Mostrando entradas con la etiqueta Filosofía Política. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Filosofía Política. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de noviembre de 2021

SOBRE HOMENAJES, MISERIAS, RENDICIONES DE CUENTAS Y VERDADES por Claudio Javier Castelli

 



                                                                                         A Carlos Cruz ex Presidente de la Unidad de Información Financiera

 

La leyenda yanqui es que las UIF se crearon para combatir el lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Nosotros no lo creemos así y sostenemos que fue por el enorme avance del poder financiero internacional, el flujo de dinero líquido y la necesidad de poner mano ahí, de controlarlo.

Motivados en ese principio y como el francotirador que siempre fuimos en todas partes del Estado, como lo fue David Baigún en el Banco Central, y como se lo confesara, en su despacho en el Banco de Italia liquidado a fines de la década del “80”, es que llegamos con perfil bajo, al principio, a la UIF en Abril del 2004. Después de mucho hacer,  estuvimos allí hasta el 2017, cuando habíamos trocado en un testigo de lo que Mariano Federici estaba realizando con sus adversarios político, con sus vínculos con la Embajada de Estados Unidos, con servicios de inteligencias ilegales dentro de la UIF.

Entonces fuimos traslados –no pudieron echarnos porque somos planta permanente del Estado- a la Biblioteca del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Para ellos era una sanción y una mordaza. Para nosotros, lectores inveterados, era un hallazgo, un refugio desde donde tramar la vuelta y resistir.

Ser un francotirador supone un compromiso permanente con la temporalidad.

¿Qué significa esto?

Un francotirador contra el poder económico financiero sabe de su transitoriedad en el Estado u Organismo donde esté. En algún momento ha de ubicado por ese poder, identificado y al poco tiempo humillado y despedido de su lugar en las azoteas, altillos y escondites.

Por eso ser un francotirador contra el poder económico es incompatible con convertirse en un burócrata, en un timorato, en un pusilánime, sabe desde un principio, cómo “Giovanni Drogo”, que los tártaros han de venir a buscarlo.

Por eso muchos silencian la voz, se acomodan a la ola y acompañan los procesos y nunca intentan cambiarlo, faltos de coraje, de bolas –como se dice en el barrio-.

El tema que hay con eso es que se pierde una gran oportunidad, los procesos electorales son cada dos años, y cuatro años dura la gestión presidencial. De ahí que haya que actuar rápido y firmar y firmar: escritos, denuncias, querellas, informes, investigaciones, supervisiones, jugarse y jugarse, y jugarse y jugarse. El poder económico financiero es implacable con sus enemigos.

Le dijimos esto y mucho más a principio de enero de 2020, en su estudio de la calle Uruguay, estaban presentes además de Ud, Mariel Cirigliano, Gustavo Rojas y Leandro Ventura.

Entre las muchas cosas más que le dijimos está que había que sacar la UIF del área del Ministerio de Economía donde la había puesto el macrismo.  La UIF no está para transparentar inversiones sino para investigarlas, es un Organismo de control, sabe.

También que no había que esperar gestos de las máximas autoridades del país para actuar. Estos temas le interesan a todos los argentinos por el perjuicio que provocan. Y esos gestos nunca llegan. Nadie se mete alli; ni Baigún, ni nosotros, ni muchos más alrededor del Cipce esperaron los gestos que saben que  no vendrán nunca.

¿Por qué no se animó Cruz?

¿Su cómodo piso en Belgrano, sus necesidades como abogado de la matrícula de mantener buenas relaciones con todas las personas para volver después de la gestión pública a seguir facturando en su estudio donde nunca escatimó con sus defensas a brindarle servicios a algún delincuente económico, como aquel por quién recorrió todo el Banco Central haciendo lobby por su cliente?

Qué raro usted, a su edad, seguir engañándose a sí mismo y a los demás.

En la vida de los hombres y mujeres  de esta patria llega un momento pasado los años que ese dilema se nos presenta. Nosotros siguiendo a Charles Bukowski –sospecho que no está entre sus lecturas- decidimos no hacerlo más hasta el final de nuestros días.

Tampoco los vimos esas amargas tardes de agosto de 1989 recorriendo el Banco Central para acompañar a “Tute” Baigún despedido por el Directorio del Banco comandado por Javier González Fraga y disuelto el CAEP donde usted solo ocupo su eterna función docente, nosotros hicimos algo más logramos las primeras condenas a Banqueros en la historia judicial del país (Banco de Intercambio Regional y Banco de los Andes, en Mendoza, el poderoso “Grupo Grecco”, además de estimular 70 causas contra Bancos.

Le habrá ocurrido como el resto de los abogados que entraron con él y desparecieron atemorizados porque había que negar, como Pedro, al Cristo derrumbado de la tierra judicial.

 Nosotros salimos de nuestro despacho y fuimos hasta el despacho de Tute, a pocos pasos del nuestro. Cuando abrí la puerta lo vi a David “Tute” Baigún inmenso, enorme, recogiendo sus petates y ordenando la nota que le iba a dirigir al Presidente del Banco; sin levantar la mirada nos dijo:-Te estaba esperando.

Intenté levantarle el ánimo, le dije que iba a volver, Tute con ojos brillosos dijo como poniéndose a cuentas con la historia: -20 años estuve en la Facultad de Derecho, 20 años afuera, conocí la cárcel, siempre me fueron proscribiendo por ser de izquierda, y sabés que es ser de izquierda, Claudio, defender los derechos humanos.

Dijo también que sabía que no lo iban a dejar volver. 

Así fue.

Se hizo un silencio, con entusiasmo juvenil y decisión de hierro le dije que iba a continuar la tarea trunca. Nos dijo:-Ya lo sé.

