DELIRIO Y LOCURA EN EL PAÍS Y EN EL
MUNDO
Una conciencia que dice no y otra
vez no
De
mi larga estadía en el Estado y los Tribunales varias veces me dijeron algunos
funcionarios superiores –algunos ineptos, otros corruptos- : “Vos no das con el
perfil de funcionario público”; la uniformidad no es buena consejera ni en un
Juzgado, ni el Estado administrador, ni, claro, en los Tribunales. La
curiosidad, el no repetir, el cuestionar, el indagar, el pensar, el poner en
cuestión, son problemas serios en este país para quienes actúan así. El tango
dice: “no pensar ni equivocado, ¿para qué si igual se vive?, además corres el riesgo que te bauticen gil”.
Uno
de aquellos funcionarios, en los noventa, me dijo también: “¿Quién te banca a
vos?”, le respondí: “Enrique Molina”, y me fui del despacho. En ese momento
seguro que estuvo desvelando horas y horas quién era Enrique Molina, no podía
sospechar que es mi poeta más querido.
Una
conciencia que dice no y otra vez no es también un problema grande en este
país.
Konstantino
Kavafis, en un poema que se llama: “Che fece…il gran rifiuto” –lo reproduzco
completo:
“A cada uno le llega el día/de pronunciar el gran
SÍ o el gran/ NO. Quién dispuesto lo lleva/ Sí manifiesta, y
diciéndolo/progresa en el camino de la estima y la seguridad./ El que rehúsa no
se arrepiente. Si de nuevo lo interrogasen/diría no de nuevo. Pero
ese/no-legítimo-lo arruina para siempre”.
El
enorme sentido del poema es universal para todo tiempo y lugar y cualesquiera
sean las circunstancias.
El
segundo No, el que ratifica, habla de convicciones profundas. Muchos compañeros
se doblaron o arrugaron durante el macrismo. No los juzgo. Es solo guardar
sospechas, reservas. Tanto Alberto como Cristina estuvieron fuertes durante el
macrismo, desde diferentes lugares al principio.
Pero
no estoy hablando de ellos, sino del movimiento en general y de no pocos de sus
integrantes.
La
temática principal de la Gran Lógica de Hegel es: “La idea que se piensa a sí
misma”. He ahí uno de los motores originarios del pensamiento crítico. Marx
pensó la idea hegeliana como Crítica de la Economía Política, del sistema
capitalista, y leyó la autocrítica en la necesidad de transformarlo que plasmó
claramente en la Tesis 11 sobre Feuerbach. Pero no pensó en la autocrítica
total personal y como sumido él mismo dentro de la idea capitalista. ¿Podía
hacerlo, podía haber visto eso? Creo que no.
Lenin, que se zambulló en la Gran Lógica varios
meses, la leyó, con los mismos presupuestos que Marx, pero más allá de él, con el proceso concreto de transformarlo.
De
alguna manera ambos leyeron a Hegel como un gran filósofo y pensaron en todo el
contenido abstracto y místico presente en él, y lo que él tenía en la cabeza, había que ponerlo en los
pies, en la materia concreta.
Giovanni
Gentile, la leyó como “el acto pensante como acto puro”, en definitiva como pensamiento en acto permanente y continuo.
Marx,
Lenin tienen el mismo problema: La realidad como proceso transformador que
conduce inexorablemente a un resultado: el socialismo.
Gentile,
el Gentile previo al fascismo, de 1913, en La “Riforma della dialettica
hegeliana” (Biblioteca Sansoni, Firenze, 1975), no la leyó como un proceso que
conduce a un resultado, sino como “espiritualismo absoluto” en “el acto
pensante que es acto puro”.
El
escriba la lee en clave social-política-mística-poética. Pero también todos –y
me incluyo- en clave liberadora, como desalienante. El imperativo de época es desalienarnos
del sistema capitalista neoliberal,
absolvernos del mismo, y luchar contra el
sin violencia pero con firmeza.
