jueves, 2 de julio de 2015

LAS INTERMITENCIAS DEL JUEZ, POR DEMETRIO IRAMAIN (TIEMPO ARGENTINO, 02/07/15)

La oposición política y su versión judicial planean un nuevo cotillón. Algo así como una versión invernal del 18F, ahora en pleno julio y, especialmente, mientras se desarrolla con toda su intensidad la campaña para las elecciones presidenciales. Un nuevo fetiche judicial se trepa al firmamento opositor, entonces: como antes fue José María Campagnoli, ahora es el ilustre desconocido juez de Comodoro Py, José María Cabral.



La oposición política y su versión judicial planean un nuevo cotillón. Algo así como una versión invernal del 18F, ahora en pleno julio y, especialmente, mientras se desarrolla con toda su intensidad la campaña para las elecciones presidenciales. Un nuevo fetiche judicial se trepa al firmamento opositor, entonces: como antes fue José María Campagnoli, ahora es el ilustre desconocido juez de Comodoro Py, José María Cabral.
Desde luego, el conflicto político, de larga data, por intereses divergentes entre el gobierno nacional y popular, y el Partido Judicial, no es por Cabral. El juez es sólo su última expresión. Apenas si una excusa, aunque notoria. Salto cualitativo en la compulsa.
No olvidar: el juez Luis María Cabral ocupaba en forma interina su cargo en la Cámara Federal de Casación, a la que había arribado a dedo en septiembre de 2011, sin haber salido sorteado entre los integrantes de cámaras y tribunales orales, tal como establece la ley. Cabral había sido beneficiado por el dedo del ex juez de ese fuero, Raúl Madueño, quien lo invitó gentilmente a subrogar luego de que ingresaran a la Casación cuatro jueces designados por el kirchnerismo.
El pretexto para la nueva intifada del Partido Judicial es una decisión adoptada por el Consejo de la Magistratura, que por 7 votos contra 4 (Cabral entre ellos, que votó por sí mismo) resolvió cesarlo en la subrogancia, en aplicación de una reciente ley del Congreso que legisla sobre el régimen de suplencias. Cabral ni siquiera fue expulsado del Poder Judicial, sino devuelto a lo que siempre fue: juez del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6, donde tenía licencia. La decisión del pleno del Consejo es, desde luego, constitucional. Tanto que la Corte Suprema se apuró a desalentar a quienes instaban su urgente intervención ante lo "grosero" que les resultaba la soberana decisión del Consejo. ¿Cómo objetar la puesta en vigor de una norma debidamente sancionada por el Congreso Nacional, precisamente por quienes se arrogan la defensa irrestricta de la ley y el apego extremo a los procedimientos?
Naturalmente, la demanda de que los juzgados sean cubiertos con nombramientos definitivos y no con jueces subrogantes siempre fue una bandera histórica de la Asociación de Magistrados. Pero a veces es conveniente olvidarla. ¿Cómo entender si no la enfática defensa de la suplencia eterna de Cabral?
Por lo demás, resulta paradójico que la nueva embestida que planea el Partido Judicial para la semana próxima se funde en una decisión adoptada por los miembros del Consejo de la Magistratura, cuya forma de elección de sus integrantes quiso ser drásticamente modificada por el gobierno nacional, a través de la ley más sensible del paquete de normas por la "Democratización de la Justicia". Esa ley, que establecía la elección por el voto directo de los ciudadanos de los integrantes de ese órgano, fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema, a instancias de los múltiples recursos presentados por la corporación de jueces y fiscales, que temían perder en manos de la decisión popular sus privilegios predemocráticos. Si esa ley hubiera prosperado y entrado en vigencia, quizás el Consejo podría aprestarse a representar la fuerza popular que los jueces dicen interpretar a través de sus planteos corporativos, y que convocan a manifestarse el próximo martes. Con su oposición cerrada, en cambio, los jueces y fiscales más reaccionarios de la magistratura nacional frustraron lo que, quizás, hoy les resultaría una composición óptima.
Víctor Ramos y la conveniencia: en la edición de ayer del diario Clarín, y antes en Perfil, el dirigente Víctor Ramos escribe una nota de opinión, en la que pretende justificar por izquierda a Luis María Cabral y argumentar por qué sería "un juez compañero", como se titula la columna. Entre los argumentos cita un reportaje que el autor de estas líneas le hizo a Cabral hace casi 3 años, para este mismo diario, el día después de su triunfo en las elecciones internas de la Asociación de Magistrados. Dice Ramos, entonces: "El periodista de Tiempo Argentino, Demetrio Iramain, en una entrevista que le realizó a Cabral, lo diferenció de los opositores al gobierno. Y agregaba que el diario La Nación advertía a sus lectores que 'Cabral no es muy duro con el gobierno'. Iramain aseguró que quienes conocen a Cabral lo consideraban "un kirchnerista intermitente" y escribió: ‘Apenas se enciende el grabador el juez da cuenta de esas intermitencias, que contrastan con las incontinencias de Recondo. Suficientes para que La Nación se inquiete'".
Hasta ahí la cita de Ramos, que no incluye la oración en la que este periodista afirmó que esa intermitencia "no es del todo evidente". No importa. Lo central es recordar que cuando se publicó aquella entrevista, el juez Cabral no había cavado todavía una trinchera en Comodoro Py, como lo hace hoy, para resistir la vigencia de una ley sancionada por el Parlamento y la decisión soberana de un alto cuerpo institucional, cuya composición obedece a la negativa que la corporación judicial mostró ante los intentos oficiales de modificarla. En su loca resistencia, Cabral cuenta con el auxilio de la derecha política, la derecha comunicacional, la derecha empresarial, y de algunos otros que le son funcionales, vestidos de nacionales y populares.
En diciembre de 2012, cuando se publicó el reportaje, Cristina hacía un año que había ganado las elecciones con el 54 % de los votos. A Cabral no le convenían los exabruptos antikirchneristas del juez Recondo. Quería contener la inexorable división al interior del hasta entonces férrea y homogénea identidad ideológica del Poder Judicial. En las pocas líneas que no fueron el testimonio del juez, este cronista intentó dar cuenta de esa saludable contradicción en el seno del gremio de los jueces. Evidentemente, las intermitencias de Cabral eran cosméticas. Los años que siguieron resolvieron esa puja en favor de la línea dura del Partido Judicial. Quizás, una lástima. Aunque no tanto: el nacimiento de Justicia Legítima, en febrero del año siguiente, es una consecuencia de esas definiciones.
Hoy, campaña electoral mediante, fortalecimiento de la imagen presidencial y pronósticos favorables a la continuidad del kirchnerismo tras las elecciones, a Cabral le queda menos margen, y a la derecha, dispuesta a quemar las naves, también. Las intermitencias de Cabral ya no lo son tanto. Obligado por las circunstancias, el Partido Judicial entero parece marchar hacia el despeñadero de las incontinencias de Recondo. «

No hay comentarios:

Publicar un comentario