No pudiendo contener las lágrimas me levante y salí del despacho. Busqué las calles del centro donde deambulé por unas horas, volví, “Tute” ya había juntado sus petates. Vinieron a buscarlo Cecilia Grossman, su compañera, y Ricardo Huñiz, su socio en el estudio, y profesor en la cátedra. Los acompañé hasta el auto. Ni cuando nos despidieron a nosotros, cuatro años después –diciembre de 1993 –Roque Fernández instado por Domingo Cavallo- sentimos tanta tristeza en esa caminata hasta la calle.

¡Qué injusto es este país con sus mejores hijos e hijas!!!!

Se había consumado una enorme concesión al poder económico financiero internacional en nuestra nación. Una más de otras, de otras, de otras y de otras que la historia nos lo iba a refregar.

Pero tampoco lo vimos esos diez años que estuvimos en la Superintendencia de Seguros de la Nación, adonde fuimos después del Banco Central, y convocado por el actual presidente, Alberto Fernández a continuar el legado de "Tute". Allí hicimos 200 denuncias y querellas a los empresarios y operadores del seguro -190 a empresarios, 10 a Productores-. Ud siempre fue allí para hacer lobby, algunas veces por productores, otras por empresarios; es que a nosotros siempre nos interesaba saber que hacen con el legado de "Tute" sus seguidores, vio.

Sabe Cruz el homenaje que le hizo a “Tute” en la UIF nos mantuvo conmovidos todo el día, estábamos contentos que una sala de la UIF lleve su nombre, hubiéramos preferido –como se lo propusimos nosotros-que fuera la sala de reuniones donde se toman las decisiones. Pero es nada más que un detalle.

Un Presidente de la Nación Argentina, en un gobierno peronista le rindió homenaje y eso nos basta.

Hubo algunas omisiones sabe. Algunos nombres imprescindibles. Pero bueno, los rencores personales nos hacen miserables a todos los humanos.

Pero hay dos que son imperdonables: el jurista Alberto Binder y el Centro de investigación y persecución a la Criminalidad Económica (CIPCE, creación dilecta de "Tute") que a través de innúmeros seguidores, que pueblan los organismos del Estado, el Poder Judicial, el Ministerio Público, la docencia, homenajean todos los días a un Baigún viviente entre nosotros con sus compromisos para ponerle límites y darle batalla al Poder Económico Financiero de manera real y efectiva. La misma que le faltó a Ud, en su bochornosa gestión –la peor de todas, inclusive peor que la de Faldutto- al frente de la UIF.

Sabe Cruz, coqueteamos con el marxismo mientras estuvimos cerca de “Tute”. Teníamos mucha curiosidad, como era ese demonio del cual hablaban los Jueces y operadores judiciales en la dictadura, mis familiares, algunos amigos, etc. Nos gustó mucho. Pero nosotros buscamos verdades eternas, trascendencias, y habíamos buscado la cátedra de Baigún porque éste nos había sorprendido con su calidez humana e intelectual actuando como abogado en Tribunales. Era pinche vio. Los que somos muy sensibles al espíritu de los demás percibimos un más allá en otras personas, singulares por supuesto. Eso percibimos en Baigún. Nos importaba un comino que fuera ateo. No es solamente lo que los hombres y mujeres son acá lo que nos interesa, sino si además no traen un mensaje del más allá. Son pocos, muy pocos, hay que descubrirlos, con un oído atento en Dios, y otro en el Pueblo. Baigún, estimado Cruz, era un Justo. Y éstos son bendecidos por Dios. Al lado de ellos quiero estar. Toda la vida lo hicimos. Y sabe Cruz que mensajes del más allá se puede percibir en cualquier persona o ser o cosa de este planeta: en feministas, gay, lesbianas, negros, judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, confucionistas, ateos, pecadores, etc. Los que descubrimos nosotros es que siempre los encontramos del lado de acá de las cosas. Habrá otros que los descubrirán del lado de allá. Son los trabajos y los días de los cristianos mientras somos pasajeros en esta tierra.

Bueno Cruz, lo voy dejando, es la última nota que escribo sobre su gestión en la UIf, Ahora vienen por todos nosotros y hay que ocuparse. Nos quedan dos años al 2023.

Me llamó a silencio sobre Ud. No le guardo rencor. A veces pienso que es el destino. Nosotros sabíamos que tarde o temprano íbamos a ser excluidos de la UIF y mancillados nuestros 44 años de orgullosa función pública. Lo raro, lo paradójico es que quien llevara a cabo esa tarea haya sido un compañero.

Pero en definitiva estamos a mano. Yo le dije que mi partida de la UIF iba a ser dura para todos no solamente para mí, y que íbamos a ver quién se quedaba y volvía  a la UIF. Así fue. Ud ya no es presidente de la UIF, desde donde no hizo el bien.

Permítame que le dé un último consejo, acaso me tomo el derecho por guardián de la función pública en qué nos convertimos todos y todas los y las que la amamos. Si ha de volver relea este texto. 

¡Ahh!! Y no se rodee de una cohorte de eunucos, mediocres, vendehúmos, ignorantes del derecho penal económico y de la administración pública que lo acompañen. Baigún nunca lo hizo.

Seguro que me entenderá.

Sarmiento al final de su vida y ante la tumba de Facundo Quiroga en la Recoleta, dice:

“Somos de la misma sangre”.

Usted sabe de misticismo, estuvo muy cerca del Padre Mugica en los setenta, entenderá este texto y su metáfora.

Vuelva a la academia, a la Facultad de Derecho, a su estudio, y no le pida por un tiempo a su amigo y cliente en el estudio, Santamaría, dueño de página12, que le haga publicar sus notas.

Un poco de silencio le hace bien al alma.

Como le dije es la última nota que le escribo.

Adiós, Carlos Cruz.

Estamos a mano.

