a Tomas Sapia
Escuchaba, "Italia", por Andrea Bocelli, y un trompetista finísimo: Chris Botti,
viví tanto ese país
que al traerme el recuerdo
de su cine glorioso
me acordé de todo lo que lo amabas.
Entonces nuestros diálogos y chistes
sobre nuestros jefes en la Superintendencia
a quienes, en nuestros guiones ficticios,
hacíamos actuar en farsas italianas.
Hace quince años que no nos encontramos,
llamadas perdidas, mensajes risueños en el whatsapp.
Te acordás cuando me pediste un libro
para enamorar una mujer
te dije: es infalible: "El amor en los tiempos del cólera";
tiempo después me pediste un libro para separarte.
Creía que sabía cine
porque amaba y amo el cine italiano,
pero me enseñaste directores imposibles de toda Europa,
y todo el cine argentino.
Me dijiste que tenías miles de películas,
en tu casa de Quilmes,
Allí pusiste un videoclub;
cuando me lo contabas
recordaba aquel mundial de fútbol en la Super
en que jugaban: Argentina-Inglaterra
y todo el país fue subyugado
por un chauvinismo razonable;
mientras mirábamos el partido
dos distinguidos abogados,
de reaseguradoras extranjeras nos interrumpieron
para hacer una oscura trapisonda,
que ambos rechazamos.
Vos no quisiste quedarte, te fuiste
y te quedaste deambulando en la estación de trenes de Quilmes
lanzando al cielo tu portafolio, en el medio de aquel estrépito.
Detestabas el fútbol, los negocios
y la pasión desenfrenada.
¡Qué extraño es todo esto, Tomas!
Yo debí condenarte en aquel sumario desopilante
que te hicieron. Debí abrazar el círculo de los ganadores
y vos el castigo injusto. Los guardianes y los dirigentes
me lo pedían: ¡Debe condenarse al manso de corazón!
Cuando no formulé acusación y estallaron los expedientes y los silencios,
abracé nuestro destino.
Hay un no, como dice, Konstantino Kavafis,
que nos marca para siempre.
El mismo que elegiste vos
y ¡Cuánto te admiro!
Los que dicen no y otra vez no
están perdonados por Dios.
Disculpame que lo nombre
ya sé que no creés,
pero no puedo, toda la gracia de este mundo
y de los justos viene de él,
aunque no lo sepan,
aunque no lo quieran.
Solamente pude recomendarte el film "La Promesa"-Das Verprechen-,
de Margarette von Trotta:
ambos la habremos visto más de diez veces
y siempre una lágrima.
No sé si son los personajes de esa película,
la música, el guión, las imágenes, la actriz,
o el amor de Florentino Ariza por Fermina Daza,
o alguna lejana penumbra con nuestra novias,
o el opaco reflejo de los sahumerios,
o las voces que nos parece escuchar al amanecer,
o un vaso con agua en la cocina de nuestras casas,
que retumban como árboles,
lo que nos hace decir no,
y otra vez no.
Viernes 15 de Agosto de 2020.
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