a Horacio González
in memoriam
Cuando el muy buen poeta Adalberto Polti nos dijo, en su despacho de Juez Penal, que estaba por editar un libro de poemas que se llamaba: “Oigo Pasos”, cuyo título era una derivación de una frase de Alejandra Pizarnik, y que según creíamos en ese momento era: “Oigo Voces”,
no pudimos dar fe si es de ella o algún otro poeta o la imaginamos o lo vivímos o simplemente es nuestra o de nadie o de todos,
lo cierto es que quedamos prendado de un diálogo con un poeta por más de veintitrés años.
Creemos que el gran contrincante de Hegel era Santo Tomás de Aquino (igual que Lutero),
y creemos o estamos convencidos o no existió nunca
que el nuestro es Hegel.
Toc, toc: ¿Quién es?
El nuestro es Hegel
Anoche fuimos a cenar con el Tano Davide Ciuna, y mi hijo Facundo Pablo al “Bar Británico”, no sé si el sombrero de Facundo, el vuelo de Davide o la música italiana o el cine o el "Renacimiento" o “La Divina Comedia” o los curas o la revolución que pudieron hacer y no se animaron, o los latinos o la herencia de nuestra sangre o Bendetto Croce o Antonio Gramsci,
Que con Facundo entramos en vuelo límpido y lejano.
El “Tano” vino de Roma para un “año sabático” (al igual que "Hans Castorp", y “Ulrich”) en Buenos Aires influenciado por la novela “La Tregua” -de Mario Benedetti-;
Pero ¿no es que se desarrolla en Montevideo?.
No lo recordamos.
La película de Sergio Renan
creemos que si, en Buenos Aires.
Hace quince años que nos acompaña
Tiene un hijo aquí.
No sé.
Quedamos divagando
Toda la noche
–son las 09 H:28hs. de la mañana-;
Divagando con las almas
Prontamente apareció el espíritu de Horacio González
Distinguiéndose como una afrenta.
Sin duda era el mejor de todos nosotros.
Hay en todo ese espíritu una “matriz de perdón”
Muy difícil de encontrar en un cristiano cotidiano.
No sé.
Nos pide perdón por ser una “admirable cabeza”.
-Es la frase con que muchos Hegelianos o Filósofos
o Historiadores de Filosofía
apodan a Hegel
en relación a su época en Alemania-.
No sé.
Le pide perdón a la historia Universal
Por ser muy argentinos.
Y al mismo tiempo,
Recostado como un “compadrito”
En un Farol de Boedo:
Le dice a esa Historia Universal
-Aquí, y desde aquí
Tenemos algo importante
Para decirles,
Para contarles de nuestra experiencia “con la patria” argentina y latinoamericana
Que a lo mejor les puede ser de utilidad
o ayudarlos a sacar conclusiones o ver el futuro
o entender sus pasados o a delirar como muchos lectores
o a delirar con un sueño trunco
o el otro sueño trunco: el del General y Eva
o el de Luis Carlos Prestes o Getulio Vargas, o Juan Velasco Alvarado, o Juan Jacobo Arbenz
o Fidel o “el Che”
o Scalabrini Ortiz
o Leopoldo Marechal
o Jorge Luis Borges
o “La Cautiva”
o “El Matadero”
o “Facundo”
o si había o no que utilizar las armas,
o si había que perdonar más o había que salir del rencor o era imposible
o si hay un tiempo por venir o una madeja que deshacer
o estamos todos condenados aquí como esos chicos de la calle con el “paco”, sin trabajo, sin esperanza, sin rencor, sin nombre,
sin Dios,
o la pobreza nos ha igualado
o
¡Qué habrá querido decir!.
No sé.
Es un espíritu viviente entre nosotros.
Habrá épocas en que buscarán la forma de desprenderse del influjo de Horacio González.
Algunos, mucho tiempo después lo apelaran: “Perro Muerto”
Como le dijeron a Baruch Spinoza,
Como le dijeron a Hegel
Como le dijeron a Marx.
No sé.
Es todavía demasiado temprano.
--
El primer diálogo que tuvimos con Horacio González fue aproximadamente en 2010 en la esquina de Juan María Gutiérrez y Agüero, a dos cuadras de la Biblioteca Nacional y a pasos de nuestro domicilio en aquel entonces;
González esperaba un taxi.
Temimos pero nos acercamos y le dijimos:
“Horacio"
–Como si lo conocieramos de toda la vida-
-"¿Por qué no editan la obra completa del poeta argentino Ricardo Molinari".
No alcanzamos a explicarle porque se lo pedíamos
Que interrumpiéndonos nos dijo:
-“Qué poeta olvidado”
¿Vos tenés toda la obra dispersa?.
Es muy difícil recopilarla”.
No, no la teníamos y sabíamos que era una ardua tarea conseguirla.
Horacio González sí que sabía de hacer justicia y ubicar en su lugar de letra, pensamiento y época a un autor o un texto.
Se lo volví a recordar hace poco,
en un intercambio de correos electrónicos
y nos dijo:
“Ahora me lo decís”.
–Acababa de desvincularse de Editorial Colihue-.
La primera vez nos había invitado a visitarlo en la “Biblioteca” para hablar de Ricardo Molinari –estaba interesado en nuestra opinión
–la de un desconocido para él-
Sobre ¿por qué Ricardo Molinari?
No sé.
No pudimos ir.
Habíamos perdido los bríos justicieros en la poesía.
Al fin y al cabo
¿Para qué?
