lunes, 30 de diciembre de 2019

La APDH expresa preocupación por la persecución que está sufriendo el Dr. Paulo Konig

Dr. Paulo Kónig

Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) queremos expresar nuestra honda preocupación por la persecución sistemática que está sufriendo desde hace algunas semanas el Dr. PAULO KÔNIG, titular del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Laboral Nº 2 de Trelew, Provincia del Chubut.

La embestida contra el prestigioso magistrado ocurre con motivo de su intervención en una causa en donde se tramita un amparo solicitado por otro juez de la provincia, el Dr. MARTIN ALESI, también perseguido por una causa absurda, sumada a otras serias irregularidades sucedidas en un Tribunal de Enjuiciamiento que se le está tramitando en la provincia referida.

En esa causa, el Dr. Konig entendió que correspondía dictar una medida precautoria realizando el clásico “control judicial” de los actos de los órganos administrativos, función que realizan todos jueces del mundo en los países en los que existe un Estado de Derecho y la debida División de Poderes.


La medida del Dr. Konig disponía la remisión de la causa del Tribunal de Enjuiciamiento hacia el Consejo de la Magistratura, de acuerdo a lo que dispone la Constitución provincial, y como el mismo Consejo lo había solicitado.

Pues bien, con el pretexto de que el Dr. Konig había manifestado, en otra oportunidad, que sentía “aprecio” por el Dr. Alessi, se le reprocha –ahora- una supuesta “amistad” cuyas pruebas serían sus ocasionales contactos en Facebook y que ese hecho demostraría que estaba obligado a excusarse y –por lo tanto- no intervenir en la causa.

Así es que se le ha iniciado una irracional causa penal en donde se lo acusa de “abuso de autoridad” para así poder para continuar con el acoso institucional contra el Juez Konig, con el claro objetivo de enjuiciarlo penalmente y oportunamente destituirlo.

Tales disparatados argumentos no resisten el menor análisis de la legislación provincial vigente ni de la Doctrina y Jurisprudencia -local y nacional- en dónde una manifestación unilateral y ocasional de “aprecio”, hacia una persona, no tiene ninguna relación con la AMISTAD PROFUNDA entre dos personas, como la que requieren los códigos procesales de todo el país. En este caso, el Código Procesal Civil y Comercial de Chubut, exige que la amistad debe manifestarse en una “gran familiaridad” o “frecuencia en el trato”, hecho sobre el cual no hay ninguna prueba ni ningún indicio de existencia.

Confiamos en que en algún momento las instituciones de la provincia van a archivar y detener semejante atropello.

Por eso la APDH, desea señalar que, en este momento histórico -que sucede luego de una larga pesadilla- en donde las instituciones parecen querer recuperarse y, al mismo tiempo, dejar atrás una triste e indebida “costumbre” impuesta por el presidente saliente, como es la de PERSEGUIR A LOS JUECES POR EL CONTENIDO DE SUS SENTENCIAS (y cuando esos fallos molestan a los poderes o burocracias de turno), la APDH reitera su rechazo a las oscuras operaciones contra opositores, funcionarios o jueces independientes que tiene como objetivo encarcelarlos y/o amedrentarlos.

Por eso ponemos a disposición del Juez Konig nuestro equipo de abogados a los efectos de intervenir en todas las causas en donde sea víctima de actos estatales o paraestatales arbitrarios e ilícitos convocando a otros organismos de Derechos Humanos a trabajar conjuntamente en idéntica actitud.

De allí que nosotros, sin pretensiones de originalidad, decimos como ha expresado el Presidente ALBERTO FERNANDEZ:

NUNCA MÁS a una justicia contaminada servicios de inteligencia y operadores judiciales, NUNCA MÁS procedimientos oscuros, porque una Justicia demorada y manipulada significa una Justicia acosada y denegada.




jueves, 26 de diciembre de 2019

DECRETOS DE NAVIDAD, Por Frei Betto




Queda decretado que, en estas Navidades, en vez de dar presentes, estaremos presentes junto a los hambrientos, carentes y excluidos. Que nos disculpe Papá Noel, pero clausuradas las chimeneas, abriremos corazones y puertas a la llegada salvífica del Niño Jesús.

