sábado, 28 de agosto de 2021

LIBERTARIOS (1): ¿QUÉ HAY DE NUEVO VIEJO? por Miguel Mazzeo

 



"Queda prohibido usar la palabra libertad,/ la cual será suprimida de los diccionarios/ y de la ciénaga engañosa de las bocas./ A partir de este instante/ la libertad será algo vivo y transparente,/ como un fuego o un río,/ y su hogar siempre será/ el corazón del hombre".

Thiago de Mello

Los Estatutos del hombre, 1964



Como corriente de pensamiento económico y político los libertarios[1] no son demasiado originales. Sus ideas son bastante viejas. Tanto o más viejas que las ideas dizque “socializantes” o “comunizantes” que combaten. Aclaremos que, para los libertarios, cualquier praxis o intervención ajena al mercado, merece ser catalogada como socialista o comunista. Dicha exageración semántica se funda en el principio delirante que establece que el trabajo (y el Estado) “explotan” al capital.


Aunque comparten algunos lineamientos y fundamentos generales, no son una corriente homogénea.


Simplificando al extremo, podríamos identificar tres grandes afluentes: los “clásicos”, cultores de las versiones más ortodoxas del canon liberal, referenciados principalmente con Milton Friedman y la Escuela de Chicago; los “minarquistas”, partidarios del “Estado cero”, identificados con Ludwing Von Mises, Friedrich Von Hayek y otros autores de la Escuela Austriaca y, finalmente, los “anarco-capitalistas”, cultores del individualismo extremo. 

 

De todos modos, es posible plantear la existencia de una “síntesis libertaria” bien reflejada, por ejemplo, en la obra del economista norteamericano Murray Northbard, autor de libros como Poder y Mercado, La ética de la libertad o Por una nueva libertad. Él fue quien propuso y divulgó formulas tales como “anarco-capitalismo” o “anarquismo de propiedad privada” y articuló las propuestas “minarquistas” de Ludwig Von Mises con los planteos de los “anarco-individualistas” norteamericanos del siglo XIX, especialmente: Lysander Spooner, Benjamín Tucker y los “anarquistas bostonianos”.


La diferencia entre anarco-capitalistas (y algunos cultores de la síntesis libertaria) y los clásicos “puros”, radica en que estos últimos no abjuraban del recurso al Estado cuando se trata de defender o salvar a los intereses privados. Por ejemplo, no son demasiado reacios a la ayuda estatal orientada a “los negocios”. Esa, y otras eventualidades por el estilo, están contempladas por su “ontología empresarial”. Los clásicos están muy lejos de los anarco-capitalistas que asumen posicionamientos radicalmente anti-estatales y una activa militancia en contra de los monopolios o las fuerzas armadas (del Estado), o que reconocen el valor de las actividades no mediadas por las lógicas del beneficio y la importancia de algunas empresas comunitarias.   


En la Argentina, los clásicos son herederos de una tradición vinculada con figuras como Alberto Benegas Lynch (padre) y Alberto Benegas Lynch (hijo). El primero, fundador del Centro para la Difusión de la Economía Libre hacia 1950; el segundo presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fundador, en 1978, de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE). Son varios los referentes actuales de esta tradición que, más que libertaria, se asume como “liberal” y/u “ortodoxa” y que, en la línea de Friedman, jamás renegaría del Estado coercitivo al que, por el contrario, exaltan. Hobbesianos puros, los clásicos nunca podrían plantear, al modo de los anarco-individualistas norteamericanos y sus seguidores, que “la defensa” debe ser una mercancía sujeta a la ley de la oferta y la demanda.


Por su parte, los referentes de las posiciones más cercanas al anarco-capitalismo, los que cultivan una retórica de ribetes más anti-estatistas, “minarquistas” o de “Estado cero”, los que pueden considerarse como exponentes locales de la síntesis libertaria, vienen incrementando su presencia en los medios de comunicación y están decididos a ganar espacios en el derrumbado ámbito público interpelando al neoliberalismo de masas y a sus subjetividades e insatisfacciones inherentes.


Vale decir que los libertarios clásicos están más enraizados en el poder real y son más pragmáticos. Han sabido hacer su aporte programático a las dictaduras militares y a los gobiernos conservadores o neoliberales. Los clásicos ven en el Estado una institución que, si bien puede afectar los intereses privados, en última instancia resulta clave para defenderos. En todo caso aspiran al poder estatal para ponerlo al servicio de sus intereses. Saben bien cuanto depende el capital del Estado y, a diferencia de sus colegas anarco-capitalistas, no exageran a la hora de los cuestionamientos. Los anarco-capitalistas, sin esos arraigos, tienden a poner el énfasis en la función “agresiva” del Estado sobre el interés privado de la “gente común” y el “hombre sencillo” (en especial sobre sectores de las clases medias), pueden darse el lujo de la demagogia anti-estatal.  


Al margen de estas distinciones, en el arsenal ideológico del abanico libertario podemos encontrar una buena porción de relaciones concebidas como sinécdoques, razón instrumental, evolucionismo, social-darwinismo, euro-centrismo, colonialismo, machismo y fundamentalismo de mercado. Por supuesto, todos los pliegues del abanico libertario consideran que la noción de “justicia” (respecto de los precios y los salarios, por ejemplo) debe ser erradica de la economía y que debe ser reemplazada por nociones tales como la “funcionalidad”. Sin dudas, Adam Smith, quien hace dos siglos y medio abolió la distinción entre subsistencia y economía e impuso el imperio de la escasez en la economía, es el padre de todos.