Si Fabián Casas había dicho en un reportaje -en el "Diario de Poesía" en "los noventa”:
“que no le interesaba un cuento donde algún personaje en un momento no se tome un taxi”.
¡Qué sé yo!
Si con el poeta Francisco Madariaga habíamos compartido "Ginebra" de nuestra "petaca tribunicia”,
Si Enrique Molina en Febrero de 1992, en su domicilio -creemos en la calle Humboldt- al leer un poema histórico de nuestro libro había dicho:
-“Me hubiera gustado escribir ese poema”.
Y era la misma frase que ibamos a decirles y uno de los motivos –más importantes- de la visita ese atardecer de verano;
Dos veces se la ibamos a repetir:
Con “Alta marea”
y el “Pasajero de la habitación nro. 23”.
Nos pidió que leyeramos “Alta Marea”
Lo leímos mezclando el dolor y melancolía del poema
Con nuestro propio dolor y melancolía;
Al finalizar, Enrique con los ojos humedecidos
Nos pidió la obra completa de su autoría,
Llevada en ocasión,
para dedicarla
Y escribió:
“En la mágica, implacable
y reveladora
Aventura de la poesía
Con la amistad de su antiguo amigo
Enrique Molina”
No sé.
No pude ir.
Ya no estaba Ricardo Molinari entre los poetas que más releíamos.
Y a la época:
¡Qué le interesaba un lírico!.
No sé.
Si cuando hablamos de Husserl
Dijo que iba a tratar de editar “Las ideas…”.
Pero “el Fondo” estaba amarrete.
No sé.
Si cuando le mandamos libros de Carlos Cossio
Esperando interesarlo y motivarlo a escribir un ensayo
Era muy tarde para ambos.
La época para todos ellos había pasado
Y como uno de los versos finales
del poema “Idilio Muerto”
de Cesar Vallejo:
“¡Qué frío hay...Jesús!”
Nos acechaba en cada Taxi,
en cada esquina,
en cada vecino..
en cada silencio
en cada presentir
No sé.
Había empezado a descreer de la Universidades,
De toda formación técnica, metódica, rigurosa,
Del saber profesional.
De los poetas, filósofos
Y escritores que había tenido
Como marcos de referencia;
No sé.
Si ya sabíamos “Qué veinte años no es nada”;
Sino habíamos amado más que ideas y sueños
Y no habíamos visto
Qué teníamos ojos marrones
Y teníamos nebulosa la mirada para la familia
que habíamos creado con Beatriz,
-Eterna compañera-.
Si no habíamos visto que lo rojo es rojo,
Que los vasos son vasos,
Que las mesas son mesas
Y las sillas, sillas
Y que esos chicos que supieron ser niño
y niñas
Y hoy caminar por la casa
Eran y son mis hijos
Que los perros y las gatas
Son animales domésticos
Que las imágenes surgentes
De los textos de Horacio González
No eran imágenes
Eran conceptos profundos
Del drama cotidiano
De la deriva política histórica
No sé.
Es raro.
Estuvimos casi 23 años sin escribir poesía.
“Habíamos desafiado a los Dioses
Y el don de la poesía
nos había sido dado
Y quitado"
Como Heidegger que más que nada era un poeta,
Horacio González también lo era
De la realidad inextricable
Y permanente
De la poesía
Y cómo Joaquín Giannuzzi
Podía poetizar
Con los alambres,
Hierros
Y latas
Enmarañadas
En una pared contigua
A una estación de servicios
Y como lo hizo Hegel
Podía “aprehender su tiempo
en pensamiento” .
Y como Miguel de Cervantes
Había tenido su “querella
Entre las armas
Y las letras”.
Y Como Leopoldo Lugones
Hubiera podido escribir
“Olas grises”
Como Francisco Madariaga
Hubiera podido escribir
“Empalme de caminos”
O “ La Guerra del Paraguay”,
Y Como Edgard Bayley
Hubiera podido escribir
“Nunca terminará
Es infinita esta riqueza abandonada”.
¡Qué sé yo!
Creemos que ha muerto
Un hombre en la Nación Argentina
Y Latinoamericana.
“Horacio González ha muerto”
Y un susurro de grillos y chicharras
Un “lento atardecer de verano”
Nos acompaña
¿Hay, acaso,
Final para la vida
De todo lo que existe
O no existió jamás?,
¿Hay, díganme,
Palabra que se tuerza
En compañía,
Abismo innecesario
De un camino?
No sé.
¡Quieran saber!
Pero no lo sé.
¿Habrá sido todo
este desaguisado
De tramas amorosas,
De seducción comprometida
un intríngulis
“Del que a la nada
Ofrece con deleite
Su suerte entera
En un juego de dados”?.
Los que nunca pudimos
ni quisimos
Tener un arma
En nuestramos manos
Y no elegimos
Las Letras;
Y cuando la época tiene un nosequé,
Y Era más linda
y esperanzadora
Con Horacio González,
Tenemos “un dolor aquí”
y como Marina Delgado
desde su quiosco de flores
Señalamos el cielo de abril.
Claudio Javier Castelli
31 de Octubre de 2021
(Día de la Reforma Protestante)
San Telmo
Se recomienda leer el texto con música de Ennio Morricone.
Horacio González. Sí. Lo conocí en Brasil, en 1978, cuando en exilio y enseñaba à la Escuela de Sociología y Política de São Paulo. Fue su colega. Grande maestro y grande persona. Se pierde una humana persona e intelectual.
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