Por traerles a muchos más apuros que alegrías, queda decretado que las Navidades ya no nos travestirá en lo que no somos: en este verano,[1] arrancaremos del árbol de Navidad todos los algodones de falsas nieves; cambiaremos las nueces y las castañas por frutas tropicales, los renos y trineos por carros repletos de alimentos no perecederos: y si queda por ahí algún Papá Noel, que aparezca de bermudas y sandalias.

Queda decretado que, cartas de niños, solo las dirigidas al Niño Jesús, como la de Pedrito, que escribió convencido que Caín y Abel no se habrían peleado si hubiera tenido cada uno su cuarto; le propuso al Creador que nadie más nazca ni muera, y que todos vivamos para siempre; y, al ver el pesebre, prometió mandarle su abrigo al hijo desnudo de María y José.

Queda decretado que los niños, en vez de juguetes y pelotas, pedirán bendiciones y gracias, y que abrirán sus corazones para destinar a los pobres todo lo superfluo que abarrota armarios y cajones. Lo que le sobra a uno es lo que el otro necesita, y quien reparte bienes comparte a Dios.

Queda decretado que, al menos un día, desconectaremos toda la parafernalia electrónica, incluso el teléfono celular y, recogidos en soledad, viajaremos al interior de nuestro espíritu, allí donde habita Aquel que, siendo distinto a nosotros, es el fundamento de nuestra verdadera identidad. Entregados a la meditación, cerraremos los ojos para ver mejor.

Queda decretado que, despojadas de pudores, las familias tendrán al menos un momento de oración, leerán un texto bíblico, le agradecerán al Padre y Madre de Amor el don de la vida, las alegrías del año que termina, y hasta los dolores que exacerban la emoción sin que se pueda entender con la razón. La vida, finita, es un río que sabe tener el mar como destino, pero nunca cuántas curvas, rápidos y piedras habrá de encontrar en su curso.

Queda decretado que arrebataremos la espada de manos de Herodes y ningún niño volverá a ser golpeado o humillado, ni condenado al trabajo precoz y la violencia sexual. Todos tendrán derecho a la ternura y la alegría, a la salud y la escuela, al pan y la paz, al sueño y la belleza.

Como Dios no tiene religión, queda decretado que ningún fiel considerará que la suya es más perfecta que la de otro, ni arrastrará su lengua, cual serpiente venenosa, por los trillos de la injuria y la perfidia. El Niño del pesebre vino para todos indistintamente, y no hay manera de profesar que es “Padre Nuestro” si el pan no es también nuestro, sino privilegio de la minoría acomodada.

Queda decretado que toda dieta se revertirá en beneficio del plato vacío de quien tiene hambre, y que nadie dará al otro un regalo envuelto en adulación o intenciones ocultas. El tiempo que se gaste en hacer moñitos será muy inferior al dedicado a dar abrazos.

Queda decretado que las mesas de Navidad estarán cubiertas de afecto, y que, dispuestos a renacer con el Niño, trataremos de sepultar iras y envidias, amarguras y ambiciones desmedidas, para que nuestro corazón sea tan acogedor como el pesebre de Belén.

Queda decretado que, como los reyes magos, le daremos todos un voto de confianza a la esperanza, para que ella conduzca este país a días mejores. No perseguiremos nuestro propio interés, sino el de la mayoría, sobre todo el de los que, a semejanza de José y María, fueron excluidos de la ciudad y, como una familia sin tierra, obligados a ocupar un terreno donde nació Aquel que, según su madre, “despidió a los ricos con las manos vacías y colmó de bienes a los hambrientos”, y que, en el Sermón de la Montaña exaltó como “bienaventurados a los que tienen hambre y sed de justicia”.


