(Artículo realizado para una materia de la maestría en Filosofía del Derecho, en la Facultad de Derecho de la UBA
SUMARIO:
1. Crítica del escepticismo. 2. Determinismo y libre albedrío. 3. Libre
albedrío
1)
Crítica
del escepticismo
El profesor Ricardo A. Guibourg
se ha mostrado como partidario del escepticismo, a lo largo de todo el curso,
en las clases, aunque en los dos libros consultados (La construcción del
pensamiento, Decisiones metodológicas, Colihue, universidad, filosofía, (2006),
y Pensar en las normas, Eudeba,1999) escritos por el mismo se muestra mucho más
optimista, optimismo que no sólo surge de la enjundia de sus trabajos, sino en
su pasión meticulosa para desarrollar cada tema.
La 22 edición, con las
actualizaciones hasta 2012, del Diccionario de la Real Academia Española dice:
escepticismo.
(De escéptico e -ismo).
2. m. Doctrina de ciertos filósofos
antiguos y modernos, que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que, si
existe, el hombre es incapaz de conocerla.
escéptico, ca.
(Del lat. sceptĭcus, y este del gr. σκεπτικός).
1. adj. Que profesa el escepticismo. Filósofo escéptico.
Hombre escéptico. Apl. a pers., u. t. c. s.
2. adj. Que no cree o afecta no creer. U. t. c. s.
En realidad la duda para
empezar cualquier conocimiento es imprescindible para esbozar, la propia
crítica y autocrítica de lo que pretende desarrollarse. Pero no solamente para
la crítica y autocrítica. Sino para dudar del método, el contenido y el
resultado. Es un camino necesario de toda ciencia.
A veces pienso, que la duda,
puede tomarse como temor a errar, o ser impreciso, por la imposibilidad de
aprehender con los conceptos la cosa tratada. Hegel, en La fenomenología del
espíritu”, Fondo de Cultura Económica, traducción Wenceslao Roces, 1991, en la
introducción, pág. 52, dice “No obstante, si el temor a equivocarse infunde
desconfianza a la ciencia, la cual se entrega a la tarea sin semejantes reparos
y conoce realmente, no se ve porque no ha de sentirse, a la inversa,
desconfianza a esa desconfianza y abrigar la preocupación de que ese temor a
errar sea ya el error mismo”.
Concomitantemente decimos, si
la duda infunde temor sobre los resultados de la ciencia (considero el derecho
como una ciencia social), porque no se alberga la duda sobre la propia duda
(permanente), y considerar que esa duda sea la imprecisión misma, para abordar
la ciencia.
Esto último tendría dos
consecuencia que la duda sistemática es un error, o que la duda sobre los
resultados científicos del derecho, son constituciones ontológicas de su forma
y contenido. En consecuencia podemos hablar de aproximaciones, que nunca es
posible normativamente, con el tosco instrumento del lenguaje, apresar el
significado de una palabra y su objeto. Esto desde luego nos remite a la
textura abierta del lenguaje, del cual es imposible escapar. Pero también remite
a que siempre la ciencia tiene resultados imprecisos o aproximados. Esto último
es lo que quien escribe piensa, no solo para las ciencias sociales, donde el
componente cualitativo es más importante, sino también para las ciencias duras,
donde los componente cuantitativos son más importantes.
Puede afirmarse que el
escepticismo del profesor X, tiene muy en cuenta la ley de la selva, que se
vive en el mundo capitalista, más en su etapa neoliberal financiera. Ideas que
son tributarias de Darwin y el “Origen de las especies”. Aplicación posible a
la naturaleza, sobre todo animal.
Pero la naturaleza humana no se
reduce a simple sujeto que piensa egoístamente. Las religiones, sobre todo la
cristiana, y los antiguos, hicieron
mucho por el mundo de los valores. De alguna manera Sócrates y Cristo, son
fundadores de la moral occidental.
