miércoles, 22 de abril de 2015

SOBRE TURBAS ASESINAS Por Claudio Javier Castelli






Algún día le pregunté a mi padre: ¿para qué servimos los abogados? Mi padre me dio una respuesta muy sabia que todavía me resuelve muchos intríngulis: “Cuando veo actuar a los demás me doy cuenta para que servimos los abogados”. Exacto; si no hubiera tantos conflictos individuales, vecinales, colectivos; exabruptos, rompimientos, incumplimientos; además de intereses por proteger, y la forma utilizada por los legos para resolverlos: no habría tantos abogados.  Entre paréntesis: No conozco ninguno que se muera de hambre.

El tema de esta nota tiene que ver con abogados y más propiamente con el derecho sobre todo el derecho penal. Todo el sistema del derecho penal puede ser entendido como una formidable estructura para evitar la irracionalidad de la venganza privada.

Hay una larga historia desde la venganza tribal de sangre donde el castigo al ofensor se extendía contra toda su familia después La Biblia trató de poner un límite legislando sobre el talión: “ojo por ojo, diente por diente” como popularmente se conoce, y  el cristianismo ante las venganzas de las turbas creó el refugio del infractor en las iglesias dando lugar a lo que después se conoció como Derecho de Asilo.

La constitución de 1853 prohibía la pena de muerte por causas políticas precisamente por las únicas causas que fue utilizada institucionalmente basta recordar: los fusilamientos de la Revolución Libertadora o los crímenes de la dictadura militar. Hoy con la Constitución de 1994 que le da rango constitucional a los Pactos Internacionales como el de San José de Costa Rica sería imposible imponer la pena de Muerte después de un proceso penal.

Estoy seguro que si se le preguntara a la sociedad en consulta popular –inadmisible constitucionalmente por la temática- sobre su aplicación o no, esta le contestaría en su mayoría que sí.

Estados admirados por gran parte de la población acomodada del país como los EE.UU en muchos estados federales la tienen y la aplican de una manera escandalosa: desde el Fiscal hasta los familiares de las víctimas se regodean detrás de un ventanal para ver al criminal en el patíbulo agonizante.

Curiosamente un país donde los cultos religiosos son extendidos olvida uno de los principales mandamientos dados por Dios a los hombres: “NO MATARAS”(Exodo 20:13).

Frecuentemente quienes propician mano dura para la inseguridad acusan a quienes piden racionalidad: de que creen que la inseguridad es una "sensación" y no escuchan la voz del pueblo.

Hay un punto en común entre el genocidio y las venganzas privadas recientes: el gusto por la sangre, la masacre, la muerte previa tortura –en Rosario les apagaron cigarrillos prendidos a la víctima-. Víctima que convengamos había intentado robar una cartera es decir había infringido el respeto a la propiedad privada de una manera mínima.

Los medios de comunicación concentrados, en su salsa, exageran con lujos de detalles los hechos violentos es que saben que la consigna es: “MIEDO Y CONSUMO, MIEDO Y CONSUMO, MIEDO Y CONSUMO".

Además una persona de clase media asustada es un fascista en potencia y en acto proclive a los voraces por comer votos fáciles que proponen mano dura, para los “negritos de la villa” y mano blanda para el delincuente financiero. 

Mano dura contra "quienes conspiran contra nuestro estilo de vida" decía una socióloga hoy en "Pag12", faltaría agregarle: “Occidental y Cristiano” como decían los militares: "que los "subversivos" venían a quebrantar". Los padres de los que lincharon y de los que trataron de linchar en Rosario y en Charcas y Coronel Díaz, seguramente decían: “Algo habrán hecho”, para justificar la desaparición de 30.000 ciudadanos entre el 76 y el 83.


Lamentablemente tendríamos que afirmar que la inseguridad, les guste o no la gente, vino para quedarse   desde hace mucho tiempo pues Buenos Aires y el Conurbano son casi 14 millones de habitantes y es un problema común en todas las grandes ciudades como en Rosario de casi 1 millón de habitantes. No quiero justificar nada, solo señalar un problema raigal junto con la de grandes bolsones de excluidos que en gran medida pusieron de moda las políticas neoliberales instaladas en el país desde Martínez de Hoz pasando por Menem siguiendo con Macri, y a las cuales persistentemente se pretende regresar para lanzar más excluidos y esperarlos con policías mano dura después.

La mano dura es una pena de muerte impuesta  por la policía en supuestos "enfrentamientos". El delito no podría evitarse aunque se ponga un policía en todas las esquinas de todas las ciudades del país.

¿Charcas y Coronel Díaz a una cuadra del FALANSTERIO DE BARATIJAS, símbolo del consumo desmedido como son los Shopping Center, es un "lugar inseguro" para intentar ajusticiar a un delincuente de poca monta? Tanto que le gusta a la clase media acomodada la división Sarmientina de: “Civilización o Barbarie”, poniéndose siempre del lado, por supuesto, como dudarlo: de la "Civilización": irrumpe enloquecida para ajusticiar a un delincuente. Tiene dos nombres: BARBARIE, y delito penal de intento de asesinato con alevosía, y el concurso premeditado de dos o más personas (Art. 80, inc.2 y 6 del Código Penal). Y en Rosario es el mismo tipo penal pero consumado.

Discutamos todo lo queramos sobre la seguridad o inseguridad pero hay un límite infranqueable que el Estado Argentino no puede quebrantar: es la Ley Constitucional y Penal: sobre todo: los DERECHOS HUMANOS, que fueron sancionados después del genocidio de la Segunda Guerra Mundial por la ONU.

Cuando veo o leo sobre estas "TURBAS ASESINAS" me doy cuenta no solo para que servimos los Abogados sino también para qué sirve el derecho penal: evitar la venganza privada y racionalizar la justicia punitiva.

2015-2021







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