Frei Betto es autor, entre otros libros, de Um homem chamado Jesus (Rocco).


[1] Recordar que Frei Betto vive en el hemisferio sur. 


Traducción de Esther Perez

Copyright 2019 – Frei Betto - 

QUIÉN ES FREI BETTO

El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 60 libros de diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- en 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. 

Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

DESPUÉS DE LAS NACIONES, CONSTRUIR LA TIERRA, Por Leonardo Boff



Un anuncio-propaganda de un canal de televisión muestra a un grupo interétnico cantando: “Mi patria es la Tierra”. Aquí se revela un estado de conciencia que deja atrás la idea convencional de patria y de nación. En efecto, vivimos todavía bajo el signo de las naciones, cada cual autoafirmándose, cerrando o abriendo sus fronteras y luchando por su identidad. Esa fase, todavía vigente, pertenece a otra época de la historia y de la conciencia. La globalización no es sólo un fenómeno económico. Representa un dato político, cultural, ético y espiritual: un nuevo paso en la historia del planeta Tierra y de la Humanidad.

Hace algunos miles de años la especie humana salió de África, de donde surgimos en el proceso evolutivo (somos todos africanos), y conquistó todo el espacio terrestre formando pueblos, ciudades y civilizaciones. Fernando de Magallanes hizo en tres años (1519-1522) la circunnavegación de la Tierra y comprobó empíricamente que es efectivamente redonda (no plana como una obtusa visión sostiene todavía). Después de la expansión, llegó el tiempo de la concentración, del retorno del gran exilio. Todos los pueblos se están encontrando en un único lugar: en el planeta Tierra. Descubrimos, más allá de las nacionalidades y de las diferentes etnias, que formamos una única especie, la humana, al lado de otras especies de la gran comunidad de vida.

Con esfuerzo estamos todavía aprendiendo a convivir acogiendo las diferencias sin dejar que se transformen en desigualdades. Respetando la riqueza acumulada por las naciones y etnias, que revelan los distintos modos de ser humanos, nos enfrentamos a un desafío nuevo, que nunca había existido antes: construir la Tierra como Casa Común. Crece la conciencia de que Tierra y Humanidad tienen un destino común. Xi Jinping, jefe de Estado de China, lo formuló muy bien: tenemos el deber de construir la “Comunidad de Destino compartido para la humanidad”.

El éxito de esta construcción nos traerá un mundo de paz, uno de los bienes más ansiados por todos. Vivir en paz, ¡oh que felicidad! Esa paz es lo que nos falta en la actualidad. Por el contrario, vivimos en guerras regionales letales y una guerra total movida contra Gaia, la Tierra viva, nuestra Madre Tierra, atacada en todos los frentes, hasta el punto de que muestra su indignación a través del calentamiento global y del agotamiento de sus bienes y servicios, sin los cuales la vida corre peligro.

En este contexto vale la pena revisitar a un filósofo, Immanuel Kant (+1804), uno de los primeros en pensar una República Mundial (Weltrepublik), aunque nunca había salido de su pequeña ciudad de Königsberg en Alemania. Aquella solo se consolida si consigue instaurar una “paz perenne”. Su famoso texto de 1795 se llama exactamente “Para una paz perenne” (Zum ewigen Frieden).

La paz perenne se sustenta, según él, sobre dos pilares: la ciudadanía universal y el respeto a los derechos humanos.

Esta ciudadanía se ejerce en primer lugar por la “hospitalidad general”. Precisamente porque, dice él, todos los humanos tienen el derecho de estar en ella y de visitar sus lugares y los pueblos que la habitan. La Tierra pertenece comunitariamente a todos.

Frente a los pragmáticos de la política, por lo general poco sensibles al sentido ético en las relaciones sociales, enfatiza: ”La ciudadanía mundial no es una visión de fantasía sino una necesidad impuesta por la paz duradera”. Si queremos una paz perenne y no solo una tregua o una pacificación momentánea, debemos vivir la hospitalidad y respetar los derechos.