Estamos en paz.

 

Claudio Javier Castelli

Ex Director de Litigios Penales

De la Unidad de Información

Financiera

20 de Noviembre de 2021

Día de la soberanía nacional

Recuerdo de la batalla de la Vuelta de Obligado.

San Telmo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                


lunes, 25 de octubre de 2021

EL DESEO EN HEGEL (¿EN HEGEL?). Primer Fragmento por Claudio Javier Castelli




 A Daniel Rubinsztejn



En este país al final hay que hablar en serio: “ya basta de hacer bromas por dos años”.

Cuando mi hija mayor viene a la casa familiar con su perra son las tres de la madrugada y no deja de jugar con el perro hospitalario nuestro. Oportunidad para no dormir  y buscar la notebook.

Es tanta la alegría por la visita que no hay noche en los patios. 

Un psicoanalista amigo me pidió que escribiera un texto sobre el deseo en Hegel. No pude hacerlo en tiempo, estaba entretenido con mi propio deseo. Tampoco puedo hacerlo ahora porque si te lo pide un psicoanalista lo tengo que hacer con más seriedad, si es que la seriedad sirve para algo en la vida intelectual.

Hoy cruzaré una metáfora de mi deseo y el de Hegel sin consultar los textos: dejándome llevar, dejándome llevar.

Creo que el deseo es el leitmotiv de la obra hegeliana, la estructura de sus párrafos, las antinomias de sus conceptos, la espesura  e intensidad de cada idea, el brumoso sinsabor de cada arribo al final de una reflexión dialéctica.

La Idea del final de la lógica, la Idea con mayúscula retorna serpenteante al principio, porque en el principio está el todo completo que no podemos ver en un inicio. 

¿Quiénes no podemos ver?

Quienes estamos fuera de la vida misma que es un círculo con infinitos matices, y cada matiz puede desentrañarse en complejos conceptos que como aspas de un molino dispersa en rayos mil ideas.

El lector que está en el círculo hegeliano apenas puede captar una, dos o tres ideas y ya tiene demasiado para pensar en  su círculo vital. 

Y al retomar la obra (la Ciencia de la lógica o la Fenomenología del Espíritu, que son las dos más importantes para buscar deseo) Hegel sigue deseando y deseando hasta el infinito.


Digresión.

Zaffaroni (a quien respetamos mucho), en su Tratado de Derecho Penal, iniciado en 1980, al tratar la historia de las ideas y llegar a Hegel es muy duro con él, dijo esto de dialéctica del infinito y hasta el infinito. No puedo decir la inquietud que me dio su opinión y pensé en aquellos años escribir un texto para refutarlo. No lo hice pero lo sigo pensando. No digo las opiniones de Zaffaroni posteriores en el Tratado de 1995, aquí utiliza la crítica que no piensa en los negros, y otras por el estilo. Pero decimos la iniciada en 1980 nos parece más completa, pues la posterior parece acompañar la crítica que la posmodernidad hizo a Hegel.

No es que Hegel no tenga una dialéctica hacia el infinito y hasta el infinito. Es qué la crítica fundamental a esa posición es ¿Qué hay con eso? ¿Qué problema hay en eso?

Precisamente eso es criticar la masividad del deseo en Hegel. ¿Qué los asusta? ¿no es el mundo mismo capitalista la metáfora que surge, la voracidad capitalista y financiera? Precisamente ese carácter de la obra es lo que más me impulsaba a leerlo después de experimentar al capital financiero desde el Banco Central desde fines de “los ochenta” y los inicios de “los noventa”. Precisamente el deseo en Hegel es tan poderoso que es capaz de desafiar el capital financiero, porque es un poder a la altura de la locura de la financiarización del mundo.

Si queremos encontrar respuestas a este nuevo mundo iniciado en 1989 sino está en Hegel no la busquen en nadie más, porque no existe. 

Lo curioso es que Hegel no estaba loco, siguió siendo un profesor en Berlín en plena epidemia del cólera en 1831. Allí encontró la muerte por cólera –una enfermedad africana para él tan europeo-. Quizá este último accionar de Hegel de volver a Berlín a dar clases, su familia estaba en las cercanías de las ciudad por la epidemia, es la única autodestructiva que encuentro en su vida. ¿Pero qué le podemos reprochar? ¿Su temeridad? Pero era un profesor de la Universidad de Berlín, amaba la docencia más que nadie. Eso fue Hegel: un profesor alemán, mientras como recuerda Marx, los “genios” liberales  eran accionistas de compañías negreras. Al hijo fuera del matrimonio que tuvo lo llevo a vivir con su familia. Algo sumamente deshonroso para la época.

Si la contradicción dialéctica o la negatividad dialéctica es la base de su sistema, en esa negatividad o contradicción no entra, acaso, el negro, el judío, el disidente, el gay, el feminismo. Claro que sí. Se trata de ver sin temor. Hegel no es útil para los totalitarismos, la extrema racionalidad desde el inicio de su obra hace imposible congeniar con la irracionalidad porque esa base de negatividad en Hegel encuentra un “aufheben”, una idea dialéctica que no está nunca en paz, pero que asume la contienda sin sellar ningún mundo.

Aquí en este país, que tampoco está nunca en paz, tomemos del molino hegeliano, tomemos las ideas que lanzan las aspas para descansar un poco en justicia. Ningún tibio entenderá jamás a Hegel porque no entenderá nunca su mundo.

Es que para entender a Hegel es casi requisito entender el mundo que vivimos.


Digresión.

Sé que Heidegger en su libro sobre la Fenomenología del espíritu critica esta idea de molinete que algunos tienen (nosotros también) con Hegel, es que Heidegger quiso cancelar el movimiento en la quietud y serenidad del ser originario. Es posible que los marxistas hicieran abuso. Tanto abuso hicieron que Adorno escribió sobre la dialéctica negativa, dialéctica que nunca se asume en una "aufheben" mayor.

