sábado, 28 de marzo de 2020

PANDEMIA Y ESPIRITUALIDAD, Por Frei Betto



La vida está llena de imprevistos. En el ámbito personal, el fracaso, la pérdida de amistades, la enfermedad, la muerte. En el global, acontecimientos que ningún analista o futurólogo prevé, como la caída del Muro de Berlín y de las Torres Gemelas de Nueva York. Nadie sospechó tampoco que en pleno siglo XXI, con todos los recursos de la ciencia, la humanidad se vería amenazada por una pandemia.

¿Quién podía imaginar que vendría de China, en forma de una enfermedad contagiosa, la causa de la más profunda crisis del capitalismo desde 2008? Según el Morgan Stanley Composite Index, en pocas semanas en el mercado financiero las acciones de las bolsas de valores del mundo perdieron 15, 5 billones de dólares. ¡Más de ocho veces el PIB de Brasil en 2019!

¿Alguno de esos especuladores y megainvestigadores afectados en su bolsillo (la parte más sensible del cuerpo humano) se habrá empobrecido? Y, sin embargo, antes de la pandemia casi todos se negaban a dar su contribución para la adopción de medidas de combate al hambre y el calentamiento global.

Eso me recuerda el sitio de Jerusalén por los romanos en el año 70. Llegó un momento en que el rico ofrecía una vasija llena de oro a cambio de un pedazo de pan…

El coronavirus nos obliga a asumir una espiritualidad y una actitud nuevas ante la realidad. No hace distinciones de clase, como sí hace la gastroenteritis, que mata a millares de niños desnutridos, ni de orientación sexual, como el sida, que afectaba mayoritariamente a los homosexuales. Ahora todos somos vulnerables, aunque varíen las franjas etarias y las situaciones de riesgo.

Todos nos vemos forzados al recogimiento obligatorio. A volvernos hacia el interior de la casa y de nosotros mismos. A desasirnos. Ese abandono de las actividades de rutina y las agendas programadas nos puede sublevar o humanizar. Sublevados quedarán quienes están apegados a ciertos hábitos que, por ahora, están prohibidos, como ir al cine, al teatro, al club. En el caso de los ancianos, no podrán tener contacto con los nietos y deberán mantenerse el mayor tiempo posible en sus casas.

Los viajes aéreos se han reducido; las fronteras nacionales se han cerrado; las giras turísticas están canceladas. No nos queda otra alternativa que quedarnos quietos donde estamos. Huit-clos, entre cuatro paredes. Puede ser que descubramos, como Sartre, por qué los otros son el infierno. Y puede ser que rescatemos la convivencia familiar, el diálogo con la familia, el cuidado de la casa (todo debe ser higienizado).

Es hora de aprender a trabajar y estudiar sin salir del espacio doméstico. Ahora tenemos más tiempo para ver películas en la televisión, navegar en internet, leer buenos libros, investigar, meditar y orar.

El virus iguala a todos. Pero no nivela los caracteres. El matrimonio burgués que nunca se tomó el trabajo de entrar en la cocina o limpiar la casa ahora se ve forzado a arremangarse la camisa o correr el riesgo de que uno de sus empleados les lleve el virus al hogar. El recalcitrante no sigue las instrucciones de las autoridades sanitarias, y el egoísta compra en la farmacia todo el stock de gel de alcohol y máscaras.

Conozco una joven que se ofreció para hacerles las compras a los vecinos vulnerables de su edificio sin cobrar nada por ello. Otra distribuyó su número de teléfono para que los ancianos aislados tengan con quién conversar. Un matrimonio de abogados va en su auto todas las mañanas a buscar a su cocinera en la periferia y a llevarla de vuelta por la tarde, para evitar que use el transporte colectivo. Tres familias vecinas de un hospital decidieron preparar almuerzos para los enfermeros y médicos que doblan su horario de trabajo. En Italia, los vecinos se asoman a la ventana al caer la tarde y cantan en coro. Las iglesias, mezquitas, sinagogas, les abren sus puertas a quienes viven en la calle y necesitan cuidados higiénicos. En fin, son innumerables los ejemplos de generosidad y solidaridad en este período en que estamos todos potencialmente amenazados.

Esos gestos tienen su fuente en la espiritualidad, aunque no sea de carácter religioso. La espiritualidad es la capacidad de abrirse amorosamente al otro, a la naturaleza y a Dios. Y su mejor enseñanza en la generosidad, el secreto de la felicidad. Rico no es quien tiene todo, decía Buda, sino quien tiene necesidad de poco.

Frei Betto es autor, entre otros libros, de Fome de Deus – espiritualidade no mundo atual (Paralela/Companhia das Letras).



Traducción de Esther Perez

Copyright 2020 – Frei Betto - 

QUIÉN ES FREI BETTO

El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 60 libros de diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- en 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. 

Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.

jueves, 19 de marzo de 2020

ALGO BUENO TIENE LA PESTE, Por Pedro Cazes Camarero(") para Vagos y Derecho.




Algo bueno tiene la peste, y es que es democrática. Más que democrática, visita
preferentemente a los viajeros que frecuentan China, Milán y París, o sea que se ensaña más bien con los adinerados que con la gente de a pie. Será por eso que los neoliberales no vacilan en aplicar el rigor del Estado para yugular la epidemia. 

Como observa Miguel Benasayag, los mismos que consideran las jubilaciones dignas y el control ecológico como dispendios insensatos, en esta ocasión no trepidan ante el gasto.

Como nuestra cultura carece de la disciplina confuciana que prevalece victoriosa en
oriente, últimamente el Estado se está deslizando hacia un franco Estado de Excepción, manotazo desesperado en las calles de Madrid y los caminos franceses, que desde aquí al sur contemplamos con estupor.

La especulación virtual maneja veinte veces la cantidad de dinero equivalente al producto bruto mundial, así que era cuestión de tiempo para que cualquier disparador hiciera saltar por el aire el festival fantasmático de las finanzas. 

La crisis del comercio chino- americano
y el dumping saudí en el mercado del petróleo están ligados a riquezas reales, y no se ven influidos realmente por las travesuras del virus. 

Pero las transacciones especulativas en tiempo real se realizan con humo, y poseen una escala enorme, similar a las sombras
proyectadas en el atardecer. Ya se sabe que luego del atardecer viene la noche.

Así que cuando brillen las estrellas y la marea de la peste se retire, mientras lamemos nuestras heridas y contamos nuestras bajas, desde el Estado, pasado el pánico, nos interpelarán acerca de la eficacia demostrada por el régimen de excepción y la conveniencia de mantenerlo para domeñar la lucha política de clases.

Allí nos tocará recordarles que los coronavirus se forjan entre el pus y la mugre de los criaderos de cerdos y de aves de corral, y en los laboratorios bioquímicos secretos de las potencias. 

Pero que no hay estado de excepción que pueda disciplinar al General Intellect que pulula y borbotea en el común.

(") Pedro Cazes Camarero, argentino, farmacéutico, 1945. Magister Scientiae en Metodología de la Investigación Científica y Epistemología. Ex director de "Estrella Roja" (órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo- ERP-), "El Combatiente" (órgano del Partido Revolucionario de los Trabajadores - PRT-) y "Crisis". Autor de numerosos artículos y libros, entre ellos "Las Estrategias de la Aurora", de próxima aparición (Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2019). Premio "Ramón Carrillo" (2010). Miembro del Encuentro de Profesionales contra la Tortura. Columnista de "Cuadernos de Crisis/Purochamuyo".


lunes, 9 de marzo de 2020

ERNESTO CARDENAL (1925-2020), POETA, MÍSTICO, REVOLUCIONARIO, POR FREI BETTO


En 1987, Afonso Borges organizó como primera actividad del Proyecto Sempre Um Papo (Siempre una conversación), de Belo Horizonte, el lanzamiento de mi novela O dia de Ângelo, en el restaurante La Taberna de esa ciudad. Le conté a Afonso que el año siguiente Ernesto Cardenal iría a Minas. Afonso lo invitó a pronunciar una conferencia en el Cabaré Mineiro, un restaurante que de cabaré solo tenía el nombre y que había comenzado a ser sede de Sempre Um Papo. Cardenal, exmonje trapense, le contestó: “¿Pero en un cabaré?...”

Conocí a Cardenal en 1978, en su trinchera de guerrillero sandinista: en el fondo de una de las seis librerías que rodeaban la Universidad Nacional de Costa Rica. Ya lo admiraba por su obra. Su En Cuba, un relato de su viaje a la isla en 1970, había pasado de celda en celda en mis tiempos de cárcel en Sao Paulo, entre 1969 y 1973.

Cardenal, hijo de una de las familias más ricas de Nicaragua, prefirió no seguir el camino de su hermano Fernando, quien ingresó en la orden de los jesuitas. En 1957, el joven poeta se convirtió en monje trapense en los Estados Unidos. Durante dos años tuvo como maestro de novicios al místico y escritor Thomas Merton. Al abandonar la vida monástica, estudió teología en Medellín y en 1965 fue ordenado sacerdote en Managua. Identificado con la Teología de la Liberación, se fue a vivir a la isla paradisíaca de Solentiname, en el lago al sur de Nicaragua, donde compartía la vida comunitaria de pescadores y campesinos.

Ernesto no tenía nada de la figura estereotipada de un revolucionario. Era de pequeña estatura y hombros anchos, y tenía una manera tímida de acercarse a las personas y unos ojos vivos detrás de los anteojos blancos encima de la sonrisa suave; se diría que se trataba de un monje ingenuo y despreocupado a no ser por la boina azul, semejante a la del Che, de la que salían mechones plateados que caían sobre sus orejas y su nuca. Su chaqueta verde, sobre la sotana blanca, se parecía a la de los oficiales cubanos.

