domingo, 31 de octubre de 2021

OIGO VOCES por Claudio Javier Castelli

 



a Horacio González 

in memoriam 



Cuando el muy buen poeta Adalberto Polti nos dijo, en su despacho de Juez Penal, que estaba por editar un libro de poemas que se llamaba: “Oigo Pasos”, cuyo título era una derivación de una frase de Alejandra Pizarnik,  y que según creíamos en ese momento  era: “Oigo Voces”,   

no pudimos dar fe  si es de ella o algún otro poeta o la imaginamos o lo vivímos o simplemente es nuestra o de nadie o de todos, 

lo cierto es que quedamos prendado de un diálogo con un poeta  por más de veintitrés años.


Creemos que el gran contrincante de Hegel era Santo Tomás de Aquino (igual que Lutero), 

y creemos o estamos convencidos o no existió nunca 

que el nuestro es Hegel. 


Toc, toc: ¿Quién es?


El nuestro es Hegel


Anoche fuimos a cenar con el Tano Davide Ciuna, y mi hijo Facundo Pablo al “Bar Británico”, no sé si el sombrero de Facundo,  el vuelo de Davide o la música italiana o el cine o el "Renacimiento" o “La Divina Comedia” o los curas o la revolución que pudieron hacer y no se animaron, o los latinos o la herencia de nuestra sangre o Bendetto Croce o  Antonio Gramsci,  

Que con Facundo entramos en  vuelo límpido y lejano.



El “Tano” vino de Roma para un “año sabático” (al igual que "Hans Castorp", y “Ulrich”) en Buenos Aires  influenciado por la novela “La Tregua” -de Mario Benedetti-;

 

Pero ¿no es que se desarrolla en Montevideo?. 

No lo recordamos.


La película de Sergio Renan

 creemos  que si, en Buenos Aires.


Hace quince años que nos acompaña 

Tiene un hijo aquí.


No sé.

Quedamos divagando 

Toda la noche 

–son las 09 H:28hs.  de la mañana-;

Divagando con las almas

Prontamente apareció el espíritu de Horacio González

Distinguiéndose como una afrenta.

Sin duda era el mejor de todos nosotros.


Hay en todo ese espíritu una “matriz de perdón”

Muy difícil de encontrar en un cristiano cotidiano.


No sé. 

Nos pide perdón por ser  una “admirable cabeza”.


-Es   la frase con que muchos Hegelianos o Filósofos

 o Historiadores de Filosofía

 apodan a Hegel

en relación a su época en Alemania-.


No sé. 

Le pide perdón a la historia Universal

Por ser muy argentinos.


Y al mismo tiempo, 

Recostado como un “compadrito”

En un Farol de Boedo:

Le dice a esa Historia Universal

-Aquí, y desde aquí

Tenemos algo importante 

Para decirles,

Para contarles de nuestra experiencia “con la patria” argentina y latinoamericana 

Que a lo mejor  les puede ser de utilidad 

o ayudarlos a sacar conclusiones o ver el futuro 

o entender sus pasados o a delirar como muchos lectores

 o a delirar  con un sueño trunco 

o el otro sueño trunco: el del General y Eva 

o el de Luis Carlos Prestes o Getulio Vargas, o Juan Velasco Alvarado, o Juan Jacobo Arbenz 

o Fidel o  “el Che” 

o Scalabrini Ortiz 

o Leopoldo Marechal 

o Jorge Luis Borges 

o “La Cautiva”

o “El Matadero” 

o “Facundo” 

o si había o no que utilizar las armas,

 o si había que perdonar más o había que salir del rencor o era imposible

 o si hay un tiempo por  venir o una madeja que deshacer 

o estamos todos condenados aquí como esos chicos de la calle con el “paco”, sin trabajo, sin esperanza, sin rencor,  sin nombre, 

sin Dios, 

o la pobreza nos ha igualado

 o 

¡Qué habrá querido decir!.


No sé. 

Es un espíritu viviente entre nosotros.


Habrá épocas en que buscarán la forma de desprenderse del influjo de  Horacio  González.


Algunos, mucho tiempo después lo apelaran: “Perro Muerto” 

Como le dijeron a Baruch Spinoza, 

Como le dijeron a Hegel 

Como le dijeron a Marx.


No sé. 

Es todavía demasiado temprano.



--


El primer diálogo que tuvimos con Horacio González fue aproximadamente en 2010 en la esquina de Juan María Gutiérrez y Agüero, a dos cuadras de la Biblioteca Nacional y a pasos de nuestro domicilio en aquel entonces;

 

González  esperaba un taxi. 

Temimos pero nos acercamos y le dijimos:

 “Horacio" 

–Como si lo conocieramos de toda la vida- 

-"¿Por qué no editan la obra completa del poeta argentino Ricardo Molinari". 

No alcanzamos  a explicarle porque se  lo pedíamos  


Que interrumpiéndonos  nos  dijo:

 

-“Qué poeta olvidado” 

¿Vos  tenés toda la obra dispersa?. 

Es muy difícil recopilarla”.


No, no la teníamos y sabíamos que era una ardua tarea conseguirla. 


Horacio González sí que sabía de hacer justicia y ubicar en su lugar de letra, pensamiento y época a un autor o un texto.


Se lo volví a recordar hace poco, 

en un intercambio de correos electrónicos 

y nos dijo:

 

“Ahora me lo decís”.

 

–Acababa  de desvincularse de Editorial Colihue-.


La primera vez nos había invitado a visitarlo en la “Biblioteca” para hablar de  Ricardo Molinari –estaba interesado en nuestra opinión 

–la de un desconocido para  él- 

Sobre  ¿por qué Ricardo Molinari?


No sé. 

No pudimos ir. 