Para el profesor Guibourg:
dignidad y respeto humanos configuran galimatías, concibe el lenguaje como la
matemática, y el significado con la misma precisión que el cálculo. La excesiva
precisión del lenguaje nos lleva directamente al sentido común más primitivo,
del cual necesariamente hay que salir, para avanzar hacia el conocimiento. En
los prejuicios del sentido común, residen las más duras contradicciones y
arbitrariedades. Mucho más acentuado es así, desde fines del Siglo XX y el
transitar de las primeras décadas del Siglo XXI, con la influencia decisiva de
los medios de comunicación de masas, con sus intereses en juego y disputa
permanente por colonizar las subjetividades, para crear un mundo sin historia,
un eterno presente, y un hombre lábil, acomodaticio, que sea solo un sujeto
consumidor, y de alguna manera esclavo de las grandes corporaciones económicas
internacionales, a las cuales están unidos esos medios de comunicación.
En el famoso ejemplo de Genáro
Carrió (“Notas sobre Derecho y Lenguaje”, Quinta edición, Abeledo Perrot, 2011,
pág. 164/165, sobre el hombre simio y el
contrato de compraventa. Si se contrató un hombre primitivo y no un simio se
derrumba el contrato de compraventa, y el habeas corpus tiene lugar. En este
este año, la Cámara de Casación Penal, hizo lugar a un habeas corpus, por un
Orangután, imagínense el caso de Carrió hoy..
Enojarse por la amplitud de la
interpretación y pretender detener esa corriente, en un lenguaje preciso, es
como la abstracción de la moral cristiana, con el amor que debe darse a todo
ser humano. Es además una regla tan general que se vuelve imprecisa como la
metáfora que se intenta evitar.
En otro punto el método lógico
no es un problema sobre la verdad y validez de un razonamiento solamente, sino
también sobre la ontología que la sustenta, que concebimos como relación entre
sujeto y objeto, u objeto y sujeto, dialécticamente.
2) Determinismo y libre albedrío.
El diccionario de la real
academia dice:
determinismo.
(De determinar).
1. m. Teoría que supone
que la evolución de los fenómenos naturales está completamente determinada por
las condiciones iniciales.
2. m. Fil. Sistema
filosófico que subordina las determinaciones de la voluntad humana a la
voluntad divina.
“En una concepción general, el
determinismo sostiene que todo lo que ha habido, hay y habrá, y todo lo que ha
sucedido, sucede y sucederá, está de antemano, fijado, condicionado y
establecido.” (Ferrater Mora, ibíd., pág. 190). “Las doctrinas deterministas
modernas, a las cuales nos referiremos aquí principalmente, están vinculadas a
una concepción mecanicista del universo, hasta el punto de que a veces se han identificado
determinismo y mecanicismo. Característico del determinismo moderno es lo que
puede llamarse su “universalismo”; una doctrina determinista suele referirse a
todos los acontecimientos del universo” (ibíd, pág.190).
El determinismo no podría justificar,
cuando alguien perteneciente a una clase social acomodada, abraza una ideología
que es la propia de clases más desfavorecidas, en incluso contra su propia
clase, implica un acto de libertad. También en el acto del mártir, del héroe y
el santo.
Algunas de las acepciones de la
Real academia para la palabra libertad:
libertad.
(Del lat. libertas,
-ātis).
1. f. Facultad natural
que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que
es responsable de sus actos.
2. f. Estado o condición
de quien no es esclavo.
3. f. Estado de quien no
está preso.
5. f. Facultad que se
disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a
las leyes ni a las buenas costumbres.
9. f. Licencia u osada
familiaridad. Me tomo la libertad de escribir esta carta. Eso es tomarse
demasiada libertad. En pl., u. en sent. peyor.
10. f. Exención de
etiquetas. En la corte hay más libertad en el trato; en los pueblos se pasea
con libertad.
12. f. Facilidad,
soltura, disposición natural para hacer algo con destreza. Algunos pintores
tienen libertad de pincel. Ciertos grabadores tienen libertad de buril.
Y el significado de
libre:
libre.
(Del lat. liber, -ĕra).
1. adj. Que tiene facultad para obrar o no
obrar.
2. adj. Que no es esclavo.