 Pero molinete no es lo mismo que un molino de finas aspas, pienso en los molinos harineros de nuestros gringos en los campos del litoral, molinos movidos armoniosamente por el viento, y al moverse empujaban la producción de materias primas para el consumo de alimentos para la familia. Nuestra idea del molino es cadenciosa. Ocurre que en el mundo que vivimos cualquier lector de Hegel y al  advertir el ritmo del concepto querrá rápidamente llegar al final, ver el desenlace, en qué se resuelve. Pero es inútil ese movimiento del lector. Es en el compás del proceso que está todo lo más importante, en la arquitectónica estructura moviéndose como montañas. No sé qué  idea teleológica capitalista le pusieron al lector en las Universidades argentinas. Pero no es por ahí.

Tampoco como lo resuelven Marcuse y Carlos Astrada en el sentido de lo que hay detrás  es trabajo humano en movimiento, lucha por la subsistencia o dialéctica amo-esclavo (Kojeve). Esta última de tanta influencia en el mundo psicoanalítico y marxista.

Todo eso está, pero sacarlo separadamente para dar un final de la obra es unilateral, incompleto. Es dejar de lado el “delirio báquico” de todo el andamiaje. Hay un transpirar del lector y del propio Hegel por dar respuestas al mundo que le tocó en suerte. Honneth avanzó algo con la lucha por el reconocimiento (que extrae de la dialéctica amo-esclavo). Pero si esa es la idea que buscaban ya pueden dejar la obra. Hay más respuestas, hay para todos y todas.

Carla Lonzi critica –en su conocido ensayo- implícitamente en el corazón del deseo de Hegel, su idea de superar el límite –ve como atributo masculino- y en el papel que reserva Hegel para la mujer en la Filosofía del Derecho, pues ve en el hombre el espíritu de la comunidad, y en la mujer en la espiritualidad familiar. Pero no ve que la mujer ingresa también en la base de su sistema en la negatividad, o la contradicción.

De un gran pensador no hay que llevarse por lo que propiamente digan en concreto sobre un tema cualquiera en una obra determinada, sino si en toda la obra no encuentra un lugar más apropiado para el mundo que vivimos. ¿Qué importancia tiene que Platón haya echado a los poetas de la República, si él también era un poeta y poética es la República?

“El infinito”, dice Hegel, “es el ser que se ha vuelto a reestablecer después de la limitación, el ser completamente afirmativo”.

¿Podemos en este mundo que vivimos someternos  a las bondades que nos imponen los límites que el sistema capitalista ha rigurosamente establecido para nosotros?. Un mundo lleno de limitaciones es un mundo burgués. Un hombre atribulado por los límites que el sistema capitalista le reserva para sí, no solo es un burgués sino que es un estúpido.

Es cierto que Hegel ve la necesidad de una comunidad realizada donde, entonces, la limitación es un borde que la racionalidad atribuye para el bienestar de la comunidad o bien común. Pero no estamos en ese mundo pensado por Hegel, tampoco lo estaba la Alemania de su época. Y nunca la humanidad ha estado alguna vez.


Digresión:

Otra noche. Cuando en mi cabeza nocturna se agolpan las ideas embriagadoras y voy hacia la notebook, Milo, el perro de casa, ladra al vacío. Presagio de deseo y goce. Pero no tengo nada que escribir. Si al otro día tengo que ir a la oficina, mejor. Toda filosofía tiene un principio de idealismo pues no se contenta con lo finito. En Hegel hay mucho más. Padece de la inconformidad del mundo tal como es. La inconformidad del mundo con lo finito. Si se conforman con las rutinas, las oficinas, los despachos, las empresas, las fábricas, los empleos, las profesiones, la inocencia del mundo; si se conforman con las filosofías que dicen la realidad es lo que ves, la realidad está en el pasado, en el ser, en el ser originario, en la serenidad, no lean a Hegel y pueden abandonar este texto. 

Ese superar el límite y volverse a reestablecer completamente afirmativo es el ser de Hegel. Un largo discurrir sobre el ser. Supuestamente las “historias del ser” lo habrían ubicado en su lugar, su lugar en el mundo. A los que se contentan con interpretar, con el fondo abismal de las palabras, con la podrida historia de esclavos en occidente. ¡Minga!


Digresión:

La palabra Minga no sé de donde viene. 

Acaso sé dónde va.


Continuación:

La interpretación de Andrea Bocelli de “Mujer si puedes tú con Dios hablar…”, que suena en la compu en castellano, tiene un tono  reconocible en cualquier parte del mundo: ¡Es un italiano!

Entonces, “los setenta”, “los ochenta”, y parte de “los noventa” se reconcilian con “Nos habíamos amado tanto”; “El Baile”; “La ciudad de las Mujeres” (y  algunas más). 

Y en ese final apoteótico de “Fellini” (1989), en: “La voz de la luna”: la trama del artista: el sueño que se vela: y el mundo de frivolidad seca que se aproxima. En ese baile clásico, cerca del final, donde todos van separándose para hacer una ronda alrededor de la pareja; no recuerdo qué músico clásico sonaba, creo que era un vals muy antiguo. ¡Qué puede decir el presente, ante ella, la señora historia!: migajas de maldad, putrefacción de los abismos, levitación del para qué, ramblar de la técnica.


 Y  nosotros: hombres, mujeres:  ¿A dónde vamos? 


Lo estoy viendo. 

No me subo. 

No voy. 

Renuncio. 


“He llegado hasta tu casa, yo no sé cómo he podido, si ya sé que volverás….qué silencio hay en tu puerta, al llegar hasta el umbral, un candado de dolor me detuvo el corazón. Nada nada queda en tu casa natal…todo es una cruz, nada más que tristeza y quietud….”.