También podemos encontrarnos con las típicas falacias neoclásicas, entre otras: la escisión entre producción y distribución, la presuposición del equilibrio, la idea de que el beneficio privado (ordinario o extraordinario) invariablemente se canalizará en una inversión productiva y generará empleo; las ideas que establecen que la baja de los costos de producción eleva la demanda de trabajo, que el gasto público destruye gasto privado, que los impuestos destruyen salarios y riqueza, que los “obstáculos arancelarios” (impuestos a las importaciones por ejemplo) reducen la productividad media del trabajo y el capital nacional, que la imposición de salarios mínimos genera desempleo, que toda intervención en los precios desorganiza la producción, que los contribuyentes constituyen una ínfima minoría en un inmenso océano de “subsidiados” y “funcionarios”. También la idea que plantea que el crecimiento económico es “ilimitado”, que el libre comercio siempre resulta beneficioso para las naciones, que la prosperidad de los y las de abajo no es otra cosa que una “ilusión óptica”; o el presupuesto que considera que las máquinas “economizan” trabajo y aumentan el bienestar económico en lugar de extraer “valor” del trabajo. En fin, una auténtica “dogmática” bien sazonada con la exaltación (romantización) de la libre empresa y la valorización positiva del individualismo, el egoísmo, la voracidad, la competencia, la meritocracia, el emprendedurismo y el éxito “a largo plazo”.


Nada nuevo bajo el sol: unas territorialidades antiguas, una expresión del clásico y grosero materialismo que considera a las relaciones sociales como “propiedades naturales” de las cosas; una visión de la economía donde el único problema es el déficit fiscal y no existen monopolios, concentración de la renta, apropiación de la riqueza, fuga de capitales, condicionamientos estructurales históricos (incluyendo estructuras de propiedad), relaciones asimétricas, catástrofe ecológica, plusvalía, etcétera.


En sus formulaciones más abstractas, estas ideas pueden parecer ingenuas y cándidas, fundadas en el desconocimiento del totalitarismo inherente al mercado capitalista (el “totalitarismo estalinista”, muy a pesar de Mario Vargas Llosa, no le llega ni a los talones), pero su sello más verdadero es el cinismo.


Entre los libertarios no faltan figuras con inserción académica. En cierta franja del estudiantado, especialmente en carreras de ciencias económicas y administración, en universidades privadas y públicas, hacen notar cada vez más su presencia.[2] Pero este tampoco es un fenómeno tan nuevo. Por cierto, cuando Luwig Von Mises visitó la Argentina en 1959, sus conferencias en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires fueron multitudinarias. 


Ahora bien, algunos datos del contexto histórico, ciertas predisposiciones apostólicas recientemente adquiridas, la conformación de un espacio político libertario, un celo sacerdotal en la prédica, la tendencia a revestir sus argumentos con la fuerza de la provocación y una táctica renovada orientada a la disputa ideológica y, sobre todo, la debilidad política de los potenciales contendientes sistémicos, instalaron a las nuevas versiones de los libertarios como un fenómeno actual y apremiante. Al margen de lo vetusto de sus ideas y propuestas, hay algo en los libertarios que no es del orden de lo arcaico. Y que es sumamente perturbador.


No se puede pasar por alto la apertura de locales políticos de grupos libertarios en el conurbano bonaerense. ¿Por qué el ultra-capitalismo libertario y las filosofías del egoísmo pueden florecer en medio del disloque social que el mismo capitalismo provoca? ¿Cuál es la línea de fuga que los libertarios le ofrecen a los seres solos, frustrados, descreídos y agobiados por un sistema deshumanizador? Ya no se limitan a expresar los prejuicios y odios clasistas de una franja de la clase media acomodada, de esa franja que –usualmente– se caracteriza por su escasa propensión a elevarse a las alturas de la comprensión y la hermandad. Los libertarios, dispuestos a militar los excesos del capitalismo, justo en el centro mismo de esa geografía (y esa geocultura) híbrida, mestiza o “africanizada”, donde la realidad se exhibe sin tapujos y no hay ningún blindaje eficaz contra ella, son la mejor muestra del éxito del “realismo capitalista” del que hablaba Mark Fisher.[3]


Como ha arraigado socialmente la premisa que establece que las situaciones inhumanas son inmodificables, ya no importa determinar los hechos a los que obedece. Si la jungla es la única verdad, si la jungla es irremediable, pues bien, toda convocatoria a ponerse la piel del opresor, a matarse por las migajas del sistema, a explotarse no solo de manera vertical sino horizontalmente, entre víctimas, a excluirse entre pobres y a discriminarse entre subalternos y oprimidos; todo llamado a erradicar las acciones tendientes a hacerse prójimo; todo relato que exalte la lucha individualista por la sobre-vivencia, adquieren legitimidad. Una parte de la sociedad argentina ha dejado de ser pasivamente reaccionaria y ha pasado a ser activamente reaccionaria.  


En el marco de una crisis civilizatoria galopante, ante la universalización del “sujeto burgués”, ante el agenciamiento colectivo del deseo capitalista, ante el auge de “paradigmas de individuación”, ante la idealización de figuras intolerantes e impiadosas que niegan al otro/otra/otre cuyas necesidades “desestabilizan” lo que consideran “su” espacio privado, ante la ausencia de subjetividades y proyectos de sociedad alternativos al capitalismo y ante la derechización de amplios sectores de la sociedad, con proliferación de cristalizaciones micro-fascistas, nos enfrentamos al problema de la constitución de mayorías sociales “mórbidas” y a la política como cosecha del producto de la fragmentación y la diferenciación al interior del proletariado extenso y la destrucción neoliberal (apenas ralentizada por los “progresismos”) del tejido de solidaridades sociales.


continuará…


Lanús 26 de mayo de 2021.


[1] No utilizamos lenguaje inclusivo porque no abundan “las libertarias”. El universo anarco-capitalista (libertario) es profundamente machista y patriarcal. Algo que se puede percibir en “las formas” de sus principales referentes (hombres en su inmensa mayoría) y, sobre todo, en sus fundamentos ideológicos y epistemológicos.    


