domingo, 26 de septiembre de 2021

DE ABOGADOS Y OTRAS AVENTURAS POR EL ESTILO por Claudio Javier Castelli

 




Frecuentemente nos preguntábamos porque nos gustaba tanto Hegel; tuvimos la respuesta: en que trata de unir lo abismoso lejano con lo abismal de lo cercano.

Lo cercano cuando no es fruto del prejuicio es obra del azar. 

Y el azar es la verdadera “astucia de la razón”.

Y esa razón no se puede asir.


Estamos en problemas.




Los empecé a descubrir trabajando en juzgados criminales y atendiendo a los abogados en las mesas de entradas; había algunos que siempre pedían hablar con nosotros –aunque no llevara su caso-, eran aquellos a los cuales, el establishment tribunicio despectivamente les llamaba –y llama- “saca presos”. Algunos siempre tenían aventuras que contar, y eran –y son- generalmente de una vida bastante bohemia. Se parecían al famoso “Petrochelli” que la televisión de los setenta había popularizado aquí - vivía en una casa rodante, nunca podía terminar de construirla o nunca quiso-

Ese tipo de abogados no tenía prestigio profesional y no les importaba un comino.

Había otros que los empleados disputaban por llevar su caso: eran los “prestigiosos”. Había cierta razón en eso, pues algunos eran maestros de la profesión y del derecho.

A esos maestros también tuvimos el privilegio de atenderlos en algunos casos; David Baigún, Julio Maier, Alberto Binder y otros juristas encumbrados. Eugenio Raúl Zaffaroni era Juez.

A lo mejor la tarea para los penalistas sea tratar de unir el espíritu de esos cuatro.

No va a ser tan fácil como se cree, aunque haya un hálito común.

Había otros prestigiosos, no maestros, que atendíamos con cautela. No sabemos bien por qué. No nos cerraban del todo. Tal vez porque les exigíamos que fueran maestros, y que no hicieran trampa con lo que se decía de ellos en los despachos y las oficinas.

La realidad siempre es mas virulenta que los rumores acerca de ella, en general eran mas humanos que nada, y muchos no daban con la talla vaporosa que se les endilgaba.

Nos llevó a preguntarnos ¿Qué es el prestigio? Tuvimos una seca respuesta:  Una telaraña brillosa, detrás de la cual solo hay mercancía, intereses económicos con los cuales se lucra; en definitiva no es más que prestigio burgués.

A esos burgueses del prestigio los conocímos muy bien en los tribunales -y en la vida -. Sabemos cuando utilizan el “prestigio” “como un garrote vil”, o una cucarda para obtener favores.

No nos “engañan con cuatro mentiras los maracanases que vienen del pueblo a elogiar divisas ya desmerecidas y hacernos promesas que nunca cumplieron”.

Conocímos a Carlos Cruz - Pte. De la Unidad de Información Financiera- en los años ochenta, en la cátedra de derecho penal del doctor David Baigún, en la Facultad de Derecho de la UBA. Su función principal allí era la política intrafacultad; era profesor adjunto, así como el escriba.

En los seminarios de cátedra poquísimas veces escuchamos su voz, recuerdo sí a Maximiliano Rusconi, Gabriela Baigún, Zulita Fellini, Alberto Binder, la del escriba y varios otros y otras, pero no recordamos las de Carlos Cruz.

Elucubrábamos que se debía a que pensaba mucho o bien a que no tenía nada que decir.

Esto último se nos confirmó cuando mas de treinta años después volvimos a trabajar juntos en la Unidad de Información Financiera.

Generosamente nos ofreció ser Director de Litgios Penales – el escriba iba a la UIF con otra función- y aceptamos el convite.

Desde un principio el escriba cumplía la función de asesor privilegiado.

¿Qué ocurrió después?

Las reuniones iban y venían, ordenes y contra ordenes, pedidos de informes internos y pedidos de informes internos que nadie leía. Poco trato con el personal del organismo, decisiones hacia afuera de la UIF, que nunca se adoptaban.

El escriba llegó a pensar que Carlos Cruz para tomar una decisión tenía que consultar al “Instituto Gioja”, de la Facultad de Derecho de la UBA, para que allí se hiciera un seminario que concluyera cual era el camino correcto en un Organismo del Estado. Como si esto fuera difícil en un gobierno peronista.

Una querella, la primera que hicimos en la gestión, que tenía que salir en febrero de 2020, pudo presentarse recién en Junio, y luego de una insistencia desmedida del escriba.

Ya no nos gustaba tanto.

El único regimen posible en un Estado Social y Democrático de Derecho para administrar un organismo público es la Delegación, confiando en los Directores, sus creaciones permanentes y actividad continua, siguiendo claro, los lineamientos del Presidente de la UIF, enmarcados dentro de la política ciminal del Estado, y los estándares internacionales en materia de lavado de activos.