El mundo que tuvo un cielo plagado de estrellas, el mundo de la ilusión compartida, el mundo de cara o cruz, no existe.  Se derrumbó como castillo de naipes: “le faltó piolín”. Piolín muchachos: se enterraba en la tierra, se estupidizó de  odio, de sinrazón; pero al menos: QUISO HACER OTRO MUNDO. No se conformó con lo finito, con la historia del ser. Pero ese final y ese otro final tan cercano nos dejaron varias estrellas, y varias estacas bien conocidas.


“En la antigüedad todas las respuestas terrenales encontraban sentido con el hilo de luz susurrante hasta el cielo. Ahora, el espíritu humanos se halla tan afincado a lo terrenal, que hace necesaria ¿la misma? (¿el mismo?) “¿Impulso?   (¿Fuerza?,  “para elevarla hasta el cielo”.

“El mundo parece suspirar tan sólo por una gota de agua en una rosa, por eso, por lo poco que el mundo necesita para confortarse, PUEDE MEDIRSE LA EXTENSIÓN DE LO QUE HA PERDIDO” (Hegel).


¡Ver, déjarse llevar, 

fluir, fluir, 

fluir, 

fluir como las madreselvas en flor! 


Déjate ir.

¡Qué nadie vendrá! 


Quedan algunas estrellas. No la conservemos en el interior infinito de la conciencia sino en lo finito de la existencia cotidiana,  laboral y profesoral. Entonces  la tierra susurrará hasta el cielo y en una de esas -no vas a creer- se cubre el cielo de estrellas y podemos alterar este destino.


Sos Vos el que está diciendo: 


No creo. 

Apagamos la luz. 


“No hay victoria. “

“No convenceréis”.


-No me subo. 


“-El mundo ha cambiado mucho”. 

“-Yo no”


-No me subo.

Es por otro lado.

No es por lo terrenal hundido en la tierra podrida de la mercancía.


Si ya dejaron de buscar. 

¿A dónde van ir?

¿A dónde nos quieren llevar?


Les aviso que yo no voy.

¿-A nadie le importa?

A mí sí.


Ni la autonomía moral kantiana les dice algo.

Ni la conciencia limpia les convence.


“Salta aquí, aquí está el Rodas, no allá en un  cielo lleno de huesos secos”.


Fluye, fluye, 

déjate llevar por un cielo de madreselvas, 

 el susurro de las chicharras y los grillos,

 y un “lento atardecer de verano”, 

que el río fluye, fluye orillando las islas

y va extinguiéndose en enredadera regadas por el mar.

entonces sí podemos cambiar nuestro destino.


Lo estoy viendo. 

No me gusta.


Es como una "naranja digital" de pesos y salarios

Como una obligación de las calandrias,

Como un casamiento católico,

Como música de supermercado,

Como dosis alta del Psiquiatra.

Como la soledad del hospicio.


No me subo. 

A ese mundo no voy.

Soy “Rey por inconveniencia” 

en el hospicio que me tocó en suerte.

Te regalo mi salario, 

mi casa, mi auto. 

Nada de eso tengo.

Te regalo la sube 

que es la única donde hay un peso.

Pero no voy.


Final:


Me pidieron que hablara del deseo en Hegel. 

No he podido. 

Teníamos que  separar, 

distinguir, clasificar 

y alongar.

¡Huesos secos!, 

¡Frío cálculo empresarial!


Es lo que podido,

Daniel, 

A lo mejor una mañana pueda escribir, con seriedad,  sobre el tema.

Abrazo.


Claudio Javier Castelli

24 y 25 de Octubre de 2021.











.







domingo, 26 de septiembre de 2021

DE ABOGADOS Y OTRAS AVENTURAS POR EL ESTILO por Claudio Javier Castelli

 




Frecuentemente nos preguntábamos porque nos gustaba tanto Hegel; tuvimos la respuesta: en que trata de unir lo abismoso lejano con lo abismal de lo cercano.

Lo cercano cuando no es fruto del prejuicio es obra del azar. 

Y el azar es la verdadera “astucia de la razón”.

Y esa razón no se puede asir.


Estamos en problemas.




Los empecé a descubrir trabajando en juzgados criminales y atendiendo a los abogados en las mesas de entradas; había algunos que siempre pedían hablar con nosotros –aunque no llevara su caso-, eran aquellos a los cuales, el establishment tribunicio despectivamente les llamaba –y llama- “saca presos”. Algunos siempre tenían aventuras que contar, y eran –y son- generalmente de una vida bastante bohemia. Se parecían al famoso “Petrochelli” que la televisión de los setenta había popularizado aquí - vivía en una casa rodante, nunca podía terminar de construirla o nunca quiso-

Ese tipo de abogados no tenía prestigio profesional y no les importaba un comino.

Había otros que los empleados disputaban por llevar su caso: eran los “prestigiosos”. Había cierta razón en eso, pues algunos eran maestros de la profesión y del derecho.

A esos maestros también tuvimos el privilegio de atenderlos en algunos casos; David Baigún, Julio Maier, Alberto Binder y otros juristas encumbrados. Eugenio Raúl Zaffaroni era Juez.

A lo mejor la tarea para los penalistas sea tratar de unir el espíritu de esos cuatro.

No va a ser tan fácil como se cree, aunque haya un hálito común.

Había otros prestigiosos, no maestros, que atendíamos con cautela. No sabemos bien por qué. No nos cerraban del todo. Tal vez porque les exigíamos que fueran maestros, y que no hicieran trampa con lo que se decía de ellos en los despachos y las oficinas.

