viernes, 11 de diciembre de 2015

EL LENGUAJE DE HEGEL ANALIZADO POR ERNST BLOCH, Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA METAFÍSICA HEGELIANA, Por Claudio Javier Castelli



G.W.F. HEGEL

(Trabajo realizado para una materia de la maestría en filosofía del derecho, de la Facultad de Derecho de la UBA)



Siempre se ha dicho popularmente que los filósofos alemanes no saben escribir, y entre ellos Hegel, el más destacado. Me pregunto si también se refieren al Prólogo de la “Fenomenología del Espíritu”, las cuarenta páginas más lúcidas de la historia de la filosofía.

-“El lenguaje de Hegel viola las reglas de la gramática sencillamente porque tiene cosas inauditas que decir, cosas para las que, la gramática anterior a él no brinda asidero” (Bloch, pág. 21).

-Un discípulo de Hegel, el jurista Sietze, expresó esto bastante bien, aunque de un modo un tanto psicologista y, en conjunto, exagerado (Rosenkranz, “Hegel Leben” –Vida de Hegel-, 1844, pág. 361, citado por Bloch, pág. 21/22) “Yo sólo puedo explicarme las innegables dificultades del lenguaje de Hegel del siguiente modo: este pensaba, hasta cierto punto, en forma de sustantivos, de tal modo que, al examinar un objeto, los nombres se le aparecían así, como figuras que actuasen las unas con respecto a las otras y cuyos actos no habían sino traducir a palabras. No porque le faltasen las reglas, ni mucho menos, sino porque traducía el contenido de sus pensamientos, lo que hacía que toda lengua, cualquiera que ella fuese, se le antojaba extranjera” (Cit. Por Bloch, pág. 21/22).
Ernst Bloch

Es decir Hegel se movía en la “sustancia”, que a su vez consideraba como el inicio del filosofar; “sustancia”, que era todo el universo inteligible, “sustancia” que él llevo a sujeto.

En ese cosmos todo tenía vida intelectual. El “nous” de Anaxágoras era el principio de todo, y adonde todo vuelve, convertido en “Idea”. El “nous” tiene mucho de aproximación con el logos judeo-cristiano, del capítulo 1, del Evangelio de Juan.

Todo se relaciona con todo, todo es sujeto, aun los objetos, todo exige su derecho a estar en el tiempo cronológico, y el tiempo eterno, “el kairos”, la eternidad, dónde, como en Jakob Bohme, Giordano Bruno y San Francisco de Asís: “todo forma parte de Dios”.

Nos lleva la pregunta: ¿Es Hegel panteísta?; él se defiende de esa acusación, en el parágrafo 573, de la “Enciclopedia de las Ciencias filosóficas en compendio” (Alianza editorial, Madrid 1997, traducción Ramón Valls Plana. Pág. 592/602). Nosotros lo consideramos “paneteísta”, “el panenteísmo es una palabra compuesta de tres palabras griegas: “pan”, que significa todo, “en”, que significa en, y “theos”, que significa Dios, y está dirigida a transmitir precisamente lo que Hegel quería decir: que DIOS ES INMANENTE AL MUNDO, PERO ES MÁS QUE LA SUMA DE LAS PARTES DEL MUNDO” (Raymond Plant, pág.65).

Acusación parecida sufrió Spinoza, pero Hegel, dice de él, que era “acosmismo”, todo es Dios, no hay mundo; podría aplicarse también al propio Hegel, ese término, aunque en él, hay un más allá de la revelación, siendo lo revelado, lo manifiesto, lo asequible, lo bíblicamente expuesto,  la encarnación de Cristo y todo lo que él nos mostró: lo revelado; pero hay un más allá.

Pareciera que esta posición es difícil de sostener con el Hegel, que no acepta desconocer el “noumeno” kantiano, la “cosa en sí”; para Hegel no hay nada más fácil que conocer la “cosa en sí”, sólo basta pensarla. De la misma manera sostener el panenteísmo, Dios y el mundo, y más allá, no implica que no pueda pensarse ese más allá, ese más allá inteligible.

