martes, 26 de enero de 2021

A LOS POETAS POPULARES por Claudio Javier Castelli

 


Aquellos de verso mineral; 

regados por la correntada del río marrón;

en las laderas de las montañas describieron al “arribeño” (1)

“como un puma ladino que no han de encontrar”,

cantaron al “pueblo azul”, en La Rioja (2),

le hicieron zambas “a los amigos de la noche”, en Tucumán (3),

amaron al “bohemio guitarrero abrazado con la pobreza”, en Santiago (4),

se iluminaron con la niñez haciendo sapitos en la costa del norte de Entre Ríos (5),

hablaron de la dureza de "La Forestal", y de cómo se llevaba el "tanino"(6),

fueron “peón de boliche”, en Plumas verdes(7),

y la vieron “bajar por el río”(8).


Recordaron al “pueblero de Allá ité”, en Corrientes (9),

nos contaron cómo es el "Otoño en Mendoza" (10),

la infancia triste de Armando Tejada Gomez (11),

y "Agosto en Tucumán"(12).


Disolvieron la absurda matriz de todas las cosas

en “Buenos Aires morena”(13),

hicieron un homenaje de amistad con “El Rusito”(14),

quebrantaron la simpleza del tango

en el vuelo y la finura de Homero Manzi;

el encuentro entre la ciudad y el campo en "Flor de lino" (15);

y volvieron a ser nuevamente simples en el verso porteño de Eladia Blázquez; 

porque “quisiste y no te quisieron, porque te engañaron”(16).


Porque cuando llegó la inundación y sembró de noche, lluvia, y desazón el horizonte

le dijiste “Apurate José” (17);

“porque este azul provinciano es un verde también” (18).


Hermano del "cantor de cantinas"
con quien compartiste copas y desagravios;

en los lagos del sur evocaste al Mapuche, y su reclamo de quinientos años (19),

no faltaron tus palabras a la muerte de “Gertrudis Yale” (20);

"porque las leguas desaparecen ni bien el alma empieza a aletear" (21).


En servilletas de papel fusiladas de luna, en los bares,

acodado a la última mesa, del último rincón

escribiste los mejores versos en el “trago de la noche” (22).


Recopilaste la música y las palabras de los expulsados del mundo

en montañas llenas de frío seco y despiadado,

en el rasguear de las guitarras donde los duendes de los pueblos originarios y los gauchos

se nutren de la inmensidad de la llanura,

el sosiego de las cuchillas de Montiel,

el crepitar de los bosques, los llanos y los montes,

 y el abismo de las mismas costumbres.


Como aquel poeta urbano que “quería llorar por todos los poetas que nadie ha conocido” (23),

¿De qué huías? ¿Cuáles eran las razones para estar aterrados?

(como decían los estertores de un poema de Raúl Gustavo Aguirre (24));

te atraían los “atardeceres, los arrabales y la desdicha”(25),

como el Borges juvenil.


Son los mismos temas anidados en desventuras;

para volver a soñar persistente en los adioses,

perseguir los arco iris, que se desvanecían una y otra vez,

y volver a escribir bajo el candil de un cielo lejano;

porque el "albañil de cuclillas en el andamio"

tiene el mismo gesto que el “tropero” en los esteros (26).


Te admiran los zorzales y las iguanas,

los dueños de los bares y los “mozos”,

los grandes paisajes,

la intimidad de los pueblos,

los caudillos de nuestra historia,

los relámpagos de las tormentas,

el rocío de una mirada perdida,

la escarcha de los amaneceres,

la niebla de los caminos;

la "llegada de un jaguar a la tranquera" (27).

Te mima la noche.




No he podido seguirte

enredado en la vanidosa Buenos Aires;

hubiera querido tu destino de grano de mostaza,

dónde los árboles en la plenitud de los pájaros

acobardan todas las decisiones,

y absuelven la condena del tiempo.




¡Abre las puertas de la mañana

para que la luz del sol ilumine tus servilletas,  tus laderas, y tu ilusionada vida!.


Pero deja de huir…

ya estamos todos “nosotros”.


