lunes, 4 de junio de 2018

TOBÍAS, Por Claudio Javier Castelli (Taller Literario)


                                        
Tobías era un riguroso emprendedor correntino, que había construido un imperio con la Yerba Mate, y el mate cocido; su sueño consistía sin más vueltas en imponer en los mercados ingleses el mate cocido. Decía entre sus amigos, que era su forma de venganza, los ingleses, habían matado a su hermano querido, mayor que él, en la guerra de Malvinas. 

La yerba mate "Tobías", se había impuesto en el litoral, igual que el mate cocido, y, en Buenos Aires, se había convertido en una de las más vendidas. El dueño de la empresa, a los treinta años, había salido en la tapa de la revista Forbes, como uno de los millonarios más preciados del interior del país, con exportaciones a Siria, Líbano y Jordania, Estados Unidos, Austria, Inglaterra, Alemania, Polonia, Ucrania, Rusia, Japón, Corea del Sur, China, Francia, España, Italia, Uruguay, Brasil y Chile, en ese orden. 

De la producción de 200 millones de kilos por año que se realiza en Argentina, 60 millones son destinadas a la exportación, 40 millones de kilos, son de la marca Tobías. 

En Inglaterra existía un pequeñísimo mercado de exiliados latinoamericanos, de sirios libaneses y jordanos, que consumían preponderantemente la marca Tobías, pero nada que pudiera incrementarse entra la población local tan intensamente ligados al Té, sus efluvios y parafernalia, como a los sándwich de pepinos. Pues bien, nuestro hombre había abierto dos negocios de ventas en Londres. Es mi cabeza de playa, voy a transformar el “Afternoon Tea”, por el “Afternoon Mate cocido” –decía-. Esta firme determinación tenía algo de gracioso, y de sueños megalómanos. Pero esto último es característica de todos los empresarios, acaso, de todos los seres humanos. 

Tobías era devoto de los sueños imposibles, había visto el film “Fitzcarraldo”, de Werner Herzog -1982- cerca de 10 veces, admiraba profundamente el transportar un barco por una montaña, en el medio del Amazonas, con el objetivo de conseguir dinero y construir una ópera en Iquitos. Admiraba al personaje que hacía el actor alemán, Klaus Kinski, como Brian Sweeney Fitzgerald ("Fitzcarraldo"). Había leído con profundidad el Diario de la filmación de “Fitzcarraldo”, de Werner Herzog, “La conquista de lo inútil”, primero para instalar una ópera, en Itatí, Corrientes, que convocara las multitudes que año a año convoca la Virgen de Itatí, inclusive, llevó arquitectos renombrados de Buenos Aires, a Corrientes, gastando fortunas en proyectos fantasiosos. 

La gente de la ciudad de Corrientes lo consideraba un mitómano, actitud que empezó a cambiar con su éxito económico. "Es un loco" –decían las viejas-, "me encanta"-decían las jóvenes-, "es un resentido" –decían los resentidos-, "tiene complejo de inferioridad" –decían los que tenían complejo de superioridad-, "es un competidor" –decían los competidores-, "es un fantasioso" –decían algunos-. Todos pretendían que con su afirmación invalidara el resto de sus virtudes, y sobre todo la realidad inconstratable de su éxito económico. Claro, su fortuna era envidiada por todos. Los timoratos le envidiaban su imaginación. 

Pero, Tobías, no cejaba, se le superponían los proyectos, tanto por vanidad, como por jactancia. No eran características necesariamente negativas, todos las tenemos. 

Lo que estaba claro, aun para los niños, es que sus fines, no se detenían mucho tiempo a considerar los medios. Grandes créditos bancarios, grandes construcciones, que necesitaban de dinero líquido, constante y sonante, y, asimismo de permanente financiación. Lo llevaron a endeudarse cada vez más, e hipotecar las producciones yerbateras, de un año primero, a varios años después. 

El final es conocido: cacerolas, piquetes, helicóptero, sus cientos de millones de depósitos en dólares en bancos de la Ciudad de Buenos Aires. Tobías, traía toda su fortuna para invertirla en el país. No tenía un solo dólar en paraísos fiscales. 

Después, la renuncia del presidente y el ministro de economía, los treinta asesinados, y sus caminatas con el rostro demudado, por calles correntinas. 

Se empleó en una estación de servicio para despachar nafta. Siempre en silencio. Cuando alguien le habla de Klaus Kinski se le iluminan los ojos, recobra la vida. 

El ACV le dificultó el habla, y lo jubilaron por invalidez. En una habitación que alquila con su pobre pensión, comparte un video casetera, donde mira una y otra vez “Fitzcarraldo”. 



3 comentarios:

  1. Es muy bueno. Tanto que estoy dispuesto a creer en.la existencia física del señor Tobías. ¡Todo es tan real!

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  2. Como en el mapa del cuento de Borges, que había ordenado un Rey, que se confundía tanto con el territorio que el mapa era el mismo territorio.

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  3. https://www.lanacion.com.ar/2142815-en-inglaterra-estan-sorprendidos-porque-sus-jugadores-toman-mate-los-motivos-detras-de-la-nueva-adiccion

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