06/03/2017
- [00:02] – Opinião
En la misa del jueves, 23/2, en
Roma, el Papa Francisco citó el caso del empresario italiano, considerado como
un católico ejemplar, cuyos empleados amenazaban hacer huelga por mejores
salarios, mientras el patrón disfrutaba vacaciones en una playa asiática. El
Papa subrayó que es mejor ser un ateo que considerarse católico y llevar una
doble vida.
“¿Qué es un escándalo? ", Se
preguntó Francisco. "Es decir una cosa y hacer otra." Y recordó que
algunos dicen "Soy muy católico, siempre voy a misa, pertenezco a tal o
cual asociación y, por otro lado, esa persona no lleva una vida cristiana, no
paga el salario justo, explota a la gente, hace negocios turbios, lava dinero.
Muchos católicos son así y eso escandaliza”.
Francisco rescata una dimensión
teológica negada en la tradición cristiana, debido al individualismo moderno
exacerbado por el capitalismo: el pecado social. Para muchos cristianos, los
pecados son apenas actos personales antiéticos basados en el Decálogo Mosaico:
deshonrar los padres, mentir, robar, matar o cometer adulterio. No avanzan del
Antiguo para el Nuevo Testamento, en el cual Jesús se compara con los oprimidos
(Mateus25) y destaca incluso la dimensión económica del pecado al volcar las
mesas de los cambistas en el templo de Jerusalén.
La causa de esta miopía teológica
que impide a muchos cristianos de ver la dimensión social del pecado, reside en
la ideología hegemónica en Occidente, que legitima la acumulación privada de la
riqueza en detrimento del derecho a la vida de mil millones de personas pobres.
Según Oxfam (O Globo, 16/01/2017, p.16), apenas ocho empresarios detienen un
ingreso superior (US $ 426 mil millones) a la mitad de la humanidad, es decir,
3,6 mil millones de personas (US $ 409 mil millones).
En la tercera versión del clásico
del farwest: Siete hombres y un
destino, dirigida por Antoine Fuqua, el villano Bartholomew Bogue (Peter
Sarsgaard), trata de justificarse dentro de la iglesia de Rose Greek:
"Hace mucho que este país igualó la democracia con el capitalismo. Y el
capitalismo con Dios”.
Francisco tiene toda la razón al
enfatizar que es más coherente negar la creencia en Dios y, por tanto, rechazar
la ética judeo-cristiana, a profesar una fe que no da lugar a frutos de
justicia. Esto no quiere decir que los ateos no tienen ética. Por lo contrario.
El Papa dijo que los cristianos deben ver los ateos como personas buenas si
promueven el bien.
Las Iglesias cristianas deberían
aprovechar esta Cuaresma, tiempo de penitencia y reconciliación, para hacer un profundo examen
de conciencia. ¿Cómo actuar ante tantos
hijos e hijas de Dios excluidos de una vida digna por esta sociedad que
prioriza la competitividad y no la solidaridad? ¿Cómo reaccionar al hecho de,
hoy en día, Brasil contar con 13 millones de desocupados? Si el verdadero
templo de Dios es el ser humano, ¿por qué tantos gastos con la construcción de
templos de piedra? ¿Por qué exentar a las iglesias del pago de impuestos y
fomentar el lavado de dinero si los ciudadanos e instituciones están todos
obligados a contribuir financieramente para el bien común?
Una vez la revista Paris Match preguntó a sus lectores cual
era la diferencia entre los empresarios burgueses, sin religión, y los católicos.
La encuesta encontró una sola diferencia: los segundos tiene el hábito de ir a
misa los domingos. Por otra parte, siguen la misma lógica de acumulación
privada, insensibles a los refugiados, a los empobrecidos y a los desempleados.
En todo billete de dólar
americano está gravado In God We Trust (En Dios confiamos). Pienso que hay un error
de escritura. Teniendo en cuenta el modo agresivo, bélico con que los Estados
Unidos tratan al resto del mundo desde la Segunda Guerra Mundial, lo correcto
sería In Gold We Trust (En Oro Confiamos). El Brasil, como le gusta
imitar al Tío Sam, imprime en los billetes de Real Deus Seja Louvado (Dios sea alabado). Sí, si la riqueza del país se
distribuye de manera justa.
Francisco tiene razón: no es la fe que define nuestras convicciones,
nuestro carácter, nuestro sentido de la vida. Es el amor. "Y que ama
conoce a Dios", dice la carta del apóstol Juan. Y podemos añadir: Aunque
no creer en él. "No todo aquel que dice Señor, Señor 'entrará en el reino
de los cielos, y si quien pone en práctica la voluntad de mi Padre" (Mateo
7: 21).
Traducción: Analía Córdoba
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