Su función en el Frente Sandinista era viajar por el mundo a fin de denunciar los crímenes de Somoza y obtener apoyo político para la causa. Le pregunté cómo conciliaba la contemplación con la actividad revolucionaria. “No se oponen. Se puede trabajar por la revolución siendo contemplativo. En el sentido tradicional, existe una dicotomía entre acción y contemplación. Pero yo vivo la contemplación en la acción”. Y añadió: “El único mensaje del Evangelio es la revolución, a la que llama Reino de Dios. Es la exigencia de superar todas las señales de pecado, injusticia y opresión, hasta que solo el amor sea posible”.

Inquirí sobre el carácter de su obra poética. “En un poema que le dediqué a Don Pedro Casaldáliga digo que escribo por la misma razón que los profetas bíblicos, que hacían de la poesía una forma de denuncia de las injusticias y de anuncio de un nuevo tiempo”.

En febrero de 1979 volvimos a encontrarnos en Puebla, México, durante la Conferencia Episcopal Latinoamericana. Cardenal convenció allí a los obispos de todo el continente de que firmaran una carta contra la dictadura somocista.

El 19 de julio de 1980 participé como invitado oficial en la conmemoración del primer aniversario de la Revolución sandinista. Allí volví a encontrarme con Cardenal, que había sido nombrado ministro de Cultura. Cinco años después participó en la Habana en el lanzamiento de Fidel y la religión, junto a Fidel, Gabriel García Márquez y Chico Buarque.

Durante la década de 1980 asesoré al movimiento sandinista, que reunía a cristianos y comunistas ateos, en las cuestiones relativas a la educación popular y la relación entre marxismo y cristianismo. Fue entonces que Cardenal me propuso que organizáramos un movimiento de jóvenes llamado MIRE (Mística y Revolución). La idea nunca prosperó, excepto en Brasil, donde el movimiento tuvo su fase más significativa a inicios de la década de 2000, y aún hoy mantiene núcleos en algunas regiones del país, principalmente en el Nordeste. La propuesta consiste en vincular la espiritualidad mística, cultivada mediante la meditación, con el compromiso de transformar la sociedad.

En su visitas a Nicaragua en 1983, el papa Juan Pablo II se negó a tenderle la mano a Cardenal, ministro de Cultura, que formaba parte de lacomitiva cortejo oficial de bienvenida. En público, lo reprendió y humilló, y en 1985 lo suspendió de sus funciones sacerdotales. El papa Francisco lo rehabilitó en 2019.

En 1994 Cardenal rompió con el Frente Sandinista por considerar que el gobierno de Daniel Ortega ya no era coherente con los principios revolucionarios ni estaba en sintonía con las ansias populares.

La última vez que nos vimos fue en La Paz, en 2008, cuando se reunieron intelectuales y artistas latinoamericanos para manifestar su apoyo al gobierno de Evo Morales.

Cardenal era un poeta consagrado internacionalmente, merecedor de varios premios literarios importantes. Uno de sus versos más famosos es el siguiente epigrama dedicado a Claudia: “Al perderte yo a ti, tu y yo hemos perdido: / yo, porque tú eras lo que yo más amaba, / y tú porque yo era el que te amaba más./ Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo: / porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, / pero a ti no te amarán como te amaba yo”.

Su poema Cántico cósmico, publicado en 1990 tiene nada menos que 600 páginas. Describe primorosamente la evolución del Universo y toda la magnitud estética de la Creación, lo que llevó al escritor Sergio Ramírez a calificar la obra de Cardenal de “poesía científica”.

La obra se inicia con estos versos: “En el principio no había nada / ni espacio / ni tiempo. / El Universo entero concentrado / en el espacio del núcleo de un átomo, / y antes aún menos, mucho menor que un protón, / y aún menos todavía, un infinitamente denso punto matemático. / Y fue el Big Bang. / La Gran Explosión.”

Y así termina su poema más extenso: “¿Y qué vemos cuando miramos el cielo nocturno? / En la noche vemos simplemente la expansión del universo. / Galaxias y galaxias y más allá galaxias y más allá cuásares. / Y más atrás en el espacio no veríamos ni galaxias ni cuásares, / un muro oscuro, antes del instante en que el universo / se volvió transparente. Y más antes, / ¿qué veríamos finalmente? / Cuando no había nada. / En el principio…”


Frei Betto es autor, entre otros libros, de A obra do artista – uma visão holística do Universo (José Olympio).

www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.


Traducción de Esther Perez

Copyright 2020 – Frei Betto - 


QUIÉN ES FREI BETTO

El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 60 libros de diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- en 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. 

Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.