domingo, 19 de abril de 2015

CÓCTEL EN LA EMBAJADA DE ESTADOS UNIDOS, Por Claudio Javier Castelli


(Este artículo lo publiqué en el blog Escaladaperonista.blogspot, en Julio de 2014)


El Juez Federal en lo Criminal y Correcciónal Ariel Lijo, se hizo presente en la Embajada de los Estados Unidos para celebrar el aniversario de la Independencia de ese país. Es de público conocimiento que esa recordación es oportunidad de encuentro de lo más granado del establishment argentino: medios de comunicación hegemónica, periodistas pagos por la embajada, personeros de todo laya, contrarios al interés nacional. La reunión no es sólo diplomatica, es una declaración de principios, de con quién está cada uno.



Los Estados Unidos han sido enemigos históricos del desarrollo de los pueblos de América Latina y su libertad, su poítica exterior es la del garrote vil y despiadado, para quienes no sirven a sus propósitos imperiales. Son los principales impulsores del Neoliberalismo y de los golpes de Estado, que asolaron el Cono Sur. La embajada es el oráculo y dios pagano de intereses muy concretos, que lógicamente no coinciden con un Mercosur fuerte, ni una Latinoamérica unida, y representa la intriga del país más capitalista del mundo. Pero representa también a los intereses concentrados, a las corporaciones económicas, y a los devotos del libre mercado sin ningún tipo de control del Estado.



Bueno, el Juez Lijo, en un acto obsceno de obscenidad absoluta para un miembro del Poder Judicial, que digo Poder Judicial, digo Comodoro PY, fue a decirles que él es de la servilleta de los poderes mediáticos y económicos concentrados. Su presencia da verguenza ajena, porque deja desnudo su servilismo, y de la farsa que montó con la causa que vincula al Vicepresidente de la nación, elegido por el pueblo, Amado Boudou.



Comodoro PY, es un problema serio para la democracia, no porque van a ser justos y equilibrados con todos, sino por la obscenidad de ningún delincuente económico condenado nunca, o casi nunca. Hemos dicho acá que a los funcionarios públicos es fácil hacerle denuncias penales, y tal vez está bien que sea así, por su exposición pública y representación de la soberanía popular. Lo que no está bien es la extorsión a que someten a gobiernos democráticos con denuncias infundadas y "armadas" para poner de rodillas a los funcionarios electos, haciendo abuso de su poder omnímodo. Ninguna democracia puede funcionar así. Hay una gran relación entre el JUez Lijo y el Juez Griesas: ambos responden a los poderes concentrados de la economía, que está coordinado con el poder mediático hegemónico.



Muchos jueces y funcionarios judiciales de Comodoro Py, y de la Justicia Criminal en general, quieren asegurar su carrera tribunalicia haciendo pleitesía a los poderes constituidos. Hoy al poder que se le rinde culto, no es al poder político, sino al poder economico. Además aseguran su jubilación, y su matrícula de abogado por si las papas queman, muchos distinguidísimos estudios jurídicos de la City, los recibirían con los brazos abiertos.



¿A quién responden los jueces federales de Comodoro Py? A Clarín, a los editoriales del diario La Nación, a los banqueros y otros delincuentes económicos, a quienes nunca van a poner contra la pared, porque es gente como uno, y más que uno, es gente que usa sacos y corbatas demasiados finos y viven en Country alejados, como uno, que en realidad los admira. Además sus conductas no son delitos, son las que haría cualquier niño bien, que se encuentre con hechos que están en una frontera entre legalidad y delito muy estrecha. ¿Cómo los fondos buitres y su reclamo legal, por ejemplo?



Tarde o temprano, la justicia criminal y sobre todo Comodoro PY, deberán bajarse de oropeles cuasi aristocráticos, burbujeantes, en que viven sus miembros, para integrar una justicia Justa, con un procedimiento oral tanto en la etapa de instrucción como la de Juicio, y no solamente en el Juicio como es ahora. A lo mejor cuando sean puestos públicamente en el candelero democrático de sus decisiones sin ambages, no sea necesario concurrir a un cóctel en la Embajada de los Estados Unidos, para decirle al Embajador y al establishment: ¡Cuenten conmigo!.

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