miércoles, 22 de abril de 2015

UNA RENUNCIA AL PODER JUDICIAL DE HACE 26 AÑOS, por Claudio Javier Castelli


(La copia de esta renuncia se reprodujo en el blog escaladaperonista.blogspot.com, en el año 2013)

Con motivo de los proyectos de democratización de la justicia, quiero reproducir el texto de mi renuncia al poder judicial el 30 de noviembre de 1989, que creo algo aporta a la discusión; pues a 30 años de la democracia, aún no contamos con un poder judicial democrático.

Buenos Aires, 30 de Noviembre de 1989.

A LA DOCTORA JULIA SANCHIS FERRERO, TITULAR DEL JUZGADO NACIONAL DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CRIMINAL DE SENTENCIA LETRA "U", DE LA CAPITAL FEDERAL
S/D
Tengo el agrado de dirigirme a V.S. , en mi carácter de Auxiliar Superior de la Secretaría Nro. 28, de este Tribunal, actualmente en goce de licencia, por seis meses, sin sueldo, a fin de elevarle mi renuncia al cargo, por razones estrictamente personales; sin embargo, no puedo dejar de mencionar, que la ausencia de un sistema de promoción al cargo de Secretario de Primera Instancia, que garantice el ascenso de los empleados con más méritos, idoneidad y conocimiento, ha conspirado contra mis estímulos de continuar la carrera judicial, iniciada el 22 de marzo de 1977, y durante la cual, además de trabajar en diversos Juzgados en lo Penal, ocupé el cargo de Secretario de Sentencia de manera interina.
Tal vez, las razones de la limitación apuntada deben buscarse también, en el poco democrático acceso a los cargos menores de la Justicia, donde el mérito de mayor peso, tiene que ver con el albur de tener un familiar tribunalicio. Es posible, que esto favorezca una limitada homogeneidad en la composición social de los funcionarios y empleados, proclive a fomentar la ilusión de una supuesta "familia judicial", no sin ciertas dificultades para interpretar el sistema institucional vigente en la república, pues a la reconocida lentitud del derecho para receptar los cambios políticos, económicos y sociales, se le agrega una convencida rigidez de criterio, comprometida con la seguridad jurídica por sobre todos los principios, y aún por sobre la necesidad de realizar interpretaciones de las leyes que guarden cierta correspondencia con el pulso del sentir de la sociedad, pues entonces la naturaleza del derecho, como instrumento organizador de la misma, encuentra sentido.
Las pocas tentativas por transformar en serio el sistema judicial originado en el siglo pasado, como el proyecto de reforma, ventilado en la Secretaría de Justicia, no contaron con la simpatía de la "familia judicial", no tanto por el hipotético riesgo de un funcionamiento judicial futuro inadecuado, sino por el riesgo de exponer la "familia judicial"a la incertidumbre de la democracia.
No es imposible que estas reflexiones afecten susceptibilidades, pero las estimo necesarias, no sólo para contribuir a la autocrítica de la Justicia Penal, aún no realizada, luego del no muy honroso desempeño, cuando la vida no valía nada y la Justicia Penal lo sabía, sino también porque otros poderes del Estado se dan el lujo sudamericano de hacer justicia por decreto propio, echando por tierra los más elementales principios, no solamente del derecho penal, sino también de la conciencia jurídica universal, y favoreciendo al tipo de criminales más apetecidos por nuestras primitivas cárceles, atiborradas de ebrios consuetudinarios, mujeres de vida disipada, hombres de moral dudosa, travestis incorregibles, jóvenes rebeldes desocupados y ningún delincuente económico.
Si en este escrito me hubiese limitado a desvincularme de las funciones tribunalicias, sin las reflexiones, que el compromiso con el ex empleado, ex funcionario, y abogado - por sobre todo- me exigen, tal vez las circunstancias no me hubiesen condicionado a llegar a este momento.
De ninguna manera pretendo personalizar, y no estime V.S. menoscabo al alto cargo confiado por la sociedad en su persona, pero en la medida que es trámite de rigor dirigir la renuncia al Juez Titular del Juzgado, donde se han desempeñado las últimas tareas, el cumplimiento formal del requisito, conlleva en este caso, la condición inexorable de las reflexiones aludidas, vividas en última instancia, como aporte - equivocado o no - para la consolidación de una justicia democrática.
Sin otro particular aprovecho la oportunidad para saludarla con mi más distinguida consideración.-
CLAUDIO JAVIER CASTELLI
Abogado

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