domingo, 27 de junio de 2021

BREVE ENCUENTRO EN LA TERMINAL DE SANTA FE por Claudio Javier Castelli

 



Inexplicables

nuestras antípodas

tenuemente insinuadas.


Me desviste, me golpea

la sinrazón.


Desnudo

ante la inútil nostalgia

qué puedo decirle

que puedo pedirle.



Apenas una terminal tantálica

recoge limosnas

de mi vano estar

inútilmente vivo todavía.



La realidad es un gentío molesto

y fácilmente puede añorarse.



El dolor de verte

la incorruptible vida

el vano deseo de tenerte

allí

en la desvencijada y gris

estación del ensueño

abandonando la representación oficial

para representar una piel

que una y otra vez se desvanece.


La esporádica pasión de vivir

la gasa nebulosa del Otoño

aceitada de tinta y lágrimas inacabadas

por las montañas y lagos del albur.



Definitivamente

esa sangre desordenadamente

e irremediablemente

te busca.



Para qué huir

si algún camino

alguna estrella

algún azul

me devolverá

el ramo de flores silvestres

y el aroma del atardecer.



Claudio Javier Castelli

2021

miércoles, 23 de junio de 2021

RECUERDOS DEL PRESENTE por Claudio Javier Castelli para Horacio González in memoriam

 


Llueve

 

Triste, tristísimo. No hay nada como la lluvia para la melancolía de los poetas, me viene  a la memoria la última estrofa de un poema tristísimo de Leopoldo Lugones, “Olas grises”:

 

“Sigue lloviendo. El día es triste y largo.

En el remoto gris se abisma el ser.

Llueve…Y uno quisiera, sin embargo,

Que no acabara nunca de llover.”

 

Aquí en esta casa, en San Telmo, llueve y llueve. Me enamoré de la escritura y profundidad de muchos y muchas, pero han sido muy persistente: Enrique Molina, Jorge Luis Borges, Thomas Mann, y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

No pensaba que entrado en años me pasara otra vez. Lo descubrí a Horacio González, a través de sus notas en Página12, durante el conflicto por las retenciones. Había un estilo, profundidad abisal,  y una perversa lucidez para iluminar este bendito país. Era imposible no quedarse dialogando con sus textos, que exigía varias lecturas para ver y encontrar diferentes matices que se desgarraban de sus palabras.

Ese desgarramiento interior es también el desgarramiento de este país, y que el escriba también encontraba en los cuatro que mencionó.

Una nota lo atrapó totalmente, ya en 2014, “Legalidad y Bellotas”, ésta llegaba hasta el hueso de la abstracción liberal leguleya.  A partir de ese artículo, que fue casi concomitante con la creación de la agrupación de Vagos y Vagas Peronistas, así como de sus blog, fui publicando todas las que iba publicando en Página, y algunas de otros medios digitales.

Es que, esa abstracción liberal leguleya -racionalidad también abstracta y maniquea- era lo que él escriba venía observando desde la Dictadura en los Tribunales. Lamentablemente no había curioseado por la Facultad de Ciencias Sociales - sólo la de Derecho, y Filosofía- y lo descubrió tarde.

¿Cómo es posible que un intelectual de la talla,  delicada profundidad, y abusiva erudición, como Horacio González, no sea estudiado en muchas otras facultades?

No hay abogado, leguleyo, o economista que no sea conocido en este país. Muchos de una mediocridad espeluznante, cuando no,  una decente criminalidad para hacer daño, y provocar “Daño social”. Concepto este último acuñado por el penalista David Baigún –ya fallecido- para referirse a los perjuicios que provoca el mundo económico-financiero.

En el ínterin lo pudo conocer personalmente a Horacio González, sobre todo cuando asistió a un seminario sobre Borges, en la Librería “Caburé”, en la calle México. En un diálogo al final de la clase me preguntó:

 

–“¿Cómo es que conoces tanto a Borges?”,  

-“Es que yo también hubiera querido que sea peronista”.

 

Pero en la charla que siguió me di cuenta que tamaño intelectual era también muy buena persona. Algo muy difícil de encontrar en este país, donde hay una excesiva pedantería en los escritores. Ni les cuento en el mundo de los Tribunales.

