martes, 25 de octubre de 2016

LUTERO, A CASI 500 AÑOS DE LA REFORMA PROTESTANTE, Por Claudio Javier Castelli



Martín Lutero, el gran reformador



LUTERO, A CASI 500  AÑOS DE LA REFORMA PROTESTANTE, Por Claudio Javier Castelli

El movimiento protestante, tiene su punto culminante cuando Lutero clava las 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, el 31 de Octubre de 1517, la base era la discrepancia de este con las indulgencias, a través de las cuales, con las monedas de los creyentes, puestas en los recipientes al efecto, el alma viajaba al cielo perdonados sus pecados. Se compraba la salvación.
Claudio Javier Castelli
Si bien, las 95 tesis de Lutero, estaban redactadas en Latín, alguien las tradujo al alemán, y “las entregó a la imprenta y después de poco tiempo, toda Alemania estaba hablando del desafío al Papa y su poder, del dinero que salía de las tierras alemanas para construir la basílica de San Pedro en Roma y del hombre Martín Lutero[1]
Hay cuatro principios protestantes: Sólo fe; sólo gracia; sólo escrituras; sólo cristo.
Sólo por la fe somos salvos, sin necesidad de las obras. Sólo por gracia de Dios, no hay nada que podemos hacer. Sólo las escrituras son el único complejo textual, al cual debe someterse el cristiano.
Sólo Cristo, es el único mediador entre Dios y el Hombre. Esto último es fundamental, porque al hacer de cristo, el único mediador, toda la estructura eclesiástica, se derrumba, como un castillo de naipes. A la par que el creyente está en conexión directa con la comunidad, está también en relación directa con Dios. Esa relación directa lleva al creyente a trabajar con un Dios personal, revelado en la biblia, pero personal.

Si bien Lutero se mantenía entre dos mundos: el medioevo  y el incipiente capitalismo, podemos decir, que en realidad era un monje agustino medieval, pero revolucionario en su cristianismo, en consecuencia, hay vestigios del individuo libre posterior, sólo vestigios, pero muy sólidos.

Es que ya, en la Roma Católica,  la religión era una interioridad de la conciencia, reservada a Dios. Dad al César, lo que es del César, y dar a Dios lo que es de Dios.
Los mártires cristianos antiguos soportaban el sufrimiento, sabiendo de su salvación, que los verdugos nada podrían hacer contra sus creencias.

Dice Hegel, que en el Platón, de la República perfecta, yacía  un germen, de lo que no podía ser posible, y en consecuencia era una reacción, contra aquello, que prometía la inminente revolución del mundo, con la individualidad y subjetividad, que introduciría el cristianismo. De esa forma, Platón, se ha mostrado como un gran espíritu, porque el eje sobre el cual gira lo decisivo de su idea, es el eje, sobre el cual gira la inminente revolución del mundo.

En Lutero pues, no hay más que ese poder del cristianismo, que se apronta para dar la estocada, y preparar el mundo, con el mismo protestantismo para desarrollar el capitalismo, que, a su vez, secularizaría el mundo. Pero, claro, no totalmente.

En el célebre escrito "Sobre el comercio y la usura" (1524) emprende un ataque feroz al prestamo con interés, y una serie de prácticas comerciales fraudulentas. Este escrito es de una actualidad demoledora.

El texto de Lutero, “La libertad Cristiana”, de 1520, es fundacional, y es uno de los que más efectos tuvo, fue interpretado radicalmente, por Thomas Muntzer, y otros pastores, que llevaron la libertad, hasta toda liberación de opresión, y se desató la guerra de los campesinos. Lutero no pudo, sino mediar, al principio, para después escribir el panfleto más duro, contra las hordas de campesinos. Murieron cien mil. Lutero se refugió en los príncipes, quienes además, lo habían salvado de las huestes católicas.

Lutero en ese texto, declaró que “el cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todo”. No fue interpretado así, se lo interpretó como libre de todo, preferentemente.

