miércoles, 6 de diciembre de 2017

LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA, UN MAESTRO DE LA VIDA Y DE LA HISTORIA, Por Mario Rapoport

Nota del Editor: Lamentamos profundamente la muerte de tan ilustre pensador histórico y político, de nuestro continente. Consideramos, al libro, "La formación del Imperio Americano: de la guerra contra España, a la guerra en Irak", Editorial Norma, Buenos Aires, 2007, como un libro imprescindible para entender el sangriento avance del capitalismo imperialista, haciendo verdad la tesis de Kautsky, de que los monopolios dejarían de competir entre ellos, para formar el ultraimperialismo (Tesis discutida por Lenin, en el "Imperialismo, etapa superior del capitalismo").. El editor, tuvo posibilidad de escuchar a Moniz Bandeira, cuando vino a presentar ese libro en la argentina, en un sindicato judicial, quien también se reunió con la CGT. Al subir esta nota, en su recuerdo, vaya también el homenaje del editor, a un historiador, formado en la filosofìa alemana, que le rompió la cabeza con ese libro insigne.


Dos días antes de morir de un ataque al corazón, el 10 de noviembre, a los 81 años, desde su domicilio en Heidelberg, Alemania, donde era Cónsul honorario de Brasil, Luiz Alberto Moniz Bandeira, sin duda el más grande historiador brasileño en la actualidad, me llamó telefónicamente para informarme de la salida de su último libro A Desorden Mundial, en el cual analiza las consecuencias negativas para el resto del mundo de las intervenciones militares y diplomáticas de los Estados Unidos, señalando que esta vez Wall Street perdió con la llegada de Trump, aunque esto no significa que la dominación del capital financiero y especialmente del estadounidense no continúa bajo otras formas. 

Moniz no era de esos historiadores que se acantonan en alguna Academia y siguen desde lejos los acontecimientos del día. El decía que lo que vivimos personalmente se transforma enseguida en historia. Es lo que nos permite saber qué somos y cómo somos y nos da una idea de lo que podemos ser en el futuro. Y Moniz vivió varias historias. Cuando lo conocí hace más de treinta años en uno de sus habituales viajes a Buenos Aires, me dijo que era una de las últimas veces que lo vería porque estaba muy enfermo del corazón. Pero si los gatos tienen siete vidas Moniz tenía al menos dos corazones, porque desde entonces hasta que falleció escribió más de veinte libros e innumerables artículos publicados en varios idiomas, lo que no le impidió intervenir activamente en la vida política de su país, como militante y también como periodista. Apoyó al gobierno de João Goulart y debido al golpe militar encabezado por el general Castello Branco en 1964 tuvo que exiliarse, pero volvió al poco tiempo y participó en la resistencia contra la dictadura, lo que le valió ir preso y soportar dos años de cárcel. Liberado, dictó clases en la Universidad de San Pablo y viajó a Buenos Aires para realizar lo que sería su tesis doctoral sobre el rol de Brasil en la Cuenca del Plata. Volvió a Brasil en 1979, fue catedrático en la Universidad de Brasilia donde conformó un distinguido grupo de profesores que iban a ser luego la elite de internacionalistas más destacada de su país. Doctor en Ciencia Política por la Universidad de San Pablo, su prestigio lo llevó a enseñar e investigar como profesor invitado en diversas universidades americanas y europeas y finalmente a radicarse en Alemania donde vivió estudiando y escribiendo libros hasta los últimos años de su vida. Fue distinguido con la Cruz del Mérito por la República Federal de Alemania y tuvo otros premios. Pero su principal mención honorífica fue en 2006 el Trofeo Juca Pato, otorgado por la Unión Brasileña de Escritores que le daba el prestigio de Intelectual del año. 


En su primer libro sobre La formación de los Estados en la Cuenca del Plata Moniz realiza una fuerte crítica de la guerra de la Triple Alianza condenando tanto la política brasileña como la argentina. La “maldita guerra” como la llamó el empresario y político brasileño, el famoso Barón de Mauá, o El crimen de la guerra, como lo definió nuestro Juan Bautista Alberdi, lo que le valió el destierro del país, significó la destrucción casi total de un pueblo hermano. 