El otro pilar son los derechos universales. Estos, en una bella expresión de Kant, son “la niña de los ojos de Dios” o “lo más sagrado que Dios puso en la tierra”. Su respeto hace nacer una comunidad de paz y de seguridad que pone un fin definitivo “al infame beligerar”.

El imperio del derecho y la difusión de la ciudadanía planetaria expresada por la hospitalidad deben crear una cultura de los derechos, generando de hecho la “comunidad de los pueblos”. Esta comunidad de los pueblos, enfatiza Kant, puede crecer tanto en su conciencia, que la violación de un derecho en un sitio se siente en todos los sitios, cosa que más tarde repetirá por su cuenta Ernesto Che Guevara.

Esta visión ético-política de Kant fundó un paradigma inédito de globalización y de paz. La paz resulta de la vigencia del derecho y de la cooperación jurídicamente ordenada e institucionalizada entre todos los Estados y pueblos.

Diferente es la visión de otro teórico del Estado y de la globalización, Thomas Hobbes (+1679). Para este, la paz es un concepto negativo, significa ausencia de la guerra y el equilibrio de la intimidación entre los estados y pueblos. Esta visión funda el paradigma de la paz y de la globalización en el poder del más fuerte que se impone a los demás. Esta visión predominó durante siglos y hoy ha vuelto poderosamente a través del singular presidente de USA, Trump, que sueña todavía con un solo mundo y un solo imperio, el norteamericano. Los Estados Unidos decidieron combatir el terrorismo con el terrorismo de Estado. Es la vuelta amenazadora del Estado-Leviatán, enemigo visceral de cualquier estrategia de paz. En esta lógica no hay futuro para la paz ni para la humanidad.

Hoy nos enfrentamos a este escenario: si por la locura de un gobernante o por la Inteligencia Artificial Autónoma se activaran los arsenales de armas nucleares podría ser el fin de nuestra especie. Et tunc erat finis. ¿Tendremos tiempo y sabiduría suficientes para cambiar la lógica del sistema implantado hace siglos que ama más la acumulación de bienes materiales que la vida? Eso dependerá de nosotros.


viernes, 6 de diciembre de 2019

IZQUIERDA, EL RESCATE DEL SUEÑO, Por Frei Betto


      

Pertenezco a la generación que tuvo el privilegio de cumplir 20 años en los años sesenta: la Revolución cubana, el Che, los Beatles, El rey de la vela, manifestaciones estudiantiles, Alegría, Alegría, Gláuber Rocha, McLuhan, la revista Realidade, Marcuse, Mayo del 68, Juan XXIII, naves espaciales, etc.

Era la generación de los sueños. “Soñar es despertarse por dentro”, nos recuerda Mário Quintana. Estábamos permanentemente despiertos. Nuestras quimeras no eran nutridas por drogas, sino por utopías.

Según la teoría psicoanalítica, todo sueño es proyección de un deseo. Nuestra generación deseaba ardientemente cambiar el mundo, instaurar la justicia social, derribar el viejo orden.

El sueño se hizo pedazos al chocar contra la realidad. La dictadura militar (1964-1985) declaró que nuestras protestas eran subversivas, y enfrentó nuestras marchas con porras y tiros. Nuestros congresos estudiantiles terminaron en las prisiones, y forzados a la clandestinidad, no nos quedó más alternativa que el exilio o la resistencia. Los verdugos laceraron nuestras utopías y colgaron nuestros ideales del pau-de-arara. Lo que era canto se convirtió en dolor; lo que era encanto, en cadáver. La roda viva se llenó de miedo, y nuestro cáliz de “vino tinto de sangre”.