“Hereje, santo, lunático, fanático, intolerante, salvador, cismático, revolucionario…han sido algunos de los nombres que le han dado a través de la historia. Sólo en las últimas décadas hemos llegado a un aprecio y consenso más compartido entre todos los cristianos del significado de este hombre, totalmente entregado a su Dios. Superó lo que parecía ser los límites de su tiempo. En este sentido fue un verdadero profeta, anunciando el juicio divino sobre las estructuras y ritos atrofiados por el tiempo y proclamando la libertad gloriosa del accionar divino en la historia humana. Nos plantea una pregunta crucial: ¿somos capaces de ser profetas de la misma cuna?, o ¿preferimos guardar lo recibido quedarnos con los pies enlodados en nuestras pequeñas historietas pasadas?”[2]

 “Lutero, en su interpretación del cristianismo, invita a que sinceramente procuremos conocernos retrayéndonos a nuestra intimidad. Vivimos en el mundo: pero conviene, para no extraviarnos en el tráfago y murmullo mundanos, que atendamos a lo que realmente somos y como nos comportamos. Paso inicial para rectificarnos ante el prójimo, ante nosotros mismos y, principalmente ante Dios. Quién procede y actúa, ausente de esta íntima concentración, carece de autenticidad, es segura víctima de lo que va aconteciendo, e incapaz de reacciones nobles, sobre todo en aquello que más íntimamente le concierne. Procede en constante sucesión de aceptaciones y rechazos, conforme a superficiales apetencias del momento”[3]
Juan Calvino

Lutero y Calvino fueron los más influyente reformadores. Max Weber, en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, pone en el calvinismo posterior, las pautas más desarrolladas para profundizar el capitalismo, sobre todo por una interpretación errónea de la predestinación y la vida próspera.


Otro magistral ensayo, de Ernst Troeltsch, “El protestantismo y el mundo moderno”, pone énfasis en el luteranismo y el calvinismo, como goznes con el mundo burgués y el renuevo de la autoridad política.


Las vinculaciones directas entre el desarrollo del nuevo espíritu burgués y el movimiento originado por los dos reformadores protestantes es indudable hasta hoy; en los nuevos tiempos políticos neoliberales en el mundo, los protestantes y evangélicos han sido animadores consecuentes de una teología que pone énfasis, sobre todo, en la prosperidad personal, y se tiñe del espíritu empresario norteamericano; por supuesto que hace estragos en América Latina.
Enfrenta a los evangélicos a la humildad y pobreza de las mayorías, y presta ardiente apoyo al neoliberalismo; puede verse esto más radicalmente en Brasil.

El movimiento protestante y evangélico necesita de aires nuevos teológicos que lo alejen de un sistema inhumano y anticristiano como el neoliberalismo, para bucear en las fuentes de la teología de la liberación, sus continuadores, y sus nuevos aires, que lo lleven a una opción preferencial por los pobres.

No es casual, que desde el vaticano se emprenda una cruzada radical contra el neoliberalismo y sus efectos. Es que una lectura meridiana de la Biblia –antiguo y nuevo testamento- no deja dudas que un sistema económico como el que propugnan los principales países occidentales, tiene efectos catastróficos en América Latina y es condenado por las escrituras. De esa forma, los teólogos europeos o norteamericanos, no pueden satisfacer, las necesidades autóctonas. Por eso, en las iglesias protestantes añoramos un nuevo Lutero, de este lado del atlántico, o una visión más universalista del cristianismo latinoamericano, que no escatime el compromiso político por una sociedad más justa .

Claudio Javier Castelli
Octubre de 2016












[1] “El Camino a La Libertad Cristiana”, por Lee Brummel, pág.12, en “La libertad Cristiana, Martín Lutero, ediciones la aurora, 1983, Buenos Aires.
[2] Presentación, en “La libertad cristiana”, Martín Lutero, ediciones la aurora, 1983, Buenos Aires, pág. 7/8.
[3] “La libertad Cristiana: la opción para una vida auténtica”, por Luis Farré, pág. 18, en ídem.

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