Pero el Presidente de la UIF eligió la Concentración, todo en el presidente, controlar hasta el último papel que entra en el organismo, contestar oficios, toda la actividad del organismo.

La Concentración para administrar un Organismo Público, con más de 300 personas, es propia de regímenes autoritarios y personalidades por el estilo.

El resultado fue la parálisis de la UIF, que se hizo pública con los audios del escriba que había mandado a tres abogados adláteres de Cruz y responsables tambien de llevar a término esa política concentradora de la decisiones y absolutamente incompatibles con el sentido común para ordenar un organismo, que había sido espadachín principal del “lawfare” en los años macristas.

Nada tuvimos que ver con la publicación de esos audios y nada secreto hay en ellos porque se tratan de políticas de gestión pública.

Además, según las leyes dejadas por el macrismo, la Dirección de Litgios no integra las direcciones que administran el secreto de la UIF y esas leyes no fueron alteradas.

Nos cansamos de recomendar decisiones, acompañar querellas criminales, proyectos de denuncias, pero todo tardaba “un siglo”.

Pero un compañero peronista, o por lo menos nosotros, no ocupamos un cargo en la función pública para distraernose de la función esencial de defender la patria y los trabajadores.

Fuimos despedidos el 2 de Julio de 2021, con acusaciones falsas, nulas de nulidad absoluta, sin un peso de indemnización y hechas con abuso de poder que es un delito en un funcionario público.

Fuimos desvinculados mucho antes de la resolución de Ercolini con Paolo Rocca, y de haber estado, por supuesto que hubieramos apelado. 

A casi tres meses de mi retiro no se designó a nadie en mi reemplazo, y tampoco en otras Direcciones a un un año y ocho meses de llegar a la UIF:

Vemos hoy que se ha despedido un funcionario no macrista de parecida manera y con acusaciones falsas y atribuyendo responsabilidade que caben a la máxima autoridad de la UIF.

Es que administrar la cosa pública con la Concentración absoluta trae estos desmanes y desaguisados. Nadie puede estar en todo y menos si se abusa de los requerimientos internos a las cabezas de esas direcciones o quienes quedan, y les impiden atender con decisión los problemas específicos de cada Dirección.

Si toda decisión la toma el presidente nadie sabe que es importante y qué no porque es impredecible el capricho del príncipe, con mayor razón cuando se han dado instrucciones específicas que despueds se diluyen por contraordenes o decisiones contrarias.

Lo raro, lo paradógico, es que a todos los ex funcionarios que fueron cómplices del lawfare se los ha indemnizado con sumás abultadísimas y que podrían haber sido evitadas con instrucciones sumarias- así se lo recomendamos - para las cuales hoy se es tan generoso con los compañeros atribuyendo causalidades falsas y hasta imposibles de atribuir a otro cuando la concentración impera como régimen, y es el propio presidente de la UIF el responsable.

En dos años se hace la calificación del Gafi (Grupo de Acción Financiera Internacional), en Argentina.

No es a la UIF a los únicos que hay que calificar, pero sí el organismo más importante en materia de lavado de activos en la argentina.

Si se llega al 2023 con esta forma de administrar la UIF es previsible el resultado que tendríamos.

Ya no es solo el prestigio de Carlos Cruz sino el prestigios de la Argentina en materia de lavado de activos.

Para el escriba el prestigios de Carlos Cruz ya lo puso en juego, y era como advertía en los tribunales de aquellos abogados a quienes se les endilgaba mucho, y eran tan humanos, tan tecnicamente humanos, tan infinitésimamente humanos, que tenían pies de barro.

Siempre recordaba, en aquel entonces la frase tanguera : “la fama es puro cuento”.-



Claudio Javier Castelli

26 de Sepitiembre de 2021.

San Telmo































s

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartir lo que algunos conocíamos y lo que desconocíamos.
    Gracias por ser tan claro en lo que contas.

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  2. Con el tiempo, y circunstancias, muy parecidas, entendí el valor que tiene narrar los hechos injustos, y denunciarlos. Hay un modus operandi en las persecuciones, con abuso de poder, que se basan en hechos falsos, pero que cuesta mucho trabajo revertir. La Uif, es una Institución sofisticada para la gran mayoría, pero el escriba aclara, su importancia y consecuencias, de la falta de transparencia en su organización. El Valor Justicia, nos interpela hasta el tuétano a los abogados-abogadas, que pasamos por la Función Publica, en vez de reconocimiento, hallamos el desprecio. Tiempo de contradicciones que cuesta revertir.
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