Nuestros paradigmas se derrumbaron bajo los escombros del Muro de Berlín. No era el socialismo de las masas ni de los proletarios en el poder. Era el socialismo de Estado, padre y patrón, atrapado en la paradoja de agigantarse en nombre del fin inminente de la lucha de clases. El economicismo, la carencia de una teoría del Estado y de una sociedad civil fuerte y movilizada, llevaron al río de las fantasías colectivas a desabordarse por sobre los puentes de hierro de los ingenieros del sistema. El socialismo real saciaba el hambre de pan, pero no el apetito de belleza. Compartía los bienes materiales y privatizaba el sueño. Todo sueño ajeno a la ortodoxia se consideraba diversionista, amenazador.

El capitalismo, astuto, socializa la belleza para camuflar la cruel privatización del pan. Aquí todos son libres para hablar, no para comer. Libres para viajar, no para comprar los pasajes. Libres para votar, no para interferir con el poder. El Muro de Berlín cayó y todavía hoy la polvareda que levantó ofusca nuestra mirada.

Despojada de paradigmas, la izquierda es una doncella perpleja que, terminada la fiesta, no logra encontrar el camino de regreso a casa. Hay muchos pretendientes dispuestos a acompañarla, pero ella teme que la conduzcan al lecho de la violación. Ansiosa, se enrumba por el laberinto del electoralismo y se pierde en el juego de espejos que exacerban el narcicismo de quienes se maquillan en el reflejo de las urnas. Se deja arrastrar por la alternancia electoral, en la que la caza de votos y cargos atropella los ideales y los programas. Y mientras más se aproxima a las estructuras de poder, más se distancia de los movimientos populares.

Es cierto que, al asumir la administración pública, invierte en programas sociales, perfecciona el acceso a la salud, la educación, la vivienda y la cesta básica. Pero desprovista de andamios, no hace de esa masa un nuevo edificio teórico, alternativo a la globocolonización neoliberal que execra la ciudadanía y exalta el consumismo, repudia los derechos sociales e idolatra el mercado.

La marea sube –Ecuador, Chile, Argentina— pero en la playa, acostumbrados a seleccionar los peces, los pescadores están cegados por el reflejo del Sol. ¿La historia llegó a su fin?

Fuera de la izquierda no hay salida para la miseria que asola el planeta (1 300 millones de personas). La lógica del capitalismo es incompatible con la justicia social. El sistema exige acumulación; la justicia, compartir. Y no hay futuro para la izquierda sin ética, utopía, vínculos con los pobres y valor para dar la vida por el sueño.

Hoy, el socialismo ya no es solo una cuestión ideológica o política. Es también aritmética: sin compartir los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humanos, la mayoría de los casi 8 mil millones de pasajeros de esta nave espacial llamada Tierra, estarán condenados a una muerte precoz, sin el derecho a disfrutar lo que la vida requiere como más esencial para ser feliz: pan, paz y placer.

Le resta ahora a la izquierda despertar al sueño.



Frei Betto es autor, entre otros libros, de Paraíso perdido – viagens ao mundo socialista (Rocco).


El rey de la vela (O rei da vela) es una obra de teatro de Oswald de Andrade, unos de los principales nombres del modernismo brasileño. Aunque fue escrita en 1933, no se publicaría hasta 1937. Sin embargo, no sería hasta treinta años más tarde cuando se llevaría a escena.

Canción de Caetano Veloso.

Realidade fue una revista brasileña lanzada en 1966 que circuló hasta enero de 1976. Presentaba características innovadoras para la época: materiales en primera persona, fotos que dejaban ver al fotógrafo y un diseño gráfico poco tradicional.

Método de tortura consistente en una estructura de la cual se cuelga a la víctima.

Obra de teatro y verso de una canción de Chico Buarque.


Traducción de Esther Perez

Copyright 2019 – Frei Betto - 


QUIÉN ES FREI BETTO

El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 60 libros de diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- en 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. 

Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.

martes, 3 de diciembre de 2019

DARSE UNA ESCAPADA, Por Frei Betto

Todo cambia. Y ahora, la sociedad cambia a una velocidad sorprendente. Antes, instituciones tales como el Estado, la religión, la escuela y la familia tenían marcos definidos. Eso le daba al ciudadano una sensación de solidez. El complejo institucional parecía tan bien entrelazado que todo intento de “darse una escapada por fuera” semejaba una aventura imprevisible o una falta de respeto a los pilares de la democracia.

Desde los tiempos tribales, las instituciones son estructuras colectivas o comunitarias que garantizan los parámetros que rigen nuestra convivencia social. Y el poder consistía en tener en las manos las riendas institucionales y la capacidad para determinar los rumbos del ordenamiento jurídico y la política económica.

Ese orden hizo implosión en este mundo unilateral hegemonizado por el neoliberalismo. Ahora tenemos jefes de Estado que atropellan los dictados constitucionales y no se comunican con la nación mediante pronunciamientos revestidos de una solemnidad protocolar, sino por redes digitales como Instagram, Twitter o Facebook. Es el caso del presidente de Brasil. Mientras que la opinión pública manifiesta su indignación por el no esclarecimiento de los asesinatos de Marielle Franco y Anderson Gomes, la escalada de desempleo, el desmontaje de la atención de salud y los recortes a la educación, el presidente prorrumpe en un discurso rabioso contra los derechos indígenas y la preservación ambiental, y profiere una anacrónica diatriba anticomunista. Quijote al revés, el mandatario se muestra indiferente a los problemas reales de la nación y abre fuego contra los molinos de viento del “globalismo” y el “climatismo”.

La cuestión se repite con la desinstitucionalización de otros campos, como el de los medios de comunicación. Hoy, cada usuario de la red digital tiene sus propias fuentes de información y su público receptor de noticias, aunque sean sobre todo fake news. No importa el hecho, lo que importa es la versión del hecho. Y no se divulga para informar, sino para desvalorizar, con ofensas y amenazas, cualquier opinión contraria.

Eso tiene impacto, porque la psicología enseña que en el corazón guardamos más las ofensas que los elogios. La emoción se sobrepone a la razón. No queremos convencer, sino vencer. La verdad es lo que afirmo, el resto es ideología.

Ese debilitamiento de las instituciones es progresivo. Es como un juego de fútbol en el que cada jugador perdiera la noción del equipo y tratara de apropiarse de la pelota como si la victoria dependiera solamente de su desempeño. ¿Por qué pasarle la pelota al compañero si el mérito recae en quien mete el gol? Todos quieren meter su gol. Se desvanece la idea de cooperación. Se burlan las reglas del juego democrático. Se ve la realidad como un vasto videojuego en el que el desafío consiste en exterminar a los adversarios y ganar la guerra. Es una coyuntura apocalíptica. Todos los avatares están convencidos de que libran la batalla final y se perpetuarán en el poder.

¿Cómo reaccionar ante tal coyuntura? ¿Cómo actuar en el marco de los parámetros democráticos si hay quienes, desde el poder, no muestran el menor respeto por ellos? Ahí reside el peligro.

Si los descontentos con la ola autocrática que corroe la democracia por dentro decidieran actuar con las mismas armas, reinaría el caos. Una vez que hacen implosión las reglas de la democracia, solo quedan la anarquía y la Ley del Talión. Como ya se advierte, de forma virtual, en las redes digitales.

De ahí la importancia de denunciar ese juego sin reglas y de reforzar y perfeccionar las instituciones democráticas, para que sean efectivamente redes de protección de la ciudadanía y de ampliación de la democracia. De no ser así, la tempestad se hará diluvio.


Freio Betto es autor, entre otros libros, de Calendário do poder (Rocco).



Traducción de Esther Perez


Copyright 2019 – Frei Betto - 


QUIÉN ES FREI BETTO

El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 60 libros de diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- en 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. 

Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.