sábado, 26 de diciembre de 2020

11 DE ABRIL DE 1870 y POSDATA DE 2020 por Claudio Javier Castelli para Vagos y Derecho

 



11 de abril de 1870

zumban las balas en la tarde última

Jorge Luis Borges




talas elevando voces de las aguadas,

gritos de teros atardeciendo pastos,

araucarias adormeciendo gemidos de paysandú,

apenas los últimos cañones,

apenas nada,

pavón sentido

como la deserción de basualdo,

un paraguayo reprocha silencios,

mirada deteniéndose en bandadas de palomas,

tibiezas de mates,

la tinta derramada después por escritores

dibujaba manchas en la tierra,

el cielo mantenía la cautela

de la compostura de su estampa,

desde lejos esperaba la partida,

su antigua venganza,

la vio entrar al palacio

con pistolas y caballos

-no se mata a un caudillo en su casa,

voz mezclándose en disparos

y sangre cuchillos,

gritos de viva lópez jordán,

viva lópez jordán.

Palacio San José, diciembre de 1987




Posdata de 2020

Había hecho traer de Brasil las araucarias; rodeaban el palacio en el medio del monte entrerriano, a unos 50 km de Concepción del Uruguay. Esos árboles soportaban el calor húmedo del verano, y el frío del invierno, con sus ramas llenas de nidos de horneros, zorzales y calandrias.

Esa mañana le pidió a Justina, que trajera el mate cocido de la cocina al patio porque el otoño se desparramaba desde el parral, hacia una luz sin nombre que está más allá de todas las cosas. Muchas cosas tenía para pensar. Su archienemigo, Domingo Faustino Sarmiento, gobernaba el país; país, que el cómo ninguno contribuyó a ordenar. Sabía que era muy rico, y sus negocios prosperaban cada día más. Muchas preocupaciones, sin embargo, le traían.

En esas triquiñuelas estaba, cuando llegó la hora de almorzar, e hizo carnear un cordero. Hoy quería comer carne mansa y resbalosa. Recordaba muy claramente los cañones brasileños destruyendo Paysandú, y cómo desde la costa miraban y esperaban de San José. Y, en San José, clamoroso silencio. Silencio que se volvería a repetir con la guerra del Paraguay, guerra que él no quería. Yo reuní las tropas entrerrianas en Basualdo, pero la soldadesca, ellos sí, que no querían pelear contra los hermanos paraguayos, era un viento que traían el Paraná y el Uruguay, un elam, un hálito común, un ethos.




“El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829

por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:” (a)

“Zumban las balas en la tarde última.

Hay viento y hay cenizas en el viento,

se dispersan el día y la batalla

deforme, y la victoria es de los otros.

Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.

Yo, que estudié las leyes y los cánones,

yo, Francisco Narciso de Laprida,

cuya voz declaró la independencia

de estas crueles provincias, derrotado,

de sangre y de sudor manchado el rostro,

sin esperanza ni temor, perdido,

huyo hacia el Sur por arrabales últimos.”




Era el 22 de Junio de 1889, Ricardo López Jordán, almorzó con su familia –su mujer y siete hijos-, contentos de estar todos juntos, después de su prisión, y largo exilio en Montevideo. El indulto de, Juarez Celman, lo había devuelto al país. Estaba haciendo los trámites para que le devolvieran el cargo de general, en el ejército. Él, Ricardo López Jordán, había sido el promotor de la última montonera federal, y, Sarmiento, había reprimido con mano de hierro, fusiles Rémington a repetición, y cañones Krupp. Siempre recordaba la batalla de Pavón, el ala derecha del ejército de Urquiza, que siguió combatiendo hasta el final, a pesar que éste se retirara mientras iba ganando la batalla. ¡Qué oscura grandeza pretendía Urquiza! ¡Entregarle el país a Buenos Aires y a Bartolomé Mitre! ¡Qué oscuro pacto masónico había detrás!

A mediados de septiembre de 1888, había visto pasar “el cadáver de su enemigo” rumbo a la recoleta, había visto pasar la cureña en un cortejo majestuoso, que se vistió oficialmente para despedir a Domingo Faustino Sarmiento. Y Sarmiento, lo habrá divisado entre la multitud, él que se llevaba a la tumba, el secreto de los verdaderos autores del crimen de Urquiza?




“Como aquel capitán del Purgatorio

que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,

fue cegado y tumbado por la muerte

donde un oscuro río pierde el nombre,

así habré de caer. Hoy es el término.

La noche lateral de los pantanos

me acecha y me demora. Oigo los cascos

de mi caliente muerte que me busca

con jinetes, con belfos y con lanzas.

Yo que anhelé ser otro, ser un hombre

de sentencias, de libros, de dictámenes

a cielo abierto yaceré entre ciénagas;

pero me endiosa el pecho inexplicable

un júbilo secreto. Al fin me encuentro

con mi destino sudamericano.”




Después de comer, se acostó a dormir la siesta, Don Justo, siempre dormitaba hasta eso de las 17hs. Ni bien se levantó hizo preparar unos mates. Muchas vidas se había cobrado, Don Justo, y guardaba muchas afrentas; pero mayores afrentas guardaban sus enemigos. Y ese Sarmiento, ir a visitarlo a su palacio, para sentirse presidente, recorriendo el río Uruguay, en un barco que se llamaba "Pavón". ¡Qué rencor los entrerrianos!

Los negocios y la riqueza ponen calmo a uno, lo sosiegan, aunque tenga muchos hijos. Había servido a su país, y a su provincia. Sin embargo, tenía muy claro que tenía muchos enemigos. Rosas, ya no; pero los Rosistas que quedaban, los federales en serio no atrapados por grandes negocios. Esos tenían motivos.

La tibieza del mate en la mano era como un refugio más de todos los que se había construido. Estaba bien guarnecido. Tenía muchos guardias que lo custodiaban.

El cielo mantenía la cautela de la compostura de su estampa. La tinta que los escritores iban a derramar después dibujaba manchas en la tierra.

Lo sobresaltó el ruido de una caballada pareja que se acercaba al Palacio. Mataron los guardias y entraron a los gritos y balazos, intentó ir a buscar un arma, pero lo atravesó una recia puñalada, y varios disparos: -No se mata a un caudillo en su casa. Apoyó su mano ensangrentada en la pared del Palacio y se derrumbó de bruces sobre el patio. 




“A esta ruinosa tarde me llevaba

el laberinto múltiple de pasos

que mis días tejieron desde un día

de la niñez. Al fin he descubierto

la recóndita clave de mis años,

la suerte de Francisco de Laprida,

la letra que faltaba, la perfecta

forma que supo Dios desde el principio.

En el espejo de esta noche alcanzo

mi insospechado rostro eterno. El círculo

se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.”