Enero de 2021

(1) Néstor Soria
(2) Ramón Navarro
(3) Lucho Díaz y Luis "Pato" Gentillini
(4) Marcelo Ferreyra y Carlos Carabajal
(5) Horacio "Chino" Martínez
(6) (7) (8) Horacio Guarany
(9) Pocho Roch
(10) Jorge Sosa
(11) "Primera infancia", de Armando Tejada Gómez
(12) Osvaldo M. Castillo
(13) Héctor Negro y Cármen Guzmán
(14) Héctor Gagliardi
(15) Hómero Expósito
(16) "Porqué canto así", de Celedonio Estebán Flores
(17) Teresa Parodi
(18) "Ay este azul", de Pancho Cabral
(19) Jorge Spíndola
(20) Manuel J. Castilla
(21) "A qué le llaman distancia", de Atahualpa Yupanki
(22) Lucho Díaz
(23) Héctor Yanover
(24) "El triunfo de las letras", de Raúl Gustavo Aguirre
(25) Jorge Luis Borges
(26) "El cielo del albañil", de Teresa Parodi y Antonio Tarrago Ross
(27) Francisco Madariaga







domingo, 17 de enero de 2021

UNA PLAYA por Pablo Cingolani(") para Vagos y Derecho

 


Tu que caminas, detente, admira a la playa solitaria que se abre en medio de las montañas, sabe reconocer sus marcas…

Mira, allí están, los pasos de los campesinos que la atraviesan yendo y viniendo de sus papales que cuelgan sin gravedad de los cerros, mira, mira bien: hay huellas que casi no se ven, son los pasos de sus pequeños hijos que van con ellos, jugando con sus perros, a empezar a aprender a dialogar con la tierra…

Mira, mira más allá, no tan lejos, suben y bajan las pisadas de los arrieros, las trazas de las herraduras, la fatiga ausente, la acechanza de la tormenta, el cantar interno, mira como se estira la travesía, como el agua vivifica, como el cielo es su único testigo…

Mira allí, huele, siente: aquí hubo fuego, tal vez se cruzaron dos andariegos y al calor de las llamas, celebraron el encuentro, agregando encanto al universo.

Allá a lo lejos, veras las sombras de los guerrilleros. Son los decididos de Mecapaca, de Tahuapalca, de Cohoni, son los alzados del Partido de la Patria y de la Independencia…

Mira sus lanzas, sus hondas, sus rostros. Ese es Julián Tito, labriego de Collana. Ese es Pedro Vargas, artesano, de Millucato. Han dejado sus dudas en sus casas, han decidido pelear, no van solos: una palabra de Simona, La Madre de la Montaña, bastará para guiarlos, encenderlos, sanarlos…

Míralos: saltan como vizcachas entre las rocas, buscan amparo río arriba, muerden y escapan, muerden y sueñan con la libertad, las playas, las quebradas, los cerros son su guarida y su guarda, emblema que fecunda, se han sublevado, ellos resisten, no pasarán.

Los chasquis, sí. Ellos pasaban presurosos: eran sangre de pueblo de comunión mineral, pueblo tenaz que se dejó enamorar por las montañas y por la Cruz del Sur y el arrullo hipnótico de las aguas que fluyen y el misterio escondido en las aguas que se aquietan. Iban y venían guiados por el aliento protector de Viracocha y, por eso, no tenían miedo al huayco…

En verdad te digo frente a estas elocuentes evidencias: el tiempo pasará o acaso cese o se detendrá, más tu caminante, detente y vuelve sobre tus pasos, volverás a la playa, a esa playa, y en cada grano de arena, cada guijarro, cada piedra, si sabes mirar, veras sus bellas banderas de harapos y dignidad, recobraras sus latidos y sus voces, encontrarás sus rastros… y si lo intentas y si te empeñas, ya sabrás que hacer con tanto tesoro apasionado entre tus manos.

Laderas de Aruntaya, 14 de enero de 2021

(")Historiador, poeta, periodista y explorador argentino (Buenos Aires, 1963). Reside en La Paz, Bolivia, desde 1987. Como historiador, realizó estudios sobre los derechos argentinos sobre las islas Malvinas y los problemas de tierras en la puna de Jujuy, la explotación cauchera en la Amazonía y la historia minera de Los Lípez potosinos. Trabajó como redactor y colaborador en una docena de medios gráficos de La Paz y sus artículos también se publican en medios de Argentina, Chile, Ecuador y España. En video dirigió, con Gastón Ugalde, Imagina Bolivia y la primera serie de documentales sobre áreas protegidas. Encabezó expediciones ecohistóricas desde 1980, explorando, entre otras, la región de Iruya-Baritú, Cumbres Calchaquíes y la puna jujeña en Argentina, el desierto de Atacama en Chile y casi todos los parques nacionales de Bolivia, en especial en Lípez, Chaco y Amazonía. Es el creador y director de la Expedición Madidi, que ha explorado distintos sectores del parque boliviano del mismo nombre, y ha sido declarada “de interés nacional” por el Congreso boliviano.

domingo, 10 de enero de 2021

BEATRIZ por Claudio Javier Castelli

 



                                           "Beatriz, guíame hacia el Paraíso, ya que Virgilio ya cumplió su misión" 

                                            Dante Alighieri



Vivimos juntos 

desde hace veintisiete años.