3. adj. Que no está preso.
4. adj. Licencioso, insubordinado.
5. adj. Atrevido, desenfrenado. Es muy libre en
hablar.
6. adj. Disoluto, torpe, deshonesto.
7. adj. Suelto, no sujeto.
8. adj. Dicho de un sitio o de un edificio: Que
está solo y aislado y que no tiene casa contigua.
9. adj. Exento, privilegiado, dispensado. Estoy
libre del voto.
10. adj. soltero.
11. adj. independiente. El que no está sujeto a
padres ni amos o superiores domésticos, es libre.
12. adj. Desembarazado o exento de un daño o
peligro. Renta libre de penas, de cuidados.
14. adj. Dicho de un
sentido o de una parte del cuerpo: Que tiene expedito el ejercicio de sus
funciones. Tiene la voz libre.
15. adj. inocente (‖ sin culpa).
¶
MORF. sup. irreg. libérrimo.
Mientras
que el de libre albedrío:
albedrío.
(Del lat. arbitrīum).
1. m. libre albedrío.
2. m. Voluntad no
gobernada por la razón, sino por el apetito, antojo o capricho.
3. m. Costumbre jurídica
no escrita.
4. m. ant. Sentencia del
juez árbitro.
5. m. ant. Libertad de
resolución.
1. loc. adv. Según el gusto o voluntad de la
persona de que se trata, sin sujeción o condición alguna. Hazlo a tu albedrío.
Pensar que con el método del
ensayo y el error puede actuar el hombre permanentemente, presupone un hombre
estrictamente racional que no se da en la realidad; solo en personas imbuidas
de un fuerte sentido común puede darse una situación así, pero muy pocas veces
con precisión matemática, como lo sugiere el profesor Guibourg. El hombre es el
único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Que también es una
manifestación de la locura.
Por supuesto que el método de
ensayo y error puede defenderse en cuestiones groseras como el agua caliente
quema, o las espinas de las rosas, pero no para las sutilezas de la vida. La
circunstancia que un razonamiento lógico sea válido para el método, no implica que
sea realidad para la vida cotidiana.
Pero en la decisión de elegir
entre el bien y el mal, entre desprenderse de lo absoluto –que es Dios- el
hombre adviene a la libertad. Podríamos hablar de un turbión del ímpeto vital,
del fundamento divino al contingente.
A través de la melancolía del
no ser, el ser afirmativo se yergue sobre el mundo.
Pero en el hombre religioso, en
su afán de perfección y de pecado, en la oración y su encuentro místico se
derrumba el logicismo causal, porque es la experiencia con algo absolutamente
otro, donde todo se reconcilia, se perdona y el espíritu se llena de plenitud
de gozo, donde el yo forma parte de ese absoluto.
También en la experiencia
estética (Música, poesía, literatura, cine, pintura, etc.), ante una obra
bella, las antinomias de la existencia desaparecen, para encontrarnos en un
decir esencial y genuino. Es la unidad donde el yo, la conciencia se fusiona en
el poema, o en el tango, o “Milonga del Angel, de Astor Piazzolla.
Hay un fundamento lógico en el
ser, pero también un fundamento alógico en el ser y en lo obscuro del
fundamento primitivo e irracional que tienen las conductas humanas.
Los griegos sabían que eran
siempre hombres, y conciliaban responsabilidad con el sentido de destino.
“La libertad trascendental que
sitúa a la esencia inteligible del hombre fuera de toda causalidad, no desplaza
la responsabilidad de la esfera fenomenal” (“Estudio preliminar sobre la
filosofía de Schelling”, Carlos Astrada, en “Sobre la esencia de la libertad
humana”, Federico Schelling, Juarez Editor, 1969, traducción Arturo Altman).
Esto significa que hay una esencia
inteligible del hombre, que lo hace moralmente responsable. La esencia
inteligible del hombre, o esencia discernidora es espíritu como horizonte común
de las experiencias de un grupo.