Después de comer, Ricardo López Jordán, caminó por calle Esmeralda hacia la casa de su amigo, Domingo Salvatierra, al pasar por nro. 562(") , furtivamente, Aurelio Casas, y por la espalda, le dispara dos tiros en la cabeza, y aquel cae pesadamente a la vereda. Aurelio Casas dijo que había vengado la muerte de su padre, Zenón Casas.




“Pisan mis pies la sombra de las lanzas

que me buscan. Las befas de mi muerte,

los jinetes, las crines, los caballos,

se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,

ya el duro hierro que me raja el pecho,

el íntimo cuchillo en la garganta.”




Gritos de: ¡Viva, López Jordán! ¡Viva, López Jordán!

1987-2020


(") Esmeralda al 562 era la casa de un hijo de Justo José de Urquiza, Diógenes Urquiza. Aurelio Casas estuvo 30 años en prisión, hasta que en 1919, Hipólito Yrigoyen, lo indultó. A la familia de Aurelio Casas, otro hijo de Urquiza, Justo le hizo una elevada donación de dinero. Nunca fueron llamados a declarar en el juicio sobre el asesinato de Ricardo López Jordán, cuando hay varios testigos que cuentan que, Aurelio, había sido contratado por los Urquiza.

(a) Poema conjetural, Jorge Luis Borges

sábado, 19 de diciembre de 2020

SÁBADO por Claudio Javier Castelli

 


Y un sábado cualquiera del dos mil once, entre los dos perros presurosos por salir, con su familia reposada y su hija mayor estudiando con él, se acordó de ella, fue una voz agónica repitiéndose en los vívidos caminos de la nostalgia, no queda de aquel viejo cuadro, más que la espuma de las olas orillándole los pies, alguien sabrá, acaso ella, que estas pequeñas palabras le pertenecen...

sábado, 12 de diciembre de 2020

MISTERIO por Claudio Javier Castelli para Vagos y Derecho

 


¡Qué misterio es una canción! Esos dos o tres minutos, un tema ¿Por qué cautiva tanto qué es lo que hay detrás?

Uno, a pesar de todas las dificultades y contrariedades de la vida, puede ser muy feliz en esos tres minutos. Hay algo del reino de Dios, una epifanía se manifiesta en una canción. 

¡Qué grandiosidad la música, qué hálito despierta! Nos saca del trajinar cotidiano y nos arroja a un reino sosegado y perfecto. 

Algo así como el “Topus Uranus”, algo, un retazo, un escorzo de la eternidad adviene ante nosotros. Eso quería decir, eso nada más.

2013-2020

sábado, 5 de diciembre de 2020

NEGACIÓN por Roberto Sutil(") para Vagos y Derecho

 


Por vos entendí el significado de jugar a la pelota. La alegría de los pobres. La representación de clase.

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

El juego, la gambeta, la magia, la comba, lo indescifrable, el orgullo, la pasión, lo nacional, el himno, lo auténtico, lo majestuoso, lo dionisiaco, el olimpo…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

La contradicción como rebeldía, la mano tendida como filosofía de vida, ver de rodillas a los que nunca lo hacen…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

La mochila, la espalda pesada, los buitres, los crucificadores. Mi pura intención de decirte gracias.

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

Bancar a los débiles, pararte en la vereda incomoda, soñar, siempre soñar con utopías y hacerlas posibles. Oír “mi papá llora por Diego”. 

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

Saltar, gritar “maradoooo”, pensarte en asados, sentirte de los nuestros, caminar tus senderos…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

Negar, resignarme, llorar, hablar, preguntar, volver a llorar, resignificarte, quererte más, reafirmar tu grandeza, imaginar ese abrazo en falta…

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

¿Será verdad? No me estará engañando con su amague ese pelusa atorrante… Sos y serás el mejor ¿te lo dije?

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

La pelota, la cancha, la tribuna, el chori, el sudor, la camiseta, el diez, los botines, la disfonía en el bondi de regreso, el trapo con tu cara sacudiendo en la ventanilla.

¿Cómo que Dios ha muerto, quién lo dice?

El pueblo, los suburbios, las villas, los envases, el riachuelo, el agua contaminada, el hambre, los pibes descalzos, los cebollitas, los pisos de tierras, las chapas, los cartones, los mocos, los vencidos, los carros, el bombo, las marchas, el potrero, las calles de tierra, las derrotas constantes a los anónimos explotados por el capitalismo, a los que vos les diste quizás las únicas alegrías y triunfos. 

¿Cómo que Dios ha muerto?

¿Y ahora cómo seguimos sin Dios?

(")Abogado, autor de varios poemas inéditos, que en su origen se remontan hasta su infancia donde su participación en el grupo de teatro G.I.D.I. de la ciudad de Lincoln, de donde es oriundo, lo condujo a transitar por la escritura para poner en palabras el anónimo aroma de los sin voces. Junto a su búsqueda teatral en aquel grupo  como sus cursos en teatro Rambla de La Plata, ciudad en la que reside, lo literario fue movilizando cada uno de los actos del devenir histórico.

viernes, 27 de noviembre de 2020

CAPITÁN DEL MUNDO por Josefina Minatta para Vagos y Derecho

 


La noche viaja por un túnel gris

Perros aúllan como lobos

No sé si vi fantasmas o dragones

Pero muchas pelotas rodaban como meteoritos

Llovieron lágrimas

llovieron estadios

Llovieron goles en lunfardo o italiano


Brotaron aplausos desde los balcones

Hubo altares sentidos en los rincones pobres

Y aunque anunciaron un adiós posible

aunque hubo palabras y recordatorios

Hubo decreto de duelo nacional como poema

La pesadilla no termina desde entonces

Se murió el fútbol y se murió la infancia

Capitán del mundo, barrilete cósmico

Tu recuerdo en mí

Los nudos de Pilatos de mí madre embarazada

Era un living poblado de hermanos de vecinos de cualquiera que pasaba

Los gritos, los festejos y Jorge Burruchaga

La caravana en la caja de una Ford

En una Federal siempre escasa de sucesos

Mí querida pequeña ciudad

Adonde sin embargo había llegado en el 86

Un huracán

Esa oleada de júbilo ese estallido

Esa felicidad invasiva, plena, colectiva

Esa explosión de la mano de dios,


Esa fiesta, mira vos

cómo se atesora la alegría niña


pero esta noche no hay fútbol en la esquina

Se fue la dignidad la gambeta la ironía

Cómo podría dormir si aúllan todos como lobos

Si ruedan las pelotas como meteoritos tristes

Si los botines están huérfanos

Si llego el fin de la infancia con tu muerte, Diego

Que es mentira.