[2] Se trata sobre todo de jóvenes de clase media baja, en su mayoría primera generación de universitarios, hijos de empleados de comercio, policías, maestras, taxistas, remiseros, etcétera.


[3] Véase: Fischer, Mark, Realismo capitalista, ¿No hay alternativa?, Buenos Aires, Caja Negra Editora, 2019.


Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2021/05/29/libertarios-1-que-hay-de-nuevo-viejo/



sábado, 21 de agosto de 2021

ARTE, RELIGIÓN Y CRÍTICA por Claudio Javier Castelli*

 



En un Estado Social y Democrático de Derecho todo puede ser sometido a crítica, no hay ni existen “vacas sagradas” de las cuales uno no pueda cuestionar en sus principios, en sus fundamentos y en los modos y formas en que se manifiestan sus seguidores. Lo que no parece válido es que para cuestionar una obra de ficción, de arte,  se apele a circunstancias vinculadas a la vida personal, o la militancia feminista, o de uno u otro creador, y menos si la crítica cuestiona con énfasis en la mujer artista y sus convicciones personales. No es que no se pueda criticar el feminismo sino que en el comunicado de ACIERA, evangélicos ellos, tiene un grado mayor de importancia el énfasis puesto.

Es sabido la gran resistencia que tiene en el mundo evangélico y en el mundo cristiano en general las Teologías feministas. Hay algo indudable para cualquiera que haya leído la Biblia en toda su intensidad: Es excesivamente patriarcal y reserva para los varones todos los privilegios, aun siendo muy presente las mujeres a lo largo de todo el libro sagrado.



El catolicismo quiso sanear esa falta con la adoración a la Virgen María, que no surge de las escrituras.

Además los cristiano de qué tienen miedo. Han perdurado por milenios. Sobrevivieron a todo los “herejes” y todas las herejías, las guerras de religión, los monarcas; la persecución al principio, y la caída del Imperio Romano (Siglo IV), a los modernos, al marxismo, al positivismo científico, al ateísmo militante, a la espantosa mercantilización del mundo capitalista y el ultradesarrollo del capitalismo financiero, en fin a todo. ¿De qué tienen miedo? Les parece que daba para tanto. En, definitiva es la visión que tienen de nosotros. Lo que un cristiano tiene que hacer con ello es autocrítica. Las señas que el mundo nos da tenemos que tomarlas y pensarlas más. Pueden sí criticar la obra, no el artista por sus ideas. Nadie debiera en una democracia ser criticado por sus ideas, lo que sí están sujetas a crítica son las ideas cuando vienen al caso. No venía al caso en el caso del comunicado evangélico. Menos a la personalidad del artista.

Así como se es tan generoso para poner en cuestión la ficción bien podrían poner en el mismo lugar al mundo capitalista neoliberal no tan ficticio, la exclusión de masas populares enteras, precariedad, pobreza, humillaciones, y el abuso del poder económico. Pero claro esto se complica más, nosotros los protestantes y evangélicos contribuimos más que nadie al nacimiento del capitalismo y su ultradesarrollo financiero. Eso sí al menos debiéramos apartarnos un poco del mundo eclesial, y levantar la cabeza –como el topo después de excavar y excavar- y mirar el mundo que vivimos. Si lo hacen sentirán un frío gélido y devorador que les humedecerá el rostro, fuera de la caverna, a los mejor nos preguntemos ¿Qué clase de creyentes somos y qué clase de creyentes estamos generando?. No serán éstos demasiados acomodados a las bondades del mundo burgués.

¿En dónde está escrito que un cristiano deba aceptar sin ambages el abuso de los poderosos? ¿En dónde está escrito que un cristiano debe ocuparse de sí mismo, su familia, la iglesia y nada más? ¿De dónde surge que un cristiano si interviene en política sea para dos o tres temas: el aborto, las cuestiones de género, los gay, y conseguir mayores beneficios para las Iglesias Evangélicas?

¿En dónde está escrito que con la Biblia solamente –con toda la sabiduría que encierra- se puede incursionar en política sin prepararse a fondo en todos los temas relevantes?.

El mundo protestante y evangélico hizo más que nadie a lo largo de la historia por la libertad de conciencia. ¿Y entonces? La conciencia del artista qué tiene que ver. Al contrario hay que enorgullecerse de ella, por su autoconciencia, sus convicciones y su posicionamiento en el mundo vertiendo sus ideas y creaciones solitarias o compartidas.

¿No les pasará como los príncipes medievales que establecían estrechos vínculos con la nobleza y el comportamiento disipado más los abusos de ésta minaba la fe de los súbditos?

¿No serán hoy los estrechos vínculos de muchísimos pastores con el Poder Económico sea por admiración o por prebendas? Es cierto que las escrituras nos llaman a orar por quienes están en eminencia sea cualquiera el signo que lleven. Pero acompañar con fervor a quienes crean pobreza, someten el país a deudas ilegítimas e impagables, excluyen, ponen presos sin juicio justo. ¿En dónde está escrito?

¿No será por prebendas o admiración? Raro, los Profetas del Antiguo Testamento dijeron otra cosa? ¿Y Cristo no lo dijo? Recordemos juntos: “Ninguno puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimara al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y las riquezas”. (Mateo 6: 24). “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, qué es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mateo 19:23-24).

Como no recordar los escritos de Lutero “Sobre el comercio y la usura”, o Calvino en “Instituciones de la Religión Cristiana” o cuando fue el mentor de Ginebra, en los principios del protestantismo.

¿Quién les hizo creer que las riquezas en la tierra se deben a la doctrina de la predestinación de este último?.

