domingo, 21 de marzo de 2021

PLEGARIA PARA UNA MADRUGADA SIN FUERZAS por Claudio Javier Castelli

 




A veces, cuando no puedo escribir

bostezo angustias,

pienso en el matrimonio,

recojo las piernas y fumo la intemperie,

ciegas,

torpes,

las manos.




A veces, cuando no puedo escribir

me siento al lado de los serenos para conversar,

saludo a un policía demostrando agrado y respeto,

hago el amor y exagero el orgasmo

con descarada mímica y rebuznos de perro.




A veces, cuando no puedo escribir

simulo no ver al vecino

para evitar compartir el ascensor,

recuerdo la voz del mozo diciendo: “Caballero”,

coincido con el taxista acerca de la "necesidad del paredón".




A veces, cuando no puedo escribir

asiento con la cabeza cada definición del profesor,

escribo cartas a los diarios porque “así no podemos seguir”,

lleno solicitudes para integrar clubes de admiradores,

indago al portero sobre el señor del octavo “B”,

le confirmo a mi mujer que haremos el amor el sábado a la tarde.



A veces, cuando no puedo escribir

decido mis vacaciones en el mismo lugar de toda la vida,

protesto junto a las señoras gordas

por las veredas rotas, en Las Heras y Pueyrredón,

llamo a un amigo que no veo desde hace años

para decirle que "en cualquier momento nos vemos".




A veces, cuando no puedo escribir

al compartir el ascensor converso sobre el clima,

en "los Tribunales me muestro simpático con todos los colegas

incluso con algunos a los que detesto",

en una discusión manifiesto estar de acuerdo con uno,

y en privado hago lo mismo con el otro.




A veces, cuando no puedo escribir

escucho a un periodista afirmar la producción de un hecho

y al mismo tiempo negarlo,

miro la televisión y compro la revista: “Gente”,

convenzo a un amigo que el próximo lunes dejo de fumar,

simulo estar triste porque una ex novia se divorcia y me lo cuenta.




A veces, cuando no puedo escribir

escucho a un político desdecirse de sus afirmaciones

con las mismas palabras y diferentes entonaciones,

me pongo el traje azul para escuchar a la gente decirme

“Ahora si pareces un abogado”.




A veces, cuando no puedo escribir

le prometo a una mujer que voy a cambiar,

sueño con la desnudez de aquella novia

otra vez entre mis brazos,

sueño con poder escribir pero ni en sueños escribo.




A veces, cuando no puedo escribir

sé de la desventura de un viejo amigo

y digo: “Tengo que llamarlo”,

compro un billete de lotería,

y aguardo una nutrida esperanza.




A veces, cuando no puedo escribir

la espero aunque sé que no vendrá,

llego tarde a un encuentro

y doy razones falsas acerca de mi demora,

en Tribunales simulo coincidir sobre un disparate jurídico

con el empleado judicial.




A veces, cuando no puedo escribir

leo un editorial del diario “La Nación”

y creo compartir

“la honda crisis moral que acecha a la República”,

extraño a Juan Alberto Mateyko,

admiro la "inteligencia" de Luis Majul

y creo que tiene razón Leuco

en que todo tiene que ver con “ella”.




A veces, cuando no puedo escribir

me arrepiento de una ofensa inevitable que produje

y digo: “si me hubiera callado”,

recuerdo una inexorable despedida

y digo: “si me hubiera quedado”.




A veces, cuando no puedo escribir

sufro pero sufro en serio,

humedece el escritorio la llovizna

y un rumor de hierbas se esparce

desde las palabras.




A veces, cuando no puedo escribir

reclamo piedad, me rindo, me duelen los labios,

las páginas piden una aspirina

y busco la infinitud de la sangre.




A veces,

cuando no puedo escribir:

Escribo.




Claudio Javier Castelli

Diciembre de 1994-Marzo de 2021.










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