J. Minatta, C. Del Uruguay

(") La autora es abogada y miembra del Ministerio Público de la Nación.

viernes, 20 de noviembre de 2020

El fruto y la muralla* por Susana Peñalva (") para Vagos y Derecho

 

© François Bordes, Martres-Tolosane, enero 2020.

¡Oh madres de héroes!,


¡oh origen de torrentes arrebatadores!**




Denso rumor de un tiempo… la tierra en vacaciones

que el fuerte aire de Ronda ha despertado al sur...

¿Es justo que el silencio pueble la letanía

que acusan los olivos? ¿Gredos es andaluz?




(Les dieux vivent toujours, ô terre d’Ionie,

et c’est toi qu’ils chérissent et qu’ils regrettent encore.***)




Ah! el joven que no canta y aprende las palabras

que acuerdan nuevos nombres al ancestral perdón...

¿Sabrá que la poesía de su infancia serrana

renace en las sandalias y es arabesco azul?




(Et parfois, imprécise, immatérielle, une Ombre d’éphèbe

frôle d’un pied léger le sommet de tes collines.***)




Mientras un fruto henchido palpite en la muralla

y el número de suerte orne la vid de dios,

cuando su huerto cobre aromas de lo sido…

resonará en la Alhambra rosa su dulce voz.




22 de agosto de 2001 - 8 de enero de 2020




* Escrito originalmente entre el 22 y el 26 de agosto de 2001, durante un viaje entre Ronda, Granada, Alicante y Madrid, este poema fue presentado más tarde, bajo otro título y con ligeras variantes – con el epígrafe de Rilke y sin los versos casi contemporáneos de Cavafy en intertexto –, al Concurso “Palabras al Viento” del Centro de Estudios Poéticos de Madrid (agosto de 2009), en el que fue semifinalista.

** Rainer M. Rilke (Praga, 1875 - Montreux, 1926), “Elegía VI” (Ronda, 1913 - Muzot, 1922), Elegías de Duino y Los Sonetos a Orfeo (1922), edición (y trad. del alemán) de Eustaquio Barjau, Ediciones Cátedra / Letras universales, Madrid, 1987, p. 95.

*** Constantin Cavafy (Alejandría, 1863-1933), « Ionique » (1911), Poèmes, trad. fr. del griego por Marguerite Yourcenar y Constantin Dimaras, nrf Poésie / Gallimard, París, 1958, y 1978 para la edición actualizada, p. 98. 

(") Susana Peñalva es doctora en Sociología por la Université Paris VIII, investigadora y traductora; autora de numerosos artículos de ciencias sociales, y de diversos poemarios inéditos en español y en francés.

viernes, 23 de octubre de 2020

FRAGMENTO DE UN INTERROGATORIO POR Claudio Javier Castelli




…Mire escribí ese libro aquejado por las noches, los amoríos, los desengaños, las drogas y el alcohol.


-¿Pero no se arrepiente Ud. de haber escrito ese libro?


-¿Por qué habría de arrepentirme? ¿Qué hay en aquello por lo cual un hombre debe arrepentirse de un libro? Me arrepiento, a veces, de ser cruel, de llenarme de ira. Sabe perdí muchas cosas con la bronca y el primer impulso.


-¿Pero no se arrepiente de haber consumido drogas?


-Bueno sí. No las podía dejar. Era una época extraña en mi vida y en el país. No le echo la culpa a la época. Pero… son cosas que pasaron.


-¿Pero Ud. pudo evitar publicar el libro 23 años después? ¿No lo deja muy desnudo ante el mundo?


-¿Desnudos? Desnudos estamos todos los días de nuestra vida ante los demás. ¿Quién habría de preocuparse?


-¿Y su Dios?


-Ud. se refiere al Dios cristiano por supuesto. Mi Dios es inmensamente misericorde. Por ejemplo lo disculpa a Ud. de este interrogatorio.


-Yo no creo en nada. Sólo respeto la autoridad que me envía a este interrogatorio. Son las reglas del sumario. Hay varios poemas en ese libro donde Ud. no es claro de lo que quiere decir.


-La claridad son las mañanas, el amanecer, el día después. Se disipan los fantasmas, las alegorías, la inquebrantable noche. Y aparecen las voces reales. Aun así sigue la vigilia. Igual te puede sorprender un contraluz, un solaz, una página en blanco, una canción, los ojos de tu mujer, la irreparable eternidad.

No entiendo este interrogatorio. Nadie lee poesía. Sin embargo la poesía nos acecha a cada segundo de todos los mortales, sólo basta abrir los ojos.


-Ocurre que Ud. quebrantó la ley de su Dios.


En el cristianismo no hay leyes. Dios es una experiencia sin esa experiencia de nada sirven los ritos y artificios. “La voz de Dios habla en cualquier lugar”. Aun en el vacío profundo, en la desolación más acendrada, en la rutina más perenne: nos habla. Es como la poesía. Hay que abrir los ojos nada más.


-¿Pero Ud. se dice hegeliano y Hegel era ateo?


-Esa es una leyenda que inventó la URSS y el marxismo occidental, sobre todo Kojeve, que influyó tanto en el marxismo existencialista francés y se difundió por estos lares. Nadie que haya leído a Hegel en profundidad puede decir eso.

Lo que pasa, como dice Xavier Zubiri, Hegel une al cristianismo con los griegos en el concepto de espíritu, lo remonta a la antigüedad y lo trae ante nosotros. ¿No hizo lo mismo San Pablo? Tan importante en Lutero y el luteranismo de Hegel.


-Pero Ud. es un místico ¿qué tiene que ver con tanto racionalismo que hay en Hegel?


-Me hizo acordar a un poema de Gaspar Nuñez de Arce:

(cito de memoria) “La razón tanto se encumbra

tan locamente camina,

que ya no es luz que ilumina

sino hoguera que deslumbra

al horror nos acostumbra

alzarse ante Dios desea

con el inextinguible anhelo

de derribarlo del cielo”.



Eso se creía en el siglo XIX. Ya nadie cree eso.

Ser místico es experimentar a Dios

como se experimenta la poesía.


-Ud. es peronista. Sabe que divide la sociedad.


-El peronismo es una tremenda nostalgia del Dios cristiano. Es un sueño que encanta nuestras mañanas. Vivía en la pluma de Moreno y de Sarmiento. En los deseos de Rosas, en el destino de Ricardo López Jordán y de Facundo Quiroga. En la ilusión de Pellegrini, en el alma de Yrigoyen, en la patria y universalismo de Jorge Luis Borges. El peronismo no hizo más que sintetizar, asumir (Aufheben) esa historia. Es una realidad que nos acecha como Dios y la poesía. No es que divide a la sociedad es que muchos se alejan del bien común.

¿A qué se deben todas estas preguntas? Estábamos hablando del libro.


-Su libro no es que perjudique a nadie. Pero nosotros, los guardianes, nos inquietamos aunque no venda un solo ejemplar.