Pero la serie de Netflix es muy buena aunque encorsetada, un mundo, el de los creyentes que pinta, muy estereotipado. Es cierto que es muy difícil para un no creyente entender los fenómenos religiosos. Es largo en la historia. La propia experiencia del escriba lo atestigua por su propia vida y edad, y alguna vez escuchó en una iglesia luterana, a una exiliada de Rusia muy mayor, contarle una anécdota en la Plaza Roja el día de Pascuas con motivo de un acto partidario, en los años cuarenta del Siglo pasado, los partidarios enseñaban que nada podía esperarse del cielo, que no existía Dios, y que era imposible científicamente la resurrección; pero un integrante de los asistentes pidió la palabra y habló de la resurrección de Cristo e invitó  a todos al saludo pascual, casi todos los asistentes se abrazaron entre sí. También le contó que cuando los nazis atacaron la Unión Soviética como Stalin se dirigió por radio apelando a la creencia católica ortodoxa del pueblo ruso para llamarlos a la batalla y defender su patria.

La moraleja que surge es que contra la fe del pueblo no hay nada que se pueda hacer, incluso es perder el tiempo hablarles de las bondades del ateísmo.

Volvamos al principio: todo puede estar sujeto a crítica, nos lo dijo Kant: “Nuestra época es la época de la crítica, a la que todo tiene que someterse. La religión por su santidad y la legislación por su majestad, quieren generalmente sustraerse a ella. Pero entonces suscitan contra sí sospechas justificadas y no pueden aspirar a un respeto sincero, que la razón sólo concede a quien ha podido sostener libre y público examen”. (Crítica de la Razón Pura, Editorial Porrúa, versión española de Manuel García Morente y Manuel Fernández Nuñez, nota 2 al prólogo de la primera edición de 1781, pág. 6, México 1991).

No exageremos de los dos lados (creyentes y no creyentes): no era necesario el comunicado de ACIERA, menos el énfasis, tampoco es necesario titular “aprietes” y “patotas” no guardan razón con la realidad que todos vemos, al menos, aquí en Argentina.

Según dicen pastores evangélicos el mundo de estos está dividido en un 60% de conservadores y un 40% de progresistas, el problema es que solo del colectivo del 60% participan en política; del colectivo del 40% se mantienen sin participación o no tienen visibilidad. Lo bueno sería que los progresistas cristiano integrantes de ese 40% también participen en política o sean visibilizados. Estos últimos tienen una agenda más vasta y más rica para aportar a la democracia, muchos ya lo hacen en sus iglesias.

Para finalizar acudo a una palabra con mucha tradición en el cristianismo nos parece que el comunicado de ACIERA y el énfasis puesto en la artista mujer, y por todo lo dicho aquí, es sencillamente: Hipócrita.

*Creyente evangelico

22 de Agosto de 2021

A 49 años de la masacre de Trelew.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


sábado, 14 de agosto de 2021

¿DUDA EL POETA? por Claudio Javier Castelli

 



“Nada mejor que un susto

Para despertar a un mamáo”

Dicho popular

 

 

Música de Chopin,

copa de caña con ruda,

tabaco negro,

y mate amargo con yuyos,

Extraña mezcla.

 

Noche abisal,

vigilia y sueño,

sueño y vigilia.

La misma

realidad.

 

Oigo al hijo levantarse

varias veces,

el perro recorre la casa

viene y percibe

el “vacilar de las cosas”.

 

¿Quién tendrá razón

En un horizonte donde

Todos han muerto?.

 

¿Hay alguna?

Posiblemente sí,

Pero no nos  aprehende.

 

Borges dice de un escritor

entrado en años:

“la fama le llegó muy tarde,

y  no estaba dispuesto

a cambiar de vida”.

No es que tenga algo que ver

Pero siempre vuelve.


¿Habría que dejar de ser

Por la fama,

Por la función?,

Por qué uno escribe

 en un blog,

La primera moral

y ética es con uno mismo.

 

 

Robert Musil dice  que:

 “para vivir como se lee

habría que aniquilar la realidad”.

 

La adolescencia,

diván y después

descubrir ojos marrones.

 

¿Qué hubiéramos hecho sin ellos?.

Tanto criticarlos ahora.

 

Realidad despiadada

impulsa al equilibrio.

 

 “Empujón del diablo”

de los norteños.

 

Nos creen 

los que “erran oscuros por ciudades

que odian”.

 

Claudio Javier Castelli

14 de agosto de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


domingo, 8 de agosto de 2021

SOBRE DUDAS E INTELECTUALES por Claudio Javier Castelli


Rober Musil

 “Porque sólo los locos, los desequilibrados y los maniáticos pueden resistir largo tiempo al fuego del entusiasmo; el hombre sano debe contentarse con declarar que, sin una chispa de ese misterioso fuego la vida no vale la pena vivirse”.

“El hombre sin atributos”.

Robert Musil



La duda metódica es un camino necesario de las ciencias filosóficas y sociales. El territorio del pensamiento es un universo de incertezas, “ilustres incertidumbres”, como Borges definiera a la metafísica.

Ante esas incertidumbres es común especular, meditar, analizar, y, a veces, optar, pero nunca se resuelve en una única opción, sino que son varias las formas de abordarlo al tema, e infinitas las interpretaciones. El asunto nunca queda zanjado.

Cuanto mayor sea la distancia entre el pensamiento y el mundo real menos rumbo alineado tiene aquel; y aún en dialéctica con la realidad y la enorme complejidad de esta hace que exista la duda en la forma de resolverla.

Es cierto que en el mundo de hoy quedan pocos de ese tipo de sujetos kantianos que deciden qué mundo habitar.  Los condicionamientos familiares, limitaciones económicas, las instituciones escolares, la formación de cada uno, y por supuesto, los medios de comunicación hicieron todo lo demás.

