías con las cuales se sacará un par de ánimas del
purgatorio. ¿Cuáles son las indulgencias del neoliberalismo y en general de
nuestro mundo que todo lo ha convertido en mercancía? Además, hay que acentuar
la lamentable situación en la que algunas iglesias protestantes que se han
asentado en nuestros medios con los cuales, diezmos, compra de aceites, entre
otros, para obrar milagros. No lo digo para descartar o burlar creencias. Lejos
de eso. Pienso que cada quien es libre. Pero no veo tampoco fuera de contexto
contrastarlo con lo propio que predicó Lutero.
Y
es que detrás de una indulgencia hay una inseguridad y a la vez una necesidad inconsciente de comprarlo todo
por lo fácil.
Cuando
hablamos de indulgencia, de alguna manera queremos hacernos de un contrato de
seguro. Creo que eso eran las indulgencias, un contrato de seguro de la época.
Como cuando hoy, tenemos conciudadanos que quieren adelgazar con pastillas,
aprender idiomas en cinco días, resolver nuestros conflictos con nuestros familiares
con un de par comprimidos… Así hay cientos de ejemplo, esos, parecen nimios
porque de alguna manera afectan únicamente a la cotidianidad, y la
cotidianidad, a pesar de que nos pega directo, de ella desviamos la mirada.
Después, le pedimos al Estado indulgencias (nosotros le criticamos), y el
Estado nos pide indulgencias a nosotros (él nos burla de tantas maneras que ni
vale la pena enunciar). Es la de nunca acabar.
La
vida humana es sumamente compleja y además que nos exige mucho valor. El
cristianismo de la época de Lutero requería de gente valiente. En este sentido
vale entonces retomar la idea de que las indulgencias no tienen la forma de un
Papa que las ofrece mediante una compraventa, aunque como dije antes, podría
haber algo de esto en algunas iglesias y sectas. Pero en el ciudadano común hay
que tener cuidado con cualquier cuestión que se nos asome fácil, empaquetado,
comprimido o sintetizado. Es necesario ir más allá.
Me
daré también la oportunidad de discrepar con Lutero. No considero tampoco que
la salvación sea algo que deviene en sí misma como gracia, por la fe. Pienso, a
razón de un replanteamiento, que América Latina requiere de una lógica más de
la acción, más operativa. No hay una salvación que vendrá por sí misma. Si
América Latina no despierta, continuaremos siendo las víctimas de un otro que
nos sojuzga. La victimización, a mi manera de leer la tradición legada por el
cristianismo, no es una virtud divina. Creo que en esto, hay una reminiscencia
una teología del colonizar.
familia de Martín Lutero |
A
Lutero, en este sentido, lo sigo más en
su acción que en su teoría. Si bien fue un hombre de fe, fue un hombre de
acción. Si se hubiese quedado en la sola fide (o por lo menos como algunos
suelen interpretar este principio), el proyecto de reforma hubiese fallecido;
habría quedado como un capítulo curioso de la historia que sólo unos cuantos
eruditos conocerían y con el cual llamarían la atención de un par de incautos. No
sería esa fuerza que liberó, no sólo a muchos cristianos, sino a gran parte de
quienes amamos la libertad, de quienes sabemos que si bien creemos que
necesitamos del otro para alcanzar la plenitud de nuestras vidas, sin embargo,
tenemos certeza de que no es necesario abandonar nuestro ser a intermediarios
que nos sujeten a prescripciones que cercenan nuestro derecho a ser los
protagonistas de nuestras existencias. Y pienso, que América Latina, requiere
ser protagonista de su propia historia. Eso
es libertad.
[1] Puede leerse la nota,
bastante amena y de extensión corta, en:
http://vagosyderecho.blogspot.com.ar/2016/10/lutero-casi-500-anos-de-la-reforma.html
[2] Puede atenderse al
artículo:
http://vagosyderecho.blogspot.com.ar/2016/08/discrepando-con-onfray-cuando-los-ateos.html
#Abogado, UNITEC, Honduras, Maestrando de Filosofía del Derecho, de la Facultad de Derecho de la UBA.
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