No he podido sino con un poema, que habla del Perón y el peronismo que vivió  y vive el escriba, hacerle un sentido homenaje. Pero las palabras allí surgieron simples y toscas.

No sé  si Horacio González era o no creyente, me tomo el permiso de pedir a Dios, de consuelo a Liliana Herrero, sus familiares, y amigos, y haga resplandecer el ejemplo de Horacio, pues: “Jehová conoce el camino de los justos” (Salmo 1:6).

 

Vamos al poema:

 

 

 






RECUERDOS DEL PRESENTE

 

                        Para Horacio González

in memoriam

 

Los Santos del vitraux

relampagueaban

los domingos a la mañana,

en vuelo infinito

y retornaban

torpes en los bancos,

en la voz aguardentosa

masticada de palabras

pétreas

y sermoneantes

del cura de pueblo;

el vitraux

se enredaba

de pájaros

y sueños.

 

Atardecer

de chicharas amargas;

toboganes

bamboleándose en el río;

planicie del parque.

 

-“Mi papá dijo que Perón quemó las iglesias”.

-“¿La iglesia de la plaza?”

-“Sí”.

 

Lluviosas  las imágenes

en los televisores

militares,

obispos,

“Tres chiflados”,

Y “Pepe Biondi”.

 

-“Perón quemó las iglesias,

quemó las maestras,

bombardeó la plaza,

llenó de pan dulce y demagogia

a los pobres que nunca trabajan”.

 

Pero los pobres

trabajan y trabajan,

las maestras vivían

y vivían

el pan dulce sangraba.

La niñez los veía

rústicos de suelo y sombra,

alambrados e iguana,

cocinas y mañanas

caminando temprano

el hojaldre de las cuadras,

los bailes, las tiendas,

el acordeón de guitarras.

 

-“Perón quemó las plazas,

los horizontes, los bulevares,

los autos, las casas,

masticó las palabras”.

 

Después:

la lluvia de noviembre,

el paraguas

y el llanto de mi madre

que recordaba,

la mirada emocionada

de mi padre,

y de soslayo

la adolescencia

intercambiaba

bancos del colegio

por tempranero amor

de zaguanes,

caminatas,

y chicles de menta.

 

Y de los televisores:

metrallas

y metrallas.

 

El General:

no quemaba las iglesias,

ni las maestras,

ni los bancos de la plaza,

no masticaba palabras,

la voz del pueblo restallaba

en el balcón,

el horizonte,

los alambrados,

las iguanas.

 

Después:

el cortejo,

coronas,

muchedumbre,

conmoción,

madrugada,

radios

y presagios.

 

Después

vinieron “ellos”

con obispos

y oropeles,

masticando palabras,

bombardeando la plaza,

las maestras,

el pan dulce,

las fábricas,

las campanas,

torturando atardeceres,

chicles de menta.

 

Y en los Tribunales:

los expedientes manaban

hilos de sangre,

gemidos,

balas,

cobardes.

 

Y en los televisores:

los “zurdos”

bombardearon la plaza,

mataron las maestras,

trituraron el sol,

despellejaron la higuana.

 

Los libros

deshacían la madeja,

quién bombardeó la plaza,

mató a  las maestras,

trituró las mañanas.

 

Después

la muchedumbre,

las madres,

los empujaron

de verdades,

rebeldía,

esperanza.

Se fueron

masticando cañones,

derramando soldados,

putrefactos de odio.

 

Después,

mucho después

vinieron ella y él:

resplandeció la mirada,

se irguieron los huesos,

se justificó la palabra.

 

Después

vinieron “ellos”

con jueces

y Embajada,

putrefactos de odio,

masticando palabras.

 

Y de los televisores:

Cristina

quemó los cuadernos,

mató las maestras,

bombardeó la plaza

incendió las palabras.

 

Volvimos:

con ilusión

y madrugada;

se opacó  el presente

con el virus del mañana.