Los intelectuales -si podemos llamarlos así- hacen del pensamiento y la duda un ejercicio, y muchas veces se transforma en hábito. También puede devenir en rutina aun en terrenos que no esquivan las certezas.

En definitiva, toda opción encierra una certeza, aún más, la propia duda encierra una: la certeza sobre la duda misma. Hegel dice -en la introducción de la Fenomenología del espíritu, párrafo 2do.- que “ese temor a errar sea ya el error mismo”, y que el “temor a errar sea ya el temor a la verdad”.

Claro es que lo decía dentro del camino de la experiencia con el absoluto: “el saberse incondicionado es en cuanto la subjetividad del sujeto, la absolutez del absoluto”, al decir de Heidegger, y de la filosofía moderna. Continúa este último autor: “No pretende -Hegel- que la ciencia pueda ponerse a la tarea sin reparo alguno, desechando cualquier tipo de examen. El conocimiento absoluto es mucho más escrupuloso de lo que nunca podría serlo la actitud escrupulosa” (agregamos nosotros) de quienes Hegel estaba criticando allí -Descartes y Kant-.

Es que para Hegel el pensamiento no es un medio o instrumento para conocer lo absoluto, sino lo absoluto mismo.

Creemos que en todo intelectual yace un sentimiento de las limitaciones del pensamiento como medio o instrumento. Nosotros no lo tenemos, el pensamiento es el absoluto mismo, así como la realidad, y estando inmersos en el mundo formamos parte de él. No es algo que observamos desde fuera del mismo.

Como Hegel somos idealistas absolutos. Pero no hay que asustarse de esto, toda filosofía presupone idealismo pues no se conforma con la finito como “verdadero existente”. La tarea es ver en qué medida ese idealismo está efectivamente realizado. En Hegel un poco más.

Creemos que es una forma de interpretar el mundo mientras estamos en él.

 Existe una contienda primera a la Hegel-Marx, Hegel-Kierkegaard y otras por el estilo que sucedieron a la muerte del profesor alemán, pues hay una decisiva en su formación y en su obra que es el debate Kant-Hegel o Hegel-Kant.

Es seguro que Hegel estuvo dispuesto a reconocerle a Kant mucho menos de lo que lo había influido, pero son permanente en su obra las referencias al autor de las tres críticas.

Todo lo que dijimos en los párrafos anteriores forman parte de la contienda de Hegel con Kant. Es que Hegel refiriéndose a Kant dice -y siguiendo a Anselmo- que en la filosofía hay que “tirarse al agua del filosofar”, no es que uno está de aquí para allá para optar por el método elegido, y si el método es externo al objeto. Para Hegel “el método es la conciencia relativa a la forma del auto movimiento interior de su contenido”. Es decir, método y contenido, sujeto, objeto, forman parte de lo mismo del mismo contenido, del mismo sujeto que desde un prisma es sujeto y desde otro punto de vista es objeto.

Amelia Podetti, en su “Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu” (ditorial Biblos, 2007, pág. 73 y 74) dice: “En cuanto a la filosofía crítica, que pese a la existencia efectiva de la ciencia teme caer en el error, Hegel se pregunta por qué ese temor  no paraliza también la actividad crítica, y muestra como la crítica admite acríticamente muchos presupuestos: presupone que el conocimiento es un instrumento o médium; presupone que nosotros somos diferentes de ese conocimiento, y sobre todo presupone que lo absoluto y el conocer están separados, y que, sin embargo, puede haber un conocimiento verdadero, aunque ningún conocimiento pueda conocer lo real”. Más adelante, sigue: “La filosofía crítica, que pretende ser miedo al error, es más bien miedo a la verdad, porque la verdad es siempre conocimiento de lo absoluto, del verdadero ser. El miedo al error sólo se justifica si verdad y conocimiento del ser no coinciden; el miedo al error se justifica si un conocer que no conoce el ser en sí pueda ser, pese a ello, verdadero, o si el conocer en general es igualmente verdadero aunque sea incapaz de conocer el ser verdadero. Si tal conocer en particular, o el conocer en general, por su naturaleza, no conoce lo efectivamente real, se requiere la cautela expresada por el miedo al error, pues falta la prueba que lo absoluto mismo, en cuanto por definición es verdadero, proporciona al conocimiento”.

Como dijimos, en Hegel: tanto método y contenido, así como verdad y ser, coinciden, así como verdad y absoluto. Y el absoluto es un proceso que se devela por matices diferentes que va adoptando en la historia del pensamiento y en la historia del mundo, por estados que se van sucediendo. Lo absoluto es el ser, la verdad, el espíritu. Que a la concepción hegeliana de autoconciencia, autorreferencia, autoobjetivación, historia, nosotros le agregamos el sentido Neo testamentario de “Neuma”, hálito finísimo, soplido. Es el de nuestra existencia como humanos en la tierra. Y es el hálito que nos une a todos los humanos, al planeta, al universo, y en el escriba también  a Dios.

Nuestra existencia es finita pero compartimos la infinitud al compartir con los demás, al integrarse a la vida del planeta, del universo, del espíritu cósmico, y de Dios que está en todos ellos pero va más allá. Como Hegel somos “paneteísta” no confundimos a Dios con el mundo, pero lo encontramos en él, y Dios se reserva un más allá que “sobre puja todo entendimiento humano”.

Creo que ha sido desmedida la influencia de Kojève –con toda la profundidad de sus textos-, quien le dio a Hegel una idea antropológica y atea,  es una leyenda  común en el mundo marxista, herencia de la Academia de Ciencias de la URSS, y posteriormente, la derivas posestructuralistas de la filosofía francesa. Raro, Marx dijo otra cosa y vio bien la corteza mística en Hegel.