Pero
es una batalla en paz, que empieza con nosotros mismos, el movimiento, y contra
“ellos”(brazo político-económico financiero- cultural-mediático-judicial) y
toda la parafernalia que los acompaña.
Claro
que no hay “Palacio de Invierno” acá, como dice José Pablo Feinmann: “el poder
está en todas partes”. Pero los brazos que mencioné son decisivos. La
parafernalia tiene que ver con los “tentáculos inteligentes”, operativos acá y
afuera, todos sumamente delirantes y al borde de la locura.
No
va a ser fácil. Y eso que Alberto es un
hombre de diálogo, pero vemos lo atroz de la oposición que nos hacen; y también
vimos la última intervención de Cristina y el lío que se armó.
Con
relación al párrafo anterior en mi época escolar, en primero superior, por el
problema de salud con el asma –que todavía me acompaña- mi madre me mandó a una
escuelita en el campo. Ahí aprendí a entenderme con las lluvias y las
tormentas, a estas últimas siempre la preceden una calma suspendida, sin
vientos ni rayos importantes, de repente el aullido de los truenos, y el
aguacero inmenso.
Todas
las religiones han intentado resolver el problema de la muerte, como si esta
fuera un cebo, para el gozne de los creyentes. El cristianismo es la religión
de la libertad, de la liberación; así lo leyó Hegel, y así lo lee el escriba.
La
“Teología de la liberación” lo leyó con Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Frai
Betto, etc, en el mismo sentido, pero
con referencias en Karl Marx, Ernst Bloch, y otros.
Las
circunstancias, la época cambió mucho; pero no la necesidad no satisfecha, ni la
injusticia, el abuso del poderoso, la crueldad, el cinismo, la perversión y el
sistema de dominación del cual habla, en muchos artículos publicados en el blog
de Vagos y Vagas Peronistas, León Pomer, y muchos otros.
La
nota de Mónica Peralta Ramos, el domingo, en “El cohete a la luna” da un
panorama internacional y local de cómo están las cosas.
¿Qué
es la verdad? ¿Qué es la justicia? ¿Qué es el Bien? ¿Qué es la belleza? La
filosofía actual dejó de hacer esas preguntas. Los griegos, las tres religiones
monoteístas, la modernidad, Hegel, y después Marx dieron respuestas y abrieron
otros interrogantes.
¿Nosotros
nos las hacemos? Si dejamos de hacernos esas preguntas vamos a terminar como
aquel Fiscal de Instrucción, que advertido por el escriba de una prueba omitida,
que resolvía el caso, y hacía innecesario el Juicio Oral, se negó a ver los
hechos y mandó al imputado a Juicio; en el mismo se absolvió al imputado y ni
siquiera acusó el Fiscal.
Después
que terminó el juicio le hablé de la justicia y de que podíamos haber evitado
todo el proceso oral. Me dijo: ¿La justicia? ¿No sé qué es la justicia?
Uno
no sabe bien en qué momento pasamos a formar parte de un engranaje, de un
sistema técnico de dominación, pero ya no podemos darnos cuenta: somos parte de
él: meros técnicos.
Algo
habló la literatura universal, la filosofía, Heidegger y seguidores de todo
esto.
El
ser originario que Heidegger encontraba en la antigua Grecia, el escriba lo
encuentra el 17 de Octubre de 1945. Es el ser originario de la Argentina
política.
No
se trata solo de bucear en el pasado, sino de pensar si tenemos futuro que nos incluya,
que incluya a todos, todas y todes.
¿Podemos
reestablecer un Estado de Bienestar en la Argentina de hoy? En Europa algunos
se están haciendo esta pregunta. El peronismo realizado no es otra cosa que un
Estado de Bienestar con Justicia Social.
Las
escrituras se refieren a la fe como “la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve”. El escriba la resume como confianza en Dios.
Confianza para resolver la vida y sus traqueteos cotidianos, y confianza para
después de la muerte. Confianza en la lucha por el derecho, confianza en la
lucha política. Aquí nuestro país ha derrumbado una y otra vez, como castillo
de naipes, esa confianza por una sociedad más justa. Pero, como muchísimos en el
movimiento, nos hemos levantado para reclamar, una y otra vez, verdad y justicia
social.