Habría que preguntarse ¿libre
para qué? ¿Las ideas obsesivas nos determinan? Supongamos un psicótico, pero a
quien los psicótropicos lo decontruyen y le dan libertad de actuar. Medio
Buenos Aires y Ciudades alienantes como ésta, en el mundo, viven con clonazepan
(Rivotril) en la sangre y cerebro.
Algo tan limitado como la causa
no puede neutralizar la fuerza vivificante de la libertad; la distancia
valorativa, entre la libertad de actuar y el acontecer causal, es infinita. Qué
importancia tienen las causas por las cuales un hombre es bueno. Si su acto de
bondad, es casi una manifestación divina en la tierra, una epifanía.
Cualquieras que sean las condiciones o motivos, que influyan en el actuar de
una persona, no es la piedra más valorable que el espíritu humano.
Por otro lado, el resultado de
sus acciones si son positivas, aunque los motivos sean negativos, es como “la
astucia de la razón”, en Hegel, acecha agazapada, en las acciones particulares
y pasiones de los individuos, y que se evalúa básicamente y predominantemente
por sus resultados.
Sabemos que la sustancia única spinoziana (sustancia
divina infinita), influyó sobre todo el idealismo alemán, para quienes “todas
las cosas singulares aparecen, por ello, como modos de existencia del Absoluto;
y el absoluto como actividad, devenir, querer” (Astrada, ibid, pág.41).
La caída (pecado original) es
el desenlace del mundo, el genuino y natural planeta que nos ha tocado en
suerte, por esa caída somos libres. Sabemos que esta afirmación tiene un alto
componente religioso y místico, y puede interpretarse como mito, pero el
determinismo “no es susceptible de prueba, tampoco lo es la doctrina opuesta al
determinismo, por cuya razón el determinismo es considerado habitualmente como
una hipótesis. Algunos estiman que se trata de una hipótesis metafísica, otros,
de una hipótesis científica” (Ferrater Mora, ibid. Pág.190).
Desde nuestro punto de vista es
una hipótesis metafísica porque está más allá de toda comprobación empírica, e
implica un modelo ideal aplicable a todas las singularidades del universo. Aquí
ciencia y metafísica coinciden.
3)
Libre
albedrío.
Pensar un mundo determinado en
sus causas, donde cada acción tenga su correspondiente causalidad física, es un
mundo no libre, preso como el materialismo dialéctico, de su propio mecanismo,
y es, como el neoliberalismo, apropiación de toda la realidad, en una realidad
sin rebeldía, que, precisamente, se muestra deshistorizada, en un presente
perpetuo.
No es lo mismo pensar que todo
está en Dios, y nos da libertad de actuar y de elegir entre el bien y el mal.
La libertad del pecado (y del delito), la libertad de decidir, implica también
libertad para la ética y la política, territorio del derecho.
Analógicamente: ley causal
absoluta y legalismo leguleyo, que busque cada conducta en cada norma, no es
más que un falansterio (Charles Fourier) súper organizado (ver “Legalidad y
bellotas”, Horacio González, Página12, 15.11.14) sin pasiones que articulan
libertad, porque todo se quebranta en su propio simulacro procedimental, “Una
sociedad igual a su ley, bien puede llamarse dictadura”; una sociedad donde
cada acto, cada hecho, cada fenómeno está determinado causalmente, también es
una forma abisal de dictadura, porque no reconoce el libre albedrío.
No se trata de desconocimiento
o ceguera sobre las condicionamientos de los hechos y acciones, sino de valorar
las decisiones y elecciones de los
hombres, o los comportamientos electorales de un pueblo, por sobre las “fichas
de dominó para empujarlos”, no solo porque las fichas no tienen el mismo valor,
que la elección libre hacedora del bien o del mal, pero es humana, sino porque
ese bien hace al bienestar común y grandeza de una nación. Iluminar o no
iluminar las causas no es la cuestión, la cuestión son los resultados de las
acciones y los comportamientos sociales de un pueblo.
La arbitraria elección de las
causas, condiciones o justificaciones por el observador, no quitan la libertad
de elección, como presupuesto, como relación y como “decisión que resuelve una paradoja”
(Niklas Luhmann).