Resulta demodé sostener hoy la distinción entre la izquierda y la derecha hegeliana. Con Hegel jamás se puede ser tan de izquierda, ni tan de derecha. Lo cierto es que son múltiples las interpretaciones posibles.

Hoy solo los filósofos alemanes contemporáneos quieren darle una interpretación objetiva. Fuera de allí todo es posible. Aquí en Latinoamérica, por supuesto. Lo que no es serio es basarse en esa vieja distinción de derecha e izquierda hegeliana para denostar a quienes lo interpretamos de manera política, mística, y poética. No sé bien en qué mundo están viviendo o qué película se hicieron.

En ese sentido es anacrónico pensar que la única deriva posible de alejarse algo de Marx, sea la interpretación de Giovanne Gentile que acompañó al fascismo italiano; solo en el previo al fascismo hay algo de Hegel en él. Herbert Marcuse en su conocido ensayo “Razón y revolución” hizo añicos la interpretación hegeliana de aquel. Aquí tengo entendido que existe el peronismo, y existió un personaje: Juan Perón. ¿De qué estamos hablando? ¿De qué tienen miedo? ¿De repetir qué? Un dislate. También está Cristina por las dudas y la experiencia histórica de su gobierno.

Hoy están Alberto y Cristina. La energía que está retomando Alberto previo a las elecciones, era la que le pedíamos en los blog desde el primero de mayo de este año. Si bien las interpretaciones de las posturas políticas de los sujetos son libres, y suelen estar muy sujetas a las intrínsecos espectros que lo rodean, así como a sus experiencias, y ya que nos gusta tanto la racionalidad política de Alberto Fernández, no es muy coherente alejarse de esa racionalidad para interpretar a los demás que están en mismo bando. Sobre todo cuando el peronismo, aun el histórico, se hizo siempre con socialistas, radicales, conservadores, comunistas, trotskistas, feministas, católicos, protestantes, hegelianos o marxistas, y por supuesto: peronistas.

Lo que puede ocurrir que siendo tan incómodo el mundo actual, tan peregrino, uno se aferre a lo que tiene –en patrimonio, en espíritu, y en gobierno- porque piense que nos lo van a quitar. En ese caso ya no se es tan progresista, y se transforma uno en un conservador.

El absoluto y sus matices son un proceso continuo y permanente.

 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

SOBRE EL OFICIO Y LA EXPERIENCIA DEL DUDADOR por Claudio Javier Castelli

 

OBERTURA (31 de Julio y 1º de Agosto):


 DUDAS, AMBIGüEDADES Y CERTEZAS


¡Qué extraño es el mundo que vivimos? No hay nada sólido, basal en que apoyarnos, ni siquiera los abrazos, las caricias a los niños y niñas, el resplandor de lo sagrado. Todo es evanescente. Es como si viviéramos en un utópico no lugar que encierra todas las distopías posibles. Ni siquiera nos está permitido soñar, amar, ser como realmente somos. Los locos en realidad nunca se ajustaron o fueron resilientes a ningún mundo. Otros imponen la ley y los balazos.

Esos otros están fuera del mundo y son apuntadores teatrales que intervienen insistentemente ante la mínima amenaza. Pero todo los amenaza. ¿De qué tienen miedo? Mundo paroxístico, artificial. Mera apariencia. Nada hay más allá del mundo burgués, con sus muros, su estropicio, su vigilante estulticia. Sus discurseadores, admoniciones, sermones de odio y tentáculos inteligentes.

La estructura de los edificios está hecha de voces y trasquiladas. Hace treinta y dos años que deambulamos en este no lugar hecho de baratijas y mercachifles. Falta medrar con una pareja de osos amaestrados. ¿Y el mono que adivina el pensamiento? 

¿Qué vuelvan los gitanos? Ellos sí. Ellos saben de peregrinar. De rumiar. 

Los únicos que luchan son los astrólogos. 

Pronto los casamientos se harán en supermercados. El Gerente Comercial será el Oficial Público. 

¿Querían vivir en la naturaleza, en el campo? Ya estamos. No hay alambrados, ni tranqueras. 

No solo huyen los poetas, Raúl Gustavo Aguirre. Huyen todos y todas. Todos huimos. Nadie sabe bien de qué. 

Pensar en la muerte y esas cosas es como mirar el propio documento de identidad, archiconocido.

Es inútil hablar de perversión, de narcicismo, de falta de límites. Nadie tiene límites aquí.

El amor, cualquiera sea la forma o modo en que se exprese, es como un elefante en un bazar.

Ellas y elles también están huyendo. 

¿Habrá alguien lúcido aquí en la fila? 

Los poetas, los locos y los místicos, no. Solo reparten la mínima porción de caos imprescindible para estar vivos o vivas, como pedía Friedrich Nietzsche.

Nadie quiere caos. Todos están en una escalera con una pila enorme de libros en sus manos. Se mueven un poquito y se desbandan.

¿Alguien vendrá? Nadie.

Es como esas noches de insomnio en que deambulamos por la casa buscando en la música una migaja de vigilia. Y dormir después.

Si la porción de caos necesaria aumenta en un centésimo te descerrajan un balazo.

¿Noches de amor? Y sí. Todos y todas cambian los colchones. ¿Y?

¿Viajar? ¿Mirar series? ¿Vicios juveniles? ¿Divanes y divanes? ¿Y?

¿Escribir? ¿Antidepresivos? Se regalan como naranjas. ¿Y?

¿Encantos juveniles? ¿Y? 

¿Pasar con quien no debas pasar? ¿Y?

Ellas hablan de cuidado. Arturo Enrique Sampay también hablaba de lo mismo. Santo Tomás mucho antes. ¿Y quién cuida a quién? ¿Nos dejamos cuidar?