¿Cómo es que pudimos estar tanto tiempo?

A lo mejor porque una pareja

para ser pareja

tiene que caminar sobre el mar

confiados en las estrellas y el albur.

Cuando Cristo caminó sobre el mar

y lo invitó a Pedro a bajar de la barca,

Pedro bajó caminó unos pasos

temió y empezó a hundirse.

El amor no puede fundarse

en miedos compartidos

como el temor del burgués

a perder su fortuna.


Borges, en el primer poema

del primer libro de 1922

escribe en el Cementerio de la Recoleta

que "Vibrante en las espadas y la pasión

y dormida en la hiedra 

sólo la vida existe".

Eso creíamos todos los poetas jóvenes.

Ahora ya sabemos

menos por poeta y religioso,

que por experiencia,

que la muerte es una forma de existencia,

y lo que hay detrás

todas las civilizaciones y religiones

lo presumieron

como si la muerte fuera un cebo

donde el anzuelo del creyente

deba engancharse con facilidad.

"En la casa de mi Padre tengo muchas moradas".

Es confianza.

¿El aliento cósmico del universo

tendrá lugar también para ella?


María Elena Walsh dice por ahí:

"Siempre nos separaron los que dominan".

Es cierto. Nuestro querido país se involucró

con nuestro hogar, nuestros hijos, nuestra cama, nuestros perros.

También fue una oportunidad para resistir juntos.


Una pareja no es un "toma y daca",

un costo y beneficio,

un dar esperando algo a cambio:

es una infinita aventura 

de caminar sobre el mar.


Cuando me hablas

tu belleza sabe a patios,

a fuentes de agua, 

al susurro de un arroyo en el monte.


Fuimos jóvenes

y como todos los jóvenes

amábamos los cuerpos y los espacios. Negábamos el tiempo.

¿Por qué será que los hombres y las mujeres

cuando maduramos amamos tanto el tiempo

y le guiñamos a la eternidad?.


Nuestra fe política

y nuestro Dios compartido

saben de la lejanía de los mortales

con paradigmas y cálculos geométricos.

Todos y todas

somos miserables y primitivos

pero hay un recóndito lugar

de humanidad digna y razonable

donde abundan los frutos

que el espíritu riega cada noche

y nosotros también hemos regado juntos.


Beatriz,

no es este poema una deuda que debo saldar

por mucho que lo merezcas

en el amor verdadero no hay cuentas 

como el almacenero lleva en una libretita.

No hay mesa de saldos.


Cuando nos fuimos a vivir juntos

no pensamos en leyes,

ni en ritos, ni en sacramentos,

tampoco cuando tuvimos hijos.

Hoy aquella rebeldía se muestra ingenua

pero persistente.


Tu padre te dijo: -¡Es un bohemio!

¡Qué dulce y bienhechora bohemia

de mudanzas, trabajos, gobiernos,

ladridos, hijos, rencores, abrazos,

sopa cotidiana, viajes de verano,

y palabras y palabras y dichas

y palabras y palabras calladas!.


El amor es enigmático 

convive con terceros,

con espantos

y no se niega 

traiciones silenciosas

equitativamente distribuidas.

Ahora parecen ligeros

esos escollos de dolor y abandono

que nos hemos prodigado.


Y esta ciudad desierta y nocturna

nos acogió como una esperanza

en su vasto territorio de incertidumbres,

siempre a punto de expulsarnos

pero no le dimos el gusto.


Ambos participamos

de la fe en el estudio, el trabajo 

y la dignidad personal,

sabiendo que a cada estrépito

subyace la calma.


El amor en nosotros

ha sido un hábito misterioso

por más que lo intentábamos descifrar

muchas veces se escabullía

como el alumno de matemáticas

que no estudió la lección

pero nos acechaba siempre

como el ladrón en la noche.


A mí

que por mucho que lo haya buscado

me fue dado graciosamente el don

de hilvanar palabras

no he podido sino con ellas

decirte ¡Gracias!.

Pero ¡Gracias, sobre todo,

por este largo caminar juntos sobre el mar!.-


Enero de 2021.