-“La palabra da al pensamiento su existencia más verdadera y más digna. Y así como el pensamiento verdadero es la cosa, también lo es la palabra cuando un verdadero pensador la emplea” (Hegel, Enciclopedia, parágrafo 462, adición, citado por Bloch, pág.22).

Aquí hay un punto que quisiera detenerme. Lenguaje y pensamiento. ¿Hay pensamiento más allá del lenguaje? ¿Hay lenguaje más allá del pensamiento? Claro que sí, en los dos casos: el mismo Hegel lo atestigua. La mística también lo atestigua, en el advenimiento de Dios al sujeto, se quiebra toda expresión literaria o inteligible, dimensión sin nombre ni pensamiento, dimensión del espíritu, ya no en sentido hegeliano, sino neotestamentario, de neuma, de hálito finísimo. Es la raíz de la creación, el alfa y omega, el principio y el fin.

-“Sin embargo Hegel no pensaba, ni tenía la conciencia de traducirse  a sí mismo de un mundo de pensamientos carente de lenguaje” (Bloch, pág. 22). “Hay en el lenguaje de Hegel médula y un vigor único; es como una herencia sudalemana, como un árbol ñudoso y tosco que, a veces, florece, convertido en un jardín gótico encantando y revelándonos en ocasiones la figuras del universo en el detalle más insignificante” (Bloch, pág. 22).

Ocurre con el lenguaje de Hegel como ocurre con todos los grandes pensadores, que de continuo se leen sin entender, por lo abstruso de su construcción, y en un determinado momento de la lectura se alcanza el “el Aleph” borgiano, el punto en que se ilumina toda la obra, desde donde, con clarividencia se entiende todo, todas sus proyecciones, el descomunal intríngulis de sus presagios y presentimientos. Sólo hay que saber esperar el momento con trabajo y perseverancia.

“Lo que hay de verdad en ello es lo siguiente: Hegel rompe con la sintaxis de las palabras allí donde este no cuadra con la única sintaxis que puede dar la pauta deseada el punto de vista filosófico: la sintaxis lógico dialéctica” (Bloch, pág. 22).

Esta frase es una interpretación muy lineal de Bloch, aunque parece una verdad de Perogrullo. No es imposible que la estructura ontológica dialéctica de la realidad, tal como el la veía, dislocaba la lógica formal del lenguaje, o la idea de lógica abstracta y formal que tenemos de él. 

La lógica formal no admite contradicciones; el lenguaje hegeliano encierra las contradicciones como diferentes aspectos de un solo haz; encierra las paradojas y las contradicciones como estructura íntima de la realidad.

Es decir no es algo extrínseco a la cosa, es el “alma propia del contenido”, es la vida misma del concepto, que se dá su propio proceso, y que también es resultado, punto que unifica y diferencia la finitud y la infinitud. Lo finito es infinito. Lo infinito es también finito. (“La teoría de la pena en Hegel, y Kant según Hegel”,Trabajo  del autor de este ensayo, publicado en “Derecho de Ejecución Penal”, Zulita Fellini, dirección, Hammurabi, 2006, pag.59/76).

“Hegel se propone reconciliar la razón subjetiva moderna con la razón objetiva entendida como estructura misma de la realidad. Tal reconciliación se produce cuando se reconoce en ambos lados la misma forma de racionalidad, el concepto”  (Nota de Ramón Valls Plana, nro. 88, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, G.W.F. Hegel, Alianza Universidad, traducción del nombrado, Madrid, 1997).

Esta afirmación menta, a una exageración de esta idea, que proviene de Marx, el “materialismo dialéctico”, y su extrema presentación en “La ideología Alemana” (de Marx y Engels) y también en el “Anti-dhuring”, (de Engels, de 1878), este último: el catecismo marxista diagramado en el Siglo XIX. Después de ese libro todo el marxismo se resumió, en los frágiles esquemas para que entiendan todos. De alguna manera toda ciencia, conocimiento y saber, se mercantiliza, se cosifica, se reifica, en algo asible y a disposición de todo el mundo.