¿Cuidamos a quienes merecen ser cuidados? Pareciera que no.

Pero todos gozamos acá. No solamente los filósofos.

¿Buscar el lugar de lo real? No hay lugar. Todos son puntos de vista.

¿Este texto es malestar de viejo acomodado?

Siempre nos sentimos incómodos. Pero el mundo se volvió un lugar incómodo. Entonces ya no tiene gracia. Cansa.

Miremos a los costados. ¿Alguien mira a los costados? Las miradas son todas de soslayo.

Tato Bores tenía su momento de solaz con algún artista reconocido. Después venía la tanda de publicidad. La publicidad nos sobrevivirá.

¿Todo es grupo, todo es farsa, Discépolo? 

-Como la farsa de la ilusión.

¿Todos y todas dicen soñar? Soñemos entonces. 

No vale soñar mundos posibles que se parecen demasiado a la realidad.

Así no es el juego.

¿Pero quién pone las reglas?

¿Se acuerdan de la suspensión del mundo, del poner entre paréntesis, de la desconexión fenomenológica husserliana (Epojé)?. Recuerdan que no es duda positivista.

Bueno un poco de ese método nos hace falta para volver a contemplar  el mundo tal como es, y soñar tal como sueñan los que sueñan. 


Los textos 


Corría el año 1987, el escriba concurría al Taller de Escritura del fallecido Hugo Correa Luna (Novelista y poeta), cuando éste pidió a los talleristas,  como consigna, inventar un oficio y caracterizarlo, contar una experiencia con el oficio, y elaborar una teoría;  sobre los tres había que escribir. 

Uno de ellos, la teoría del dudador, se perdió en el tiempo. Solo resistieron los dos primeros.

No entiendo cómo han sobrevivido al paso de los años con sus vicisitudes, mudanzas, etc. 

Fueron pulidos este año.

No hay más. 


Basta de alharacas y vamos a los textos:




"-Mi trabajo es algo terrible. En otros tiempos era razonable; apagaba el farol por la mañana y lo encendía por la tarde. Tenía el resto del día para reposar y el resto de la noche para dormir".

Antoine de Saint-Exupéry



El dudador


El oficio de dudador importa el planteamiento permanente de interrogantes, de cuestionamientos, de dudas. Trata de lograr la hesitación en el interlocutor o interlocutoras o interlocutores.

Brinda servicios individuales, grupales, institucionales, estaduales, y empresariales, etc.

Es imprescindible su actuación en las ciencias jurídicas, sociales y también en las dadas en llamarse Exactas.

En la matemática al remanido ejemplo que dos más dos es cuatro, le impone que no puede descartarse que sea cinco o siete u ocho.

Esta ciencia -ciencia ¿digo? - ha superado la Teoría de la Relatividad, el Origen de las Especies, el materialismo dialéctico, la teología sistemática, la economía según los economistas de los medios de comunicación, el absoluto hegeliano, los dioses griegos, naturales y cristianos, las creencias del sentido común, el Tarot, las almas de los espiritistas,  las brujerías y los  manosantas.

La “Unión de Dudadores argentinos” es el Colegio que se ha organizado o desorganizado con la Ley 12533 -de la época de Perón si es que es cierto que existió este personaje- que regula todo lo concerniente al ejercicio profesional.

Entre sus normas se establecen las horas diarias de trabajo que no pueden exceder de las 24horas, y las vacaciones anuales que pueden ser de trescientos sesenta y cinco días, según dicen.

El carnet habilitante exige trabajar no menos de dos años como ayudante de un Dudador Matriculado, siempre que fuese su deseo.

El servicio individual puede resultar abismoso en personalidades autoritarias, o inciertas que hacen de la duda su modo de vida sin saberlo. Pero en las primeras pueden ser peligroso, así como en místicos, dogmáticos, absolutos, etc., dada la conocida dificultad de éstas para aceptar un estado dubitativo en su espíritu. Quizá por el famoso dicho de un famoso pensador: “La duda es una jactancia de los intelectuales”; sin embargo, los dudadores no son más que pensadores, o psicoanalistas, o, tal vez, intelectuales, o una simple actitud vital, o mera jactancia, o, todo lo contrario, en fin.

La asistencia a parejas es muy importante, pues ayuda a definir o indefinir situaciones críticas; o bien crear rencillas en parejas aparentemente sólidas en sus vínculos. Es vital en adolescentes y hombres y mujeres maduras.

A las empresas les resulta útil o inútil poner duda: cálculos de costos, liquidaciones de sueldos, ganancias esperadas, utilidades a distribuir, porcentajes de las economías manejadas “en negro”, o porcentaje del capital en “guaridas fiscales”, montos de las evasiones impositivas, capital atentamente distribuido en sobornos, dibujos contables, honorarios de abogados defensores, periodistas militantes de las empresas, posibilidades de la quiebra, etc.

En las llamadas filosofías absolutas o metafísicas del Ente o del Ser puede llegar a elucubrar que más allá, o después de todo: hay un Fuher o un Duce, o un príncipe, una ley natural, un mito o un capricho; y pueden también diferenciar aquello que, teniendo signos característicos de humanidad, tiene mayor semejanza con las cosas, los artefactos, los animales, por ejemplo: los perros.

En la política, sobre todo, en los países antiguamente denominados del Tercer Mundo, o en vías de desarrollo, o subdesarrollado, algunos dudadores afirman y otros niegan, otros dudan, de las grandes posibilidades o imposibilidades abiertas para esta ciencia, profesión, oficio o actitud. Si verdaderamente existen esos países y esa denominada profesión.

Algunos dudadores convencidos y otros, inseguros, pusilánimes, no tan seguros, insisten que en esos existentes, inexistentes, supuestos o imaginarios países: la incertidumbre es natural de su pasado presente y futuro.

