sábado, 26 de diciembre de 2020

11 DE ABRIL DE 1870 y POSDATA DE 2020 por Claudio Javier Castelli para Vagos y Derecho

 



11 de abril de 1870

zumban las balas en la tarde última

Jorge Luis Borges




talas elevando voces de las aguadas,

gritos de teros atardeciendo pastos,

araucarias adormeciendo gemidos de paysandú,

apenas los últimos cañones,

apenas nada,

pavón sentido

como la deserción de basualdo,

un paraguayo reprocha silencios,

mirada deteniéndose en bandadas de palomas,

tibiezas de mates,

la tinta derramada después por escritores

dibujaba manchas en la tierra,

el cielo mantenía la cautela

de la compostura de su estampa,

desde lejos esperaba la partida,

su antigua venganza,

la vio entrar al palacio

con pistolas y caballos

-no se mata a un caudillo en su casa,

voz mezclándose en disparos

y sangre cuchillos,

gritos de viva lópez jordán,

viva lópez jordán.

Palacio San José, diciembre de 1987




Posdata de 2020

Había hecho traer de Brasil las araucarias; rodeaban el palacio en el medio del monte entrerriano, a unos 50 km de Concepción del Uruguay. Esos árboles soportaban el calor húmedo del verano, y el frío del invierno, con sus ramas llenas de nidos de horneros, zorzales y calandrias.

Esa mañana le pidió a Justina, que trajera el mate cocido de la cocina al patio porque el otoño se desparramaba desde el parral, hacia una luz sin nombre que está más allá de todas las cosas. Muchas cosas tenía para pensar. Su archienemigo, Domingo Faustino Sarmiento, gobernaba el país; país, que el cómo ninguno contribuyó a ordenar. Sabía que era muy rico, y sus negocios prosperaban cada día más. Muchas preocupaciones, sin embargo, le traían.

En esas triquiñuelas estaba, cuando llegó la hora de almorzar, e hizo carnear un cordero. Hoy quería comer carne mansa y resbalosa. Recordaba muy claramente los cañones brasileños destruyendo Paysandú, y cómo desde la costa miraban y esperaban de San José. Y, en San José, clamoroso silencio. Silencio que se volvería a repetir con la guerra del Paraguay, guerra que él no quería. Yo reuní las tropas entrerrianas en Basualdo, pero la soldadesca, ellos sí, que no querían pelear contra los hermanos paraguayos, era un viento que traían el Paraná y el Uruguay, un elam, un hálito común, un ethos.




“El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829

por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:” (a)

“Zumban las balas en la tarde última.

Hay viento y hay cenizas en el viento,

se dispersan el día y la batalla

deforme, y la victoria es de los otros.

Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.

Yo, que estudié las leyes y los cánones,

yo, Francisco Narciso de Laprida,

cuya voz declaró la independencia

de estas crueles provincias, derrotado,

de sangre y de sudor manchado el rostro,

sin esperanza ni temor, perdido,

huyo hacia el Sur por arrabales últimos.”




Era el 22 de Junio de 1889, Ricardo López Jordán, almorzó con su familia –su mujer y siete hijos-, contentos de estar todos juntos, después de su prisión, y largo exilio en Montevideo. El indulto de, Juarez Celman, lo había devuelto al país. Estaba haciendo los trámites para que le devolvieran el cargo de general, en el ejército. Él, Ricardo López Jordán, había sido el promotor de la última montonera federal, y, Sarmiento, había reprimido con mano de hierro, fusiles Rémington a repetición, y cañones Krupp. Siempre recordaba la batalla de Pavón, el ala derecha del ejército de Urquiza, que siguió combatiendo hasta el final, a pesar que éste se retirara mientras iba ganando la batalla. ¡Qué oscura grandeza pretendía Urquiza! ¡Entregarle el país a Buenos Aires y a Bartolomé Mitre! ¡Qué oscuro pacto masónico había detrás!