El
peronismo es una tremenda nostalgia del Dios cristiano, no es que divide la
sociedad, sino que muchos se alejan del Bien Común. Ellos, que se alejan del
Bien Común, son nuestros adversarios políticos, pero ellos nos consideran “enemigos”,
y no escatiman quebrantar derechos humanos, sociales o constitucionales, en eliminarnos
de la vida política. Lo vimos todos en el gobierno anterior, vimos las detenciones
arbitrarias, incluso mostrar en piyama y en patas a un ex funcionario por
canales de televisión, salvo en la “Dictadura”, no vimos al Poder Judicial
actuar así. ¿Qué creen que harían si volvieran? Exactamente lo mismo y
nuevamente con la complicidad de jueces venales, aparatosidad mediática, y colaboración
extranjera.
¿Debemos
amarlos? Cristo dijo que sí, el mismo que echó a los mercaderes del templo. No
los odiamos, son adversarios y no quieren lo mismo que nosotros, no es posible “la
ilusa unidad de todos los argentinos”. Todos los gobiernos militares se
levantaron con esta falsa premisa, Menem
también. Rara unidad, abstracta y cruel con los que no piensan como ellos.
Los
peronistas nunca hemos actuado así. Pero tampoco somos tontos aunque extendamos
la mano no la toman. Ni el pacto mínimo de gobernabilidad y lucha política por
la pandemia que se reclamó desde el
gobierno consensuaran.
La
lucha por un Estado de Bienestar con Justicia Social es muy escarpada para
nosotros, en paz, pero con firmeza.
El texto siguiente, se hizo una noche delirante, en una oficina
céntrica; los libros citados fueron tomados al azar, abundaba la decepción, la
desesperanza, por presente macrista, era 2018.
La
frase de Oswald Spengler: “Un poder sólo puede ser derrotado con otro poder y
no por un principio”, profética en el fondo del Siglo XX, tuvo resultados
trágicos y sangrientos. Es que la respuesta que daba el autor era en parte
falsa y en parte verdadera. Era falsa
porque para enfrentar la Civilización del dinero, la sangre era una ilusión de
los europeos, que éstos llevaron a la práctica y desató la Segunda Guerra mundial, y la sangre provocó
los crímenes más deleznables que recuerden la humanidad, y la Condición Humana.
Pero
el punto de verdad que hay ahí es la frase misma, pero los principios pueden
convertirse en poder cuando advienen en bloque de poder, hegemonía, pasiones
colectivas, identidades, “sentido común”, es decir cuando son poder.
La
“cepa cesareana” es más complicado, lo cierto que las fantasías centristas
frente al poder de la Civilización del dinero pueden ser fácilmente
neutralizadas.
Es
un interrogante como toda la nota. En todo caso hablemos, discutamos,
debatamos, pensemos y parloteemos como
le agradaba a Friedrich Nietzsche.
Basta
de alharacas y vamos al texto:
¿Qué tienen la noche y la soledad en lejanas oficinas céntricas en Buenos Aires de fines de la segunda década del Siglo XXI?.
No es que uno no deba beber un vino mansamente con sus familiares o amigos.
No es que uno no pueda escuchar: "La calle del agujero en la media", del Cuarteto Cedrón.
Pero es la intimidad en los bares de Buenos Aires.
Son las conversaciones y confesiones de los amigos y amigas. Es un malestar en la cultura ciudadana.
"Para que bebamos la rubia cerveza del pescador de Schilthigheim", el verso de Tuñon.
¿Por qué la lucidez es poética y el pensar siempre es indigente de una época indigente que arroja indigentes por todos lados?. Entonces uno sube el volumen del Cuarteto Cedrón: "Palabras sin importancia", de Homero Manzi y el Tata.
Extraño, la valentía de una mujer durante siglos donde los derechos de la mujer eran muy pocos.
Ninguna otra tragedia influyó en el pensamiento de Hegel, más que esa.
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