Los libros de Moniz tienen tres características: el lenguaje claro y punzante del periodista profesional, que los hacen accesibles a todos los lectores; la meticulosidad documental del gran historiador; y su espíritu crítico alejado de las interpretaciones oficiales o tradicionales. Entre ellos figuran sus dos grandes volúmenes sobre las relaciones Brasil y Estados Unidos en el contexto de la globalización, desde la presencia dominante de la potencia del norte en Brasil hasta lo que llama la rivalidad emergente. Otro libro esencial, publicado en castellano, es Argentina, Brasil y Estados Unidos, de triple alianza al Mercosur, donde destaca la influencia decisiva en los conflictos de la Cuenca del Plata de los intereses británicos y sobre todo estadounidenses, que amplia en un capítulo de la Historia del Cono Sur, publicada más tarde por el Fondo de Cultura Económica bajo mi dirección y la de otro gran historiador brasileño, Amado Luiz Cervo. De Martí a Fidel. La revolución cubana y América Latina, es otra de sus obras significativas por su comprensión del tema sin sectarismos. 

Pero La formación del Imperio Americano, publicado también en castellano, es quizás su trabajo más importante. Las nociones de imperio e imperialismo han resurgido en los últimos tiempos y provocado muchos debates. El problema no es semántico. Según Moniz Bandeira, no existirían más en la actualidad potencias que quieran lanzarse a la conquista de otros territorios; tal como sucedió en el pasado con España o Portugal, o con la Gran Bretaña de la pax británica. Con el fin del mundo bipolar, volvió a renacer la idea de un imperio sin horizontes, que abarcaría todo el globo, como el primitivo Imperio Romano. Sin embargo, Moniz no procura instalar una nueva concepción del concepto de imperio, aunque discute ideas y aclara cuestiones. Es un libro de historia estupendamente documentado en donde quiere relatar la manera en que un país, al que llegaron para defender sus creencias y estilos de vida los pioneros puritanos –hecho que les permitió independizarse de la metrópoli mucho antes que las colonias ibéricas– pudo transformarse en forma paulatina en una potencia imperial. Sin duda, la idea de la igualdad de derechos, tan cara a los norteamericanos, pasó por muchas batallas, incluso una guerra civil cruenta, sin haberse podido resolver aún en su totalidad para los descendientes de los antiguos esclavos o para otras poblaciones que arribaron luego a esas tierras. Y si no se respetan ciertas normas éticas en el interior de una nación ¿por qué habrían de respetarse fuera de ella? El libro comienza con la guerra de la potencia del norte contra España por la “liberación-ocupación” de Cuba a fines del siglo XIX y llega hasta la guerra de Irak pasando por toda la historia estadounidense, de adentro hacia fuera, de sus problemas domésticos hasta sus intervenciones en el mundo y los intereses económicos, políticos, ideológicos y estratégicos que juegan en ellas, mostrando siempre el elemento predominante. 

Una cuestión presente en las grandes obras intelectuales es el tipo de preguntas que se plantea. Al respecto, Moniz Bandeira sostiene que en sus libros procura comprender y explicar el proceso de perversión de la democracia que sacude la vida civilizada, dando lugar a un estado de permanente guerra e inseguridad que incluye el llamado terrorismo, producto en gran medida de ese estado de cosas. Las fronteras que comprende la nueva globalización imperial son, por otra parte, muy difusas. En el caso norteamericano, donde existe alguna empresa de Estados Unidos están las fronteras de ese país. Pero es a partir del fin de la Guerra Fría –dice Moniz– cuando el poder de Washington, “desnudó la esencia de su política internacional”. Con uno u otro gobierno (ahora el de Trump) surge abierta y públicamente que se atacará en forma preventiva, de ser necesario, a cualquier Estado que por alguna razón represente un peligro para sus intereses y para su seguridad. 

Moniz, como lo llamábamos cariñosamente, decía que el origen de su apellido era Muñiz y que esto lo emparentaba en línea directa con Cristóbal Colón, cuya esposa, de la nobleza portuguesa, se llamaba Filipa o Felipa Muñiz. Poco importa el título, más nobleza que la de su espíritu y su talento expresada en su vida y en sus libros no puede pedirse, es sin duda una ilustre expresión de lo mejor que dio el continente latinoamericano.

* Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/80703-un-maestro-de-la-vida-y-de-la-historia

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