A mediados de septiembre de 1888, había visto pasar “el cadáver de su enemigo” rumbo a la recoleta, había visto pasar la cureña en un cortejo majestuoso, que se vistió oficialmente para despedir a Domingo Faustino Sarmiento. Y Sarmiento, lo habrá divisado entre la multitud, él que se llevaba a la tumba, el secreto de los verdaderos autores del crimen de Urquiza?




“Como aquel capitán del Purgatorio

que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,

fue cegado y tumbado por la muerte

donde un oscuro río pierde el nombre,

así habré de caer. Hoy es el término.

La noche lateral de los pantanos

me acecha y me demora. Oigo los cascos

de mi caliente muerte que me busca

con jinetes, con belfos y con lanzas.

Yo que anhelé ser otro, ser un hombre

de sentencias, de libros, de dictámenes

a cielo abierto yaceré entre ciénagas;

pero me endiosa el pecho inexplicable

un júbilo secreto. Al fin me encuentro

con mi destino sudamericano.”




Después de comer, se acostó a dormir la siesta, Don Justo, siempre dormitaba hasta eso de las 17hs. Ni bien se levantó hizo preparar unos mates. Muchas vidas se había cobrado, Don Justo, y guardaba muchas afrentas; pero mayores afrentas guardaban sus enemigos. Y ese Sarmiento, ir a visitarlo a su palacio, para sentirse presidente, recorriendo el río Uruguay, en un barco que se llamaba "Pavón". ¡Qué rencor los entrerrianos!

Los negocios y la riqueza ponen calmo a uno, lo sosiegan, aunque tenga muchos hijos. Había servido a su país, y a su provincia. Sin embargo, tenía muy claro que tenía muchos enemigos. Rosas, ya no; pero los Rosistas que quedaban, los federales en serio no atrapados por grandes negocios. Esos tenían motivos.

La tibieza del mate en la mano era como un refugio más de todos los que se había construido. Estaba bien guarnecido. Tenía muchos guardias que lo custodiaban.

El cielo mantenía la cautela de la compostura de su estampa. La tinta que los escritores iban a derramar después dibujaba manchas en la tierra.

Lo sobresaltó el ruido de una caballada pareja que se acercaba al Palacio. Mataron los guardias y entraron a los gritos y balazos, intentó ir a buscar un arma, pero lo atravesó una recia puñalada, y varios disparos: -No se mata a un caudillo en su casa. Apoyó su mano ensangrentada en la pared del Palacio y se derrumbó de bruces sobre el patio. 




“A esta ruinosa tarde me llevaba

el laberinto múltiple de pasos

que mis días tejieron desde un día

de la niñez. Al fin he descubierto

la recóndita clave de mis años,

la suerte de Francisco de Laprida,

la letra que faltaba, la perfecta

forma que supo Dios desde el principio.

En el espejo de esta noche alcanzo

mi insospechado rostro eterno. El círculo

se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.”




Después de comer, Ricardo López Jordán, caminó por calle Esmeralda hacia la casa de su amigo, Domingo Salvatierra, al pasar por nro. 562(") , furtivamente, Aurelio Casas, y por la espalda, le dispara dos tiros en la cabeza, y aquel cae pesadamente a la vereda. Aurelio Casas dijo que había vengado la muerte de su padre, Zenón Casas.




“Pisan mis pies la sombra de las lanzas

que me buscan. Las befas de mi muerte,

los jinetes, las crines, los caballos,

se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,

ya el duro hierro que me raja el pecho,

el íntimo cuchillo en la garganta.”




Gritos de: ¡Viva, López Jordán! ¡Viva, López Jordán!

1987-2020


(") Esmeralda al 562 era la casa de un hijo de Justo José de Urquiza, Diógenes Urquiza. Aurelio Casas estuvo 30 años en prisión, hasta que en 1919, Hipólito Yrigoyen, lo indultó. A la familia de Aurelio Casas, otro hijo de Urquiza, Justo le hizo una elevada donación de dinero. Nunca fueron llamados a declarar en el juicio sobre el asesinato de Ricardo López Jordán, cuando hay varios testigos que cuentan que, Aurelio, había sido contratado por los Urquiza.