 

Ahora:

aguardamos,

aguardamos,

y

masticamos palabras…

 

Claudio Javier Castelli

24 de Junio de 2021

 

 

 

 


miércoles, 9 de junio de 2021

PATRIA por Claudio Javier Castelli

 




Mi patria es una copa 


de "Cubana Sello Verde"


en un bar que ya no existe,

la insolencia de las madrugadas

el despertar de la vigilia

la noche que da infinito

el horizonte inconcluso

de una palabra

la desnudez de una mujer

que no recuerdo

una canción librada

de toda esperanza

la pasión desdichada

y absoluta, derretida,

y vuelta armar,

un remanso

en un patio desolado,

la ilusión de vivir

a toda orquesta,

el oprobio estelar

de unas monedas,

y otra mujer

y otra esperanza

y un cielo abanicado

y gris

de una sola estrella,

la intuición de vivir,

la caverna,

y un horizonte común

que se repliega,

mi patria

es desvencijada y gris

como una mesa

de un bar vacío

en una calle

que ya no existe,

y un perro muerto

en el camino

muestra su delicada

y blanca dentadura,

mi patria

son unos novillos

y su mirada histórica,

unos cuantos bancos aparentes

pero no son vigilia,

¿serán esos ojos?

esa ilusión nocturna

y febril,

mi patria

es el agujero de ozono,

el fin del Siglo XX,

los lentos atardeceres,

la podredumbre sin fin

del universo,

la lluvia sin fin

de la materia,

escupitajo espiritual

de una madeja,

patria amada

¿qué tiene tu cuchillo gris

para nosotros?

y unos ojos

que retornan siempre

de la inquietud y el desamparo

mi patria

es la noche larga

noche infinita

y una estúpida madrugada,

patria sin fin

de las palabras,

patria de canciones,

patria paroxística,

inconclusa,

no te puedo buscar

en las palabras,

patria deseante,

inútil como todos nosotros,

patria de Rosas y de Artigas,

de Guemes, y López Jordán,

patria sanmartiana,

exilada,

no puedo nombrarte

con todas estas palabras,

¿acaso nunca exististe?

patria de milongas

y folclore,

de tangos y traiciones

de mujeres y mujeres,

de mujeres como trigales,

del morochaje mestizo,

patria de Ramos y de Borges,

de barrio y miseria,

de "paco" y espuelas,

de sopa cotidiana,

de lavar los platos,

y oficinas públicas,

patria de mujeres

y mujeres sin fin,

de feministas

y de "chongos",

patria sin final feliz,

de diván y de putas,

de trolos y de travas,

de tragos y de Dios,

patria convocante

y vanidosa,

patria como una ciudad

donde no estamos,

patria exclusora

patria de “ellos”,

patria de indios

y de gauchos,

patria de huellas

y huellas,

patria de ríos

y de puertos,

patria de  rockeros

y jazzeros,

patria de estrellas,

patria del hospicio,

de Marechal y Fijman,

patria

¿vendrás una noche?

patria de barrios y hectáreas,

patria de Villas y balas,

patria de alcohol y de drogas,

patria de puchos y mates,

patria de dignidades

y peronchos,

patria que soñaron

los zurdos,

patria de ateos y religiosos,

patria que viniste del campo,

y de Europa,

patria de fumar

y fumar,

de pensar y pensar,

patria de curas

y pastores,

de predicadores en las plazas,

patria de “ellos”,

patria nuestra,

patria raíz,

patria grano de mostaza,

patria amortajada,

podrida,

patria de trabajo y tesón,

de inmigrantes y suicidas,

patria de colillas

en un psiquiátrico,

patria de soledades

y ausencias,

de madres y de plazas,

de desaparecidos

y torturados,

patria de mujeres

y mujeres,

patria celestial

y de pampa,

de lagos y de bosques,

patria impenetrable

es inútil

no puedo nombrarte,

como los nombres

de Dios,

son infinitos,

patria que se siente aquí,

en este pucho, 

en este trago,

en esta noche,

en este rincón de San Telmo,

¿no te quedes afuera?

vení vos también,

hay tormenta,

quédate aquí,

en este corazón,

en este poeta,

en todos los locos y los místicos,

no te quedes con “ellos”,

no sabrán cuidarte,

hace frío afuera

es otoño

y se acerca el invierno.




Claudio Javier Castelli

9 de Junio de 2021