martes, 21 de abril de 2015

EL PODER JUDICIAL NO CONOCE LA REVOLUCIÓN FRANCESA por Claudio Javier Castelli



Conversaba con una colega acerca del derecho y dijo la frase del título, que curiosamente siempre he pensado.

En 1983, Alfonsín no tuvo coraje para darles salida a todos los jueces que juraron las actas del proceso.

Los jueces ensayaron una justicia política, despidiendo a una Jueza que tomaba las indagatorias en las comisarías. Pensaron que con esa medida expiaban su pecado cómplice con los militares. No fue suficiente y no lo sigue siendo.

Por lo menos la justicia penal tiene el proceso oral, mientras que en los fueros civil, comercial, contencioso administrativo es escrito. Se pueden imaginar el lobby de los abogados de los grandes estudios -muchos ex funcionarios judiciales-, y los jueces como amanuenses de los grupos económicos, en sus cautelares eternas, en sus resoluciones a medida.

A veces, en el traqueteo tribunalicio me cruzo con jueces de andar despreocupado, perfume penetrante, y trajes a medida. Nada de ello me perturba, pero sí, un nosequé, un hálito, un espíritu antidemocrático, antipopular, monárquico, que se escapa en sus fallos, en sus decisiones siempre a favor de los poderosos, siempre en contra de los débiles.

Algo de "garca" hay que ser, para ser juez, en este país.

Con la misma liviandad con que protegen a sus amos, actuando como filisteos de sus intereses, absuelven a los delincuentes económicos, condenan perejiles, y dictan medidas cautelares para "ellos".

Cuando entro al palacio de justicia o a Comodoro Py 2002, pienso que entro al paraíso de la injusticia, a un lugar olvidado de Dios y por Dios, a pesar de los crucifijos en los despachos, con que indican su adscripcion católica rancia, pero nada de las bienaventuranzas, del juicio a las naciones, del pan a los hambrientos, nada de las profecías y sus condenas retributivas a los poderosos, que surgen de la Biblia.

Se creen de clase alta, porque leen "La Nación", aceptan las boberías de sus editoriales, veranean en Punta del Este, y tienen pasadas por los bancos de Uruguay, para fugar divisas en el exterior. Y sobre todo porque sanean los problemas de los acomodados: sólo conocen el individuo y el estado. En el medio y más arriba no hay nada: sólo ellos.

Habría que decirles que no hay más reyes, no hay más nobles, que nuestros oligarcas tienen "olor a bosta" del ganado, y que nuestros empresarios se hicieron, casi todos, lucrando con el estado.

Habría que hacer una revolución que instale una "dictadura de los abogados justos" en tribunales, y dé lugar al pueblo llano estableciendo los juicios por jurados en todos los fueros.

Pero además, que haga leer y pensar las consecuencias de la Revolución Francesa, y el proceso democrático iniciado en 1983, porque todavía no se enteraron, y el movimiento por una "Justicia Legítima", recién empieza.

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