La realidad siempre es mas virulenta que los rumores acerca de ella, en general eran mas humanos que nada, y muchos no daban con la talla vaporosa que se les endilgaba.

Nos llevó a preguntarnos ¿Qué es el prestigio? Tuvimos una seca respuesta:  Una telaraña brillosa, detrás de la cual solo hay mercancía, intereses económicos con los cuales se lucra; en definitiva no es más que prestigio burgués.

A esos burgueses del prestigio los conocímos muy bien en los tribunales -y en la vida -. Sabemos cuando utilizan el “prestigio” “como un garrote vil”, o una cucarda para obtener favores.

No nos “engañan con cuatro mentiras los maracanases que vienen del pueblo a elogiar divisas ya desmerecidas y hacernos promesas que nunca cumplieron”.

Conocímos a Carlos Cruz - Pte. De la Unidad de Información Financiera- en los años ochenta, en la cátedra de derecho penal del doctor David Baigún, en la Facultad de Derecho de la UBA. Su función principal allí era la política intrafacultad; era profesor adjunto, así como el escriba.

En los seminarios de cátedra poquísimas veces escuchamos su voz, recuerdo sí a Maximiliano Rusconi, Gabriela Baigún, Zulita Fellini, Alberto Binder, la del escriba y varios otros y otras, pero no recordamos las de Carlos Cruz.

Elucubrábamos que se debía a que pensaba mucho o bien a que no tenía nada que decir.

Esto último se nos confirmó cuando mas de treinta años después volvimos a trabajar juntos en la Unidad de Información Financiera.

Generosamente nos ofreció ser Director de Litgios Penales – el escriba iba a la UIF con otra función- y aceptamos el convite.

Desde un principio el escriba cumplía la función de asesor privilegiado.

¿Qué ocurrió después?

Las reuniones iban y venían, ordenes y contra ordenes, pedidos de informes internos y pedidos de informes internos que nadie leía. Poco trato con el personal del organismo, decisiones hacia afuera de la UIF, que nunca se adoptaban.

El escriba llegó a pensar que Carlos Cruz para tomar una decisión tenía que consultar al “Instituto Gioja”, de la Facultad de Derecho de la UBA, para que allí se hiciera un seminario que concluyera cual era el camino correcto en un Organismo del Estado. Como si esto fuera difícil en un gobierno peronista.

Una querella, la primera que hicimos en la gestión, que tenía que salir en febrero de 2020, pudo presentarse recién en Junio, y luego de una insistencia desmedida del escriba.

Ya no nos gustaba tanto.

El único regimen posible en un Estado Social y Democrático de Derecho para administrar un organismo público es la Delegación, confiando en los Directores, sus creaciones permanentes y actividad continua, siguiendo claro, los lineamientos del Presidente de la UIF, enmarcados dentro de la política ciminal del Estado, y los estándares internacionales en materia de lavado de activos.

Pero el Presidente de la UIF eligió la Concentración, todo en el presidente, controlar hasta el último papel que entra en el organismo, contestar oficios, toda la actividad del organismo.

La Concentración para administrar un Organismo Público, con más de 300 personas, es propia de regímenes autoritarios y personalidades por el estilo.

El resultado fue la parálisis de la UIF, que se hizo pública con los audios del escriba que había mandado a tres abogados adláteres de Cruz y responsables tambien de llevar a término esa política concentradora de la decisiones y absolutamente incompatibles con el sentido común para ordenar un organismo, que había sido espadachín principal del “lawfare” en los años macristas.

Nada tuvimos que ver con la publicación de esos audios y nada secreto hay en ellos porque se tratan de políticas de gestión pública.

Además, según las leyes dejadas por el macrismo, la Dirección de Litgios no integra las direcciones que administran el secreto de la UIF y esas leyes no fueron alteradas.

Nos cansamos de recomendar decisiones, acompañar querellas criminales, proyectos de denuncias, pero todo tardaba “un siglo”.

Pero un compañero peronista, o por lo menos nosotros, no ocupamos un cargo en la función pública para distraernose de la función esencial de defender la patria y los trabajadores.

Fuimos despedidos el 2 de Julio de 2021, con acusaciones falsas, nulas de nulidad absoluta, sin un peso de indemnización y hechas con abuso de poder que es un delito en un funcionario público.

Fuimos desvinculados mucho antes de la resolución de Ercolini con Paolo Rocca, y de haber estado, por supuesto que hubieramos apelado. 

A casi tres meses de mi retiro no se designó a nadie en mi reemplazo, y tampoco en otras Direcciones a un un año y ocho meses de llegar a la UIF:

Vemos hoy que se ha despedido un funcionario no macrista de parecida manera y con acusaciones falsas y atribuyendo responsabilidade que caben a la máxima autoridad de la UIF.

Es que administrar la cosa pública con la Concentración absoluta trae estos desmanes y desaguisados. Nadie puede estar en todo y menos si se abusa de los requerimientos internos a las cabezas de esas direcciones o quienes quedan, y les impiden atender con decisión los problemas específicos de cada Dirección.

Si toda decisión la toma el presidente nadie sabe que es importante y qué no porque es impredecible el capricho del príncipe, con mayor razón cuando se han dado instrucciones específicas que despueds se diluyen por contraordenes o decisiones contrarias.

Lo raro, lo paradógico, es que a todos los ex funcionarios que fueron cómplices del lawfare se los ha indemnizado con sumás abultadísimas y que podrían haber sido evitadas con instrucciones sumarias- así se lo recomendamos - para las cuales hoy se es tan generoso con los compañeros atribuyendo causalidades falsas y hasta imposibles de atribuir a otro cuando la concentración impera como régimen, y es el propio presidente de la UIF el responsable.

En dos años se hace la calificación del Gafi (Grupo de Acción Financiera Internacional), en Argentina.