Claudio Javier Castelli
-“Nadie puede esperar de la potencia de semejante pensador que escriba tan confortablemente como un Locke; para poner un ejemplo más alto que sea tan brillante en todas sus quejas, tan urbano en todos sus amarguras como Schopenhauer” (Boch, pág. 23).

Este último tenía sus clases, con pocos alumnos, en el mismo horario que Hegel, quien tenía 500 alumnos aproximadamente, según cuenta él mismo en sus cartas.

-“Hay que tener presente que lo oscuro, expresado exactamente como tal, es algo completamente distinto de lo claro expresado en términos de oscuridad, lo primero viene a ser el Grecco o la borrasca, lo segundo la chapucería” (Boch, pág. 23).

Hay mucho de filosofía escrito en difícil; no es una acusación que se puede hacer a Hegel; ahí, hay lo troncal de la complejidad filosófica apresada con el esfuerzo más agonístico del lenguaje.

Siempre existe el argumento fácil de la dificultad, para desembarazarse de Hegel.

La “ampulosidad y el diletantismo” no es clave que pueda aplicarse a Hegel; aunque algunos seguidores "tienen predilección del Hegel de los parrafitos” (Croce), y un leguaje entramado en su propia artificiosidad.

-“En un pensador se halla más justificado –objetivamente justificado- que en un poeta la oscuridad impuesta por razones de exactitud” (Bloch, pág. 23).

Pienso en un poeta difícil de descifrar como Paul Celán (de origen Rumano, judío, de habla alemana); la verdad nos fascina este poeta, y la extrañeza de su universo poético, es el camino hacia lo numinoso.

Sin embargo en Hegel, esa complejidad del lenguaje marcha irremediablemente hacia el concepto. Es imprescindible para entender a Hegel, descifrar su clave conceptual (Valls Plana).

-Hegel decía en una famosa carta a J. H. Voss, traductor de Homero al alemán: “Lutero ha hecho hablar alemán a la Biblia, usted a Homero, el mayor de los regalos que nuestro pueblo puede ofrecerse (…) Olvídese de estos dos ejemplos, y le diré, hablando de mis aspiraciones, que estoy empeñado en la obra de hacer hablar alemán a la filosofía” (Jena, 1805, Boch, pág. 23).

Vaya si lo consiguió. ¿Me pregunto se ya se ha hecho hablar castellano a la filosofía? ¿Ortega y Gasset? ¿Xavier Zubiri? ¿Carlos Astrada? ¿Rodolfo Kusch? ¿Alejandro Korn?

Podría decir, que, acaso, Horacio González ha hecho hablar castellano (¿del Río de la Plata?) a las ciencias sociales. Campo este, muy relacionado con la ontología hegeliana.

-“Los términos inventados por Hegel en alemán sonaron durante mucho tiempo como algo verdaderamente desacostumbrado; es del caso de expresiones como del “ser en sí”, el “ser fuera de sí”, y el “ser en y para sí”, que son fundamentales en Hegel” (Boch, pág. 26).

Es verdaderamente difícil entender la real dimensión de los términos inventados por Hegel. Tienen todos un ansia de totalidad, de absoluto; pero no un absoluto abstracto, ni como unidad exterior y vacía, sino como Idea (unión de concepto y realidad).

Hay que leer varios textos en que son utilizados los términos, para asir su real dimensión, pues en los lugares que explica, de manera casi escolar esos términos (Enciclopedia, Filosofía del derecho) no pueden comprenderse con toda su profundidad.

Sin embargo, las fórmulas más difíciles, frases más enigmáticas se encuentran en la filosofía de la naturaleza, que está en la segunda parte de la Enciclopedia de Ciencias Filosóficas.

Nosotros con esta parte de la filosofía de Hegel, encontramos grandilocuentes desazones, en largas madrugadas de lectura, al no poder desentrañar el sentido de tan megalómanos conceptos. Tal vez, en la filosofía de la naturaleza, está lo más abstruso de su interpretación, quizás fallida, de un pensar abrazador, que se vuelve exangüe, ante la ciega naturaleza, que resiste el esfuerzo conceptual hegeliano.

