A veces, cuando no puedo escribir
bostezo angustias,
pienso en el matrimonio,
recojo las piernas y fumo la intemperie,
ciegas,
torpes,
las manos.
A veces, cuando no puedo escribir
me siento al lado de los serenos para conversar,
saludo a un policía demostrando agrado y respeto,
hago el amor y exagero el orgasmo
con descarada mímica y rebuznos de perro.
A veces, cuando no puedo escribir
simulo no ver al vecino
para evitar compartir el ascensor,
recuerdo la voz del mozo diciendo: “Caballero”,
coincido con el taxista acerca de la "necesidad del paredón".
A veces, cuando no puedo escribir
asiento con la cabeza cada definición del profesor,
escribo cartas a los diarios porque “así no podemos seguir”,
lleno solicitudes para integrar clubes de admiradores,
indago al portero sobre el señor del octavo “B”,
le confirmo a mi mujer que haremos el amor el sábado a la tarde.
A veces, cuando no puedo escribir
decido mis vacaciones en el mismo lugar de toda la vida,
protesto junto a las señoras gordas
por las veredas rotas, en Las Heras y Pueyrredón,
llamo a un amigo que no veo desde hace años
para decirle que "en cualquier momento nos vemos".
A veces, cuando no puedo escribir
al compartir el ascensor converso sobre el clima,
en "los Tribunales me muestro simpático con todos los colegas
incluso con algunos a los que detesto",
en una discusión manifiesto estar de acuerdo con uno,
y en privado hago lo mismo con el otro.
A veces, cuando no puedo escribir
escucho a un periodista afirmar la producción de un hecho
y al mismo tiempo negarlo,
miro la televisión y compro la revista: “Gente”,
convenzo a un amigo que el próximo lunes dejo de fumar,
simulo estar triste porque una ex novia se divorcia y me lo cuenta.
A veces, cuando no puedo escribir
escucho a un político desdecirse de sus afirmaciones
con las mismas palabras y diferentes entonaciones,
me pongo el traje azul para escuchar a la gente decirme
“Ahora si pareces un abogado”.
A veces, cuando no puedo escribir
le prometo a una mujer que voy a cambiar,
sueño con la desnudez de aquella novia
otra vez entre mis brazos,
sueño con poder escribir pero ni en sueños escribo.
A veces, cuando no puedo escribir
sé de la desventura de un viejo amigo
y digo: “Tengo que llamarlo”,
compro un billete de lotería,
y aguardo una nutrida esperanza.
A veces, cuando no puedo escribir
la espero aunque sé que no vendrá,
llego tarde a un encuentro
y doy razones falsas acerca de mi demora,
en Tribunales simulo coincidir sobre un disparate jurídico
con el empleado judicial.
A veces, cuando no puedo escribir
leo un editorial del diario “La Nación”
y creo compartir
“la honda crisis moral que acecha a la República”,
extraño a Juan Alberto Mateyko,
admiro la "inteligencia" de Luis Majul
y creo que tiene razón Leuco
en que todo tiene que ver con “ella”.
A veces, cuando no puedo escribir
me arrepiento de una ofensa inevitable que produje
y digo: “si me hubiera callado”,
recuerdo una inexorable despedida
y digo: “si me hubiera quedado”.
A veces, cuando no puedo escribir
sufro pero sufro en serio,
humedece el escritorio la llovizna
y un rumor de hierbas se esparce
desde las palabras.
A veces, cuando no puedo escribir
reclamo piedad, me rindo, me duelen los labios,
las páginas piden una aspirina
y busco la infinitud de la sangre.
A veces,
cuando no puedo escribir:
Escribo.
Claudio Javier Castelli
Diciembre de 1994-Marzo de 2021.
Me gustó
ResponderEliminarMuy bueno...
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