(a) Poema conjetural, Jorge Luis Borges

sábado, 19 de diciembre de 2020

SÁBADO por Claudio Javier Castelli

 


Y un sábado cualquiera del dos mil once, entre los dos perros presurosos por salir, con su familia reposada y su hija mayor estudiando con él, se acordó de ella, fue una voz agónica repitiéndose en los vívidos caminos de la nostalgia, no queda de aquel viejo cuadro, más que la espuma de las olas orillándole los pies, alguien sabrá, acaso ella, que estas pequeñas palabras le pertenecen...

sábado, 12 de diciembre de 2020

MISTERIO por Claudio Javier Castelli para Vagos y Derecho

 


¡Qué misterio es una canción! Esos dos o tres minutos, un tema ¿Por qué cautiva tanto qué es lo que hay detrás?

Uno, a pesar de todas las dificultades y contrariedades de la vida, puede ser muy feliz en esos tres minutos. Hay algo del reino de Dios, una epifanía se manifiesta en una canción. 

¡Qué grandiosidad la música, qué hálito despierta! Nos saca del trajinar cotidiano y nos arroja a un reino sosegado y perfecto. 

Algo así como el “Topus Uranus”, algo, un retazo, un escorzo de la eternidad adviene ante nosotros. Eso quería decir, eso nada más.

2013-2020

sábado, 5 de diciembre de 2020

NEGACIÓN por Roberto Sutil(") para Vagos y Derecho

 


Por vos entendí el significado de jugar a la pelota. La alegría de los pobres. La representación de clase.

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

El juego, la gambeta, la magia, la comba, lo indescifrable, el orgullo, la pasión, lo nacional, el himno, lo auténtico, lo majestuoso, lo dionisiaco, el olimpo…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

La contradicción como rebeldía, la mano tendida como filosofía de vida, ver de rodillas a los que nunca lo hacen…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

La mochila, la espalda pesada, los buitres, los crucificadores. Mi pura intención de decirte gracias.

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

Bancar a los débiles, pararte en la vereda incomoda, soñar, siempre soñar con utopías y hacerlas posibles. Oír “mi papá llora por Diego”. 

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

Saltar, gritar “maradoooo”, pensarte en asados, sentirte de los nuestros, caminar tus senderos…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

Negar, resignarme, llorar, hablar, preguntar, volver a llorar, resignificarte, quererte más, reafirmar tu grandeza, imaginar ese abrazo en falta…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

¿Será verdad? No me estará engañando con su amague ese pelusa atorrante… Sos y serás el mejor ¿te lo dije?

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

La pelota, la cancha, la tribuna, el chori, el sudor, la camiseta, el diez, los botines, la disfonía en el bondi de regreso, el trapo con tu cara sacudiendo en la ventanilla.

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

El pueblo, los suburbios, las villas, los envases, el riachuelo, el agua contaminada, el hambre, los pibes descalzos, los cebollitas, los pisos de tierras, las chapas, los cartones, los mocos, los vencidos, los carros, el bombo, las marchas, el potrero, las calles de tierra, las derrotas constantes a los anónimos explotados por el capitalismo, a los que vos les diste quizás las únicas alegrías y triunfos. 

¿Cómo que Dios ha muerto?

¿Y ahora cómo seguimos sin Dios?

(")Abogado, autor de varios poemas inéditos, que en su origen se remontan hasta su infancia donde su participación en el grupo de teatro G.I.D.I. de la ciudad de Lincoln, de donde es oriundo, lo condujo a transitar por la escritura para poner en palabras el anónimo aroma de los sin voces. Junto a su búsqueda teatral en aquel grupo  como sus cursos en teatro Rambla de La Plata, ciudad en la que reside, lo literario fue movilizando cada uno de los actos del devenir histórico.