No es a la UIF a los únicos que hay que calificar, pero sí el organismo más importante en materia de lavado de activos en la argentina.

Si se llega al 2023 con esta forma de administrar la UIF es previsible el resultado que tendríamos.

Ya no es solo el prestigio de Carlos Cruz sino el prestigios de la Argentina en materia de lavado de activos.

Para el escriba el prestigios de Carlos Cruz ya lo puso en juego, y era como advertía en los tribunales de aquellos abogados a quienes se les endilgaba mucho, y eran tan humanos, tan tecnicamente humanos, tan infinitésimamente humanos, que tenían pies de barro.

Siempre recordaba, en aquel entonces la frase tanguera : “la fama es puro cuento”.-



Claudio Javier Castelli

26 de Sepitiembre de 2021.

San Telmo































s

domingo, 5 de septiembre de 2021

LIBERTARIOS (2): LA HORA DEL SUPER CAPITALISMO por Miguel Mazzeo

 



"No la libertad como algo asociado al privilegio y viciada de raíz, sino la libertad en tanto que derecho prescripto que se extiende más allá de los estrechos límites de la esfera política, a la organización íntima de la sociedad misma”.

Karl Polanyi, La gran transformación


Los libertarios son la furia desatada del interés privado y de los derechos de propiedad individualizados. Proclaman la hora del super capitalismo. Quieren  liberar al proceso de acumulación de capital de toda instancia de regulación estatal, sacudirlo de cualquier modalidad ajena a la maximización del beneficio. Vinieron a proponer una idea de la libertad en su máximo grado de abstracción: la libertad rebosante de ideología capitalista, triturada por la alineación universal. De paso, arruinaron una de las palabras más bellas de la lengua castellana.


Vale recordar lo que Karl Marx decía de la libertad en el marco del sistema capitalista: “…no se trata, precisamente, más que del desarrollo libre sobre una base limitada, la base de la dominación por el capital. Por ende este tipo de libertad individual es a la vez la abolición más plena de toda libertad individual y el avasallamiento cabal de la individualidad bajo condiciones sociales que adoptan la forma de poderes objetivos, incluso de cosas poderosísimas; de cosas independientes de los mismos individuos que se relacionan entre sí…”.[1]


Claro está, las condiciones y poderes objetivos impuestos por el capital (el peor liberticida del que se tenga memoria, el más truculento de todos) no cuentan para los libertarios, por el contrario, para ellos el límite a la libertad individual está en todo aquello que no permite el despliegue ilimitado y desenfrenado de esas condiciones y esos poderes objetivos. Y es que, para los libertarios, el capital no es un poder separado de la comunidad (y vuelto contra ella).


Los libertarios quieren acabar con el principio de subsidiariedad, así lo exige otro principio que defienden a capa y espada: el del lucro indiscriminado. Ansían el poder sin responsabilidad. Abogan por la irresponsabilidad empresaria, social. Quieren una economía sin política. A diferencia de otros sectores de la derecha liberal (y del universo teórico neoclásico) no se escudan en la ética abstracta del capital: directamente se burlan de la ética. Consideran que el capitalismo funcionaría mucho mejor sin los “pesados lastres éticos”. Aunque no dejen de invocar viejas fórmulas como un mantra, están absolutamente convencidos de que el horizonte del “interés general” es una farsa a erradicar. En el fondo, ninguno de ellos cree que el interés individual pueda contribuir al bien común. Para ellos “lo común” es un espacio abierto a los procesos de apropiación privada, mercantilización y monetización. Para ellos no existen fines sociales y/o geopolíticos.


En ciertos sentidos, los libertarios son absolutamente transparentes. Son soldados de la desigualdad, la depredación, la impiedad. Repudian el asociativismo, la cooperación y la solidaridad (sobre todo la de los y las de abajo). Justifican abiertamente el dominio despótico del capital y el maltrato al trabajo y a la naturaleza, militan la mercantilización más grosera. Se oponen a los que consideran “sentimentalismos” y a las políticas públicas “caritativas”. Saben cabalgar todas las tendencias descolectivizantes. A través de ellos, la derecha comienza a abandonar las retóricas de la neutralidad y la no confrontación.


Los libertarios buscan exceder el horizonte del monetarismo neoliberal y de las políticas “del lado de la oferta”. Pretenden ir más lejos todavía.


El trasfondo de esta especie de porno-capitalismo, de esta convocatoria a una orgía burguesa, es un brutal autoritarismo (apenas disimulado) que puede llegar al punto de negar el derecho a la existencia de todo aquello que no cabe en sus patrones dogmáticos: una versión moderna y “mercantil” del fascismo, un fascismo de “amplio espectro” que, en la Argentina y en otros países, viene generando un campo de empatía que está más allá de los acuerdos entre los grupos más ideologizados. Ahora bien, desde sus emplazamientos ultra-reaccionarios, los libertarios operan en una fisura real de nuestra sociedad y rozan una verdad política. Maniobran sobre los núcleos de mal sentido del sentido común. La distopía que proponen no adolece de irrealidad, es decir, posee algún grado de concreción, habita muchas subjetividades, mora en diversos microcosmos oscuros de la sociedad.    


La presencia actual de los libertarios, el eco que sus propuestas encuentran en una parte de la sociedad, pueden verse como un emergente de la crisis del sistema capitalista, pueden considerarse como una de las tantas manifestaciones de la crisis civilizatoria global, exacerbadas en tiempos de pandemia.