Habíamos perdido los bríos justicieros en la poesía.

 

Al fin y al cabo 

¿Para qué?


Si Fabián Casas había dicho en un reportaje -en el "Diario de Poesía" en "los noventa”: 

“que no le interesaba un cuento donde algún personaje en un momento no se tome un taxi”.


¡Qué sé yo!


Si con el poeta Francisco Madariaga habíamos compartido "Ginebra" de nuestra  "petaca tribunicia”,


Si Enrique Molina en Febrero de 1992, en su domicilio -creemos en la calle Humboldt- al leer un poema histórico de nuestro libro había dicho:

 

-“Me hubiera gustado escribir ese poema”. 


Y era la misma frase que ibamos a decirles  y uno de los motivos –más importantes- de la visita ese atardecer de verano;

 

 Dos veces se la ibamos a repetir:

Con  “Alta marea” 

y el “Pasajero de la habitación nro. 23”.


Nos pidió que leyeramos “Alta Marea”

Lo leímos mezclando el dolor y melancolía del poema

Con  nuestro propio dolor y melancolía;

Al finalizar, Enrique con los ojos humedecidos

Nos pidió la obra completa de su autoría,

Llevada en ocasión, 

para dedicarla

Y escribió:


“En la mágica, implacable

y reveladora

Aventura de la poesía

Con la amistad de su antiguo amigo

Enrique Molina”




No  sé. 

No pude ir.

Ya no estaba  Ricardo Molinari entre los poetas que más releíamos.


Y a la época:

¡Qué le interesaba un lírico!.


No sé.  

Si cuando hablamos de Husserl 

Dijo que iba a tratar de editar  “Las ideas…”.

Pero “el Fondo” estaba amarrete.


No sé. 

Si cuando le mandamos libros de Carlos Cossio

Esperando interesarlo y motivarlo a escribir un ensayo 

Era muy tarde para ambos.

La época para todos ellos había pasado


Y como uno de los versos finales

 del poema “Idilio Muerto” 

de Cesar Vallejo:


“¡Qué frío hay...Jesús!”


Nos acechaba en cada Taxi, 

en cada esquina, 

en cada vecino..

en cada silencio

en cada presentir



No sé. 

Había empezado a descreer de la Universidades,

De toda formación técnica, metódica, rigurosa, 

Del saber profesional.


De los poetas, filósofos 

Y escritores que había tenido

Como marcos de referencia;


No sé.

Si ya sabíamos “Qué veinte años no es nada”;


Sino habíamos amado más que ideas y sueños

Y no habíamos visto

Qué teníamos ojos marrones


Y teníamos nebulosa la mirada para  la familia

 que habíamos creado con Beatriz,

-Eterna compañera-.


Si no habíamos visto que lo rojo es rojo, 

Que los vasos son vasos, 

Que las mesas son mesas

Y las sillas, sillas


Y que esos chicos que supieron ser niño

 y niñas

Y hoy  caminar por la casa

Eran y son  mis hijos


Que los perros y las gatas

Son animales domésticos


Que las imágenes surgentes

De los textos de Horacio González

No eran imágenes

Eran conceptos profundos 

Del drama cotidiano

De la deriva política histórica


No sé. 

Es raro.

Estuvimos casi 23 años sin escribir poesía.


“Habíamos desafiado a los Dioses

Y el don de la poesía

nos  había sido dado 

Y quitado"


Como Heidegger que más que nada era un poeta, 

Horacio González también lo era 

De la realidad inextricable 

Y permanente

De la poesía


Y cómo Joaquín Giannuzzi

Podía poetizar 

Con los alambres, 

Hierros

 Y latas

Enmarañadas 

En una pared contigua

A una estación de servicios


Y  como lo hizo Hegel

Podía “aprehender su tiempo 

en pensamiento” .


Y como Miguel de Cervantes

Había tenido su “querella

Entre las armas

Y las letras”.


Y Como Leopoldo Lugones

Hubiera podido escribir

“Olas grises”


Como Francisco Madariaga

Hubiera podido escribir

“Empalme de caminos” 

O “ La Guerra del Paraguay”,


 Y Como Edgard Bayley

Hubiera podido escribir 

“Nunca terminará

Es infinita esta riqueza abandonada”.


¡Qué sé yo!

Creemos  que ha muerto

Un hombre en la Nación Argentina

Y Latinoamericana.


“Horacio González ha muerto”


Y un susurro de grillos y chicharras

Un “lento atardecer de verano”

Nos acompaña



¿Hay, acaso,

 Final para la vida

De todo lo que existe

O no existió jamás?,


¿Hay, díganme,

Palabra que se tuerza 

En compañía,

Abismo innecesario

De un camino?


No sé. 

¡Quieran saber!

Pero no lo sé.


¿Habrá sido todo

este desaguisado

De tramas amorosas, 

De seducción comprometida

un intríngulis 


“Del que a la nada 

Ofrece con deleite

Su suerte entera 

En un juego de dados”?.


Los que nunca pudimos

ni quisimos 

Tener un arma 

En nuestramos manos

Y no elegimos

Las Letras;


 Y  cuando la época tiene un nosequé,

 Y Era más linda 

y esperanzadora 

Con Horacio González,


Tenemos “un dolor aquí”

y como Marina Delgado

desde su quiosco de flores

Señalamos el cielo de abril.



Claudio Javier Castelli

31 de Octubre de 2021 

(Día de la Reforma Protestante)

San Telmo


Se recomienda leer el texto con música de Ennio Morricone.


1 comentario:

  1. Horacio González. Sí. Lo conocí en Brasil, en 1978, cuando en exilio y enseñaba à la Escuela de Sociología y Política de São Paulo. Fue su colega. Grande maestro y grande persona. Se pierde una humana persona e intelectual.

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