-Dígame ¿soy libre?


-No, está condenado…


Hasta aquí el fragmento encontrado en un templo evangélico de la calle Lacarra, en Mataderos. Lo descubrió un hermano en la biblioteca dentro de un libro de Teología Sistemática, y se lo acercó al Pastor, quien no pudo determinar a qué concretamente se refería. Hacía mucho tiempo que no se realizaba ese tipo de Juicios, “cuya semejanza –esto lo introduce el lector- con la inquisición medieval católica no es mucha”. Otro hermano mentó a Calvino y el juicio de Servet.

El pastor le preguntó a pastores jubilados de ese templo y de la iglesia si sabían de ese fragmento, ninguno pudo barruntar nada.

Finalmente lo guardó en el mismo libro de la misma biblioteca de donde lo tomé y siempre lo llevo conmigo…inclusive los guardia cárceles me lo dejaron tener entre mis petates.

Frecuentemente lo leo en soledad, junto a la ventana, cuyos barrotes, no muy contiguos, permiten que entre un rayo de luz…

Octubre de 2020.



sábado, 26 de septiembre de 2020

EL TONO por Noé Jitrik


Quien se haya asomado por primera vez a la obra de Brahms y haya sentido y percibido algo propio e inequívoco en lo que escuchó no podrá no reconocerlo en escuchas posteriores. Si bien lo más corriente y accesible en un primer acercamiento son las sinfonías y los conciertos, algo semejante se reconoce en la vasta obra de cámara que compuso infatigablemente: una línea arranca en su primera obra, recala en sus sinfonías, la Primera, aunque cronológicamente no es su primer Opus, hasta las Sonatas para Clarinete y Piano, del Opus 120, que están casi en el final. Estas sonatas desencadenan las reflexiones que siguen.

Hay algo que une todas sus composiciones y, muy probablemente, es lo que provoca de entrada una sorpresa y aun una emoción muy particular; a falta de un lenguaje más preciso diría que es un sobresalto inventivo, un comienzo del discurso que es como una irrupción, un estremecimiento que siento, o me resuena, como un llamado, palabra que supone un sujeto emisor, en este campo un conjunto de sonidos, y virtuales receptores, preparados o no para comprenderlo.

Este llamado es muy diferente, creo, no puedo menos que comparar, de obras que le son contemporáneas, las estruendosas convocatorias wagnerianas que parecen recoger, casi como un intento realista, los llamados de los cazadores que se desplazan por los bosques de Baviera o de los héroes elegidos por los dioses. Brahms es otra cosa, eso que llamo “llamado”, difícilmente definible o describible o explicable, descansa, en principio, me refiero a las Sonatas, en la tarea del clarinete, el piano lo sostiene sin guiarlo ni encauzarlo, sólo apoyándolo, el piano parece atento a lo que el clarinete va emitiendo, simpatiza, comprende.


Sólo podría decir, con toda prudencia, que veo en ese llamado una relación con un genérico sentimiento romántico, lazo que ha permitido instalar su obra entera en ese lugar pese al clasicismo formal con que se lo distingue. Pero no me parece que sea una dramática “vox clamantis in deserto”, que intentara solicitar o declarar un padecimiento, un abandono o una esencial soledad, como es previsible en un espíritu romántico, sino tan sólo, y no es poca cosa, una presencia o presentación de un “yo” que me resisto a considerar románticamente confesional, tal como lo propondría una lectura apresurada e inmediata y de aquiescente crítica musical; en una mirada más psicoanalítica remitiría, en cambio, como primera inferencia, tal vez a una personalidad o, mejor quizás, a una subjetividad que devuelve en sonidos algo que hay en un adentro y que pugna por manifestarse, quien transmite sonidos se funde con los sonidos e intenta no desaparecer en ellos, el músico no compone sólo porque posee un saber, quiere sentirse y que se lo sienta como ser, fuera de las palabras, en un puro acto de reconocimiento.


De lo cual se desprenden en abanico varios temas; el primero, y básico, es si es válido este primer apunte, o sea si no hay objeción en extraer esa presencia de la musicalidad. Es una cuestión de interpretación, discutible por cierto pero ¿no podría decirse, sin rubor, que la música es también un discurso, equiparable a los verbales, más fácilmente reconocibles? Si lo es, aceptando todos los riesgos y animándome a establecer un vago paralelismo, o una audaz interdiscursividad, me atrevería a afirmar que la extrema contención en el aprovechamiento de las virtudes del instrumento sugiere un gesto algo mallarmeano, aunque no podría afirmar que haya existido una incidencia de una poética muy característica, la mallarmeana, sobre la otra, la de Brahms. No podría descartarse, entonces, que lo que era una afirmación dudosa se convierta en una posibilidad; se trataría, en consecuencia, de aproximarse a lo que en la propia materialidad de la música, ésta de Brahms, permite apuntar que se trata del brote de una subjetividad.


En este aspecto, una mera distribución de roles permite una aproximación consistente: el evidente protagonismo de un instrumento, el clarinete, como lo anticipé, que asume una especie de relato, muy diferente al que propone la gesta coral o sinfónica. Hay que señalar, de paso, que si bien la sinfonía pide gesta en su particular continuidad, nunca faltan en la obra de Brahms momentos en que la gesta da un paso atrás, es un remanso o un repliegue cuya manifestación establece un lazo con lo que singulariza las sonatas y su obra de cámara en general. Eso es lo que uniría toda su obra y la haría reconocible, concepto con el que comienza este trabajo.


Por cierto, el protagonismo también opera en la música clásica pero tiene otro alcance, resulta de una enunciación virtuosa, altamente tecnificada; en la música romántica su carga expresiva es mucho mayor, se deposita, como lo apunté en el comienzo, en el “yo” cuya presencia es uno de sus núcleos centrales pero no lo único que lo caracteriza, en el espacio romántico conviven junto con el sentimiento --expresado en varios planos, la representación, la adjetivación, el énfasis-- otros núcleos, la fuerza de la naturaleza también claramente expresada y articulada con ese “yo”, así como una dimensión social igualmente fuerte --el socialismo romántico. El romanticismo podría ser entendido, entonces, como un sistema que permite, deductivamente, definir múltiples poéticas particulares. No quizás del todo ésta.


Pero se trata de música y nos acercamos a ella mediante palabras, siempre insuficientes y al mismo tiempo dilatorias, alejadoras; no tenemos otro recurso o, mejor dicho, construimos recursos para decir lo indecible. En este caso, tratando de dar forma a una intuición que podría llegar a convertirse en concepto, admitiendo, en mi caso en particular, mi total ignorancia respecto del quehacer musical propiamente dicho, de su lenguaje y de los mecanismos que producen el sonido, que es el plano en el que dicha intuición encuentra de qué valerse.