¿Es el azar el nombre de
nuestra ignorancia? ¿Es la ignorancia obra del azar? Ninguna educación puede
ser absoluta o totalitaria, y aun así no impediría que nos podemos desviar del
afán previsto, o garantizar, que no recibiremos daño, o seamos producto del
delito, o cometamos delito. Si no hay libertad, la piedra tiene el mismo valor
del acto humano.
El azar no es la ignorancia de
las condiciones o el desinterés por conocer las causas sino la imprevisibilidad
de los sucesos. Si los encuentros amorosos no fueron sino el obrar del destino
causal, habría que permitir darle besos a los colectivos, micros, o boliches donde
se produjeron “causalmente” los imprevistos acercamientos.
Pensar que todo lo hace el
hombre por sobrevivir la existencia, a la manera de la teoría de la evolución
darwiniana, donde los más fuertes sobreviven, es la negación del derecho y de
toda justicia. Con esta idea deberíamos someternos a los poderosos. La
reflexión de Laplace no es un límite, es una totalidad infinita megalómana.
La libertad es vida creadora.
Uno es hijo de la luz y las tinieblas, que conviven en el hombre.
Como nos trae Ferrater Mora
(ibíd, pág.191), citando a Lequier, según “la cual afirmar que todo está
determinado equivale a afirmar que la afirmación, está asimismo determinada, y,
por lo tanto, quitarle todo valor de afirmación”.
Pero la afirmación de la
existencia del libre albedrío en el hombre es valorar la acción humana más allá
de todo condicionamiento, y llevar la libertad al territorio del espíritu y
metafísica, como dice Alejandro Korn, en su obra capital (La libertad creadora,
editorial Claridad, 1963, pág. 104, “Un siglo después de la crítica de la razón
pura, no debiera ser necesario demostrar la imposibilidad de la metafísica como
ciencia” (hoy son más de dos siglos). Un siglo después de la crítica de la
razón, tampoco debiera ser necesario demostrar, a escépticos y positivistas,
que no podemos pensar ni vivir sin metafísica”.
En última instancia el cuento
de Borges “La lotería en Babilonia” (Ficciones, Emecé, 1986) demuestra tanto la
necesidad, como imposibilidad del determinismo, azar, libertad y metafísica.
Pero le estaba vedado un
detalle, no sólo por su condición de artista, sino también porque es más propio
de abogados y metafísicos, que de escritores, la ética valoración suprema de la libertad, por encima de la
cadena infinita del azar o causalidad.
Asimismo, su extremismo anárquico libertario, convive
con escepticismo, y sugestivo pesimismo schopenhaueriano.
Bibliografía:
-Astrada, Carlos, “Estudio
Preliminar sobre la filosofía de Schelling”, en “Sobre la esencia de la
libertad humana”, Juarez Editor, 1969.
-Borges, Jorge Luis, “La
lotería en Babilonia, “Ficciones”,
Emecé, 1986.
-Carrió, Genaro R., “Notas
sobre Derecho y Lenguaje”, quinta edición, Abeledo Perrot, 2011.
-Carpio, Adolfo P., “La
metafísica como libertad y sentido”, Glauco, 1998.
-Ferrater Mora, José,
“Diccionario de Filosofía de Bolsillo, compilado por Priscilla Cohn, Alianza
Editorial, Tomo 1, 1990.
Guibourg, Ricardo A., “Pensar
las normas”, Eudeba, primera edición 1999; “La construcción del pensamiento”,
Decisiones Metodológicas, primera reimpresión 2006, Colihue, Universidad,
Filosofía
-Hegel, G. W.F., “Fenomenología
del Espíritu”, Fondo de Cultura Económica, traducción Wenceslao Roces, octava
reimpresión 1991.
-Horacio González, “Legalidad y
bellotas”, en Página12, 15.11.14.
-Korn, Alejandro, “La libertad
creadora”, Editorial claridad, 1963.
-Schelling, Federico “Sobre la
esencia de la libertad humana”, Juarez Editor, traducción de Arturo Altman,
1969.
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