Somos bastantes escépticos de todo esto, no lo descartamos o inclusive lo creemos…

Quizás…


1987.2021



             Experiencia o inexperiencia de un dudador


Felipe miraba sin ver

diferentes puntos, circunstancias 

o nadas.

La cita era a las cuatro de la tarde 

o de la madrugada.

Dolores esperaba diez minutos antes de lo acordado

y cinco minutos después de la cita; su actitud contrastaba

con el tránsito alocado de la avenida. 

Era similar.

Felipe vino antes, pero esperaba mucho después.

El final era previsto. No así el desenlace.

En el ambiguo pasillo se opacaba un letrero:


CECILIO AZNARES

DUDADOR


Éste sobrevivía a expedientes

prolijamente desordenados

en las bibliotecas 

de su estudio,

casa,

o departamento,

o vivienda,

aguantadero

o bulín.

No lo sorprendió el inesperado timbre.

Lo exaltó.

Felipe habló del pasado

Dolores del futuro.

Felipe habló de su profesión

Dolores de su empresa,

Felipe habló del azul

Dolores del celeste,

Felipe habló de ella,

Dolores habló de él,

Felipe dijo que ella exigía todo el tiempo

Dolores dijo que él soñaba todo el año. 

Felipe habló del horizonte,

Dolores habló del ocaso,

Felipe calló,

Dolores enmudeció,

Ambos sollozaron.

Aznares puso todo en duda:

el amor, el odio, el pasado, el futuro, 

el azul, el celeste, el ocaso, el horizonte,

el silencio, el llanto,

el vínculo, sus nombres, profesiones,

y hasta si se conocían, no como novios,

sino como se conocen las gentes

en un barrio.

La pareja entretejía pensamientos,

manías, pulsiones,

obsesiones

y compras en la feria.

Avanzado el tiempo o la entrevista

se dejaba entrever el desenlace

no así el final.

En eso estaban cuando Aznares

con cuarenta años de Dudador,

nunca convencido de su oficio,

advirtió que los servicios prestados

eran menos necesidades profesionales

que artificios de la costumbre,

laberintos de la rutina;

como en las películas yanquis 

sobre abogados 

que encuentran en un caso

la ilusión de su vida,

habló 

de la injusticia de la soledad, 

los tormentos de la nostalgia,

“del misterio de adiós”

que dejan los trenes;

la infinita pasión

resistente al paso de los años;

la vejez que acobarda 

a los hombres,

la muerte irresoluble,

a la tolerancia sin ambages,

a la ilusión en todo

lo que existe,

y la desilusión persistente

cuando se cierran las puertas,

al coraje de la insistencia,

a la fuerza de continuar,

al sencillo hábito de cultivar

los sanos y perdurables afectos.

Se levantó de la silla

como hablándose a sí mismo,

y al más allá,

como quebrándose de dolor,

porque él también pasajero

de un mundo inexplicable

a pesar de interminables certezas,

ambigüedades, y sutilezas;

trató de rescatar

de un desván

sin hospitales,

ni curas,

ni pastores,

ni filósofos,

ni políticos,

el cogollo en penumbras

del amor 

como única apuesta titilante

entre toda esta celosa podredumbre.

La pareja dudó 

su irresolución permanente;

no se sorprendió,

pero Felipe y Dolores

se sorprendieron

del grosero desliz 

del profesional requerido,

y recomendado

como el Dudador

más brillante

exitoso,

enriquecido,

y fracasado

en su especialidad.

Aznares reconoció

su irrazonable actitud,

su razonable

descreimiento

del éxito y

del fracaso,

y su injustificado heroísmo.

Hizo un gesto

y los tres no se levantaron

 se pusieron de pie.

Saludos 

con gestos torpes,

e incómodos.

Dolores impresionada

por la escena imprevista,

abrochó su cartera,

y antes que Felipe abriera la puerta

le echó un vistazo a Aznares,

quien prendió un cigarrillo,

escupió las volutas

en aguardentosa voz

transformada en prédica

sobre el calor de los abrazos,

los irresistibles olvidos,

y las posibilidades inextinguibles

de un hombre y una mujer

que se acompañan

y sueñan.


...

En la calle,

Dolores y Felipe

sin rencores,

sin lágrimas,

y sin despedida

se dieron un largo

y doloroso abrazo

comprensivo 

del ignorado adiós.

Felipe y Dolores formaron nuevas familias

y olvidaron en el absurdo trajinar del tiempo

aquel amor juvenil.

Semanalmente en un conocido hotel

de un desconocido barrio

se desencuentran con desesperación.

Para ellos: 

Aznares les irresolvió

sus vidas.

Esta experiencia fue relatada

por el citado profesional en unas jornadas

organizadas por la Facultad del Dudador

de la Universidad de Buenos Aires.

Dicha experiencia nunca fue comprobada,

ni mucho menos las documentadas jornadas.

Ningún Aznares figuraba en la inexistente matrícula

de la dudosa profesión.

Algunos mayores dicen que lo conocieron

 y que la UBA le entregó el doctorado Honoris causa

a Cecilio Aznares en 1990. Pero no aceptó la distinción

pues dudó de su merecimiento.

Hubo un Cecilio Aznares, poeta 

sin mayores pretensiones

que en un desconocido 

suburbio del conurbano

contó esta experiencia

al calor del alcohol,

los cigarrillos,

y el taller de escritura.

Otros dicen que Aznares había muerto

de cáncer generalizado

el dos de septiembre de 1975

a los ochenta y pico de años

después de una vida

sin mayores sobresaltos.

Cecilio Aznares, 1992.

Este relato no fue incluido en ningún libro.

El Editor.

1987.2021