Recupero, en esta instancia, la idea apuntada acerca de la subjetividad, algo que está más adentro y que intento perseguir mediante puentes virtuales que me permitirían llegar a ella, así como también lo que se reconoce en toda la obra de Brahms: es un tono lo que veo y me impresiona, nada más que eso, un tono, que, en una primera instancia, es algo semejante a un barniz, se descubre en lo inmediato pero no es algo que se aplique por azar, ni siquiera por intención.


Nada hay más común que el tono que tienen los enunciados; se distingue, cuando se registran, la procedencia de quienes enuncian, sin mayor dificultad, es quizás lo que más caracteriza el habla de regiones dentro de un mismo país, una cosa es el tono riojano y otra el entrerriano y ni hablar del castellano y el extremeño o del parisino y el marsellés. Es fácil comprender lo que es en los hechos de habla pero mencionarlo respecto de la música es otra cosa y, sin embargo, está, más allá de la indicación de una pertenencia.


Podemos reconocer un modo de encarar un enunciado o, en este caso, un fraseo musical, lo llamamos “entonación” y nos ayuda, si tiene un fuerte carácter y se reitera, a situarnos, hasta nos permite memorizarlo aunque creamos que memorizamos la frase o la melodía; las acompaña, no se les impone y nos induce a atribuirles matices, estados de ánimo, tonos alegres o tristes, claros o sombríos, euforia o desánimo. ¿De qué depende o cómo se produce? No lo sé, creería que depende de una subjetividad que no encuentra otro camino para manifestarse y que encuentra en un registro que se denomina, justamente, tonal, una salida. Unidad, entonces, irrecusable, imposible de abandonar, imposible de definir, es, en consecuencia, Brahms, pero tampoco sabemos quién es como no sabemos qué quiere decir la pugna de alguien que es o quiere ser.


viernes, 11 de septiembre de 2020

EL MURO por Claudio Javier Castelli



Hay una montaña de cosas
que quiero decirte,
por ejemplo:
¿por qué no me has querido?
Este ¿por qué? suena en esta noche
antiguo y vacío.

Por qué a las mujeres que no nos han querido
les reservamos las palabras,
si aquellas que nos han querido
son nuestras mejores compañeras.

Por qué queda un vacío inmenso,
un muro
y solo los muros son reales,
asibles cuando tanteamos en la oscuridad,
y la oscuridad es nuestra forma de ser,
cuando tanteamos en el vacío: ¡somos!

Ni siquiera sé si te he querido
solo que te busqué con pasión,
y era el viento lo que me devolvía,
el deshacerse de la noche esquelética,
y se desparramaba en hojaldre
y secas vainillas.

Me mantienen vivos: el trabajo semanal,
el hogar, los hijos, los ojos de Beatriz, 
Dios, Hegel, las palabras,
pero sobre todo una pasión inaccesible,
un recuerdo desnudo
que para vos pasó intrascendente.

Es la forma instantánea de la musa,
de la elegía.

Acaso este recuerdo no es real
es solo sublime y apocado
pero inmenso en la memoria
como un desdén ancestral
que me persigue desde mi niñez:
ella me sorprendía
con las colitas y el guardapolvos.

¿Qué estaré buscando en las palabras?
Si el destino nos vuelve a juntar
me encontraré con el tango
"Como dos extraños",
con las férulas vacías
de un invierno en verano
cuando sentimos frío al mediodía.

¿Qué tendrá tu recuerdo
que lo distingue de otras realidades?
El acaso pudo ser.

No es que me canse la sopa cotidiana,
no;
¿Las volutas de niebla
que nunca se disipan?
¿O el muro imposible?
Si todo lo que más desee 
se convertía en brumas y cenizas.
Guardo ese vacío como una melodía feliz.

¿Será el número tres
como mueca de la edad,
en la insistencia de Hegel,
y la santísima trinidad?

¿Será el número tres
que acobarda a los hombres?
¿O es algo que nunca existió
e inventó mi pasión
para poder hilvanar palabras?
¿Y las canciones que escucho al infinito?
¿O será nada más un día de juventud
un lento atardecer de verano?

Septiembre de 2020.-




lunes, 31 de agosto de 2020

A HUGO CORREA LUNA in memoriam por Claudio Javier Castelli

 


Escribíamos sobre las páginas vacías

del envés de una novela

que habías desechado.


Tus cumpleaños, raros acontecimientos

rebalsando de amigos, alcohol, palabras, cigarros

y una humareda enredada

que desvanecía los fantasmas

de la ternura de vivir.


Universo infinito de literatura 

cuando leías un texto con voz raspada,

con énfasis en los pasajes

donde nos desprendíamos 

de eso que llamamos mundo

para acceder a un delirio báquico

de palabras, comas, tres puntos,

y poesía.


Amabas la literatura norteamericana

y el barroco

vive este en tus novelas y poesía.


¿Qué tienen las palabras

cuando las dice un poeta?

se abren como se abren las puertas del cielo

en todas las religiones.


Tengo mucha nostalgia

de aquel taller de escritura de los ochenta

cuando todos eramos jóvenes.


¿Qué sabíamos nosotros

de la conjura que aguarda

en el humo de los cigarrillos?


¿Qué sabíamos nosotros

de lo que el país echó a andar?


Muchos descubrimos en tu taller

un laberinto sin hilo de Ariadna

para socorrernos del temblor de las palabras.


Pobres y torpes son las mías

van como exiguo homenaje

a todo lo que aprendimos.


Ahora le estarás recitando a Dios

un cuento de Carpentier, 

y éste asombrado, como dice Aristóteles de la Metafísica:

"siente envidia de los humanos"

cuando descubren el resplandor de lo sublime

y el soplo de lo sagrado.


1° de Septiembre de 2020.    


sábado, 29 de agosto de 2020

DUERMES por Claudio Javier Castelli para Vagos y Derecho



Ahora en este preciso instante de la noche

cuando me encuentro con un página en blanco tantos años después

sólo el vodka me devuelve una mujer dormida un amanecer

que contemplaba sabiendo que esos minutos de mis ojos

transcurrían pasajeros

hacia otro tiempo que es este veintisiete años después

lleno de sahumerios, música,

y un noctámbulo que se resiste vanamente a la intensidad del tiempo

y vuelve a vivir este momento como recuerdo de una página vacía

veintisiete años más tarde

y una premura de vivir y juventud

que solo cuando dormías titilaban en los hielos del vodka

cuyo sabor me hizo saber el presente continuo

de toda madrugada donde duermes

y juntos no compartimos el sueño.







sábado, 15 de agosto de 2020

"ITALIA" por Claudio Javier Castelli para Vagos y Derecho


a Tomas Sapia


Escuchaba, "Italia", por Andrea Bocelli, y un trompetista finísimo: Chris Botti,

viví tanto ese país

que al traerme el recuerdo 

de su cine glorioso

me acordé de todo lo que lo amabas.