Ese intento estaba resumido en la frase schellinguiana: “pensar la naturaleza es crear la naturaleza”.

-“Si lo blanco se torna negro o lo negro blanco, no es nunca por las artes del prestidigitador, pues éste se atiene a lo fijo, cuando hace que se sustituyan las cosas sin cambiarlos, trocándolos, como cartas de las barajas. No aquí, es la cosa misma la que gira en su curso, y no a las diversas gentes que la miran, sino a las diversas épocas, puede un búho parecer tan pronto un búho como un ruiseñor” (…) “Los trucos de los abogados, a los que se da falsamente el nombre de trucos dialéctico, son realidad, lo contrario de eso, pues permanecen estables” (Bloch, págs. 28 y 29).

Hegel llamaba “Rasonnement. Con este galicismo Hegel alude despectivamente al modo de razonar errante y rapsódico de la filosofía de la ilustración. El traductor (Valls Plana) prefiere “raciocinio” a “razonamiento” en memoria de la “distinctio rationis ratiocinantis” que la escolástica entendía como distinción meramente verbal sin fundamento en la cosa misma, en oposición a la “distinctio rationis ratioccinatae que la razón hace con fundamento objetivo. Esta opción del traductor (de la Enciclopedia) intenta por tanto, preservar el sentido peyorativo que Hegel da la palabra, a saber, una manera débil y superficial de enhebrar seudorrazones”(Valls Plana, nota 12, pág. 64, Enciclopedia, de Hegel).

Esta nota de Valls Plana, que hemos reproducido es absolutamente aplicable al modo de “raciocinar” de los abogados, y a sus distinciones puramente verbales, acaso sea la causa, de la tan poca importancia que han tenido los “Principios de la Filosofía del Derecho”, de Hegel, que tanta influjo tuvo sobre los filósofos. Obra estructuralmente racional.

Conclusión:

Intentamos pensar con Hegel y con Bloch, tal vez, porque nos hicimos carne de la idea de Hegel, que él restaura de San Anselmo, que para aprender a nadar hay que tirarse al agua. De la misma manera, la filosofía se aprende en el agua, nadando, en el agua, de la “sustancia”; pero el lenguaje hegeliano vivifica, complejiza, y abre a pluralidad de sentidos su propia ontología, que se transforma en Metafísica, que, a su vez, se transforma en Lógica Dialéctica, pero no deja de ser palabra.

Claudio Javier Castelli

Diciembre de 2015



Bibliografía


-Bloch, Ernst, “Sujeto-Objeto, El pensamiento de Hegel”, Fondo de Cultura Económica, México, segunda Edición 1983, traductor Wenceslao Roces (edición original), José María Ripalda (capítulo VI), Guillermo Hirata y Justo Perez del Corral (adiciones de 1951 y 1962).



-Borges, Jorge Luis, “El Aleph”, Emecé, Buenos Aires, varias ediciones.

-Croce, Bendedetto, “Lo vivo y lo muerto de la Filosofía de Hegel”, Ediciones Imán, Buenos Aires, 1943, traductor Francisco González Ríos.

 -Hegel, G.W. F., “Enciclopedia de las ciencias filosóficas”, Alianza Universidad, Edición, introducción  y notas de Ramón Valls Plana, Madrid, 1997.

-Hegel, G.W.F., “Fenomenología del Espíritu”, Fondo de Cultura Económica, México, Octava reimpresión 1991, traducción de Wenceslao Roces con la colaboración de Ricardo Guerra.

-Hegel, G.W.F., “Principios de la Filosofía del Derecho”, Los libros de Sísifo, edhasa, segunda edición, 1999, Barcelona, traductor y prólogo de Juan Luis Vermal.

-Plant, Raymond, “Hegel, Sobre Religión y filosofía”, Grupo editorial Norma, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1998, traducción Magdalena Holguín.
-Schelling, Federico, “Sobre la esencia de la libertad humana”, Juarez Editor, Buenos Aires, 1969, traducción de Arturo Altman, estudio preliminar sobre la filosofía de Schelling, de Carlos Astrada

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