CARLOS COSSIO |
Lo que la mayoría de los alumnos de la carrera de abogacía se enteran durante su primer año, es que Hans Kelsen escribió un librito llamado La Teoría Pura del Derecho. Lo recitan de memoria. La mayoría lo critica pero después lo usan de Biblia. Algunos curiosos, quizás, se enteran de que allá por 1949, en pleno contexto de reforma constitucional, Kelsen fue invitado por la UBA para dictar una serie de conferencias. Hay quienes sugieren que esa invitación fue la excusa tramada por un conjunto de seguidores de un ignoto profesor de derecho argentino que se sabía se memoria la obra del vienés, y que parecía dispuesto a refutarlo.
Carlos Cossio nació en San Miguel de Tucumán el 3 de febrero de 1903. Estudió abogacía y desde muy joven se dedicó a la vida académica. Se especializó en filosofía del derecho. Se desempeño como profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de la Plata (1934-1946) y en la de Buenos Aires (1946-1956 y 1973- 1975). Dice la anécdota que aquel día de 1949 Cossio fue presentado ante el maestro Kelsen en los pasillos de la Facultad de Derecho de calle Libertador. La conversación se desarrolló en privado, de manera amable. Los fragmentos de aquella conversación privada se hicieron visibles en la edición de la obra capital de Cossio, quien la citaba para refutar pasajes de la teoría pura. Kelsen recibió aquella edición, y entendió que había sido víctima de una suerte de traición filosófica. Bajo un encuentro privado de apariencia "casual", estaba la fuente de los comentarios de Cossio, y no las referencias a su conferencia.
Claro que Carlos Cossio era un grandísimo pensador, un hombre ilustrado con capacidad de reflexionar a la vez en alemán (la fenomenología), y mantener el agudo y refinado estilo del existencialismo francés. La frase "Dios es una hipótesis de la que no necesito" fue pronunciada por Laplace a Napoleón, cuando este le preguntó por qué en su obra La mecánica celeste no mencionaba la palabra "Dios". Cossio atribuye a Kelsen haber dicho esa frase al pasar durante el encuentro en la UBA. Dios es, en términos jusfilosóficos, una categoría que por metafísica, estaría fuera de la lógica estricta del Derecho. Como Dios, la Justicia y la Poesía serían meras especulaciones fuera del Derecho Puro. Pura literatura para las musas (como para el primer Wittgenstein, si de todo lo que no se puede decir es preferible callar, para Kelsen todo lo que la lógica de la norma jurídica no dice, no es derecho sino metafísica o política).
Pero Cossio entendió esas categorías como elementos ónticos culturales nada despreciables, partes del Ser en interferencia intersubjetiva. Por lo tanto el Ser del Derecho (su Dasein o ser arrojado al mundo), comprende al mundo axiológico, que la analítica kelseniana no puede negar como mero juicio hipotético. Para Cossio, la justicia y el derecho son aspectos no separables. Si el juicio a kantiano "todos los metales se dilatan al calor", entonces también el juicio estético "la poesía se dilata al calor" forma parte de la necesidad del mundo. Los poetas y los juristas tienen pasión. La poesía o el juicio poético están todo el tiempo en el pensamiento de Cossio como Poet: "Me vence la palabra/ lo que ella expresa/ lo que nombra…". Tres libros de poesía publicó el iusfilosofo argentino: Paz de santidad (1929); Las páginas de seda (El Inca, Buenos Aires, 1939), y la de madurez: Agua Herrada (Emecé, 1967). Basten estos versos de Cossio cercanos al mejor Hölderlin: "Invocación al silencio" (Agua Herrada, pág 36): (…) Sin duda en eso está tu discreción / en respetar esa partícula breve / por la que se mueve / nuestra vida toda / y a la cual se acomoda / hasta lo que no tiene acomodación. / Tu sabiduría da la respuesta exacta / para la herida honda y para el caso trágico, / arte de curar, arte mágico / que siempre deja al alma intacta. / Arte mágico de destreza inverosímil / ya que el alma es una corola de rosa, / múltiple entre tis sus pasiones para perfección del símil, / que se desmorona a la más mínima cosa. / Maravillosa alquimia / donde se vuelve de oro cuanto mojas; / que así se anuncia la sazón de la vendimia / con el marchitamiento de las hojas. / Tú subsistes sin formas; oficias sin liturgia; / tú manejas el tiempo y ésa es tu taumaturgia. / Por eso nada importa que a los ojos tiña / un violeta de sufrimiento; / tú sabes madurar en él, como en la viña, / el racimo de uvas del momento" (…)
El mismo año en que Cossio publica su último libro de poemas, Hans Kelsen es visitado por Ulises Ordoñez en su largo exilio californiano. El discípulo mexicano recién relata el encuentro en 1996 (Doxa 19). En algún momento de la charla el vienés le hace entrega unos versos de su autoría. El poema se titula en latín “Carpe diem”, homólogo al de D.H Thoerau (recordemos La Sociedad de los Poetas muertos). “Tomate el día o aprovecha el día”. Dice Kelsen: "Pronto, oh pronto empalidecerás / Dejarás este bello mundo / Y serás olvidado / Por eso, no debes preocuparte / Siempre es hoy, nunca es mañana / El tiempo es ilusión / No sueñes con cosas lejanas / así puedes tener dichas cercanas / ¡Sólo lo que tú tomas es tuyo!"
La anécdota deja en evidencia que Han Kelsen era un intenso jurista, pero, al parecer, un pésimo poeta (o ni siquiera lo era, se trata de la única poesía que se le atribuye). Pero discusión sobre los engranajes jurídicos y la democratización de la justicia desempolva la teoría egológica del derecho, pues la Teoría Pura ha sido ingenua y permisiva de los modelos jurídicos de validez, no de legitimidad. Hay teoría pura sin poesía. Hay egología con poesía. Pues en el fondo, en aquella esgrima de café entre bambalinas en la UBA durante 1949, Cossio y Kelsen discurrían sobre el interrogante: ¿Cómo fabricar abogados poetas y no indolentes burócratas? ¿Quiénes discutían, ese día, dos juristas o dos poetas? La separación de Cossio de sus cátedras, en 1955 y a partir de 1976, habla de que al poder le molestaba sus enseñanzas y sus seguidores. Cossio era vinculado al peronismo, aunque no necesariamente lo era (su tesis doctoral de 1927, muestra la potencia un Irigoyenista pensando la idea actual de "recambio generacional"). Más allá de los premios que recibió en vida, sus búsquedas y discípulos se perdieron, otros desaparecieron o se exiliaron. El modelo kelseniano se instaló y afianzó en las instituciones y en la academia argentina hasta hoy. En cambio, Carlos Cossio terminó sus días como los poetas, en el olvido. Murió el 24 de agosto de 1987. <
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