Entonces nuestros diálogos y chistes

sobre nuestros jefes en la Superintendencia

a quienes, en nuestros guiones ficticios, 

hacíamos actuar en farsas italianas.


Hace quince años que no nos encontramos, 

llamadas perdidas, mensajes risueños en el whatsapp.


Te acordás cuando me pediste un libro

para enamorar una mujer

te dije: es infalible: "El amor en los tiempos del cólera";

tiempo después me pediste un libro para separarte.


Creía que sabía cine

porque amaba y amo el cine italiano,

pero me enseñaste directores imposibles de toda Europa,

y todo el cine argentino.


Me dijiste que tenías miles de películas,

en tu casa de Quilmes,

Allí pusiste un videoclub;

cuando me lo contabas

recordaba aquel mundial de fútbol en la Super

en que jugaban: Argentina-Inglaterra

y todo el país fue subyugado

por un chauvinismo razonable;

mientras mirábamos el partido

dos distinguidos abogados, 

de reaseguradoras extranjeras nos interrumpieron

para hacer una oscura trapisonda,

que ambos rechazamos.


Vos no quisiste quedarte, te fuiste

y te quedaste deambulando en la estación de trenes de Quilmes

lanzando al cielo tu portafolio, en el medio de aquel estrépito.

Detestabas el fútbol, los negocios

y la pasión desenfrenada.


¡Qué extraño es todo esto, Tomas!


Yo debí condenarte en aquel  sumario desopilante

que te hicieron. Debí abrazar el círculo de los ganadores

y vos el castigo injusto. Los guardianes y los dirigentes

me lo pedían: ¡Debe condenarse al manso de corazón!

Cuando no formulé acusación y estallaron los expedientes y los silencios,

abracé nuestro destino.


Hay un no, como dice, Konstantino Kavafis,

que nos marca para siempre.

El mismo que elegiste vos

 y ¡Cuánto te admiro!

Los que dicen no y otra vez no

están perdonados por Dios.

Disculpame que lo nombre

ya sé que no creés,

pero no puedo, toda la gracia de este mundo

y de los justos viene de él,

aunque no lo sepan,

aunque no lo quieran.


Solamente pude recomendarte el film "La Promesa"-Das Verprechen-,

de Margarette von Trotta:

ambos la habremos visto más de diez veces

y siempre una lágrima.

No sé si son los personajes de esa película,

la música, el guión, las imágenes, la actriz,

o el amor de Florentino Ariza por Fermina Daza,

o alguna lejana penumbra con nuestra novias, 

o el opaco reflejo de los sahumerios,

o las voces que nos parece escuchar al amanecer,

o un vaso con agua en la cocina de nuestras casas,

que retumban como árboles, 

lo que nos hace decir no,

y otra vez no.


Viernes 15 de Agosto de 2020.



























 

sábado, 25 de julio de 2020

CONFESIÓN DE MADRUGADA por Claudio Javier Castelli



El peronismo también es el General Perón a los setenta y tantos años fumando un cigarrillo.

Susana, como siempre los viernes, mucha música, retazos de cigarrillos negros y un monólogo de vigilia. Tuve muchos diálogos de intermitentes certezas y placeres. No reside ahí la cosa. Pero de todas maneras no. Ni siquiera me convence la nostalgia y el clamor de besos y susurros. 

Solo cuando enciendo un cigarrillo negro me parece estar en un presente que se disloca. Tampoco el viejo poema de hilvanar versos. No, tampoco. Ni unos ojos vivaces que acompañan mis ya largos años. Ni muchos menos la premura de la juventud.

A veces las canciones me distraen pero tampoco me sorprenden. Solo me entusiasman la eternidad y las limosnas de infinito. Pero sigue inquieta la noche. Cada tanto, mis dedos mecanógrafos se animan pero a poco de andar se cansan. 

¿Será lo avanzado de la noche?. ¿Los sesenta y dos años?. ¿El denuedo político?. ¿Las incansables compañías? Ya desahuciado invoco a Dios. Pero vuelvo a descansarme. Entonces enciendo otro cigarrillo negro. Ni la autodestrucción ni la insistencia me conmueven. 

Persistente, pienso en la belleza que tanto me embriagara. Pero no. Ni mucho menos el transcurrir de la noche. Ni el tiempo político. Ni la piedad. Ni la poesía. Ni mi rostro en el soliloquio. Ni siquiera nuestra vieja amistad. 

¿Serán todas esas cosas y ninguna por separado? A veces, pienso que en el gesto de la piedad cristiana dándose como limosna sin esperar nada anidamos todos nosotros. Entonces enciendo otro cigarrillo negro y tomo un trago de vodka.

Pero no. ¿La felicidad será todo esto que llega hasta aquí en la noche?. ¡Qué ingenuos los placeres y los telegramas! La pasión que tanto me deslumbrara apenas es un mendrugo esta madrugada. 

¿Y Hegel? A quien mucho frecuenté estos últimos treinta años me acurruca alguna pasión. Es sólo el ejercicio de escribir sin esperanzas ni tristeza lo que me acobarda. Borges, que quería ser valiente, es solo una sonrisa a tientas. 

Nuestro país, que seguro añorás sin dados a tirar desde París y yo en Buenos Aires, nos representa algo. ¡Qué ingenua y pasajera es la pereza! ¿Y todos aquellos que imaginan encontrar abismos en las palabras? Pero no. El odio y el amor tan perennes entre los mortales me parecen páginas y acápites. Algún psicoanalista hablará de narcisismo y algunas otras insustancialidades.

Susana recibe al menos esta confesión nocturna, al decir borgeano,  "como un intercambio de símbolos" de alguien que creyó encontrar el absoluto tantas veces, y enseguida se desgranaba en vulgar relatividad.

Recibe también el mero transcurrir, la inobservancia, el destemple, los sueños de la historia. Pero no te engañes. Es sólo ejercicio noctámbulo. 

Entonces una canción me distrae un momento remoto y feliz. Acaso también el transcurrir sea solo distracción de los poetas y melancólicos. Tendría que repetir algún poeta de aquellos que tanto me conmovieron. Pero no. 

Es sólo confesión de madrugada. 

Te mando un saludo atento y armonioso. 