Los libertarios son una de las expresiones ideológicas del hipercapitalismo que más ha crecido en los últimos años. Pero este crecimiento guarda relación con las situaciones que la misma desregulación del capital ha generado en las últimas décadas: con todo lo que los pueblos retrocedieron en materia de bienes comunes, con el avance de los modelos extractivistas y las formas de acumulación por desposesión, con la consolidación de mecanismos verticales de gestión. Cabe señalar que estas situaciones no fueron revertidas sustancialmente por los “gobiernos progresistas”, más allá las innegables reparaciones que alentaron en diversos campos. Entonces, los libertarios no irrumpen precisamente en un contexto de fuertes regulaciones al capital, en el marco de una correlación de fuerzas favorables a la clase trabajadora. O sea, son la expresión de un poder que hace tiempo se ha desatado.


Asimismo, su crecimiento se puede vincular con el éxito del sistema en la “fabricación” de individuos estandarizados (“ultra-racionalizados”, formateados geo-culturalmente), pero también con el agotamiento de otras políticas (“de centro”, “reformistas”, “populistas”, “de izquierda”) que navegan en el marco del orden establecido y que resultan complementarias del mismo; políticas que en los términos de Félix Guattari,[2] no producen “territorialidades de reemplazo”, o que, en términos gramscianos, no se proponen construir subjetividades, sistemas y bloques contra-hegemónicos (o que no logran dar pasos firmes en pos de esa construcción).


De este modo, la presencia de los libertarios, no deja de ser, también, el signo de un enorme vacío político e ideológico y de un achicamiento (o un “adormecimiento”) de los espacios de retaguardia popular (materiales, sociales, culturales, simbólicos); un signo de la pobreza política (más que teórica) del “progresismo” y de la izquierda anticapitalista.  


Porque los libertarios crecen a medida que aumenta la inviabilidad de todo “capitalismo social” y de toda política “humanizadora” de las relaciones sociales asimétricas, a medida que el desarrollo histórico achica el margen para el “capitalismo reformista”, a medida que las supuestos proyectos nacionales y populares se reducen cada vez más a la gestión del estado de cosas existente y se limitan a una “mediación” entre los poderosos y los perdedores: una mediación que reproduce esa relación, poniéndole, en el mejor de los casos, algún freno a la voracidad de los poderosos, pero conservando a los perdedores en esa condición.  


Los libertarios crecen a medida que la izquierda anticapitalista (cultivando estilos apolíneos) gasta sus días en prácticas fragmentadas, testimoniales o conmemorativas, a medida que las dirigencias de las organizaciones populares y los movimientos sociales piensan burocráticamente en administrar la gobernabilidad más que en organizar el conflicto. ¿Qué pasará cuando entre en erupción la bronca acumulada?


Por obra y gracia de los libertarios, la derecha comienza ocupar el espacio de “lo diabólico”, de lo contestatario, de lo culturalmente subversivo, de lo que rompe con la moderación del discurso político promedio (ya sea en su formato neoliberal o neo-desarrollista). Además, los libertarios no invocan su idea individualista de la libertad como si se tratara de un proyecto a futuro, convocan a ejercerla aquí y ahora (o celebran ese tipo de ejercicios). Intentan traducir el egoísmo en política. Esta postura les permite desarrollar capacidades de agitación del malestar social.


Frente a inviabilidad de las alianzas neo-ricardianas entre capital industrial y sindicatos, frente la quimera del un “capitalismo con rostro humano”, los libertarios responden con la apología a la renta terrateniente, inmobiliaria, principalmente financiera. Actúan como la vanguardia ideológica de la nueva derecha.


Los libertarios quieren resolver la crisis sistémica profundizando cada una de sus causas estructurales, ya no administrándola o prorrogándola. Su estrategia se basa en el desarrollo de las anomalías del capital sin más dilaciones. Su propuesta, cruda, rabiosa, carece de artificios. A diferencia de los viejos liberales, no apelan a unos supuestos “valores espirituales”. Pregonan un capitalismo sin atenuantes.


Los libertarios son la expresión del capitalismo desenfrenado y dionisiaco, del “espíritu animal del empresario ansioso de beneficio”.[3] Son la ebriedad y el éxtasis de mercado. Son la irracionalidad más poderosa. Son la versión más exagerada de la tendencia “normal” de nuestras sociedades neoliberales, una tendencia orientada a reconocer a los valores de cambio como los únicos organizadores posibles de la producción de valores de uso. Una tendencia autodestructiva de la civilización del capital pero que nos arrastrará a todos y todas sino somos capaces de desarrollar un sistema alternativo.


Aunque los grupos y las figuras actuales del abanico libertario se desgasten y se extingan en poco tiempo (después de un fugaz momento de gloria), no conviene considerarlos una secta efímera; aunque parezcan estancados en el estereotipo o en la parodia, lo que en verdad importa es el sentido de la tendencia histórica, y el papel que juegan en esa tendencia: arietes del proyecto de una derecha cada vez más “republicana” y menos democrática o, directamente, antidemocrática; minoría activa en torno de la cual puede llegar a gestarse una “cultura militante” de la derecha en un sentido más amplio.


Todavía no han surgido las fuerzas políticas que, desde las posiciones del trabajo, desde los muchos y variados espacios comunales y resistentes, den cuenta de esa misma crisis sistémica y propongan vías para superarla, desde cristalizaciones desalienantes, desde cosmovisiones alternativas, con métodos radicales y con igual crudeza, a través de la eliminación definitiva de sus causas. Porque ese parece ser el gran dilema de nuestro tiempo: profundización o eliminación de las causas estructurales de la crisis sistémica.


Continuará…


Lanús Oeste, 1º  de junio 2021.


[1] Marx, Karl, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), 1857-1858, Tomo 2, México, 2002, p.169.


[2] Véase: Guattari, Félix, Líneas de fuga. Por otro mundo de posibles, Buenos Aires, Editorial Cactus, 2018.


[3] Harvey, David, Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, Quito, Traficantes de Sueños, 2014, p. 39.


Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2021/06/04/libertarios-2-la-hora-del-super-capitalismo/