Buenos Aires, madrugada del veinticinco de Julio de 2020-

Chuni


(“) Nacido en La Paz, Entre Ríos, el 16 de Diciembre de 1957, abogado penalista (UBA), maestrando de filosofía del derecho (UBA), periodista egresado de la Escuela de Periodistas del Círculo de la Prensa, ex docente del Departamento de Derecho Penal y Procesal de la Facultad de Derecho de la UBA, ex docente de Introducción a la Sociedad y el Estado materia obligatoria del CBC. Miembro fundador del INECIP (Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales), miembro de la Comisión Directiva del CIPCE (Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica) y colaborador desde su fundación en 2003 del CEPPAS (Centro de Políticas Públicas para el Socialismo). Ex miembro de la Justicia Nacional en lo Criminal y Correccional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ex Asesor Jurídico del CAEP (Centro de asuntos y estudios Penales del Banco Central República Argentina), ex Asesor Jurídico de la Superintendencia de Seguros de la Nación, ex Asesor Jurídico en la Unidad de Información Financiera, ex Asesor de la Biblioteca Doctor Raymundo Miguel Salvat, actualmente es Director de Litigios Penales de la Unidad de Información Financiera. En toda esa actuación laboral desempeñó y desempeña su profesión en el área criminal económica, criminal financiera. Ha publicado numerosos artículos de derecho Penal, Filosofía, Política, Literatura y Poesía, en libros y revistas, así como en los dos blog de los cuales es editor: vagosyvagasperonistas.blogspot.com y vagosyderecho.blogspot.com . Concurrió durante varios años al Taller de Escritura de Hugo Correa Luna, posteriormente del poeta Enrique Blanchard, y finalmente de los poetas Daniel García Helder y Arturo Carrera. -Libros: -"Todo y Nada”, Ediciones de la Cantiga, 1990, Bs. As. -"LLueve en las raíces. Trilogía poética de fin de siglo”, Ediciones del Jinete Insomne, Bs. As, 2018. Actualmente es Coordinador de la Agrupación Vagos y Vagas Peronistas.-

martes, 21 de julio de 2020

PARA VOS por Roberto Sutil



Cuando extraviado en el espesor de la niebla,

me sentí sin fuerzas, tu mano en el hombro,

me dio la presencia del viento para despejar el día.



Cuando creíste caer al vacío profundo,

sin esperanzas siquiera,

de encontrar sostén en la velocidad de la caída

mi brazo te sostuvo con firmeza.



Cuando mis limitaciones humanas

me cegaron de tal modo

que la oscuridad era impenetrable,

allí estabas alumbrando el camino.



Cuando te invadió el miedo

y de ausencias se colmo tu mundo

desparramando lágrimas inconsolables

mi pañuelo se acerco a tus ojos.



En mis silencios, en tus ruidos,

en mis excesos, en tus delirios,

en tus festejos, en mis alegrías,

Porque en tus momentos y los míos están los nuestros.



Porque nos desprendimos del sujeto,

para ser sensibilidad en esta vida.

Porque para el tiempo y quizás a su pesar,

existe la maravillosa reciprocidad de la amistad.



Roberto J. Sutil


Abogado, autor de varios poemas inéditos, que en su origen se remontan hasta su infancia donde su participación en el grupo de teatro G.I.D.I. de la ciudad de Lincoln, de donde es oriundo, lo condujo a transitar por la escritura para poner en palabras el anónimo aroma de los sin voces. Junto a su búsqueda teatral en aquel grupo  como sus cursos en teatro Rambla de La Plata, ciudad en la que reside, lo literario fue movilizando cada uno de los actos del devenir histórico.

sábado, 27 de junio de 2020

POST-COVID 19: ¿qué virtudes asumir? (IV), por Leonardo Boff

Este modo de vida sostenible se traduce en prácticas virtuosas que hacen real el modo sostenible de vivir. Son muchas las virtudes para otro mundo posible. Seré breve, ya que publiqué tres volúmenes con este mismo título "Virtudes para otro mundo posible" (Sal Terrae 2005-2006). Enumero 10 sin detallar su contenido, lo que nos llevaría lejos.

La primera es el cuidado esencial. Lo llamo esencial porque, según una tradición filosófica que proviene de los romanos, cruzó los siglos y adquirió su mejor forma con varios autores, especialmente en el núcleo central de Ser y Tiempo de Heidegger. En él se considera el cuidado como la esencia del ser humano. Es la condición previa para el conjunto de factores que permiten el surgimiento de la Vida. Sin cuidado, la Vida nunca irrumpiría ni podría sobrevivir. Algunos cosmólogos como Brian Swimme y Stephan Hawking vieron el cuidado como la dinámica misma del universo. Si las cuatro energías fundamentales no tuvieran el cuidado sutil de actuar sinérgicamente, no tendríamos el mundo que tenemos. Todo ser vivo depende del cuidado. Si no hubiésemos tenido el cuidado infinito de nuestras madres, no sabríamos cómo salir de la cuna y buscar nuestro alimento, ya que somos seres biológicamente carentes, sin ningún órgano especializado, necesitamos el cuidado de otros. Todo lo que amamos también lo cuidamos, y todo lo que cuidamos, lo amamos. Con respecto a la naturaleza significa una relación amistosa, no agresiva y respetuosa de sus límites.

La segunda virtud es el sentimiento de pertenencia a la Naturaleza, a la Tierra y al Universo. Somos parte de un gran Todo que nos desborda por todos los lados. Somos la parte consciente e inteligente de la naturaleza. Somos esa parte de la Tierra que siente, piensa, ama y venera. Este sentimiento de pertenencia nos llena de respeto, de asombro maravillado y de acogida.

La tercera virtud es la solidaridad y la cooperación. Somos seres sociales que no sólo viven, sino que conviven con otros. Sabemos por la bioantropología que fue la solidaridad y la cooperación de nuestros antepasados antropoides la que, al buscar alimentos y traerlos para el consumo colectivo, les permitió dejar atrás la animalidad e inaugurar el mundo humano. Hoy, en el caso del coronavirus, lo que nos está salvando es la solidaridad y la cooperación de todos con todos. Esta solidaridad debe comenzar por los últimos e invisibles, sin los cuales deja de ser inclusiva de todos.

La cuarta virtud es la responsabilidad colectiva. Ya hemos expuesto su significado más arriba. Es el momento de la conciencia en el que cada uno y toda la sociedad se dan cuenta de los efectos buenos o malos de sus decisiones y actos. Sería absolutamente irresponsable la deforestación descontrolada de la Amazonia porque desequilibraría el régimen de lluvias de vastas regiones y eliminaría la biodiversidad indispensable para el futuro de la vida. No necesitamos referirnos a una guerra nuclear cuya letalidad eliminaría toda la vida, especialmente la humana.

La quinta virtud es la hospitalidad como deber y como derecho. El primero en presentar la hospitalidad como un deber y un derecho fue Immanuel Kant en su famoso texto "En vista de la paz perpetua" (1795). Entendía que la Tierra es de todos, porque Dios no entregó propiedad de ninguna parte de ella a nadie. Pertenece a todos sus habitantes, que pueden caminar por todas partes. Cuando se encuentra a alguien, es el deber de todos ofrecer hospitalidad, como signo de pertenencia común a la Tierra, y todos tenemos derecho a ser acogidos, sin distinción alguna. Para Kant, la hospitalidad junto con el respeto de los derechos humanos constituirían los pilares de una república mundial (Weltrepublik). Este tema es de mucha actualidad, dado el número de refugiados y las muchas discriminaciones de diferentes clases. Tal vez sea una de las virtudes más urgentes en el proceso de planetización, aunque una de las menos vividas.

La sexta virtud es la convivencia de todos con todos. La convivencia es un hecho primario porque todos venimos de la convivencia que tuvieron nuestros padres. Somos seres de relación, que es lo mismo que decir que no vivimos, simplemente, sino que convivimos a lo largo del tiempo. Participamos de la vida de los demás, de sus alegrías y angustias. Sin embargo es difícil para muchos convivir con aquellos que son diferentes, ya sea de etnia, de religión, de partido político. Lo importante es estar abiertos al intercambio. Lo diferente siempre nos trae algo nuevo que nos enriquece o nos desafía. Lo que nunca podemos hacer es convertir la diferencia en desigualdad. Podemos ser humanos de muchas maneras diferentes, a la manera brasileña, italiana, japonesa, yanomami. Cada manera es humana y tiene su dignidad. Hoy, a través de los medios de comunicación cibernéticos, abrimos ventanas a todos los pueblos y culturas. Saber convivir con estas diferencias abre nuevos horizontes y entramos en una especie de comunión con todos. Esta convivencia implica también a la naturaleza, convivir con los paisajes, con los bosques, con los pájaros y los animales. No sólo para mirar el cielo estrellado, sino para entrar en comunión con las estrellas, porque de ellas venimos, y formamos un gran Todo. En definitiva, formamos una comunidad de destino común con toda la creación.

La séptima virtud es el respeto incondicional. Cada ser, por pequeño que sea, tiene valor en sí mismo, independientemente del uso humano. Albert Schweitzer, gran médico suizo que fue a Gabón, África, para atender a los hansenianos, desarrolló el tema en profundidad. Para él el respeto es la base más importante de la ética, porque incluye la acogida, la solidaridad y el amor. Debemos empezar por el respeto a nosotros mismos, manteniendo actitudes dignas y formas que despierten el respeto de los demás. Es importante respetar a todos los seres de la creación, porque ellos valen por sí mismos; existen o viven y merecen existir o vivir. Es especialmente valioso el respeto ante toda persona humana, pues es portadora de dignidad, de sacralidad y de derechos inalienables, sin importar de dónde provenga. Debemos un respeto supremo a lo sagrado y a Dios, el misterio íntimo de todas las cosas. Sólo ante Él podemos arrodillarnos y venerar, pues sólo ante Ella cabe esta actitud.

La octava virtud es la justicia social y la igualdad fundamental de todos. Justicia es más que dar a cada uno lo que es suyo: entre los humanos, la justicia es el amor y el mínimo respeto que debemos dedicar a los demás. La justicia social es garantizar lo mínimo a todas las personas, no crear privilegios, y respetar sus derechos en pie de igualdad, porque todos somos humanos y merecemos ser tratados humanamente. La desigualdad social significa injusticia social y, teológicamente, es una ofensa al Creador y a sus hijos e hijas. Tal vez la mayor perversidad que existe hoy en día sea la que deja a millones de personas en la miseria, condenadas a morir antes de tiempo. En este tiempo de coronavirus, se ha demostrado la violencia de la desigualdad social y la injusticia. Mientras algunos pueden vivir en cuarentena en casas o apartamentos adecuados, la gran mayoría de los pobres están expuestos a la contaminación y a menudo a la muerte.

La novena virtud es la búsqueda incansable de la paz. La paz es uno de los bienes más ansiados, porque, por el tipo de sociedad que construimos, vivimos en permanente competencia, con llamadas al consumo y a la exaltación de la productividad. La paz no existe en sí misma; es la consecuencia de valores que deben ser vividos previamente, los que dan como resultado esa paz. Una de las formas más acertadas de comprender la paz nos viene de la Carta de la Tierra, donde se dice: «La paz es la plenitud que resulta de las relaciones correctas con uno mismo, con otras personas, con otras culturas, con otras vidas, con la Tierra y con el Gran Todo del cual somos parte» (nº 16f). Como se puede ver, la paz es la consecuencia de relaciones adecuadas y el fruto de la justicia social. Sin estas relaciones y esta justicia sólo conoceremos una tregua, nunca una paz permanente.

La décima virtud es el cultivo del sentido espiritual de la vida. El ser humano tiene una exterioridad corporal mediante la cual nos relacionamos con el mundo y con las personas y tenemos también una interioridad psíquica donde se anidan, en la estructura del deseo, nuestras pasiones, los grandes sueños, y nuestros ángeles y demonios. Debemos controlar estos últimos y cultivar amorosamente los primeros. Sólo así podremos disfrutar del equilibrio necesario para la vida.

Pero también poseemos una profundidad, esa dimensión en la que residen los grandes interrogantes de la vida: ¿quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué podemos esperar después de esta vida terrenal? ¿Cuál es la Energía Suprema que sostiene el firmamento y mantiene nuestra Casa Común alrededor del Sol y la mantiene siempre viva para permitirnos vivir? Es la dimensión espiritual del ser humano, hecha de valores intangibles como el amor incondicional, la confianza en la vida, el coraje para enfrentar las inevitables dificultades. Nos damos cuenta de que el mundo está lleno de sentidos, que las cosas son más que cosas, son mensajes, y tienen otro lado invisible. Intuimos que hay una Presencia misteriosa que impregna todas las cosas. Las tradiciones religiosas y espirituales han llamado a esta Presencia con mil nombres, sin poder sin embargo descifrarla totalmente. Es el misterio del mundo que se remite al Misterio Abisal que hace que sea todo lo que es. Cultivar este espacio nos humaniza, nos hace más humildes y nos arraiga en una realidad trascendente, adecuada a nuestro deseo infinito.


Conclusión: ser simplemente humanos

La conclusión que sacamos de estas largas reflexiones sobre el coronavirus 19 es: debemos ser simplemente humanos, vulnerables, humildes, conectados entre sí, parte de la naturaleza y la porción consciente y espiritual de la Tierra con la misión de cuidar la herencia sagrada que hemos recibido, la Madre Tierra, para nosotros y para las generaciones futuras.

Son inspiradoras las últimas frases de la Carta de la Tierra: «Que nuestro tiempo sea recordado por el despertar de una nueva reverencia ante la vida, por el firme compromiso de alcanzar la sostenibilidad e intensificar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida».